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5,6
18.435
7
4 de noviembre de 2013
4 de noviembre de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La comedia romántica es un género que en si mismo puede estar bien, el problema llega cuando se utiliza mal, como tantas cosas de la vida. Así hay películas muy populares protagonizadas por Julia Roberts, Sandra Bullock, Meg Ryan, Jennifer Aniston y últimamente Katherine Heigl, siendo cada una un sucedáneo de la anterior. Películas que valen bastante poco por su mezcla de humor tontorrón y ñoñería y que hacen furor en el público femenino, sin hacer distinción de clases sociales o de nivel cultural. Si no me creen, hagan la prueba con "Pretty Woman", que debe haber muy pocas mujeres en el mundo a las que no le guste. Allí donde ellas ven una historia bonita yo veo una pastelada cursi sin ninguna credibilidad, pero a ellas les gusta porque les hace sentir bien. Por el lado contrario, quiero que busquen a un hombre que diga que no consume cine porno. Seguramente encontrarán a muchos, la gran mayoría negarán que vean esas cosas, especialmente si la pregunta viene de labios de una mujer, por temor a quedar como un salido enfermizo, pero sepan que casi todos mienten.
Esto es algo que hacen la gran mayoría de hombres y que pocas veces confiesan en público por ese miedo a ser estigmatizados, porque si una mujer dice que ve porno es sexy y si lo dice un hombre es un guarro asqueroso, una concepción que suena anticuada en nuestros días, pero que sigue vigente. De cosas así habla "Don Jon", la primera película como director del actor Joseph Gordon-Levitt ("500 días juntos", "Origen").
El protagonista es un joven de clase trabajadora que tiene muy claras las cosas que le importan en la vida: su cuerpo, su choza, su buga, su familia, su iglesia, sus colegas, sus chicas y sobre todo, su porno. Y es que Jon puede ligar con quien se lo proponga, pero aún así es adicto a la pornografía, que le proporciona una satisfacción que no le dan las relaciones sexuales reales. Da lo mismo que consiga a la chica mas guapa de la discoteca, después de tener sexo con ella acude a su portátil para ver vídeos que le procuren el placer supremo que no ha obtenido con la otra persona. Y eso le supondrá un problema cuando conozca a Barbara, una chica a la que no le gusta nada esta inclusión de la pornografía en la vida de Jon y que será motivo de discusiones. Por su parte, Jon no es muy cinéfilo y no soporta las comedias románticas pastelosas que le gustan a Barbara, algo que tiene que aprender a aguantar si quiere seguir con ella, una chica que a diferencia de las otras no le da sexo en la primera cita.
En "Don Jon" Gordon-Levitt toma el mito de Don Juan y lo adapta a un contexto actual con un interesante enfoque. Este Don Juan lleva el pelo peinado hacia atrás con gomina y las sienes afeitadas, viste con camisetas escotadas y lleva collares, conduce como si la carretera fuera suya y acude a la Iglesia a confesar las veces que ha tenido sexo esa semana y las veces que se ha masturbado para obtener una absolución que sabe ganada de antemano. Todo este mundo chocará cuando llegue su particular Don Inés, una rubia de bonitas formas que siempre masca chicle y viste de modo "choni" (con una Scarlett Johansson que sabe reírse de sí misma y hasta hace posados frente al espejo, como aquellos que salieron a la luz después de que un hacker le pirateara el teléfono móvil). Él ve demasiada pornografía y ella demasiado cine romántico, con lo que ambos se crean expectativas que luego no se ajustan con la realidad. A eso hay que sumarle la familia de Jon, con un padre (Tony Danza) que siempre va en camiseta por casa, está obsesionado con el fútbol y con que su hijo sea un hombre de verdad y una madre ama de casa (Glenne Headly) deseosa de que le hagan abuela.
