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Críticas 1.406
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
27 de octubre de 2011
46 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Zhang Yimou ha vuelto a hacerlo: una película más en la que es capaz de pintar el amor, ese sentimiento hecho de volátiles materiales e inexplicables consecuencias; como se pinta el aire, elemento, según Van Gogh, que sólo había conseguido retratar Velázquez; con todos esos matices microscópicos pero cuasi táctiles.

Una jovencísima pareja, que se conoce allá por 1970, en el ecuador de la Revolución Cultural China, será víctima propicia de los irresistibles dardos, emponzoñados en almíbar, de Cupido. Y es que el apacible dolor pasará a ser parte inseparable del enamorad@, máxime cuando esta imparable circunstancia tiene lugar en un entorno social que te impide estar cerca de la persona amada.

Poética y cromática, como acostumbran a ser muchas de las obras del soberbio realizador chino; con ese toque de magia necesario para creer en la inmortalidad de los mejores valores del ser humano, que otros, parece ser de la misma especie, se empeñan en enterrar. Si el Jurado de la Seminci tiene en cuenta esta mirada limpia, y no otros factores, Zhang Yimou, que ya ganó con su "Semilla de crisantemo" la Espiga de Oro en 1990, recogerá frutos del otoñal y florido palmarés del concurso vallisoletano.
29 de octubre de 2010
44 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran obra de Ken Loach que debería formar parte de una asignatura, si hubiera poderes sociales que escaparan al control de los estatales, que alertara a la ciudadanía de los mayores peligros que amenazan a las libertades y las democracias: las instituciones que nos vigilan, nos mienten, nos extorsionan y nos matan en nuestro propio beneficio; para defendernos de terribles males que ni siquiera podemos imaginar.

En este caso los servicios de inteligencia británicos, con la excusa del terrorismo del IRA de fondo, intentan arrancar de raíz la posibilidad de que llegue información verídica a la gente (los contribuyentes, que dicen ellos), poniendo a trabajar a sus expertos: los que mejor aniquilan y torturan.
"Deje que la verdad la encuentren los historiadores dentro de cincuenta años" - le dice el jefe de fontaneros del estado al policía de apariencia insobornable -

Estupenda y clarificadora película que no recomiendo:

- A quienes prefieren comulgar con ruedas de molino y creer a pie juntillas las versiones oficiales, sin cuestionarse absolutamente nada.
- A quienes aceptan de buen grado cualquier tipo de actuación de las fuerzas del orden (todos derechos, ningún deber) convencidos de que ellos nunca estarán bajo sospecha.
- A quienes atribuyen el terrorismo a uno sólo de los bandos.
- A los del "algo habrán hecho".
- A quienes gustan del olor de las cortinas de humo.
- A quienes consideran a Ken Loach un agitador con ¡vaya usted a saber qué intereses!
10 de marzo de 2020
43 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es mi undécima crónica de una obra del director obrerista más tenaz de la historia del cine. Si habéis leído las anteriores estaréis ya considerando la posibilidad de acusarme, y con razón, de apologeta "Kenloachista". Lo asumo y estoy orgulloso de militar en el grupúsculo de ilusos denunciantes que, como Ken Loach, siguen creyendo que el liberalismo económico, que barrió con los logros de las luchas sindicales, no tiene en cuenta a las personas, sino es para considerarlas piezas recambiables (cada vez más prescindibles) en su imparable maquinaria devoradora de horas de trabajo esclavo, que regurgita beneficios para cuatro.
El sistema, experto en camuflaje y neologismos, no reconocerá claramente sus intenciones y se ocultará, como en la historia de Ricky y su familia, tras gloriosas ideas: "créate tu propia empresa, nosotros te ayudamos"; algunos incluso, con emprendedora desfachatez, se autoproclaman "colaborativos".

