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Críticas ordenadas por utilidad
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6,3
23.894
9
17 de diciembre de 2012
17 de diciembre de 2012
21 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Narra las peripecias y vivencias de Freddie Quell, un excombatiente de la Segunda Guerra Mundial traumatizado tras la esperiencia en el combate y cuya principal virtud es saber destilar licores capaces de tumbar a un elefante. Por pura casualidad contacta con Lancaster Dodd, un filósofo esnob que se mueve entre las clases sociales adineradas y que creade la nada una secta religisa. La química entre ellos les hace ir de la mano, hasta que Freddie empieza a dudar sobre las convicciones de su amigo.
Cuando voy a ver una película confiado en que será buena siempre me queda el temor al sentimiento de fracaso que suele quedarse después si no cumple con las expectativas. La anterior cinta del director Paul Thomas Anderson, Pozos de Ambición, me gustó mucho. Casi tanto como la que considero su mejor obra: Magnolia. Es un cine diferente, nada comercial, pero bien trabajado, con el esmero del artesano que ama lo que hace. Y desde luego “The Master” no me ha decepcionado en absoluto.
El papel de Freddie lo borda Joaquin Phoenix. Es un personaje lleno de contradicciones y sufrimiento que le permite lucirse a lo largo de toda la cinta. Lo hace con una entrega tal, que uno diría que no se mete en el papel, sino que realmente se transforma en el personaje. Y todo esto sin caer en la sobreactuación fácil. Joaquin habla con sus ojos, refleja la angustia vital que le debora física y mentalmente. Por momentos me hizo recordar la mirada de Daniel Day-Lewis en su personaje de Pozos de ambición, pero también a un contenido -por una vez- Mel Gibson (creo sinceramente que es un personaje que, con menos edad, habría estado muy a su medida).
El contrapeso en la actuación se lo da de manera magistral Philip Seymour Hoffman, del que no acabamos de saber si es un profeta o simplemente un vividor. Esta línea de duda sigue todo el argumento de la película, que no contesta preguntas ni aclara incertidumbres de manera contundente dejando en manos del espectador la interpretación final de muchos interrogantes. Lancaster plantea los “agujeros en el tiempo” como método de terapia; pues bien, el argumento tiene también sus propios agujeros para que los rellenemos nosotros mismos.
La fotografía es de una belleza impactante, se recrea con la fealdad humana haciéndo que se nos plantee también como hermosa.
Por último destacar el trabajo de ambientación, francamente impoluto. Los personajes parecen realmente sacados de 1950. El vestuario, peluquería y maquillaje se complementa con una selección de secundarios y figurantes hecha con tino y maestría.
Eso sí, si lo que buscas es una cinta de acción trepidante, esta no es tu elección. El transcurrir de la misma es lento pero acompasado. Y las dos horas y cuarto se disfrutan así, con lentitud, obligándote a pensar si en tu vida también hay un amo, un “Master” que la controla.
Cuando voy a ver una película confiado en que será buena siempre me queda el temor al sentimiento de fracaso que suele quedarse después si no cumple con las expectativas. La anterior cinta del director Paul Thomas Anderson, Pozos de Ambición, me gustó mucho. Casi tanto como la que considero su mejor obra: Magnolia. Es un cine diferente, nada comercial, pero bien trabajado, con el esmero del artesano que ama lo que hace. Y desde luego “The Master” no me ha decepcionado en absoluto.
El papel de Freddie lo borda Joaquin Phoenix. Es un personaje lleno de contradicciones y sufrimiento que le permite lucirse a lo largo de toda la cinta. Lo hace con una entrega tal, que uno diría que no se mete en el papel, sino que realmente se transforma en el personaje. Y todo esto sin caer en la sobreactuación fácil. Joaquin habla con sus ojos, refleja la angustia vital que le debora física y mentalmente. Por momentos me hizo recordar la mirada de Daniel Day-Lewis en su personaje de Pozos de ambición, pero también a un contenido -por una vez- Mel Gibson (creo sinceramente que es un personaje que, con menos edad, habría estado muy a su medida).
El contrapeso en la actuación se lo da de manera magistral Philip Seymour Hoffman, del que no acabamos de saber si es un profeta o simplemente un vividor. Esta línea de duda sigue todo el argumento de la película, que no contesta preguntas ni aclara incertidumbres de manera contundente dejando en manos del espectador la interpretación final de muchos interrogantes. Lancaster plantea los “agujeros en el tiempo” como método de terapia; pues bien, el argumento tiene también sus propios agujeros para que los rellenemos nosotros mismos.
La fotografía es de una belleza impactante, se recrea con la fealdad humana haciéndo que se nos plantee también como hermosa.
Por último destacar el trabajo de ambientación, francamente impoluto. Los personajes parecen realmente sacados de 1950. El vestuario, peluquería y maquillaje se complementa con una selección de secundarios y figurantes hecha con tino y maestría.
Eso sí, si lo que buscas es una cinta de acción trepidante, esta no es tu elección. El transcurrir de la misma es lento pero acompasado. Y las dos horas y cuarto se disfrutan así, con lentitud, obligándote a pensar si en tu vida también hay un amo, un “Master” que la controla.