Gordon-Levitt hace un buen trabajo en su doble faceta como actor y director y sabe plasmar en pocos trazos todo ese mundillo de clase media-baja y a ello le añade la presencia de dos mujeres que acabarán teniendo una importancia mayor en la trama de lo que parece en un prinicipio. Ellas son la hermana de Jon (Brie Larson), una joven enganchada a su teléfono móvil que nunca dice una palabra y la mujer madura (excelente como siempre Julianne Moore) que Jon conoce en unas clases nocturnas y que también tiene muchas cosas que enseñarle. Todo el reparto luce a la altura de las circunstancias y ofrecen una película interesante que acaba cayendo un poco en los tópicos de esas películas románticas a las que parodia. Al modo de las películas de Judd Apatow ("Virgen a los 40", "Lío embarazoso"), la moraleja y los buenos sentimientos acaban prevaleciendo y eso hace que el resultado final pierda algo de fuelle.
Esto es algo que hacen la gran mayoría de hombres y que pocas veces confiesan en público por ese miedo a ser estigmatizados, porque si una mujer dice que ve porno es sexy y si lo dice un hombre es un guarro asqueroso, una concepción que suena anticuada en nuestros días, pero que sigue vigente. De cosas así habla "Don Jon", la primera película como director del actor Joseph Gordon-Levitt ("500 días juntos", "Origen").
El protagonista es un joven de clase trabajadora que tiene muy claras las cosas que le importan en la vida: su cuerpo, su choza, su buga, su familia, su iglesia, sus colegas, sus chicas y sobre todo, su porno. Y es que Jon puede ligar con quien se lo proponga, pero aún así es adicto a la pornografía, que le proporciona una satisfacción que no le dan las relaciones sexuales reales. Da lo mismo que consiga a la chica mas guapa de la discoteca, después de tener sexo con ella acude a su portátil para ver vídeos que le procuren el placer supremo que no ha obtenido con la otra persona. Y eso le supondrá un problema cuando conozca a Barbara, una chica a la que no le gusta nada esta inclusión de la pornografía en la vida de Jon y que será motivo de discusiones. Por su parte, Jon no es muy cinéfilo y no soporta las comedias románticas pastelosas que le gustan a Barbara, algo que tiene que aprender a aguantar si quiere seguir con ella, una chica que a diferencia de las otras no le da sexo en la primera cita.
En "Don Jon" Gordon-Levitt toma el mito de Don Juan y lo adapta a un contexto actual con un interesante enfoque. Este Don Juan lleva el pelo peinado hacia atrás con gomina y las sienes afeitadas, viste con camisetas escotadas y lleva collares, conduce como si la carretera fuera suya y acude a la Iglesia a confesar las veces que ha tenido sexo esa semana y las veces que se ha masturbado para obtener una absolución que sabe ganada de antemano. Todo este mundo chocará cuando llegue su particular Don Inés, una rubia de bonitas formas que siempre masca chicle y viste de modo "choni" (con una Scarlett Johansson que sabe reírse de sí misma y hasta hace posados frente al espejo, como aquellos que salieron a la luz después de que un hacker le pirateara el teléfono móvil). Él ve demasiada pornografía y ella demasiado cine romántico, con lo que ambos se crean expectativas que luego no se ajustan con la realidad. A eso hay que sumarle la familia de Jon, con un padre (Tony Danza) que siempre va en camiseta por casa, está obsesionado con el fútbol y con que su hijo sea un hombre de verdad y una madre ama de casa (Glenne Headly) deseosa de que le hagan abuela.
Gordon-Levitt hace un buen trabajo en su doble faceta como actor y director y sabe plasmar en pocos trazos todo ese mundillo de clase media-baja y a ello le añade la presencia de dos mujeres que acabarán teniendo una importancia mayor en la trama de lo que parece en un prinicipio. Ellas son la hermana de Jon (Brie Larson), una joven enganchada a su teléfono móvil que nunca dice una palabra y la mujer madura (excelente como siempre Julianne Moore) que Jon conoce en unas clases nocturnas y que también tiene muchas cosas que enseñarle. Todo el reparto luce a la altura de las circunstancias y ofrecen una película interesante que acaba cayendo un poco en los tópicos de esas películas románticas a las que parodia. Al modo de las películas de Judd Apatow ("Virgen a los 40", "Lío embarazoso"), la moraleja y los buenos sentimientos acaban prevaleciendo y eso hace que el resultado final pierda algo de fuelle.

