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Críticas ordenadas por utilidad
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6,2
1.421
8
4 de marzo de 2025
4 de marzo de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escribo esto para leerme en el futuro y recordar por qué razones me gustó algo de este género (¿FoundFootage?) y temática (streaming, web cams, youtubers). Es un género que no me gusta, y que creo hace tiempo debería distinguirse de ese hermano menor que son las películas montadas sobre la lógica de videollamadas, chats y streaming en vivo. No es lo mismo el metraje encontrado, que este tipo de narraciones de universo hiperconectado. Una diferencia que a nadie le importa, y mucho menos a mi, que el foundfootage me aburre y nunca consigue hacerme entrar en el juego, y el universo de los youtubers me parece directamente insoportable.
Deadstream, sin embargo, somete a un estúpido youtuber a un desaforado maltrato gore, truculento y bastante gracioso. Ofrece encanto cinematográfico con toda esa serie de juegos de cámaras y puntos de vista relativos al equipamiento de filmación con el que cuenta el streamer protagonista. En definitiva, un montaje trabajadísimo para componer un lugar y una lógica nítidas a pesar de las dificultades que a priori enfrenta. Logra así un relato totalmente fluido que te saca a pasear como una montaña rusa del terror a la que vas con tus amigos y no parás de intercalar sustos con risas. Para colmo, sugiere una idea bastante simpática comparando la depravación de quien es capaz de cualquier cosa con tal de conseguir vistas en internet, con la de una suerte de poetiza gótica fracasada que captura almas para leerles sus espantosos poemas en el eterno limbo. En fin, monstruos que buscan fama.
Otras virtudes de esta "jodita del terror", son algunos climas de suspenso muy bien logrados, que si no fuera por tanta broma yo no se que pasaría. Además, te pone delante algunos fantasmas bastante atractivos, combinando CGI leve con efectos prácticos de los que dan gusto ver.
Finalmente, es para destacar la actuación del protagonista, que nos saca a pasear, nos va narrando y se carga encima todos los sustos, pánicos, chistes, ridiculeces y momentos de zozobra con la cámara casi pegada al rostro. Su forma de sufrir, el maltrato que recibe, su estúpida perseverancia y sus ataques de ciega valentía recuerdan, como dijeron algunos, a Bruce Campbell de The Evil Dead.
Deadstream, sin embargo, somete a un estúpido youtuber a un desaforado maltrato gore, truculento y bastante gracioso. Ofrece encanto cinematográfico con toda esa serie de juegos de cámaras y puntos de vista relativos al equipamiento de filmación con el que cuenta el streamer protagonista. En definitiva, un montaje trabajadísimo para componer un lugar y una lógica nítidas a pesar de las dificultades que a priori enfrenta. Logra así un relato totalmente fluido que te saca a pasear como una montaña rusa del terror a la que vas con tus amigos y no parás de intercalar sustos con risas. Para colmo, sugiere una idea bastante simpática comparando la depravación de quien es capaz de cualquier cosa con tal de conseguir vistas en internet, con la de una suerte de poetiza gótica fracasada que captura almas para leerles sus espantosos poemas en el eterno limbo. En fin, monstruos que buscan fama.
Otras virtudes de esta "jodita del terror", son algunos climas de suspenso muy bien logrados, que si no fuera por tanta broma yo no se que pasaría. Además, te pone delante algunos fantasmas bastante atractivos, combinando CGI leve con efectos prácticos de los que dan gusto ver.
Finalmente, es para destacar la actuación del protagonista, que nos saca a pasear, nos va narrando y se carga encima todos los sustos, pánicos, chistes, ridiculeces y momentos de zozobra con la cámara casi pegada al rostro. Su forma de sufrir, el maltrato que recibe, su estúpida perseverancia y sus ataques de ciega valentía recuerdan, como dijeron algunos, a Bruce Campbell de The Evil Dead.

