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España España · Pontevedra
Críticas de The Quiet Man
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Críticas 52
Críticas ordenadas por utilidad
8
19 de septiembre de 2011
43 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorprende, de entrada, que de un país del que apenas tenemos referencias televisivas, a partir de una producción sobria, sin aires presuntuosos, con unos actores desconocidos y una narración fluida, surja una serie tan rotunda que transmite desde el primer momento la sensación de referente televisivo.

Apoyándose en el apartado técnico, sencillamente inmejorable, consigue articular un estilo visual muy singular, empezando por una estupenda fotografía, que crea la atmósfera precisa, de tonalidades duras y frías, y unos encuadres muy estudiados, excelentes en los espacios solitarios. Por otra parte la realización y la música mantienen un ritmo constante, la utilización de los silencios termina por subrayar la precisión narrativa. Todo ello contribuye a que la sensación de suspense sea muy acusada.

Los actores están impecables, hieráticos, contenidos; un recital de expresiones afiladas, miradas aceradas y mandíbulas tensas, pero sobre todos ellos emerge el personaje de la detective Sarah Lund, armada de una engañosa fragilidad, al más puro estilo de Frances McDormand en Fargo. Desde su primera aparición muestra una determinación obsesiva en la búsqueda del asesino que acabará rayando en la paranoia, convirtiendo su interpretación en el alma de la serie.

El excesivo número de capítulos, como bien se señala en otras críticas, es el hándicap de la serie, en contraste con algunas producciones británicas que no tienen reparo en hacer series cortas e incluso reducir el número de capítulos en beneficio de la historia (por ejemplo la 3ª temporada de Torchwood, acortada de 13 a 5 episodios, con un resultado magnífico). Lógicamente esto incide en un guión que va alargando la historia, a pesar de unos diálogos muy concisos, a base de subtramas -algunas insustanciales- y en giros argumentales, que se van sucediendo con precisión milimétrica, y acaban por predisponer al espectador a descartar al sospechoso de turno y fijar su atención en otros personajes (algunos prescindibles porque solo cumplen la función de aumentar el número de sospechosos), mitigando el factor sorpresa; además, en el ambiente casi hiperrealista de la serie (potenciado por la atención que se le dedica al ámbito privado-familiar de los protagonistas), contrastan los comportamientos ilógicos e inverosímiles que éstos van adoptando, lo que hace que a lo largo de la serie se vaya perdiendo parte de la credibilidad, muy lograda al principio.

Aunque la serie mantiene un nivel muy alto, una vez que se empieza a ver no se puede parar, (tiene que ser insoportable esperar una semana por el siguiente capítulo… ¡y son 20!), los últimos capítulos bajan de intensidad; el último en concreto es el más frustrante, ya que se corresponde con el desenlace, al que le conceden muy pocos minutos, y no puede evitar dejar una sensación de vacío, ya que durante la investigación se han ido abriendo demasiados interrogantes que quedan sin aclarar.
The Quiet Man
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8
22 de mayo de 2012
40 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las expectativas creadas con la prometedora secuencia inicial con la que arranca -nunca mejor dicho- la película, no quedan defraudadas. Envuelta en una atmósfera de hipnótica desazón construida a base de silencios en los diálogos, pausas en las persecuciones, soledades en compañía; y acentuada por la música de fondo que acompaña magistralmente las imágenes, la película avanza con tensión contenida. Y aún así la mullida sensación que se crea no es suficiente para amortiguar los puntuales estallidos de violencia sórdida y salvaje que traspasan la pantalla.

El personaje de Drive (Ryan Gosling) tiene reminiscencias de los lacónicos y solitarios antihéroes de los años 70 y 80 -por poner un ejemplo: al Jack Carter que interpretaba Michael Caine en “Asesino implacable”. Las referencias a la figura del escorpión y su analogía con Drive son constantes y explícitas: La cazadora con el escorpión bordado es una segunda piel, cada vez más salpicada de sangre, que acaba siendo un relato de sus enfrentamientos, o las sombras del duelo final, a base de aguijonazos, proyectadas sobre el asfalto.

No hay drama en la solitaria supervivencia de Drive, resistir su vacía existencia con determinación de autómata es su propia esencia. La incertidumbre que le provoca su encuentro con Irene le desconcierta, la posibilidad de ser dueño de un nuevo destino se abre paso por instantes. El momento de la verdad, la lucha consigo mismo, llega en la brutal escena del ascensor. El violento ensañamiento ante los ojos de Irene es el punto de no retorno. Y es que, como dice el escorpión en la fábula atribuida a Esopo: "no he tenido elección, es mi naturaleza".

Con un final engañosamente abierto, la muerte es algo secundario, para Drive la tragedia reside en la certeza de un horizonte sin esperanza.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
The Quiet Man
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10
5 de septiembre de 2011
35 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Estás advertido! una vez que conectas con el universo del Doctor ya no podrás abandonarlo, “The Doctor” llega para quedarse, desearás que licúen la serie para poder “verla” en vena. Eso sí, para abordar esta serie es necesario tener la mente abierta, prejuicios, los mínimos; la curiosidad, toda, y estar predispuesto para la diversión, pero sobre todo ni se te ocurra juzgarla en los primeros visionados, porque está serie está viva, se transforma a medida que la ves, llegas adorar los efectos cutres, los disparates, las criaturas, los discursos del Doctor, las prisas, y cuando te das cuenta no la estás disfrutando… la estás viviendo.

