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7
31 de octubre de 2010
31 de octubre de 2010
130 de 189 usuarios han encontrado esta crítica útil
Edgar Wright sigue en racha: su "Scott Pilgrim" es una de las películas más insólitas y disfrutables que se han lanzado en lo que llevamos de año. Parece empeñado en conquistar el mundo sin abandonar del todo un reducto libertario y friki y visto lo visto, cada vez está más en posición de añadir nuevas tropas de seguidores a sus filas. Porque ha vuelto a hacerlo. Scott Pilgrim no es un mero entretenimiento, ni una típica comedia. Esto es serio.
Va por ustedes:
Para todos a los que les tocó ser Kirby en el Mario Party.
Para todos los que estuvieron enamorados de la princesa Peach.
Para todos los que averiguaron los combos para hacerse los fatalities del Mortal Kombat.
Para todos los que se emocionaron la primera vez que invocaron a Ánima.
Para todos los que se hartaron de dar la vuelta por un escenario gigante preguntando a todo el mundo sin que nadie supiese dar una pista útil sobre la misión.
Para todos los que tuvieron que librar un combate a base de insultos.
Para todos los que quisieron tener un hamster gigante en miniatura del espacio exterior.
Para todos los que se embarcaron en alguna absurda misión relacionada con pollos.
Para todos los que se empalmaron con las presentaciones de los subjefes y el jefe final del Ocarina of Time.
Para todos los que alguna vez hubieran dado su vida por una vida extra.
-----------------------------------------------¡¡¡¡KAPOW!!!!-----------------------------------------------
(...Y el videojuego habitó entre nuestras salas de cine y se hizo celuloide)
Va por ustedes:
Para todos a los que les tocó ser Kirby en el Mario Party.
Para todos los que estuvieron enamorados de la princesa Peach.
Para todos los que averiguaron los combos para hacerse los fatalities del Mortal Kombat.
Para todos los que se emocionaron la primera vez que invocaron a Ánima.
Para todos los que se hartaron de dar la vuelta por un escenario gigante preguntando a todo el mundo sin que nadie supiese dar una pista útil sobre la misión.
Para todos los que tuvieron que librar un combate a base de insultos.
Para todos los que quisieron tener un hamster gigante en miniatura del espacio exterior.
Para todos los que se embarcaron en alguna absurda misión relacionada con pollos.
Para todos los que se empalmaron con las presentaciones de los subjefes y el jefe final del Ocarina of Time.
Para todos los que alguna vez hubieran dado su vida por una vida extra.
-----------------------------------------------¡¡¡¡KAPOW!!!!-----------------------------------------------
(...Y el videojuego habitó entre nuestras salas de cine y se hizo celuloide)

6,5
15.788
6
3 de octubre de 2012
3 de octubre de 2012
118 de 165 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con enormes ganas esperaba esta primera obra de Benh Zeitlin, cuyo poster ya me había fascinado como después lo hizo el prometedor trailer que se exhibe de la película y el título, que casi parece sacado de una novela de John Crowley...qué bonito. A primera vista, parecía posible encontrar ese 'algo más' que sigue haciéndome ver películas con esperanza. Sin embargo no ha sido así, en esta ocasión. No digo que Zeitlin no tenga talentos que puedan eclosionar de manera asombrosa en un futuro. Aquí se vislumbra algo, pero demasiado poco para poder decir.
La película en muchos de sus tramos resulta aburrida. Así de crudo. Sabe convocar ciertas magias ancestrales en momentos como el inicio (con la presentación de La Bañera a ritmo de una estupenda bso) o en pinceladas de realismo mágico que se infiltran en la historia como unos invitados a los que el director no sabe muy bien a qué mesa sentar. Porque luego presenta una cruda realidad que desmiente el rebuscado encanto de lo que se cuenta, que no es sino la desgracia de una diminuta y pobrísima comunidad de alguna parte de ¿Nueva Orleans? y también su idiosincrasia supuestamente atractiva, libertaria y hechizante.
Qué duda cabe que todo lugar y gentes tiene su punto si uno lo mira con los ojos adecuados, pero las cosas como son, La Bañera es un jodido infierno de sitio y por más cámara zumbona y niña filosofando que se le meta, la realidad es ésta, que los vecinos del lugar no lo quieren abandonar por la misma razón por la que algunos pompeyanos se quedaron a pesar del volcán y no fue por lo bonito que iba a quedar Pompeya cuando le cayese toda la lava encima.