6,0
367
3
3 de marzo de 2025
3 de marzo de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Odio leer la frase "envejeció mal". No se bien por qué. Tal vez me parece un despropósito que las personas sólo vean cine "nuevo" (si, entre comillas), limitando la magia de la narración a una mera cuestión tecnológica. Como si contar una historia fuera perecedero. Como si los efectos digitales fueran mejores que los trucos artesanales. Como si la gente fuera menos idiota ahora que antes.
Como sea, acá una que... mierda, ahí vamos: envejeció mal. Y lo hizo, irónicamente, por estar muy formulada por y para las tendencias del momento: satanismo y road movies. Un maridaje tímidamente mezclado pero cerrado con moño desde el mismo título. Lastimosamente, el diablo no muestra ni la cola, y la carretera es más bien un pueblo por el que pasan en algún momento del viaje.
La dirección me resultó correcta, con ritmo aceptable y algún que otro buen plano. Las actuaciones no están mal, aunque el absurdo guion deja en off side a dos grandes estrellas (Fonda, Oates, ¿qué hacían acá?) a los que se les complica interpretar una historia tan poco trabajada. ¿Qué querían los satanistas? ¿Por qué no siguieron de largo ellos, después de hablar con la policía? No sólo hay preguntas obvias que la derriban por completo, también hay secuencias pésimas como la de la pileta donde una de las chicas se siente amenazada por la mirada de los lugareños; o la de la biblioteca, donde van a buscar libros de brujería para descifrar el significado de unas runas que la secta les dejó (creativamente, una vergüenza total). Sin embargo, lo peor de la película, creo, está en la cobardía y timidez del guion. Propone una historia que, si o si, requiere algo de chicha, de mal rollo, alguna que otra muerte además de la del estúpido caniche. Excesos y despropósitos de algún tipo. Si hasta el ritual satánico se ve desde lejos y a duras penas. El año anterior se había hecho, no se, La Masacre de Texas, y acá tenemos a Warren Oates llorisqueando por tres o cuatro viejos con capucha. Se nota mucho cuando a los implicados no les gusta el género terror; o cuando un exploitation no pretendió llamar la atención. No hay desborde, no hay osadía, no hay diversión.
La mala mixtura entre satanismo y película de carreteras, y los sinsentidos de un boceto-argumento, hacen que la película tropiece torpe, lenta y aburridamente, y vuelque hacia los márgenes del cine de los 70s, donde yace oxidada y razonablemente olvidada.
Como sea, acá una que... mierda, ahí vamos: envejeció mal. Y lo hizo, irónicamente, por estar muy formulada por y para las tendencias del momento: satanismo y road movies. Un maridaje tímidamente mezclado pero cerrado con moño desde el mismo título. Lastimosamente, el diablo no muestra ni la cola, y la carretera es más bien un pueblo por el que pasan en algún momento del viaje.
La dirección me resultó correcta, con ritmo aceptable y algún que otro buen plano. Las actuaciones no están mal, aunque el absurdo guion deja en off side a dos grandes estrellas (Fonda, Oates, ¿qué hacían acá?) a los que se les complica interpretar una historia tan poco trabajada. ¿Qué querían los satanistas? ¿Por qué no siguieron de largo ellos, después de hablar con la policía? No sólo hay preguntas obvias que la derriban por completo, también hay secuencias pésimas como la de la pileta donde una de las chicas se siente amenazada por la mirada de los lugareños; o la de la biblioteca, donde van a buscar libros de brujería para descifrar el significado de unas runas que la secta les dejó (creativamente, una vergüenza total). Sin embargo, lo peor de la película, creo, está en la cobardía y timidez del guion. Propone una historia que, si o si, requiere algo de chicha, de mal rollo, alguna que otra muerte además de la del estúpido caniche. Excesos y despropósitos de algún tipo. Si hasta el ritual satánico se ve desde lejos y a duras penas. El año anterior se había hecho, no se, La Masacre de Texas, y acá tenemos a Warren Oates llorisqueando por tres o cuatro viejos con capucha. Se nota mucho cuando a los implicados no les gusta el género terror; o cuando un exploitation no pretendió llamar la atención. No hay desborde, no hay osadía, no hay diversión.