Doctor Who se cimenta sobre la imaginación y la creatividad, pero detrás hay devoción, y en este caso generacional. La serie está en manos de quienes han crecido viéndola, y esto la convierte en un caso excepcional. Al más puro estilo británico se preserva el espíritu original, sin renunciar a lo que podría considerarse extemporáneo -y un ejemplo de ello son esos maravillosos Daleks, “tan retros ellos”, ¿acaso no parecerían ridículos en otro contexto?- A base de ingenio y con el empeño por superar cualquier tipo de dificultad (el presupuesto en primer lugar), logran lo imposible: que lo absurdo sea imprescindible. El alma de esta serie es la irracionalidad misma y en esta tarea se vuelcan todos, guionistas, actores, productores, a los que desde luego no les puede el miedo a la ingenuidad.

Pero lo que sorprende es la calidad que alcanzan algunos episodios, fruto de unos guiones muy trabajados, sin fisuras argumentales. Hay verdaderas obras maestras del género fantástico, como los episodios que llevan la firma de Steven Moffat, (creador junto con su padre de esa otra maravilla de serie que es PRESS GANG).

En Doctor Who se unen aventura, humor, terror, romance, acción y mucha ciencia ficción; todo ello hilvanado por el carisma del Doctor, que dota a la serie de una vitalidad irreverente hacia lo establecido, una divertida actitud rebelde que, con las dosis justas de dramatismo, hace a la serie apta para todos los espectadores, a los que solo se les pide que prevalezca en ellos el entusiasmo por la evasión.

Si te acercas a la serie por primera vez, un consejo: cómprate unas buenas deportivas porque con El Doctor hay que correr, pero mucho, mucho.
The Quiet Man
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10
3 de septiembre de 2011
34 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las producciones audiovisuales inglesas para la pequeña pantalla hace tiempo que se han convertido en una fuente constante de pequeñas joyas. ITV nos sorprende con INSPECTOR MORSE, un Inspector Jefe de la policía de Oxford, representante de la vieja flema británica, bebedor incansable de cerveza, melómano, áspero en el trato, pero sobre todo humano, consciente más de sus limitaciones que de sus aptitudes innatas para la resolución de los casos. Y ahí radican las diferencias de las producciones británicas con las grandes producciones americanas, donde las mejores series hacen sentir la potencia de la producción -diría que por un exceso de magnificencia, casi podrían definirse de brutales (HBO es ejemplo de ello)- donde uno esta llamado a disfrutar de la perfección, en las británicas se requiere más de la complicidad del espectador, partiendo de unas propuestas más humildes y con la paciencia del visionado; uno se va adentrando en universos particulares, hasta que llegado el momento interesa más el detective que el caso investigado, y como por encantamiento la serie nos pertenece, se queda en nuestro imaginario para siempre, y en esto "Inspector Morse" es sublime, solo basta decir que en varios guiones participó Anthony Minghella o que Danny Boyle dirigió dos episodios.
The Quiet Man
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9
1 de diciembre de 2011
32 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dotado de una maestría narrativa excepcional y sofisticada, Lubitsch se atreve hasta con la caligrafía en el desarrollo de su lenguaje cinematográfico. Sus historias transcurren con sutileza y mimo; pequeños detalles sirven de preludio a lo que va a ocurrir, a veces solo segundos antes, logrando un “in crescendo” emocional en el espectador que le permite anticiparse al desenlace de las secuencias.

En esta comedia, la más “Capriana” de Lubitsch, la felicidad se asienta en frágil equilibrio sobre la base de un capitalismo paternal de cara amable, solo posible en las pequeñas comunidades. En este caso, una tienda. Su propietario y el grupo de empleados a su servicio nos van mostrando sus miedos, sus necesidades, sus esperanzas... A pesar del tono melancólico que acompaña el transcurrir de la película, incluso de un intento de suicidio, el resultado final es una comedia deliciosa, verdaderamente reparadora del estado anímico.

La pareja protagonista, James Stewart y Margaret Sullavan, están sublimes en sus interpretaciones, los diálogos que mantienen tienen la compleja cualidad de resultar espontáneos e ingeniosos a la vez: verlos juntos llena la pantalla de encanto y al espectador de alegría. Los personajes secundarios no tienen desperdicio, fabulosas piezas del engranaje, sin desmerecer su papel en la historia, a los que se les dedica el tiempo preciso y necesario para desarrollar pequeñas subtramas y lograr que el ritmo nunca decaiga. Con Lubitsch el tamaño de la pantalla no importa. Tan importante es lo que sucede en ella como lo que queda fuera. La esposa del propietario, que tiene un papel determinante en el devenir de los acontecimientos, está siempre fuera de pantalla, y aún así se nota su presencia.

Los gags visuales o bufonescos están ausentes, el humor viene propiciado por la propia personalidad de los personajes, sin resultar por ello extravagantes, por las conversaciones, los enfrentamientos y los equívocos, como corresponde a la elegancia de las comedias de Lubitsch. Ejemplo de ello es el diálogo que mantiene Sullavan con el camarero mientras espera a su anónimo enamorado, donde la correlación que se hace de las citas amorosas con las flores está a caballo entre la ingenuidad y la fina ironía.

El famoso “toque Lubitsch” está presente, alguna secuencia es muy ilustrativa de ello. Yo me quedo con la escena final, para la que Lubitsch nos ha estado preparando durante todo el metraje. Un simple gesto de Stewart, y quedamos sorprendidos de la elocuencia que alcanza ese clavel en la solapa, sobran las palabras, todo encaja con delicadeza y precisión. Solo falta el inevitable beso y “voilà” película redonda. Puro refinamiento.
The Quiet Man
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