En resumen, 'Bestias del sur salvaje' es como una película deprimente sobre gente viviendo en unas condiciones miserables que de vez en cuando, se autocorta el rollo con un fantaseo mal acoplado que ni siquiera viene mucho a cuento.
Luego al final no sabes si va sobre el universo, la miseria, la supervivencia, la pobreza, la relación de la niña filósofa con su padre chungo, el ruido que hace el de las palomitas de la butaca de al lado o la conveniencia de venirse a ver una película un domingo a la hora de la siesta.
La película en muchos de sus tramos resulta aburrida. Así de crudo. Sabe convocar ciertas magias ancestrales en momentos como el inicio (con la presentación de La Bañera a ritmo de una estupenda bso) o en pinceladas de realismo mágico que se infiltran en la historia como unos invitados a los que el director no sabe muy bien a qué mesa sentar. Porque luego presenta una cruda realidad que desmiente el rebuscado encanto de lo que se cuenta, que no es sino la desgracia de una diminuta y pobrísima comunidad de alguna parte de ¿Nueva Orleans? y también su idiosincrasia supuestamente atractiva, libertaria y hechizante.
Qué duda cabe que todo lugar y gentes tiene su punto si uno lo mira con los ojos adecuados, pero las cosas como son, La Bañera es un jodido infierno de sitio y por más cámara zumbona y niña filosofando que se le meta, la realidad es ésta, que los vecinos del lugar no lo quieren abandonar por la misma razón por la que algunos pompeyanos se quedaron a pesar del volcán y no fue por lo bonito que iba a quedar Pompeya cuando le cayese toda la lava encima.
En resumen, 'Bestias del sur salvaje' es como una película deprimente sobre gente viviendo en unas condiciones miserables que de vez en cuando, se autocorta el rollo con un fantaseo mal acoplado que ni siquiera viene mucho a cuento.
Luego al final no sabes si va sobre el universo, la miseria, la supervivencia, la pobreza, la relación de la niña filósofa con su padre chungo, el ruido que hace el de las palomitas de la butaca de al lado o la conveniencia de venirse a ver una película un domingo a la hora de la siesta.

6,8
97.270
9
17 de octubre de 2010
17 de octubre de 2010
110 de 149 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por lo general el cine siempre nos habla del pasado o del futuro y si nos habla del presente, nos habla de conflictos bélicos o catástrofes humanas o naturales que rara vez nos pillan con el piloto de la implicación activo. Pero "La red social" no corresponde al pasado, ni al futuro, ni es un lejano suceso que afecta a algún país en el que no estamos. "La red social" es el Aquí y el Ahora. Está pasando y prácticamente todos los que aquí estamos somos parte de ello: por fin una película que habla de lo que verdaderamente se cuece a nivel global en el mundo.
Sin embargo, no quiero mover a error: "La red social" no es actual sólo porque se narre la génesis del Facebook sino porque lo que retrata va mucho más allá del suceso puntual. La película de Fincher viene a establecer un perfil actualizado de los intereses, ambiciones e individuos que mueven el cybercotarro hoy día y que debido a la naturaleza de la comunicación en la actualidad, podrían considerarse, a través de sus creaciones, las personas más influyentes del planeta.
Las personas más influyentes del planeta que son chavales recién salidos de la universidad y que acumulan demandas multimillonarias a edades en las que algunos acaban de sacarse el carnet de conducir.
El brillantísimo guión de Sorkin, una construcción maestra donde las buenas y viejas pasiones humanas se dan la mano con la apasionante revolución social que han traído consigo las nuevas tecnologías, es la pieza maestra de "La red social". La dirección de Fincher está para arropar ese magnífico guión sin agobiarlo con alardes, impecable este director incluso en la única escena en la que se permite personificarse (la de las regatas). Otro sorprendente placer es la música de Reznor (de Nine Inch Nails) y Atticus Ross, una banda sonora que se aprecia siempre por debajo de la narración, nunca en lugar de la misma.
