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6,3
18.937
6
8 de marzo de 2008
8 de marzo de 2008
6 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El que estas escasas líneas escribe no ha visto La ciencia del sueño, la anterior obra de Michel Gondry, pero guarda un gran recuerdo de la espléndida Olvidate de mí (Eternal sunshine of the spotless mind), fruto de la colaboración entre el mencionado realizador francés y el genio Charlie Kauffman, por lo que se había hecho ciertas ilusiones (especialmente a nivel visual) tras conocer el argumento de esta Rebobine, por favor. En contra de todo pronóstico, Gondry se dedica simple y llanamente a realizar con oficio una amable y en ocasiones descacharrante comedia que parte de una brillante premisa para acabar en una última media hora que camina entre la fina línea del conservadurismo cinematográfico (e ideológico) y el sentimentalismo más propio de los grandres blockbusters a los que pretende parodiar, criticar y homenajear al mismo tiempo, tarea que funciona únicamente en este último aspecto, especialmente en todo lo concerniente a Los Cazafantasmas, ejemplo de obra que, guste o no, forma parte del cine que nos hizo amar al cine a toda una generación de jóvenes espectadores.

6,9
46.343
6
16 de octubre de 2009
16 de octubre de 2009
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta, bajo mi punto de vista, un esfuerzo un tanto inútil ponerse a reflexionar sobre el subtexto que yace en las acciones y el guión (bastante simple y tópico, aunque efectivo) del propio Besson, habida cuenta del carácter marcadamente lúdico y comercial de la propuesta, pero llama la atención la ambivalencia con la que los responsables tratan el género de la acción con un toque europeo: ¿Se trata de una crítica ante el intervencionismo norteamericano, representado por un agente que no tiene ningún tipo de pudor en ir a París y dedicarse a investigar, torturar y matar (a gente poco recomendable, eso sí) para recuperar a su hija, poniendo la ciudad patas arriba? ¿o es un simple ejercicio apologético reaccionario del ojo por ojo y un ataque a la permisividad con la inmigración y el delito de las democracias liberales europeas?. Por mi parte, es una extraña mezcla entre ambas cosas. Pero no me detengo ni un minuto a pensarlo, dado lo distraído del relato, la buena factura visual del producto y la reconfortante presencia del actor irlandés, con el que por cierto, más de uno quedará sorprendido al ver sus habilidades para las escenas de acción y la lucha cuerpo a cuerpo.
2
22 de marzo de 2010
22 de marzo de 2010
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El que suscribe está empezando a sospechar que tiene un problema con la comedia francesa actual, ya que ha vuelto a experimentar con “El rey de la evasión” (Le roi de l'evasion, Alain Guiraudie, 2009) las mismas sensaciones negativas que hace un año con respecto a la incomprensiblemente aplaudida “Bienvenidos al norte” (Bienvenue chez les Ch'tis, Dany Boon, 2008), con la que la película de Guiraudie- por lo visto, el nuevo protegido de Godard (sic)- guarda bastantes puntos en común, entre ellos un fuerte carácter localista en la producción, el trazo grueso en la descripción de sus personajes secundarios y el look de postal de su puesta en escena.
La historia, presuntamente anticonvencional y subversiva, sigue a Armand (Ludovic Berthillol, en calzoncillos mucho más tiempo del deseable), un homosexual obeso de mediana edad que comienza una relación con la hija de su jefe, Corfy (Hafzia Herzi), de 16 años, tras salvarla de la agresión de unos gamberros. A partir de ahí comenzará una huida hacia ninguna parte de la pareja, acompañados parcialmente de una serie de pintorescos personajes secundarios, todos pretendidamente disfuncionales (y por supuesto, homosexuales). El humor absurdo no funciona, ni tan siquiera por acumulación (ver huir a un hombre gordo semidesnudo por un bosque puede tener su gracia la primera vez, a la sexta resulta pesado) y las escenas de sexo, de una considerable explicitud (aunque Guiraudie haga malabares para no caer en la pornografía), se antojan en su mayoría gratuitas o innecesarias con respecto a la trama, que nunca llega a explotar ese supuesto estado de rebeldía ante la situación establecida de su personaje protagonista.
Si Guiraudie pretendía realizar un film que rompiera con las convenciones y los lugares comunes, no se entiende que utilice un puñado de personajes homosexuales a cada cual más estereotipado, hambrientos de sexo con quien y donde sea. Puede que ver a un tipo gordo de mediana edad practicándole una felación a un hombre de 72 años o intentando sodomizar a una menor de edad pueda resultar subversivo para alguien, pero habría que comprobarlo en un contexto más consistente que el de esta absoluta nadería, la cual Guiraudie dice haber hecho con el objeto de ser una película “anti-Sarkozy”, para luego asegurar estar harto de que “los guapos vayan con los guapos, los homosexuales con los homosexuales y los heteros con los heteros” (sic). Los cimientos del Palacio del Elíseo aún deben estar tambaleándose.
La historia, presuntamente anticonvencional y subversiva, sigue a Armand (Ludovic Berthillol, en calzoncillos mucho más tiempo del deseable), un homosexual obeso de mediana edad que comienza una relación con la hija de su jefe, Corfy (Hafzia Herzi), de 16 años, tras salvarla de la agresión de unos gamberros. A partir de ahí comenzará una huida hacia ninguna parte de la pareja, acompañados parcialmente de una serie de pintorescos personajes secundarios, todos pretendidamente disfuncionales (y por supuesto, homosexuales). El humor absurdo no funciona, ni tan siquiera por acumulación (ver huir a un hombre gordo semidesnudo por un bosque puede tener su gracia la primera vez, a la sexta resulta pesado) y las escenas de sexo, de una considerable explicitud (aunque Guiraudie haga malabares para no caer en la pornografía), se antojan en su mayoría gratuitas o innecesarias con respecto a la trama, que nunca llega a explotar ese supuesto estado de rebeldía ante la situación establecida de su personaje protagonista.
Si Guiraudie pretendía realizar un film que rompiera con las convenciones y los lugares comunes, no se entiende que utilice un puñado de personajes homosexuales a cada cual más estereotipado, hambrientos de sexo con quien y donde sea. Puede que ver a un tipo gordo de mediana edad practicándole una felación a un hombre de 72 años o intentando sodomizar a una menor de edad pueda resultar subversivo para alguien, pero habría que comprobarlo en un contexto más consistente que el de esta absoluta nadería, la cual Guiraudie dice haber hecho con el objeto de ser una película “anti-Sarkozy”, para luego asegurar estar harto de que “los guapos vayan con los guapos, los homosexuales con los homosexuales y los heteros con los heteros” (sic). Los cimientos del Palacio del Elíseo aún deben estar tambaleándose.

