Dos son los días en París, dos los padres, dos los exnovios, el pobre Jack tiene que soportar a ésta gente que habla en francés todo el tiempo, se burla de él, en fin, quién no se acuerda de sus primeros o sus últimos días con los suegritos y lo mal que se pasa cuando los ex están al acecho. Buenas actuaciones, rollito bien contado, con infinidad de críticas al turista y también al los antitriones de un París que así no dan ganas de visitar.
Cumple como comedia romántica, muy muy dentro del género, para gozar un par de horas sin preocuparse de lo que ocurrirá pues sabemos que tras todas las pruebas y malentendidos, éste será el último amor de ésta rubia, que no está despampanante como Z. Jones pero es una mujer que se hace querer especialmente por sus gafotas y sus recuerdos de infancia.

Francesca es el eje y motor de su familia. Lleva los negocios y maneja la vida de sus hijos, su marido y está rodeada de criados y empleados. Se ha casado con un noble y ha aportado a su familia no sólo el capital acumulado en dos generaciones de productores de pasta, sino una admirable habilidad en los negocios. Su esposo es el noble príncipe Montorsi (Giancarlo Giannini), encargado de hacer vida social, embriagarse y jugar con sus amigos. El drama inicia con la adopción de Nunziata, una niña del orfanato local que ha ganado el privilegio gracias a su belleza y a un voto hecho por Francesca con motivo de la enfermedad de una de sus hijas.
Desde su infancia es Nunziata la única de los hijos interesada en el desarrollo de la fábrica, las compras, la vida productiva.
Pasa el tiempo y Nunziata es una hermosa jovencita.

A mí ésta película me encanta, tiene un buen guión, magnífica interpretación protagónica, un romance a la medida, suficiente y bien usado suspenso, buena banda sonora. Lo único malo de ésta peli es la secuela. Me encantó en los ochenta y recuerdo aún la angustia que se sentía, el incomprensible estar de parte del monstruo que logra el director haciéndonos vivir en su pellejo. Sensacionales los efectos visuales cuando se metamorfosea. Pero si uno la ve luego de haber visto todo el montón de técnica de los noventa quizá no le halle la gracia.

A punto de decidirme por no ir a ver más historias viejas de Woody Allen en el cineclub, por el mortal aburrimiento que me produjeron Toma el dinero y corre y la decepción con Annie Hall (creo que no fue a recibir el Oscar porque creyó no merecerlo) me decidí a alquilar Manhattan, esperando ver solo buena fotografía de Nueva York. Pienso que de la primera etapa de Allen éste es el mejor producto (por lo menos de lo que he podido ver) Se sale por fin del esquema humorístico, para tomar por los cuernos algo más en serio, sin dejar de lado el apunte sarcástico que le da su toque personal.
Maravillosa fotografía de Nueva York con una música muy puesta en su punto, se da la licencia éste directorazo de :
- Dejarnos sólo escuchando voces, quitando las imágenes, en el primer encuentro mágico después de lluvia en el planetario
- Pasarnos un buen rato de imágenes sin más sonido que la música, en los comienzos sobre todo, rompiendo el esquema audio-video.
- Ese inicio con muchas posibles formas de iniciar el libro, magnífico

A la película hay que tomarla por lo que es: una peli de hace años hecha con escaso presupuesto pero con muchas ganas.
El guión no me disgustó aunque le falta profundidad a los diálogos.
La fotografía hay que disfrutarla sin más.
Se le nota la escasez de recursos cuando por ejemplo al contarnos la protagonista el drama de su niñez, no nos muestran el flash back (habría que cambiar de ambiente, contratar más actores,etc) y a pesar de que la historia que nos cuentan es interesante se pierde la fuerza del audio-video mostrándonos el baile de una bailarina solitaria.
Los dos protagonistas pésimos actores, peor ella que él, él lo hace bien en la acción y mal a la hora del romance, por eso es poco creíble ese enamoramiento repentino.
Mejor la actuación del jefe, un villano con toda, hasta con la caída y con la poca habilidad en la lucha.
Me gusta el paralelo de historias entre la bailarina de ballet que se vende para comprarle unos últimos meses pasables a su padre y la otra bailarina, de salón, que se vende en pequeñas cuotas y por pedazos.
En fin que entretiene, muestra cosas muy valiosas pero también lastimosamente carece de mucho.
Pero como primera obra de Kubrick deja entrever lo que vendrá después.