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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
24 de abril de 2011
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía mucho tiempo que no tenía una regresión tan potente a aquellas tardes de sábado cuando de guaje flipaba en colores (en casos como el que nos ocupa, literalmente) con aquellas historias de héroes mitológicos, simbades marinos, vellocinos, cíclopes, monstruos prehistóricos …, que con tanto acierto programaba televisión española en aquella época.

No sé si entonces tuve ocasión de toparme con esta pequeña maravilla del maestro italiano, pero dudo que entonces la hubiera disfrutado mas que ahora. Como en muchos de aquellos casos, el argumento es una mera excusa para embarcar a los esforzados protagonistas en un viaje del todo temerario, aquí nada menos que a un Averno que en cualquier caso luego parece estar casi a la vuelta de la esquina. Consciente de esto, Mario Bava se desentiende rápidamente del argumento, a menudo solucionando los momentos de diálogo con toscos planos medios en los que los personajes, de perfil y enfrentados el uno al otro, sueltan “el rollo” necesario para que la historia pueda avanzar hasta el siguiente delirio visual que el director nos tiene preparado.

Y aquí está sin duda el fuerte de la función. A un ritmo frenético, Bava nos propone un tour por un reino de los muertos convertido en parque temático en el que los protagonistas se topan con árboles "timburtonianos", espectros encadenados, raíces que sangran, pantanos burbujeantes, piedras mágicas que dan “calambre”… Las mas que probables limitaciones presupuestarias obligan a Bava a montar todo el tinglado a base de juegos de luces, sombras chinescas y soluciones visuales abiertamente lisérgicas (la llegada de los protagonistas al jardín de las Hespérides) pero él lo clava, aunque en algún momento se le vaya la mano (o no le de para mas) como en el caso de ese monstruo de (cartón)piedra que aparece por ahí...

Destacar también la presencia del mítico Christopher Lee (el cual se permite incluso alguna sutileza en su interpretación, aunque aquí caigan en saco roto) y sobre todo la inolvidable y antológica secuencia final en la cripta, coreografiada al milímetro con la atmósfera absolutamente macabra marca de la casa. Para enmarcar.
11 de septiembre de 2011
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un grupo de bandidos le dan el palo a un cowboy del ejército haciéndose con el importante cargamento de oro que este transportaba. A la hora de repartir el botín, una parte de los bandidos decide deshacerse del resto acribillándolos en el desierto. Ambas acciones se desarrollan de un modo tan rastrero, que no puede considerarse mas que justicia divina que los traidores recalen en su huida en un pueblo que bien podría considerarse la antesala del infierno.

El momento que ilustra la llegada de los incautos al pueblo y su progresivo “acongojamiento” mientras asisten a lo que parecen escenas de violencia doméstica y maltrato infantil de lo mas cotidianas, ya advierte de que nos encontramos en un pueblo bastante mas podrido de lo que suele ser habitual incluso para los cánones del espagueti western (para aumentar la sordidez del momento, Questi recurre incluso a un plano de un erizo cojo…!!!)

Estos y otros apuntes en esa línea malsana y enferma (más tarde aparecerán las insinuaciones de sodomía, incesto, abusos a menores y escenas abiertamente sádicas hasta llegar a extremos desagradables, entre las que se incluyen animales masacrados y rasurado de cabelleras al mas puro estilo ”2000 Maníacos”) son sin duda lo mas destacable de la película, y junto con algunos pasajes que no habrían desentonado en una cinta de horror gótico, aportan un toque “bizarre” y un regusto “purgatorial” que salvan con creces el conjunto de la quema.

Destacar en este sentido el momento brillante en que Questi pone en escena la codicia que impera en el lugar. El médico local atiende en el saloon a un moribundo al que acaban de acribillar a balazos; cuando al extraer la primera bala se descubre que está hecha de oro, a los parroquianos les falta tiempo para escarbar en el resto de agujeros, provocando el último grito de agonía del desgraciado.

En la cruz estaría la media hora que le sobra y el desaprovechado Tomas Millian (uno de esos actores cuyo carisma compensaba de largo sus carencias interpretativas), que se pasea por el metraje sin tener nunca un propósito muy claro mas allá que el de ejercer como protagonista.
4 de enero de 2011
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco antes de crecerse y recoger de Leone el estandarte del eurowestern mas trascendente (por la vía revolucionaria) para realizar una serie de spaghettis sobrados tanto de ambición como de metraje, el sobrevalorado Corbucci se fogeó en el género con una serie de títulos menos inflados pero si cabe mas interesantes. Pienso sobre todo en la fangosa “Django ” y sobre todo en la sorprendentemente clásica “Los despiadados” (un spaghetti western que no lo parece y lo mejor que he visto suyo hasta la fecha)

Este “Navajo Joe” (de entrada el título no anima, no…) es anterior a ellas y aún lejos de haberle quedado redonda, si que se beneficia del desparpajo y la falta de pretensiones que se echan en falta en obras posteriores como “El gran silencio” o “Compañeros”.

La película puede considerarse incluso una rara avis dentro del contexto del (sub)género al tratar el tema del genocidio indio (el protagonista busca vengarse de los cazadores de cabelleras que mataron a su mujer) y de la figura del mestizo; héroe y villano son las dos caras de la misma moneda al haber sido este último también criado por indios aunque en unas circunstancias bien distintas que le hacen odiar a muerte todo lo indio. En todo caso, este buen apunte de guión llega tarde y apenas le sirve a Corbucci para "dejarlo caer" y añadir un pequeño subidón al ineludible duelo final.

