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Críticas 66
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
15 de febrero de 2009
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elegante y armoniosa. Sutil, a veces, otras, penetrante como una idea que no logras reducir a palabras ni atrapar con discursos, ni tampoco escabullirte de ella. Angustiosa, vital y moribunda. Valiente a la par que honesta, sencilla y con esa cadencia que deja la extraña y dura mirada de una Kate Winslet transformada por el dolor, la pérdida, el olvido o el remordimiento, todo en uno sin dejarte escapar (todo en esa mirada de actriz sensacional, fuera de toda de duda), la solidez interpretattiva de Finnes, confuso y desorientado, pero inmerso en un amor siempre joven, sin oficio, sin reproches. Una sociedad, la alemana, mirándose al espejo y, como en los esperpentos de nuestro Valle-Inclán, retorciéndose hasta no reconocerse, con el dedo índice señalando al primero que pase, revisando una historia imposible de contar, de asumir, de llorar, incluso de sentir... El perdón, maestro silencioso de los corazones sabios. Esta película es todo eso, y mucho más. No hablamos sólo de cine, de un arte de narrar historias, actores consagrados, direcciones espléndidas, fotografías bellas y deliciosas bandas sonoras, ahora estamos hablando de la Condición Humana en estado puro, y Daldry (y todo el elenco, incluidos guionistas, actores, decorados, fotografía) contribuye de manera impecable a hacernos reflexionar y a aceptar, no sin cierta resignación, que la naturaleza humana es capaz de todo, del horror y de reconciliarse con la VIDA.
Si tienen hijos, en edad de aprender, véanla con ellos, que aprenderán juntos. Si son ancianos, no se vayan a la cama aún sin repasar su pequeña historia. Si, como yo, son de mediana edad, véanla dos veces. La primera, les enturbiará el alma, la segunda, les sobrecogerá el corazón (o la mente). Saludos
29 de julio de 2009
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dejando a un lado la estupidez con que ciertos asuntos de índole muy íntima, y, por tanto, trascendente son tratados por los americanos y su insoportable por cansina 'way of life', la película es divertida a ratos, con un Paul Rudd sacando partido a una vena cómica que quizá encontró en casa de su abuela, y a un Jason Segel que ha pasado de muchacho bien que se casa en "Cómo conocí a vuestra madre" a golfo malhablado a quien uno invitaría, como mucho, a un par de cervezas en otro estado lejos del núcleo familiar.
Los chistes son, en su mayoría, escatológicos y muy machos, y a ciertas edades, a poco que se haya madurado, los pedos, vómitos y chascarrillos anales están ya muy manidos, y la risa que provocan es más forzada y fingida que sincera y contagiosa.
A decir verdad, si eliminas esa idea que el americano medio -blanco, de treinta y pocos, a medio casar, con cierto nivel económico y una cultura que un nativo americano se la metería por el culo- tiene de la vida, la amistad, la mujer, el trabajo, los hijos y demás, la cinta se ve con cierta indulgencia y un soberano olvido. Recomiendo "Clerks" de Kevin Smith, mucho más cerca de nuestra idea de amistad y la vitalidad con que ésta nos obsequia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lou Ferrigno se conserva de muerte... debiera aconsejar a Arnold, a la sazón gobernador de California, para que los músculos no se le caigan como la cara de vergüenza. Eso sí, como actor, Ferrigno o el increíble pero cierto Hulk, tendría que recibir clases antológicas y durante décadas de "La Roca" en el Rey Escorpión o del mismo Arnold (escribo su nombre de pila, porque el apellido se las trae, el condenado) en "Conan, el bárbaro", si el tiempo y los proyectos de hoteles se lo permitiera.
28 de julio de 2009
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una lástima que el cine italiano, cuna de grandes directores, actores y estudios (no creo necesario mencionar al gran Fellini, Gassman o De Sica, o el Cinecittá) no proponga todos los años películas tan frescas como ésta de "EX". Acostumbrados como estábamos a reírle las gracias a otro país vecino -o cercano, para ser más precisos- con cintas como "Bienvenidos al norte", "Conversaciones con mi jardinero", por citar dos que ahora recuerdo me dejaron un grato sabor de boca, "EX" ha logrado divertirme y sonrojarme, echar alguna lágrima árida y compartir con mi esposa momentos de ternura y nostagia. Películas como ésta debieran producirse siempre, recuperando el viejo arte de hacer comedia, parodiar situaciones que a todos nos resultan penosas en la vida real, diálogos francos y redondos, personajes sacados de lo cotidiano pero elevados por la magia de la interpretación. Dirigir con ilusión y ensoñación, marcando las pausas con planos creativos y endulzados con una suave banda sonora, repleta de clásicos italianos. Así se hace cine y así disfrutamos de veras quienes nos gusta el noble arte de pasar un par de horas sentados, riéndonos, agarrados de la mano y marchándonos a casa sonrientes, satisfechos y livianos, como si nos hubieran quitado un peso de encima.