Soy de los que encaja dolorosamente la carga de verdad de documentos como Sorry We Missed You, igual que el enfermo de cáncer acepta la quimio que, a pesar de todo, mejora sus expectativas de vida. Comprendo que los anti-Ken, y anti-Laverty, no sufran lo más mínimo porque no se creen sus "invenciones". "Eso no pasa", dicen; o "no de manera tan evidente", alumbran algunos críticos, "nos habríamos dado cuenta entre festival y festival, rueda de prensa y lunch, AVE y avión...". Entiendo sus dificultades para empatizar. Pero lo que me parece de un partidismo sospechoso es que algunos le acusan, como si Loach fuera un miembro del Congreso, de "falsear cuentas"; otros, que firman en grandes diarios, se ofenden porque "aún no se ha retirado como anunció en 2014, estando tan próximos ya los 84 años". Tranquilos majetes, ese señor no muerde, solo se expresa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El espejo en que se miran los protagonistas, y espectadores, de este drama social (Sorry...) devuelve una desalentadora imagen: familias deshilvanadas, impotencia, individualismo insolidario, un laberinto con las salidas tapiadas; un futuro, más que incierto, negro azabache. Los hay que prefieren silbar, porque dicen ser de clase media. Yo quiero gritar y no me sale la voz, solo puedo susurrar: " Ken, yo sí te creo".
22 de octubre de 2014
49 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
Zhang Yimou retoma uno de sus temas recurrentes: las indeseables consecuencias de la revolución cultural de Mao, sobre todo en la vida de los represaliados, aunque con la sutileza que acostumbra, sin recargar las tintas, como si el tema político, por el hecho de haber sucedido ya, fuera algo tangencial, porque pase lo que pase, al final queda la vida, que sigue abriéndose paso aunque sea entre escombros emocionales.

Precioso y triste drama empapado en ternura y resignación, escrito con las plumas que garabatean la poesía; con una actriz (Gong Li) siempre en estado de gracia y con un director al que, sin saber porqué, ya no pedimos que nos sorprenda y al que agradecemos la habilidad de contarnos lo mismo y seguir emocionándonos. Ya que, sin restar un ápice a la admiración que siento por la amplia producción artística del realizador chino, he reflexionado sobre el tiempo que tardaríamos aquí, en España, en crucificar a alguien que hubiera utilizado el golpe de estado de Franco y la posterior dictadura en siete u ocho películas dentro de su repertorio.

Presentada en el ecuador de la Seminci 2014 y a la espera del palmarés, es la primera que tiene opción a todos los premios gordos. Yo voto, por lo visto hasta ahora y si se me permite, por la Mejor Actriz y la Mejor Película porque el reconocimiento del público ya lo cosechó con un cálido aplauso.
Como justo homenaje a la memoria perdida de Feng, nunca olvidaré en las estaciones de tren (sobre todo los días 5) mirar si se abrazan un paciente hombrecillo y una señora que lleva un nombre escrito en una pancarta.
23 de octubre de 2021
47 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
La joven directora barcelonesa, en su primer largometraje, demuestra mano firme y un inusual oficio, más allá del que se supone para una principiante. No comete algunos errores, que serían perfectamente perdonables: ni hace subrayados innecesarios ni hace concesiones ni guiños buenistas.
Aún así, su ópera prima está cargada de sensibilidad, emoción y realismo que no distorsiona la mirada inquisidora de Nora, la criatura que inicia el abandono de la adolescencia, y que de alguna manera es la guía que ensarta todos los trozos de vida que Clara Roquet ha querido trasladarnos con un guión magistral y un dominio de las elipsis y los silencios que perturba el ánima de los más curtidos.

La familia Vidal, con sus problemas y taras, con su campechanía impostada, sus ayudas químicas para reforzar la felicidad; marca terreno y deja claro a Libertad y Rosana que hay una apreciable diferencia entre ser como de la familia y pertenecer a ella. La irrupción de la quinceañera colombiana, aire nuevo en viejas costumbres, provoca un pequeño tsunami que amenaza el aburguesado y falso equilibrio de los veraneantes catalanes. Después de todo, lo de ser más libre o feliz, más sincero o más justo, nunca debe hacerse a costa de variar ni un ápice los estatus preestablecidos; de eso saben mucho los que más tienen.

Muy apreciables las aportaciones de Vicky Peña, Nora Navas y de la portadora de esos ojos grandes que quieren saber, que no soporta las ocultaciones y que tropieza con la cruda realidad en el verano en que dice adiós a la inocencia (María Morena).
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