Todos los actores están correctos, destacando con fuerza el cada vez más interesante Jesse Eisenberg, que está con un pie por detrás de la línea del estrellato. Tiene algún titubeo, pero hay un potencial enorme en este chico. ¿Alguien más adecuado que un actorazo precoz para interpretar a un precoz genio informático?
Ah, y a pesar de que el tema puede no resultar muy interesante a priori, no tengan reparos en ir a verla. Que por si fuera poco, es entretenidísima.
Dejen que "La red social" les agregue como espectadores y no se arrepentirán.
Sin embargo, no quiero mover a error: "La red social" no es actual sólo porque se narre la génesis del Facebook sino porque lo que retrata va mucho más allá del suceso puntual. La película de Fincher viene a establecer un perfil actualizado de los intereses, ambiciones e individuos que mueven el cybercotarro hoy día y que debido a la naturaleza de la comunicación en la actualidad, podrían considerarse, a través de sus creaciones, las personas más influyentes del planeta.
Las personas más influyentes del planeta que son chavales recién salidos de la universidad y que acumulan demandas multimillonarias a edades en las que algunos acaban de sacarse el carnet de conducir.
El brillantísimo guión de Sorkin, una construcción maestra donde las buenas y viejas pasiones humanas se dan la mano con la apasionante revolución social que han traído consigo las nuevas tecnologías, es la pieza maestra de "La red social". La dirección de Fincher está para arropar ese magnífico guión sin agobiarlo con alardes, impecable este director incluso en la única escena en la que se permite personificarse (la de las regatas). Otro sorprendente placer es la música de Reznor (de Nine Inch Nails) y Atticus Ross, una banda sonora que se aprecia siempre por debajo de la narración, nunca en lugar de la misma.
Todos los actores están correctos, destacando con fuerza el cada vez más interesante Jesse Eisenberg, que está con un pie por detrás de la línea del estrellato. Tiene algún titubeo, pero hay un potencial enorme en este chico. ¿Alguien más adecuado que un actorazo precoz para interpretar a un precoz genio informático?
Ah, y a pesar de que el tema puede no resultar muy interesante a priori, no tengan reparos en ir a verla. Que por si fuera poco, es entretenidísima.
Dejen que "La red social" les agregue como espectadores y no se arrepentirán.

8,2
15.067
8
30 de marzo de 2010
30 de marzo de 2010
81 de 91 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia en "Perversidad" no es relevante, ya que es una historia-modelo. Hay muchas historias semejantes. Lo que transforma a"Perversidad" en una obra de raro poder hipnótico reside en su ejecución y en la forma en que ésta ejecución es iniciada.
En la primera escena, el director de un banco preside una cena en honor a su empleado más leal, al que obsequia con un valiosísimo reloj de oro: acto seguido, abandona la mesa para reunirse con su joven amante que le espera en la calle. La cámara retorna al rostro de Christopher Cross, ese empleado ejemplar. Y entonces, se advierte que se ha abierto una grieta en donde antes parecía haber un terreno llano. ¿Y qué supura a través de la grieta? Añoranza, deseo, envidia, tristeza y conformismo.
A partir de este instante, no hay retorno. La historia se acaba de definir. El barco se dirige al arrecife y no queda más que rezar porque la agonía no se haga eterna. Poco importa si el faro se llama Kitty, Johnny o Adele: estaba escrito.
Hay que tener cuidado con lo que se desea. Puede cumplirse. Y no hay aquí, pese a toda evidencia, rastro de mujer fatal, sino presencia de hombre terriblemente fatalizado.
(En las últimas escenas, sucede algo extraño: acosado por sus fantasmas, Christopher Cross mira a cámara con el cuerpo y el rostro exacto del vampiro de Düsseldorf)
En la primera escena, el director de un banco preside una cena en honor a su empleado más leal, al que obsequia con un valiosísimo reloj de oro: acto seguido, abandona la mesa para reunirse con su joven amante que le espera en la calle. La cámara retorna al rostro de Christopher Cross, ese empleado ejemplar. Y entonces, se advierte que se ha abierto una grieta en donde antes parecía haber un terreno llano. ¿Y qué supura a través de la grieta? Añoranza, deseo, envidia, tristeza y conformismo.
A partir de este instante, no hay retorno. La historia se acaba de definir. El barco se dirige al arrecife y no queda más que rezar porque la agonía no se haga eterna. Poco importa si el faro se llama Kitty, Johnny o Adele: estaba escrito.
