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7,4
73.114
10
25 de octubre de 2019
25 de octubre de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el señor Daldry se aventuró a contar una historia sobre un joven obligado a estudiar boxeo pero interesado en el ballet, en lucha contra una visión aburrida e impuesta de la masculinidad obrera, no tenía ni idea del impulso tan grande que iba a recibir su película, convirtiéndola en una pieza imprescindible para cualquier amante del cine y la danza, incluso llegando a ser nominada por la Academia en tres categorías en las que cabe destacar la mejor interpretación femenina secundaria de una enorme Julie Walters.
En época de huelga de lo mineros de una región de Durham en un 1984, Billy es un joven preadolescente que descubrirá su talento entre niñas y tutús. La visión de un niño estudiando danza es algo que mucha gente no tolera como positivo, la misma gente que menosprecia el arte y concretamente el arte de danzar. Ser minero debe ser muy duro, pero les aseguro que el entreno de un bailarín de ballet, también lo es, la única diferencia es que lo que uno pierde en salud, el otro la gana, creando un cuerpo esbelto y hermoso de admirar, con unas capacidades inagotables. La imposición de una supuesa masculinidad, más correctamente definida como rudeza, ante el desarrollo de un joven con necesidades artísticas no hacen más que frenar y frustrar lo que ese niño ha venido a hacer, ser feliz. Algunos son felices escribiendo, otros dibujando, otros trabajando la madera, y otros sencillamente bailando. La felicidad de un ser humano no depende de las construcciones sociales que son impuestas por sistemas religiosos que se sirven de explotar al ser humano para enriquecerse, la felicidad es algo momentáneo que se encuentra en aquello que haces con paz, facilidad y armonía con tu ser.
La vida de Billy no es abundantemente rica, pero gracias a su clandestina profesora hallará la manera de explotar su mejor don. Un padre con creencias impuestas de una sociedad homófoba descubrirá que no es la vida como nos la han contado, que nada tiene que ver la orientación sexual con las capacidades físicas o intelectuales de cada uno, y que el amor por un hijo, está por encima de cualquier creencia. Este film no tira de falsas emotividades, es honesto y claro en su planteamiento, sincero y transparente, sin jugar a hacernos sacar la lágrima fácil, sale, pero sale sola, sin forzar ni manipularnos. Stephen Daldry firma su ópera prima con maestría y pulso firme que se ha hecho ya un hueco en lo hitos del cine.
Para más críticas en instagram; @risard_egoteabsorbo
En época de huelga de lo mineros de una región de Durham en un 1984, Billy es un joven preadolescente que descubrirá su talento entre niñas y tutús. La visión de un niño estudiando danza es algo que mucha gente no tolera como positivo, la misma gente que menosprecia el arte y concretamente el arte de danzar. Ser minero debe ser muy duro, pero les aseguro que el entreno de un bailarín de ballet, también lo es, la única diferencia es que lo que uno pierde en salud, el otro la gana, creando un cuerpo esbelto y hermoso de admirar, con unas capacidades inagotables. La imposición de una supuesa masculinidad, más correctamente definida como rudeza, ante el desarrollo de un joven con necesidades artísticas no hacen más que frenar y frustrar lo que ese niño ha venido a hacer, ser feliz. Algunos son felices escribiendo, otros dibujando, otros trabajando la madera, y otros sencillamente bailando. La felicidad de un ser humano no depende de las construcciones sociales que son impuestas por sistemas religiosos que se sirven de explotar al ser humano para enriquecerse, la felicidad es algo momentáneo que se encuentra en aquello que haces con paz, facilidad y armonía con tu ser.
La vida de Billy no es abundantemente rica, pero gracias a su clandestina profesora hallará la manera de explotar su mejor don. Un padre con creencias impuestas de una sociedad homófoba descubrirá que no es la vida como nos la han contado, que nada tiene que ver la orientación sexual con las capacidades físicas o intelectuales de cada uno, y que el amor por un hijo, está por encima de cualquier creencia. Este film no tira de falsas emotividades, es honesto y claro en su planteamiento, sincero y transparente, sin jugar a hacernos sacar la lágrima fácil, sale, pero sale sola, sin forzar ni manipularnos. Stephen Daldry firma su ópera prima con maestría y pulso firme que se ha hecho ya un hueco en lo hitos del cine.
Para más críticas en instagram; @risard_egoteabsorbo
29 de agosto de 2019
29 de agosto de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia de este insumergible titán ha marcado tanto la historia de la humanidad que aun a día de hoy impacta a quien la descubre. Baker dirige de forma más que correcta esta hermosa aunque trágica visión de los hechos. Pese a poder asustarse ante la magnitud del evento, no titubea y rueda con confianza lo que ha dejado como legado de una obra que merece ser recordada, pues ante los escasos efectos especiales de la época la historia consigue flotar con el paso de los años, eso sí, a la sombra de la versión del 97.