5,8
6.523
7
28 de marzo de 2013
28 de marzo de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Josh Radnor muchos le conocerán por su papel de Ted Mosby en la serie "Cómo conocí a vuestra madre", una serie a la que fui adicto y que acabé abandonando tras el bajón que fueron dando sus tramas en la cuarta y quinta temporadas, con muchos capítulos de relleno y gracietas forzadas y estiradas, lejos de esa mezcla de comedia y drama que me entusiasmó en su primera temporada. De todos los personajes el que peor me cayó al principio era el propio Ted Mosby y poco a poco fue el que más me acabó simpatizando, después de que Robin Scherbatsky fuera desdibujándose con el paso de las temporadas y el resto no pasaran del arquetipo en el que se habían metido. Simpaticé con su rol de incansable buscador del amor pese a las decepciones y su naturaleza cómico-patética, tan humana en ocasiones. Pues bien, de esos ingredientes está hecho su personaje en "Amor y letras", su segunda película como director tras "Happythankyoumoreplease", rodadas en los descansos de la serie.
Radnor da vida a un treintañero que no acaba de estar satisfecho con su vida y que está desorientado tras romper con su novia. Tendrá la oportunidad de regresar al campus en el que se formó y recuperará parte de ese entusiasmo idealista por aprender que tuvo 15 años atrás. No tardará en darse de bruces con la encantadora Zibby, una chica que pese a su juventud parece tener las ideas más claras que él y que es capaz de aguantar sin despeinarse un debate sobre literatura e incluso es capaz de enseñarle puntos de vista nuevos (magnífico el momento en el que hablan del fenómeno "Crepúsculo" sin citar nombres, hablando de novelas de vampiros para jóvenes y de cómo él las detesta y ella las defiende como divertimento).
Los dos empezarán a cartearse, dejando de lado las nuevas tecnologías y se descubrirán las emociones que contiene la música clásica, de cómo esas composiciones de hace siglos que pueden parecer aburridas y cansinas ya reúnen toda la gama de sentimientos humanos que podemos encontrar en la música de hoy. Todo ello en una relación platónica en la que se confundirán como mentor-discípula y como objeto de amor. Al mismo tiempo, el personaje de Radnor descubrirá el sentimiento del paso del tiempo y la fugacidad de la vida de la mano de su viejo profesor y de otra antigua profesora amargada por sus fracasos vitales (Allison Janney).
"Amor y letras" es una película simpática y ratos emotiva con la que me he identificado en muchas cosas y al igual que su protagonista me he enamorado de esa Zibby a la que da vida una encantadora Elizabeth Olsen, que muestra la adorabilidad que en su día mostraron sus hermanas mayores Mary-Kate y Ashley cuando fueron la cándida Michelle de "Padres forzosos". A Elizabeth se la ve con maneras para despuntar si la elección de papeles y la suerte acompañan. Tanto ella como el resto del reparto están muy ajustados en sus papeles (incluso el insulso Zac Efron no desentona en un breve rol de hippy colocado) y Radnor demuestra su buen gusto dirigiendo historias de gente corriente, poniendo en valor la educación y la cultura para disfrutar un poco más de la vida.
Radnor da vida a un treintañero que no acaba de estar satisfecho con su vida y que está desorientado tras romper con su novia. Tendrá la oportunidad de regresar al campus en el que se formó y recuperará parte de ese entusiasmo idealista por aprender que tuvo 15 años atrás. No tardará en darse de bruces con la encantadora Zibby, una chica que pese a su juventud parece tener las ideas más claras que él y que es capaz de aguantar sin despeinarse un debate sobre literatura e incluso es capaz de enseñarle puntos de vista nuevos (magnífico el momento en el que hablan del fenómeno "Crepúsculo" sin citar nombres, hablando de novelas de vampiros para jóvenes y de cómo él las detesta y ella las defiende como divertimento).