Hay que tener cuidado con lo que se desea. Puede cumplirse. Y no hay aquí, pese a toda evidencia, rastro de mujer fatal, sino presencia de hombre terriblemente fatalizado.
(En las últimas escenas, sucede algo extraño: acosado por sus fantasmas, Christopher Cross mira a cámara con el cuerpo y el rostro exacto del vampiro de Düsseldorf)

7,6
4.020
9
1 de junio de 2009
1 de junio de 2009
78 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras la muerte de Joan Crawford, protagonista de este poderoso melodrama negro, su hija adoptiva Christine publicó unas memorias de infancia en las que pintaba a la famosa actriz como una psicópata maltratadora, enloquecida por la incapacidad de tener hijos propios y que convirtió la vida de sus retoños adoptados en un auténtico infierno. Fueran o no ciertas estas aseveraciones (curiosamente el libro se publicó después de conocerse que la actriz había desheredado a Christine y a otro de sus hijos que también corroboró los maltratos), lo cierto es que "Alma en suplicio" parece una anticipo cruel e irónico de lo que había de suceder en el futuro, puesto que narra la relación destructiva que se establece entre una sufrida madre y su devoradora, egoísta y sanguijuela hija. Un melodramón con aires a lo "Imitación a la vida" que exprime al máximo el duelo entre la madura Crawford y la perversa muñequita Ann Blyth, que, finalmente será quién se lleve el gato interpretativo al agua con su insaciable y caprichosa Veda (años más tarde, Crawford se tomó la revancha realizando su mejor interpretación conocida junto a otra de las grandes feas de Hollywood, Bette Davis, en "¿Qué fue de Baby Jane").
El guión, espléndido y adulto, está al servicio de las damas, por lo que los caracteres masculinos, aunque omnipresentes, se mueven como sombras en una galería tras el fuego cruzado: son muy superiores las escenas protagonizadas por las mujeres que aquellas en las que salen los actores. Son impresionantes por ejemplo los tiras y aflojas madre-hija, pero también la conversación de Mildred con su ayudante Aida al regresar de unas vacaciones, una indagación curiosa en la cámara blindada de la amistad femenina, esa materia tan maltratada en el cine.
Si bien la trama resulta más o menos previsible, se solventa al dividir la atención del espectador entre el drama familiar y los toques de cine negro (toda la película es la restrospectiva de un asesinato). Sin embargo hay una tensión más tangible en el proceso de destrucción de la hija hacia la madre que en la resolución del crimen que sirve de punto de partida a la narración. Resulta casi pavoroso ver a la robusta Crawford reducida a la indefensión más absoluta ante las demandas de su delicada hija: bajo toda esta historia reside una relectura de lo más inquietante en torno a los instintos maternales mal entendidos.
Recomendabilísima en todos los sentidos para apreciar que más allá de "Casablanca", Curtiz fue capaz de alumbrar obras mayores como ésta.
El guión, espléndido y adulto, está al servicio de las damas, por lo que los caracteres masculinos, aunque omnipresentes, se mueven como sombras en una galería tras el fuego cruzado: son muy superiores las escenas protagonizadas por las mujeres que aquellas en las que salen los actores. Son impresionantes por ejemplo los tiras y aflojas madre-hija, pero también la conversación de Mildred con su ayudante Aida al regresar de unas vacaciones, una indagación curiosa en la cámara blindada de la amistad femenina, esa materia tan maltratada en el cine.
Si bien la trama resulta más o menos previsible, se solventa al dividir la atención del espectador entre el drama familiar y los toques de cine negro (toda la película es la restrospectiva de un asesinato). Sin embargo hay una tensión más tangible en el proceso de destrucción de la hija hacia la madre que en la resolución del crimen que sirve de punto de partida a la narración. Resulta casi pavoroso ver a la robusta Crawford reducida a la indefensión más absoluta ante las demandas de su delicada hija: bajo toda esta historia reside una relectura de lo más inquietante en torno a los instintos maternales mal entendidos.
Recomendabilísima en todos los sentidos para apreciar que más allá de "Casablanca", Curtiz fue capaz de alumbrar obras mayores como ésta.
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