4,3
6.779
3
12 de marzo de 2007
12 de marzo de 2007
18 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
El prestigio crítico (más que discutible en sus motivos) que han alcanzado esta pareja de hermanos, los Pang (¿Pang? ¿Oxide?), responsables de la discretita The eye y sus vomitivas secuelas, hizo que la productora de Sam Raimi les diera la oportunidad de dirigir su primera cinta en los Estados Unidos para así demostrar que son unos de los gurús del cine de terror asiático y aportar novedades al género y aterrarnos con imágenes perturbadoras y bla, blu, bla...¿Y qué han hecho estos farsantes?: lo mismo de siempre...casa con espíritus que en realidad quieren decir algo, niños despeinados con la cara blanca, sustos únicamente empleando el sonido (unos 25, el mismo susto que te puedes llevar cuando te pita un coche...25 veces), trampas argumentales y sorpresa final con flashbacks en blanco y negro para que digas...uh...como no me habré dado cuenta. Seguramente no nos damos cuenta por que hasta entonces todo es tan previsible, manido, gratuito y cutresalchichero que sinceramente, nos importa un huevo de pato lo que ocurra al final. Lo único digno: ver a Kirsten Stewart (la excelente niña de La habitación del pánico) mostrando su talento y su emergente belleza, sin duda dignas de mejor causa que esta historia mil veces contada.

4,6
44.603
2
29 de enero de 2007
29 de enero de 2007
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
...Y llegó la locura a Gotham City! La Warner le quitó las riendas de la saga que tan alto había llegado a Tim Burton para que el irregular, pero nunca tan infame como aquí, Joel Schumacher, convirtiera una historia de superhéroes en todo un catálogo de colores, gritos, golpes y rollo gay. Algo así como si un Almodóvar desatado e histérico y sin su talento cinematográfico hubiera realizado la película. Infames Val kilmer y Nicole Kidman y un histrionismo que va más allá de los límites en los villanos de pastel interpretados por Carrey y Lee Jones. Diálogos ridículos, guión aparatoso...y el dudoso honor de ser la película más hortera que el que estas líneas escribe ha podido ver...y atención, que la cosa empeoró, si cabe, con la siguiente propuesta de título "Batman y Robin", también realizada por Schumacher.
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