Los dos empezarán a cartearse, dejando de lado las nuevas tecnologías y se descubrirán las emociones que contiene la música clásica, de cómo esas composiciones de hace siglos que pueden parecer aburridas y cansinas ya reúnen toda la gama de sentimientos humanos que podemos encontrar en la música de hoy. Todo ello en una relación platónica en la que se confundirán como mentor-discípula y como objeto de amor. Al mismo tiempo, el personaje de Radnor descubrirá el sentimiento del paso del tiempo y la fugacidad de la vida de la mano de su viejo profesor y de otra antigua profesora amargada por sus fracasos vitales (Allison Janney).
"Amor y letras" es una película simpática y ratos emotiva con la que me he identificado en muchas cosas y al igual que su protagonista me he enamorado de esa Zibby a la que da vida una encantadora Elizabeth Olsen, que muestra la adorabilidad que en su día mostraron sus hermanas mayores Mary-Kate y Ashley cuando fueron la cándida Michelle de "Padres forzosos". A Elizabeth se la ve con maneras para despuntar si la elección de papeles y la suerte acompañan. Tanto ella como el resto del reparto están muy ajustados en sus papeles (incluso el insulso Zac Efron no desentona en un breve rol de hippy colocado) y Radnor demuestra su buen gusto dirigiendo historias de gente corriente, poniendo en valor la educación y la cultura para disfrutar un poco más de la vida.

6,9
25.592
8
26 de febrero de 2013
26 de febrero de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Blue Valentine", dirigida por el desconocido Derek Cianfrance, es una película que se ha estrenado aquí con más de dos años de retraso, así que el que haya querido verla imagino que ya lo habrá hecho en Internet, para que luego se quejen de piratería con estos fallos de distribución. Yo le seguía la pista a la película desde hacía tiempo y quise esperar a su estreno antes de verme obligado a verla en el ordenador (que es un formato que no me gusta, en el que me cuesta mantener la atención). Finalmente he podido verla y debo decir que no es la película más adecuada para parejitas que van al cine, que se verán desazonados viendo las miserias del dúo Gosling-Williams, quizá reconociendo con terror algunos de los dramas de los protagonistas.
Al modo de "Revolutionary Road" en un ambiente más actual, somos testigos del deterioro de la convivencia entre la pareja tras algunos años en común, al tiempo que la trama de se ve salpicada de flsahbacks de cuando ambos se conocieron y todo parecía ser maravilloso, antes de que la cotidianeidad empezara a torcerlo todo. Lo más inquietante de la película es que la relación no se viene abajo por alguna infidelidad o porque el hombre o la mujer actúen incorrectamente, lo que un día es amor empieza a convertirse en algo más cercano al odio sin motivo aparente, por la pura erosión del tiempo y una chispa que se apaga sin remedio. Él sigue queriendo a su mujer como el primer día, pero ella parece no sentir lo mismo, nota que aquello ha llegado a su fin aunque no está muy segura de cómo dejarlo todo atrás. Un caso claro de que dos no se aman si uno no quiere.
He leído por ahí críticas porque la película parece mostrar al personaje de Gosling como mejor persona que al de Williams, que parece más preocupada en ella misma que en su pareja. Buscar dobles sentidos misóginos me parece un absurdo, porque la vida real nos recuerda cada día que hay gente que hiere y es herida a diario en ambos sexos y también se dan muchos casos de mujeres que dejan a sus parejas aunque éstos no se comporten como unos capullos que lo merecen. Simplemente, se han dejado llevar durante un tiempo y ahora ya no les interesa. Simple y desconsolador.
Ryan Gosling y Michelle Williams dan vida con convicción a estos personajes, aunque a Gosling le vuelvo a notar una vez más sobreactuado, siempre haciendo dos o tres gestos más de los necesarios, siempre más intenso de lo que su personaje requiere. El día que controle eso, conseguirá ser un gran actor. Michelle Williams me pareció más acertada y demuestra que es una actriz con un gran talento para expresar dolor y melancolía (imagino que los sucesos de su vida real le habrán cincelado esa capacidad). Y todo ello con una puesta en escena realista y opresiva por parte de su director, que no duda en mostrar una imagen feísta, llena de espacios cerrados, que simbolizan el estancamiento y el agobio de sus personajes.