La mala mixtura entre satanismo y película de carreteras, y los sinsentidos de un boceto-argumento, hacen que la película tropiece torpe, lenta y aburridamente, y vuelque hacia los márgenes del cine de los 70s, donde yace oxidada y razonablemente olvidada.
9 de agosto de 2024
9 de agosto de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decir "cine independiente" no logra explicar del todo el tipo de cine que ofrece el catálogo y universo artístico de Mondolila producciones, de Gorevisión o, como le dicen algunos, de "las películas de Vic Cicuta". Cine independiente son también producciones donde un productor independiente se hace cargo de todos los gastos. En este caso, pareciera que no hubo gastos. No es cine barato, parece, a simple vista, cine prácticamente gratis. Como si fuera casi un modo de militancia este de no andar gastando plata en hacer una película porque, como queda ampliamente demostrado en esta joya, no hace faltar aspirar a ciertos estándares para contar una buena historia con imágenes.
Y te digo más, después de saborear la brutalidad de un guion que empieza con una de las mejores premisas de la historia del cine universal, empiezo a sospechar que esto de no gastar un peso es "condición sine qua non" para poder contar una VERDADERA buena historia, para poder hacer los chistes que verdaderamente causan gracia. Voy a intentar reforzar esta idea mejorando la sinópsis de este (y otros) sitios:
"Dos faloperos malvivientes siembran terror en el barrio jugando con una picana teaser". Tomá pa vos, el cine más picante, real, expresivo, malrollero y emocionante que se filmó desde las cuatro o cinco películas que componen el célebre neorrealismo italiano. Y juro que esto no es una (contra)esnobeada, los diálogos son graciosísimos, la acciones de los personajes son brutales, y algunas escenas son tan terribles que provocan verdadero pavor.
En cuanto a lo meramente formal, tiene lo suyo también. Las falencias son obvias, sobre todo en la iluminación y en la descuidada puesta en escena. Sin embargo, la cámara se clava y funciona como un regreso a las bases, a un cine primitivo pero netamente eficaz. Ofrece muchas secuencias propias de cine mudo, bien resueltas y muy disfrutables.
En fin, a destacar la enorme interpretación de los dos descerebrados protagonistas y un guion que deja muy, pero muy muy atrás a todo el resto del cine nacional. Creo que si se quisiera hacer un cine significativo y conmovedor, habría que empezar desde acá. Menos que esto ya no puedo admitir.
Y que por favor, alguien, contrate a esta Zanardi para escribirle los guiones. Denle la plata a esta persona, ahorren(¿se? ¿nos?) el nadismo anodino de seguir viendo películas miedosas, correctoides, hipócritas y sin gracia. Porque, además, digamos todo, no deja de ser una pena que tan buena historia y tanto cine tenga que ser realizado de modo tan precario.
Y te digo más, después de saborear la brutalidad de un guion que empieza con una de las mejores premisas de la historia del cine universal, empiezo a sospechar que esto de no gastar un peso es "condición sine qua non" para poder contar una VERDADERA buena historia, para poder hacer los chistes que verdaderamente causan gracia. Voy a intentar reforzar esta idea mejorando la sinópsis de este (y otros) sitios:
"Dos faloperos malvivientes siembran terror en el barrio jugando con una picana teaser". Tomá pa vos, el cine más picante, real, expresivo, malrollero y emocionante que se filmó desde las cuatro o cinco películas que componen el célebre neorrealismo italiano. Y juro que esto no es una (contra)esnobeada, los diálogos son graciosísimos, la acciones de los personajes son brutales, y algunas escenas son tan terribles que provocan verdadero pavor.
En cuanto a lo meramente formal, tiene lo suyo también. Las falencias son obvias, sobre todo en la iluminación y en la descuidada puesta en escena. Sin embargo, la cámara se clava y funciona como un regreso a las bases, a un cine primitivo pero netamente eficaz. Ofrece muchas secuencias propias de cine mudo, bien resueltas y muy disfrutables.