Tal vez lo único decepcionante es la falta de inversión en esos mismos efectos citados anteriormente que habrían hecho un poco más espectacular este gran y respetuoso film, que mejora las intenciones de su predecesora "El hundimiento del Titanic". Con soltura narratividad, influencia clara de la versión de James Cameron y un clasicismo típicamente británico aclaran que es lo más fiel posible a los hechos reales. Infravalorada allá por donde uno vaya a leer sobre ella, aunque la película habla por sí misma en cuanto a calidad se refiere. Su elegancia y finura, tal vez en exceso, hace que no podamos obviar cierta falta de calidad interpretativa por parte de sus protagonistas, que pese a ello hacen un correcto aunque nada destacable trabajo. Baker consigue dejar buen recuerdo y sabor de boca pese a que de una tragedia se trate, cinematográficamente hablando se ha ganado mi aplauso y mi suma a mi lista de películas que han de estar en mi colección.
Para más críticas en instagram; @risard_egoteabsorbo
Tal vez lo único decepcionante es la falta de inversión en esos mismos efectos citados anteriormente que habrían hecho un poco más espectacular este gran y respetuoso film, que mejora las intenciones de su predecesora "El hundimiento del Titanic". Con soltura narratividad, influencia clara de la versión de James Cameron y un clasicismo típicamente británico aclaran que es lo más fiel posible a los hechos reales. Infravalorada allá por donde uno vaya a leer sobre ella, aunque la película habla por sí misma en cuanto a calidad se refiere. Su elegancia y finura, tal vez en exceso, hace que no podamos obviar cierta falta de calidad interpretativa por parte de sus protagonistas, que pese a ello hacen un correcto aunque nada destacable trabajo. Baker consigue dejar buen recuerdo y sabor de boca pese a que de una tragedia se trate, cinematográficamente hablando se ha ganado mi aplauso y mi suma a mi lista de películas que han de estar en mi colección.
Para más críticas en instagram; @risard_egoteabsorbo

7,9
67.695
9
5 de noviembre de 2019
5 de noviembre de 2019
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La picaresca película del autor coreano se corona como obra cumbre de su filmografía, utilizando a dos familias como espejo una de la otra, ambas en posiciones opuestas. Parece una partida de ajedrez, una partida divertida, inquietante y excitante como hacía tiempo que un servidor no disfrutaba en una butaca.
El hecho de que el ser humano se considere superior a un insecto (y a cualquier animal) es sarcástico cuanto menos, ya que a la que vemos historias como esta, que bien me atrevería decir, que la realidad podría superarla, o simplemente basarse en hechos reales, en espantosa idea, pero todos sabemos que bien posible podría ser. La familia consta de los mismos miembros aunque polarizados, aquí todo tiene su yin y su yang. La necesidad de trepar a una vida mejor es de lo más humano, el cómo ya puede acarrear monstruos más enardecedores. El hecho de que consideremos parásitos a unos y no a otros no es más que un punto de vista, quién vive de quién en esta (y muchas) historia, quién decide otorgar las fichas blancas y las negras a quién concretamente y porqué. Urge revisarnos y replantearnos por qué motivo actúan como actúan nuestros protagonistas y si vale la pena tanta ambición, ¿o sólo era un momento de astucia y diversión?
La casa como protagonista extra donde su director se mueve con fuerza y desfachatez en un laberinto con puertas secretas que nos regala sorpresa tras sorpresa dejando anonadado al espectador, enamorándose del cuidado al narrar su extravagante historia, con una entremezcla de géneros perfectamente equilibrada. El parasitismo de unos y otros hacen que este entresijo se convierta en una retroalimentacón de lo más entretenida. La triste alegoría de que los pobres pueden caer más bajo es la metáfora en la que se escuda Joon-Ho para hacernos ver la cruda realidad, o la significancia de lo que se conoce como karma. Sea como fuere, es una película que no hay que perderse, y absolutamente merecedora de entrar en las mejores de este 2019.
Para más críticas en instagram: @risard_egoteabsorbo
El hecho de que el ser humano se considere superior a un insecto (y a cualquier animal) es sarcástico cuanto menos, ya que a la que vemos historias como esta, que bien me atrevería decir, que la realidad podría superarla, o simplemente basarse en hechos reales, en espantosa idea, pero todos sabemos que bien posible podría ser. La familia consta de los mismos miembros aunque polarizados, aquí todo tiene su yin y su yang. La necesidad de trepar a una vida mejor es de lo más humano, el cómo ya puede acarrear monstruos más enardecedores. El hecho de que consideremos parásitos a unos y no a otros no es más que un punto de vista, quién vive de quién en esta (y muchas) historia, quién decide otorgar las fichas blancas y las negras a quién concretamente y porqué. Urge revisarnos y replantearnos por qué motivo actúan como actúan nuestros protagonistas y si vale la pena tanta ambición, ¿o sólo era un momento de astucia y diversión?