Hasta ese momento la película discurre entre set pieces pintorescas como aquella en la que la planificación nos oculta la identidad de uno de los personajes (intriga pronto desaprovechada), un par de simpre agradecidos asaltos a un tren o el mismo duelo final, además de inumerables planos de Nicoletta Machiavelli (mas agradecidos aún, si bien su personaje tampoco vaya a ningún sitio). Una pena que el descuidado guión pretenda hacernos comulgar con errores de perogrullo como que los villanos sean capaces de hacer que el héroe se entregue pero no de sonsacarle donde está el dinero, o de que después de la soberana paliza que (se entiende) le propina nuestro Algarrobo el protagonista se recupere a la primera de cambio para volver a la carga.

Mención aparte merece el inmenso “A silhouette of doom” de Morricone, merecidamente recuperado por Tarantino, que le sirve a Corbucci para rematar el duelo final y para abrir la película con una imponente persecución por las montañas en la que el director le saca el máximo partido a los parajes almerienses. Un tema tan rotundo, que hace que le perdonemos al maestro la ramplonería del tema principal…
1 de noviembre de 2011
9 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Auténtica oportunidad perdida dentro del eurowestern patrio para darle a su hermanastro italiano una réplica (casi) a la altura de sus mejores logros. Como suele ocurrir con las paellas de serie B, no basta con que todos los ingredientes esten ahí, aunque sean de buena calidad, para que el resultado sea memorable.

Partiendo de un ambicioso guión urdido por su hermano, el pionero Joaquín Luis, en el que los héroes no disimulan sus ramalazos fachas, los villanos sufren las secuelas de traumas infantiles en forma de transtorno bipolar y los padres se torturan por la educación dada a sus hijos, Rafael realiza una película "agradable de ver"; técnicamente competente, honesta, luminosa, ágil… pero demasiado sintética y funcional como para que estos alardes que se intuyen en el guión tengan cabida en la puesta en escena; casi como si todo el metraje no fuera mas que un borrador sobre el que volver para construir un acabado mucho mas completo y rico en detalles que, desgraciadamente, ya nunca veremos.
18 de septiembre de 2011
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una filmografía cercana al centenar de películas, resulta inevitable que incluso a un perfeccionista de la talla de Mizoguchi muchas de ellas no le quedaran redondas. En este sentido, al necesario proceso de aprendizaje (los pioneros no contaban con décadas de “inspiración” que les ayudara a dar la campanada desde el principio) y las naturales limitaciones del talento humano, hay que añadir la convulsa realidad de su país coincidente con sus años de madurez y que su discreto éxito comercial no siempre le garantizaba los presupuestos mas holgados.

En consecuiencia, Mizoguchi era capaz a menudo de dejar directamente de lado las inquietudes mas elevadas y artísticas de sus grandes obras en proyectos que quizá no le motivaran lo suficiente, puede que por venirle impuestos por la coyuntura del momento o las razones que fueran. Evidentemente, no es una actitud que Mizoguchi tenga en exclusiva; sin embargo, en muchas de estas ocasiones era capaz de compensar la funcionalidad del resultado con una capacidad especial para la escritura entre líneas, sirviéndose de sus habituales personajes para proyectar situaciones de su vida personal o de la realidad de su país.

“La dama de Musashino” es el ejemplo perfecto de las intenciones de este otro Mizoguchi, muy alejado del que solo un año después deslumbraría en Venecia con “Vida de Oharu”. No falta la inspiración pictórica en la composición de muchos de los planos, los movimientos de grua con tiralíneas, e incluso elipsis marca de la casa, como ese fundido que “convierte” a la inamovible protagonista en el imponente tronco de un árbol bajo el cual confabulan los miserables de su marido y su vecina, pero sigue sin ser lo mismo. El convencional melodrama de enamoramientos y engaños se resuelve con unas maneras sorprendentemente occidentalizadas, con una música que no hubiera desentonado en una producción norteamericana de la época, una planificación muy fragmentada y unos aires mas frívolos de lo acostumbrado en el retrato de la vida disipada de algunos personajes. Podría pensarse que Mizoguchi rodaba mas para las tropas de ocupación que para sus propios compatriotas.

Sin embargo, al igual que unos años antes su película sobre el pintor Utamaro le sirviera para elaborar un discurso sobre la censura y las trabas a la libertad artística que él mismo padecía, aquí el poblado de Musashino, a punto de ser devorado por la moderna Tokyo, y los arquetípicos personajes que lo habitan, le sirven para elaborar un discurso sobre la necesidad de superar la nostalgia y dejar atrás la rigidez de una tradición anacrónica (esquivando, eso sí, los peligros de la amoralidad y libertinaje mas desatados…) para que la sociedad japonesa pueda afrontar con confianza y decisión el futuro que le aguarda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
De manera completamente consecuente con esta idea, la protagonista acaba suicidándose con el mismo veneno que el gobierno repartía como medida ante la inminente ocupación. Un personaje tan anclado en el pasado no tiene lugar en la nueva realidad del país, representada por la gran ciudad a la que su primo se encamina siguiendo la última voluntad de su amada Michiko.
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