En fin, a destacar la enorme interpretación de los dos descerebrados protagonistas y un guion que deja muy, pero muy muy atrás a todo el resto del cine nacional. Creo que si se quisiera hacer un cine significativo y conmovedor, habría que empezar desde acá. Menos que esto ya no puedo admitir.
Y que por favor, alguien, contrate a esta Zanardi para escribirle los guiones. Denle la plata a esta persona, ahorren(¿se? ¿nos?) el nadismo anodino de seguir viendo películas miedosas, correctoides, hipócritas y sin gracia. Porque, además, digamos todo, no deja de ser una pena que tan buena historia y tanto cine tenga que ser realizado de modo tan precario.
4
7 de mayo de 2024
7 de mayo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando uno cliquea esta película en Netflix para leer la sinopsis, la aplicación nos ofrece, abajo, otras cuatro películas. Todas las carátulas son deprimentemente parecidas: dos o tres carilindos más o menos conocidos mirando a cámara, de fondo un cielo espacial cianótico y, asomando, un pedacito de nave espacial.
Bueno, como leí por ahí, la película cumplía porque, entre otras discreciones, carece de mayores pretensiones y, lo mejor, es cortita.
Adelante entonces, que quizás algunas buenas ideas y buen sentido del entretenimiento habían logrado traficarse dentro de la máquina de hacer chorizos que suele ser el cine de género. Quizás nadie se había dado cuenta que aquí, sin grandes pompas, habría algo de oro. No sucedió, aunque tampoco me dio bronca, que no es poco.
Historia poco original, en entorno poco original, decorada por un cumplidor aunque bastante insulso CGI, llevada a cabo por personajes por originales con líneas poco interesantes, enfrentan a una criatura poco interesante pero bastante original. Casi lo mejor de la película, coincidiendo con los colegas de por aquí. Sin embargo, tampoco este viscoso digital puede ni remotamente ser invitado a la mesa donde estén sentados el Alien de H. R. Giger o La Cosa de Rob Bottin. O sea, estamos en la B, o incluso más abajo.
Como si fuera poco, la película no logra construir gran suspenso, ni mucho menos terror. Para peor, tampoco transmite claustrofobia siendo que los tipos viven encapsulados en un entorno muy limitado, ni mucho menos paranoia. Y es esto lo que aleja totalmente este argumento del siempre citado Alien o de The Thing, en el que gran parte del interés se centra en no saber quien de tus fundamentales compañeros incuba al monstruo. Acá no hay nada de eso, es sólo una muchísimo más chata lucha por cazar un resistente protoplasma espacial.
Cuando terminó me quedé pensando en lo barato de la producción. Fui a revisar y certifiqué que había sido producida por Columbia y por Sony Pictures. Casi toda la plata se la llevan unos anónimos nerds que dibujan el insulso CGI, y a dos o tres actores estrellas que no hacen mucho más que poner un poco la carita. El ahorro es nocivo y notorio. Para mejor ejemplo tenemos la escena del desfibrilador, cita ineludible de la gran obra de John Carpenter, y la comparación no es mía, si no del propio guión, una obviedad. Aquí el bicho no sale del cuerpo de su víctima, está simplemente escondido en entre sus ropas. Aburrimiento, ahorro presupuestario, ausencia de magia, ausencia de cine.
No es que no sepan hacer películas, o que a nadie se le ocurra escribirlas. Simplemente no quieren, porque no creen que vos valgas la pena. Sea como fuere, vas a consumir el chorizo automatizado y recalentado que te ofrezca la plataforma. Ellos manejan la máquina de hacer chorizos, y la máquina de exhibirlos y, poco a poco, te estás convirtiendo vos en una máquina de consumirlos.
Bueno, como leí por ahí, la película cumplía porque, entre otras discreciones, carece de mayores pretensiones y, lo mejor, es cortita.
Adelante entonces, que quizás algunas buenas ideas y buen sentido del entretenimiento habían logrado traficarse dentro de la máquina de hacer chorizos que suele ser el cine de género. Quizás nadie se había dado cuenta que aquí, sin grandes pompas, habría algo de oro. No sucedió, aunque tampoco me dio bronca, que no es poco.
