Lo mejor de todo es que aunque apartes de tu cabeza todo el tema de los zombies, lo que resta es una auténtica bomba hilarante, con la siempre genial intervención de Simon Pegg.

Junto con "Braindead" y la triología de "Evil dead", "Zombies party" es una de las grandes películas cómicas de zombies de todos los tiempos, incluso más refinada, que no abusa para nada del gore, incluye una historieta romántica muy acertada, y hace de su tempo rítimico una buena sucesión de gags bastante trabajados.

Un buen rato divertido lleno guiños a directores del género.

Cuando uno cesa de aplaudir boquiabierto, lo que descubre realmente es una película vacía en contenido y simple en conjunto. Es decir, es un indudable espectáculo, sí, pero la solidez sólo aparece en la figura de Máximo. Si nos descuidamos, vemos un drama del nivel de un telefilme de sobremesa.

Los espectaculares efectos especiales dan esa temeraria sensación de que en poco tiempo quedarán obsoletos, pero su banda sonora es otro sólido cimiento que sustenta este incuestionable buen peplum moderno.

Meritoria adaptación reconvertida en thriller trepidante, en el cual sus poderosos personajes nos guían en escenas de acción dirigidas de manera magistral.

La serie puede respirar con toda tranquilidad; nadie la ha mancillado.

Joel y Ethan Coen son especialistas en contar historias cotidianas llevadas al extremo desde un punto de vista totalmente original. Pues bien, en la que para mí es su mejor película, homenajean el cine negro con la astúcia que les caracteriza: cada plano ha sido estudiado al milímetro; bellas secuencias que desembocan de forma natural en la siguiente.

Increíble Billy Bob Thornton, e inmensos secundarios donde destaca un mayúsculo Tony Shalhoub, en una historia que cuando parece que no tiene nada más que ofrecer te sigue sorprendiendo, hasta que se transforma en un feroz crítica sobre la mediocridad.

Da la sensación como si a lo largo de la película se intente transmitir varias sensaciones; Por ejemplo, durante unos breves instantes parecía una inteligentísima crítica de la pena de muerte, pero también de la soledad, de los sueños, de las esperanzas, y así un largo etcétera que hizo que esta película me maravillara por completo.

Adecuadísima banda sonora, diálogos silenciosos, reflexiones casi poéticas... Lo más sorprendente es que "El hombre que nunca estuvo allí" se acaba convirtiendo en una gigantesca parábola sobre el princípio de incertidumbre de la física.

Tan buena como quizás incomprendida.

Una película que pudo haber sido y no pudo. Un adictivo arranque que hace aguas a las menores de cambio. Sólo la presencia de un buen Kevin Spacey hace soportable esta historia.

Deriva en el más puro desinterés.