4,2
3.972
4
19 de diciembre de 2012
19 de diciembre de 2012
16 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine americano está plagado “de bodas”. Y las fiestas de despedida siempre ha dado para muchos guiones: Pocos buenos, muchos malos y la mayoría regulares. Esto no ayuda a la hora de ir a ver “Despedida de Soltera”. Difícil hacer una película diferente, que no suene a algo ya visto.
La directora y guionista Leslye Headland nos presenta aquí su primer largometraje. Busca ser diferente poniendo el punto de vista en el de “las chicas”. Al final no deja de ser mas-de-lo-mismo. Ayuda, eso si, unos diálogos chispeantes por momentos, pero que no acaban de salvar la cinta.
Las actuaciones son notables, especialmente la de Kirsten Dunst y Lizzy Caplan, pero tampoco es suficiente. Las malas-malísimas del Instituto han crecido, pero no han evolucionado. Siguen queriendo ser jóvenes, descaradas, las reinas de todas las fiestas. Detrás de ellas aparecen sus frustraciones (bulimia, miedo al compromiso, adicciones, inseguiridades). En ese aspecto funciona, pero cuando intenta ser gamberra, se queda siempre corta. Desde que se grabó “Very Bad Things” en 1998 todo lo que se ha hecho en cine sobre despedidas de soltero/a siempre se ha quedado corto. No se salva ni “Resacón en las Vegas”.
En el mercado estadounidense la película se distribuyó directamente para canales de pago como VOD (vídeo bajo demanda). Ha funcionado bien, recaudando más de 7 millones de dólares según la productora. En España han apostado por la pantalla grande.
Aunque es una cinta de consumo fácil es mejor que cualquiera de las últimas películas de Adam Sandler.
La directora y guionista Leslye Headland nos presenta aquí su primer largometraje. Busca ser diferente poniendo el punto de vista en el de “las chicas”. Al final no deja de ser mas-de-lo-mismo. Ayuda, eso si, unos diálogos chispeantes por momentos, pero que no acaban de salvar la cinta.
Las actuaciones son notables, especialmente la de Kirsten Dunst y Lizzy Caplan, pero tampoco es suficiente. Las malas-malísimas del Instituto han crecido, pero no han evolucionado. Siguen queriendo ser jóvenes, descaradas, las reinas de todas las fiestas. Detrás de ellas aparecen sus frustraciones (bulimia, miedo al compromiso, adicciones, inseguiridades). En ese aspecto funciona, pero cuando intenta ser gamberra, se queda siempre corta. Desde que se grabó “Very Bad Things” en 1998 todo lo que se ha hecho en cine sobre despedidas de soltero/a siempre se ha quedado corto. No se salva ni “Resacón en las Vegas”.
En el mercado estadounidense la película se distribuyó directamente para canales de pago como VOD (vídeo bajo demanda). Ha funcionado bien, recaudando más de 7 millones de dólares según la productora. En España han apostado por la pantalla grande.
Aunque es una cinta de consumo fácil es mejor que cualquiera de las últimas películas de Adam Sandler.

5,1
10.369
5
1 de junio de 2005
1 de junio de 2005
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Guion mediocre con intento de aprovechar fama, especialmente para enganchar a los incondicionales de Pulp Fiction (entre los que me encuentro), pero los diálogos están a años luz de la magia de Tarantino (aunque intentan emularlos) y la escena del baile entre Uma y John recuerda demasiado (aunque más tórrido) al de la Sra Wallace y Vincent Vega. Algunas risas en medio de un popurrí de gags mediocres. Interesante banda sonora.

5,6
4.373
3
10 de noviembre de 2008
10 de noviembre de 2008
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No deja de ser patético que de los USA sólo aprendamos de sus carencias. Se trata de una película de buena factura (con un presupuesto que no es el de Hollywood, claro), que se pierde en buscar tomas efectistas (algunas con disparates, como poner un contrapicado de las protagonistas con el Peñón de Gibraltar al fondo, subtitular "Algeciras, España", y quedarse tan tranquilos, sin importar que se trate de "La Línea, España", posiblemente menos fácil de localizar para la mayoría). ¿Y el guión? Mejor no trabajarlo demasiado. Saltos inconexos, escenas de corta-y-pega, y un batiburrillo de personajes e historias que, seamos sinceros, no caben en dos horas de película. Sr. Díaz Yanes, ya le pasó con Alatriste. Recorte el guión y hágalo adecuado a formato-cine, o haga una mini-serie para Televisión (o una trilogía, que es lo que se merecía Alatriste). Y con esto me despido de volver a pagar en taquilla para ver una película suya. Que pena de segunda parte, teniendo en cuenta lo que me gustó y sorprendió la primera: "Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto". RIP.

5,9
52.523
1
21 de septiembre de 2011
21 de septiembre de 2011
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si quieres disfrutar de esta "obra de arte" hay un requisito imprescindible: Ir fumado hasta las trancas. La película aburre hasta decir basta. Si, la fotografía es preciosa, pero me recuerda demasiado a los típicos emails con imágenes del National Geografics con música clásica de fondo. Con una ventaja para estos últimos, que ninguno dura media hora. Jugar a decir sin palabras, a romper el espacio-tiempo, a evocar puede ser muy bello, pero se ha de hacer sin olvidar una premisa: el cine es entretenimiento. No me salí de la sala antes de tiempo (como hicieron otros) porque no perdía la esperanza, que algo tan malo no podía sino mejorar.
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