Historia poco original, en entorno poco original, decorada por un cumplidor aunque bastante insulso CGI, llevada a cabo por personajes por originales con líneas poco interesantes, enfrentan a una criatura poco interesante pero bastante original. Casi lo mejor de la película, coincidiendo con los colegas de por aquí. Sin embargo, tampoco este viscoso digital puede ni remotamente ser invitado a la mesa donde estén sentados el Alien de H. R. Giger o La Cosa de Rob Bottin. O sea, estamos en la B, o incluso más abajo.
Como si fuera poco, la película no logra construir gran suspenso, ni mucho menos terror. Para peor, tampoco transmite claustrofobia siendo que los tipos viven encapsulados en un entorno muy limitado, ni mucho menos paranoia. Y es esto lo que aleja totalmente este argumento del siempre citado Alien o de The Thing, en el que gran parte del interés se centra en no saber quien de tus fundamentales compañeros incuba al monstruo. Acá no hay nada de eso, es sólo una muchísimo más chata lucha por cazar un resistente protoplasma espacial.
Cuando terminó me quedé pensando en lo barato de la producción. Fui a revisar y certifiqué que había sido producida por Columbia y por Sony Pictures. Casi toda la plata se la llevan unos anónimos nerds que dibujan el insulso CGI, y a dos o tres actores estrellas que no hacen mucho más que poner un poco la carita. El ahorro es nocivo y notorio. Para mejor ejemplo tenemos la escena del desfibrilador, cita ineludible de la gran obra de John Carpenter, y la comparación no es mía, si no del propio guión, una obviedad. Aquí el bicho no sale del cuerpo de su víctima, está simplemente escondido en entre sus ropas. Aburrimiento, ahorro presupuestario, ausencia de magia, ausencia de cine.
No es que no sepan hacer películas, o que a nadie se le ocurra escribirlas. Simplemente no quieren, porque no creen que vos valgas la pena. Sea como fuere, vas a consumir el chorizo automatizado y recalentado que te ofrezca la plataforma. Ellos manejan la máquina de hacer chorizos, y la máquina de exhibirlos y, poco a poco, te estás convirtiendo vos en una máquina de consumirlos.

6,3
1.737
7
21 de marzo de 2024
21 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sutilísima. Para ser un true crime, desde ya sórdido, la película es sutilísima. Bordea la violencia física relativa a las torturas, violaciones u homicidios, para explorar, en cambio, los conflictos sicológicos de esa perturbada pareja de sádicos asesinos psicosexuales. Sobre todo los de ella, una mujer adulta, despojada de su maternidad, atormentada por sus complejos, volcada a los consumos problemáticos, a la toxicidad y las parafilias criminales. La exploración de la faceta más socioambiental y psicológica del crimen, vuelve a ésta una película diferente en su género, un poco más adulta y profunda que lo habitual.
La puesta en escena, por desgracia, no se aleja mucho del criterio Netflix. Esto es, una insulsa mezcla de aesthetic ochentera y austeridad insípida. La foto no destaca, cumple pero no se torna expresiva. Tiene un punto el trabajo de sonido, cargando el peso de un fuera de campo que se intuye violento y atroz.
Las actuaciones, finalmente, me parecieron estupendas. Sobre todo Susie Porter, que se tambalea entre víctima y victimaria, haciendo gala de un rostro tan expresivo como enigmático y desagradable. Conduce, con su actuación, la principal virtud de la película: una extraña combinación entre el miedo y la pena.
La puesta en escena, por desgracia, no se aleja mucho del criterio Netflix. Esto es, una insulsa mezcla de aesthetic ochentera y austeridad insípida. La foto no destaca, cumple pero no se torna expresiva. Tiene un punto el trabajo de sonido, cargando el peso de un fuera de campo que se intuye violento y atroz.
Las actuaciones, finalmente, me parecieron estupendas. Sobre todo Susie Porter, que se tambalea entre víctima y victimaria, haciendo gala de un rostro tan expresivo como enigmático y desagradable. Conduce, con su actuación, la principal virtud de la película: una extraña combinación entre el miedo y la pena.
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