La casa como protagonista extra donde su director se mueve con fuerza y desfachatez en un laberinto con puertas secretas que nos regala sorpresa tras sorpresa dejando anonadado al espectador, enamorándose del cuidado al narrar su extravagante historia, con una entremezcla de géneros perfectamente equilibrada. El parasitismo de unos y otros hacen que este entresijo se convierta en una retroalimentacón de lo más entretenida. La triste alegoría de que los pobres pueden caer más bajo es la metáfora en la que se escuda Joon-Ho para hacernos ver la cruda realidad, o la significancia de lo que se conoce como karma. Sea como fuere, es una película que no hay que perderse, y absolutamente merecedora de entrar en las mejores de este 2019.
Para más críticas en instagram: @risard_egoteabsorbo

7,7
21.496
9
1 de marzo de 2021
1 de marzo de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay algo que cabe destacar en la manera en la que Florian Zeller nos cuenta esta historia es, la buena estrategia de identificarte con el protagonista, haciéndonos partícipes de su enfermedad. El recurso de confundirnos mentalmente nos lleva primero a la turbación mental, luego a la empatía, y más tarde a la lágrima, sin caer en sentimentalismos de telefilm.
Es absolutamente plausible su maestría en el desarrollo del metraje cómo nos vamos sintiendo como el protagonista, un inmenso Hopkins, y nos arrastra hasta la desesperación de querer que acabe esta breve historia. Pero Zeller va más allá, no sólo con eso, nos lleva al mismo tiempo a empatizar con su familiar más allegado, y cómo la impotencia y la necesaria emancipación se hacen hueco en nuestro corazón y partícipes de nuestra mente más racional. Pese a confundirnos para adentrarnos en la mente de nuestro personaje, y terminar percibiendo un gran removimiento de emociones, no nos aleja de mantenernos en la lógica y en la racionalidad del asunto.
¿Cuántos padres o madres han necesitado separarse de sus hijos? ¿Cuántos hijos han necesitado separarse de sus padres, ya infantilizados por alguna enfermedad haciéndolos necesarios de tutela? La vejez nos lleva de retorno a la niñez, y es la paradoja que nos contaba Fincher en su maravilloso caso de Benjamin Button, es curioso cómo el ser humano, nunca llega a ser un ser auténticamente maduro del todo, siempre acarreamos alguna mochila emocional que nos lleva de nuevo al origen, curioso que seamos la única especie que seamos tan sumisas a la emotividad dominada por la mente conceptual. Nos creemos seres superiores, pero nacemos y morimos con pañales.
Uno no puede evitar salir de la sala de cine emocionado, con lágrimas por las mejillas, ante semejante historia, y sobre todo por el excelentísimo trabajo de Hopkins, un servidor ya conocía su talento, pero todavía ha conseguido sorprenderme más. No duden en apuntarla en su lista, es y será un film imprescindible.
Es absolutamente plausible su maestría en el desarrollo del metraje cómo nos vamos sintiendo como el protagonista, un inmenso Hopkins, y nos arrastra hasta la desesperación de querer que acabe esta breve historia. Pero Zeller va más allá, no sólo con eso, nos lleva al mismo tiempo a empatizar con su familiar más allegado, y cómo la impotencia y la necesaria emancipación se hacen hueco en nuestro corazón y partícipes de nuestra mente más racional. Pese a confundirnos para adentrarnos en la mente de nuestro personaje, y terminar percibiendo un gran removimiento de emociones, no nos aleja de mantenernos en la lógica y en la racionalidad del asunto.
¿Cuántos padres o madres han necesitado separarse de sus hijos? ¿Cuántos hijos han necesitado separarse de sus padres, ya infantilizados por alguna enfermedad haciéndolos necesarios de tutela? La vejez nos lleva de retorno a la niñez, y es la paradoja que nos contaba Fincher en su maravilloso caso de Benjamin Button, es curioso cómo el ser humano, nunca llega a ser un ser auténticamente maduro del todo, siempre acarreamos alguna mochila emocional que nos lleva de nuevo al origen, curioso que seamos la única especie que seamos tan sumisas a la emotividad dominada por la mente conceptual. Nos creemos seres superiores, pero nacemos y morimos con pañales.