Lástima que tanto Italia como España se esfuercen por competir con chorradas bien producidas (muchos dineros, vaya, para que se me entienda), mucha publicidad y muy poco de lo que he estado diciendo en esta crítica. Vayan a verla, con su pareja o con su ex, o con ambos, qué sé yo, pero no se pierdan esta deliciosa mezcla de película coral (a la manera en que lo hacía Tornatore o el mismísimo Fellini) y romántica. Ex-cepcional, si tenemos en cuenta el resto de la oferta italiana de este año.
21 de enero de 2009
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Voy a ser muy breve, tanto, que me asusta la idea de poner esta frase entre comas. Me apasiona el cine argentino, proceda de quien proceda, tiene un no sé qué agridulce, tragicómico, encantador a ratos, irónico o impasible... silencioso. Pero, ay las adeversativas, si no fuera porque hablar con un lunfardo me resulta fatigoso, me arriesgaría a recordarles que el cine, en sí, el cine como arte, no es literatura. Puede contenerla, y vaya si lo hace en muy gratas e inolvidables ocasiones (no sólo en el cine allende el charco, también aquí mismo, en España), pero no es literatura. "El Otro" de Ariel Rotter lo es, en demasía, en exceso, como una comilona o una borrachera inútiles, o, sin ir más lejos, como una conversación de sobremesa, a la sazón ingeniosa e intrandescente, que se convierte en ciertas manos (bocas y ojos) en un tedioso "sálvese quien pueda". En lugar de una buena película (por lo demás, aburridísima), es, a lo sumo, un intento visual de una literatura desgraciadamente no escrita. A quienes se atrevan a leerla después de leer mi crítica (cruzo los dedos para que así sea), les emplazo a constestarme a la siguiente pregunta: ¿No les hubiera gustado leer la historia de un personaje gris, mediocre y cobarde que por unos días decide vivir la vida de otro, haciendo uso de todas unas habilidades interiores desconocidas, incluso, por él mismo, para volver, en un círculo vicioso, pero coherente, a su vida de siempre, pero cargada de recuerdos indelebles, más hombre, más entero y sereno que antes? Y si a esta pregunta le añado, que ha sido Benedetti su autor, ¿qué me dirían? Hasta entonces, no vean la susodicha. Mejor, lean "El hombre sin atributos" de Musil. Les llevará una eternidad... la misma que parece definir este film arriesgado por incapaz.
19 de agosto de 2009
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay muchas formas de ver una película y, doy por supuesto que hay una variedad de públicos casi infinita, lo que convierte el cine, como la literatura, en manifestaciones del arte muy peculiares y de difícil uniformidad. Después de esta pedantería que me he marcado porque me da la gana, en realidad lo que quería decir, con palabras más sencillas, es que aquellos que nacimos en los 60 y que disfrutamos de la herencia musical de nuestros padres adoptivos anglosajones (los nuestros vivían todavía y por desgracia con Manolo Escobar, Antonio Molina y compañía, por obra y poca gracia del franquismo) vemos esta cinta como un homenaje irónico y desvergonzado, travieso y desenfadado, con ciertos aires románticos, muy propios de aquellos años, con la liberación sexual (de la mujer, pero también del hombre que no sabía ni el nombre de la punta de su miembro), la político y social, la económica y, cómo no, la musical (esa música que procedía del mismísimo diablo, cansado de sus faustos de clásico y ópera). De ahí que esta gamberrada llevada al séptimo arte sin ser eleveda a su categoría, despierte la simpatía de los espectadores (insisto, más en aquellos que hemos nacido entre esos años y que una década después, en nuestra dulce y agotadora adolescencia, escuchamos los nuevos ritmos del rock & roll, el pop menos mediático, las baladas de los jóvenes rebeldes y sin causa, el folk droguero, las mezclas de jazz, blues, soul y música blanca con sus cantos a la libertad y al libertinaje, confundiéndolos... En fin, aquellos maravillosos años).
El gran y orondo -cada vez más- Philip Seymour Hoffman y sus "melancohólicos" argonautas (especial mención para Nick Frost que hace un papel embaucador) navegan sin moverse y sin rumbo y sin cartas de marear por el terrible mar del Norte, pinchando música y enamorando a 25 millones de desencantados oyentes ingleses ante la rabia de los políticos disfrazados de Keneth Branagh, que aquí desborda con su mal humor y la antipatía que despierta su interpretación de un "nazi" británico, versión cóncava como en los espejos valleinclanescos de la tiranía y la desverguenza del poder.
Ya me he alargado demasiado. Basta decir lo que he dicho para hacerse una idea de lo divertida que resulta esta película y no porque uno no pare de reírse (como he leído se quejaban en algunas de las críticas), sino porque, al salir de la sala de proyección, uno -el espectador, nosostros- lo hace con una sonrisa de oreja a oreja, contemplando la vida desde la óptica del oído, bullen en nuestra alma canciones de Billy Fury y Marty Wilde, grupos como The Quarrymen, The Searchers, Small Faces... cómo no disfrutar durante algo más de dos horas de buena música, excelentes y locas interpretaciones y una trama sarcástica sobre libertad, emociones y recuerdos.
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