Al modo de "Revolutionary Road" en un ambiente más actual, somos testigos del deterioro de la convivencia entre la pareja tras algunos años en común, al tiempo que la trama de se ve salpicada de flsahbacks de cuando ambos se conocieron y todo parecía ser maravilloso, antes de que la cotidianeidad empezara a torcerlo todo. Lo más inquietante de la película es que la relación no se viene abajo por alguna infidelidad o porque el hombre o la mujer actúen incorrectamente, lo que un día es amor empieza a convertirse en algo más cercano al odio sin motivo aparente, por la pura erosión del tiempo y una chispa que se apaga sin remedio. Él sigue queriendo a su mujer como el primer día, pero ella parece no sentir lo mismo, nota que aquello ha llegado a su fin aunque no está muy segura de cómo dejarlo todo atrás. Un caso claro de que dos no se aman si uno no quiere.
He leído por ahí críticas porque la película parece mostrar al personaje de Gosling como mejor persona que al de Williams, que parece más preocupada en ella misma que en su pareja. Buscar dobles sentidos misóginos me parece un absurdo, porque la vida real nos recuerda cada día que hay gente que hiere y es herida a diario en ambos sexos y también se dan muchos casos de mujeres que dejan a sus parejas aunque éstos no se comporten como unos capullos que lo merecen. Simplemente, se han dejado llevar durante un tiempo y ahora ya no les interesa. Simple y desconsolador.
Ryan Gosling y Michelle Williams dan vida con convicción a estos personajes, aunque a Gosling le vuelvo a notar una vez más sobreactuado, siempre haciendo dos o tres gestos más de los necesarios, siempre más intenso de lo que su personaje requiere. El día que controle eso, conseguirá ser un gran actor. Michelle Williams me pareció más acertada y demuestra que es una actriz con un gran talento para expresar dolor y melancolía (imagino que los sucesos de su vida real le habrán cincelado esa capacidad). Y todo ello con una puesta en escena realista y opresiva por parte de su director, que no duda en mostrar una imagen feísta, llena de espacios cerrados, que simbolizan el estancamiento y el agobio de sus personajes.

5,6
7.130
7
18 de julio de 2011
18 de julio de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es el debut en la dirección de la directora Massy Tadjedin, que cuenta un relato sobre amor, fidelidad y celos a través de esos cuatro personajes. Durante una noche seguiremos sus desventuras y veremos si caen en la tentación del engaño o se mantienen firmes en su posición inicial. Pase lo que pase, ninguno de los cuatro terminará igual que cuando la noche comenzó, sujetos a la ocasional fragilidad de las relaciones humanas.
La película está dirigida con pulso y tiene una estructura algo teatral, centrándose la atención en escenas de cada una de las parejas en un escenario diferente. Una de esas tramas donde la acción es el diálogo y que consigue entretener al espectador interesado.
En cuanto a las actuaciones, ellas lo hacen mejor que ellos. Sam Worthington demuestra una vez más sus limitaciones como actor, aquí de lo más evidentes al carecer de los fuegos artificiales de otras películas que ha protagonizado (como "Avatar" o "Furia de titanes"), mientras Guillaume Canet evidencia que sólo sabe poner sonrisas tontorronas, que habrá a quien le parezcan encantadoras, no es mi caso.
Eva Mendes no lo hace mal con su personaje de mujer provocativa, pero la clara vencedora del duelo actoral es Keira Knightley. Ella sale tan bella como suele y además sabe mostrar las contradicciones que sufre su personaje con una gran variedad de matices. La directora parece darse cuenta y centra mayor atención en ella que en el resto, algo que se agradece.
Con todo ello, una película interesante y que gustará a todos aquellos intrigados en los entresijos del amor, la atracción y las relaciones humanas.
La película está dirigida con pulso y tiene una estructura algo teatral, centrándose la atención en escenas de cada una de las parejas en un escenario diferente. Una de esas tramas donde la acción es el diálogo y que consigue entretener al espectador interesado.