Uno no puede evitar salir de la sala de cine emocionado, con lágrimas por las mejillas, ante semejante historia, y sobre todo por el excelentísimo trabajo de Hopkins, un servidor ya conocía su talento, pero todavía ha conseguido sorprenderme más. No duden en apuntarla en su lista, es y será un film imprescindible.

7,1
5.701
7
23 de noviembre de 2019
23 de noviembre de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La desolada y servil mirada y vocecita de nuestro protagonista ante la idílica propuesta de trabajo es casi reiterativa, pues no parece ser la primera vez que cae ante el sometimiento y la servidumbre ante un puesto de autoridad. Rick, se enfrenta ante la situación clara de esclavitud bajo el mando de un prepotente trepa abusón que tanto predomina hoy día en el panorama laboral.
El propóito de Loach en el recorrido que podemos hacer en su filmografía está claramente el empatizar, indignar y no olvidar a todas esas personas de nuestro alrededor que sufren las injusticias de una devoradora sociedad apática e invasiva, y donde la vida laboral ocupa la mayor parte de nuestro tiempo, donde no queda hueco para momentos íntimos y personales (debido al cansancio) de autoestima para encontrar un momento de paz. Es la explotación laboral, un sistema opresor que saca el jugo al humano cual naranja. Y lo deja seco, totalmente deshidratado y moribundo en una cama de hospital enfermo y consumiendo fármacos mientras prolongan su sufrimiento para... alargarlo y enriquecerse en su lecho de muerte. Eso sin contar el dinero que sacarán una vez fallecido, ataúd, incineradora, nicho... La vida del trabajador medio.
Este cine es social, humano y necesario, para que podamos encontrar un lugar en nuestro interior donde no nos permitamos caer en sumisiones, injuticias y abusos. El cine de Loach vive para recordarnos por qué no debemos permitir un sistema que no beneficia, sino enferma. El drama en esta historia está perfectamente equilibrado con una realidad devoradora, creando víctimas involuntarias ante un aluvión masivo de estrangular un tiempo valioso y creativo, malgastándolo en servir a otros de forma indecorosa. Cuando la angustia posee al espectador, ante la posibilidad de que la desgracia sea todavía mayor, Loach y Laverty nos dan más dosis de realidad sin caer en el esperpento del epectáculo y la exageración, sino con un medido realismo que no puede dejarte indiferente.
Sin Loach el cine no sería lo mismo, es harto necesario como una buena comedia de Allen, o una perversa historia de Haneke. En la variedad está el gusto, y mi favorito de cine social es el grandérrimo británico por antonomasia, sin él, nos faltaría una visita urgente con la realidad a través de la pantalla de la empatía y la equidad. Larga vida, por favor, queremos más.
Para más críticas, en instragram @risard_egoteabsorbo
El propóito de Loach en el recorrido que podemos hacer en su filmografía está claramente el empatizar, indignar y no olvidar a todas esas personas de nuestro alrededor que sufren las injusticias de una devoradora sociedad apática e invasiva, y donde la vida laboral ocupa la mayor parte de nuestro tiempo, donde no queda hueco para momentos íntimos y personales (debido al cansancio) de autoestima para encontrar un momento de paz. Es la explotación laboral, un sistema opresor que saca el jugo al humano cual naranja. Y lo deja seco, totalmente deshidratado y moribundo en una cama de hospital enfermo y consumiendo fármacos mientras prolongan su sufrimiento para... alargarlo y enriquecerse en su lecho de muerte. Eso sin contar el dinero que sacarán una vez fallecido, ataúd, incineradora, nicho... La vida del trabajador medio.
Este cine es social, humano y necesario, para que podamos encontrar un lugar en nuestro interior donde no nos permitamos caer en sumisiones, injuticias y abusos. El cine de Loach vive para recordarnos por qué no debemos permitir un sistema que no beneficia, sino enferma. El drama en esta historia está perfectamente equilibrado con una realidad devoradora, creando víctimas involuntarias ante un aluvión masivo de estrangular un tiempo valioso y creativo, malgastándolo en servir a otros de forma indecorosa. Cuando la angustia posee al espectador, ante la posibilidad de que la desgracia sea todavía mayor, Loach y Laverty nos dan más dosis de realidad sin caer en el esperpento del epectáculo y la exageración, sino con un medido realismo que no puede dejarte indiferente.
Sin Loach el cine no sería lo mismo, es harto necesario como una buena comedia de Allen, o una perversa historia de Haneke. En la variedad está el gusto, y mi favorito de cine social es el grandérrimo británico por antonomasia, sin él, nos faltaría una visita urgente con la realidad a través de la pantalla de la empatía y la equidad. Larga vida, por favor, queremos más.
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