En cuanto a las actuaciones, ellas lo hacen mejor que ellos. Sam Worthington demuestra una vez más sus limitaciones como actor, aquí de lo más evidentes al carecer de los fuegos artificiales de otras películas que ha protagonizado (como "Avatar" o "Furia de titanes"), mientras Guillaume Canet evidencia que sólo sabe poner sonrisas tontorronas, que habrá a quien le parezcan encantadoras, no es mi caso.
Eva Mendes no lo hace mal con su personaje de mujer provocativa, pero la clara vencedora del duelo actoral es Keira Knightley. Ella sale tan bella como suele y además sabe mostrar las contradicciones que sufre su personaje con una gran variedad de matices. La directora parece darse cuenta y centra mayor atención en ella que en el resto, algo que se agradece.
Con todo ello, una película interesante y que gustará a todos aquellos intrigados en los entresijos del amor, la atracción y las relaciones humanas.

5,1
17.176
4
4 de abril de 2011
4 de abril de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin compromiso" es la nueva película de Ivan Reitman, un realizador que inició su carrera a finales de los 70 y principios de los 80 con filmes de carácter gamberro como "Los incorregibles albóndigas" y "El pelotón chiflado" y que logró el éxito internacional con "Cazafantasmas" (su mejor peli). Desde entonces se convirtió en un asalariado de Hollywood, realizando comedias para mayor gloria de sus intérpretes (como las que hizo con Schwarzenegger y Danny DeVito) y que en los últimos años se había devaluado, con las mediocres "Evolution" y "Mi super exnovia". Paralelamente, su hijo Jason ha ido "in crescendo" con cintas como "Juno" o "Up in the air", que el propio Ivan Reitman ha ayudado a producir.
"Sin compromiso" no viene a aportar nada mejor a la filmografía de Reitman, que en esta ocasión crea la típica comedia de manual, de esas que sabes casi todo lo que va a suceder en todo momento. Se nota que Natalie Portman necesitaba descargar las tensiones de su exigente papel en "Cisne negro", porque aquí anda con el piloto automático puesto todo el rato. Ashton Kutcher está igual que siempre, lo que tampoco es decir mucho. Todo muy ramplón para una comedieta que no molesta mucho pero que tampoco dice gran cosa. Lo más salvable es el papel secundario del gran Kevin Kline, que roba el protagonismo cuando está en pantalla.
Hay quien dirá que se trata de comedias románticas que sólo pretenden hacer pasar el rato y que tampoco hay que pedirles demasiado, pero como en todo las hay mejores y peores. Me estoy acordando de filmes recientes como "500 días juntos", "Salvando las distancias" o "Amor y otras drogas" y ahí si que te sientes más o menos identificado con los personajes y te interesa lo que les sucede.
Así pues, película justita que puede llegar a gustar si se ve sin esperar demasiado.
"Sin compromiso" no viene a aportar nada mejor a la filmografía de Reitman, que en esta ocasión crea la típica comedia de manual, de esas que sabes casi todo lo que va a suceder en todo momento. Se nota que Natalie Portman necesitaba descargar las tensiones de su exigente papel en "Cisne negro", porque aquí anda con el piloto automático puesto todo el rato. Ashton Kutcher está igual que siempre, lo que tampoco es decir mucho. Todo muy ramplón para una comedieta que no molesta mucho pero que tampoco dice gran cosa. Lo más salvable es el papel secundario del gran Kevin Kline, que roba el protagonismo cuando está en pantalla.
Hay quien dirá que se trata de comedias románticas que sólo pretenden hacer pasar el rato y que tampoco hay que pedirles demasiado, pero como en todo las hay mejores y peores. Me estoy acordando de filmes recientes como "500 días juntos", "Salvando las distancias" o "Amor y otras drogas" y ahí si que te sientes más o menos identificado con los personajes y te interesa lo que les sucede.
Así pues, película justita que puede llegar a gustar si se ve sin esperar demasiado.
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