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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
19 de abril de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La fábrica de asesinos engrasa su maquinaria de acero. El dispositivo de alerta ya está a punto. Es la hora de estirpar a los jóvenes sus blandas conciencias de chicos buenos y proclamar la esclavitud canina de los robots mercenarios.


El sargento sabe quién es el amo. Su función consiste en crear soldados mecanizados y hacer crujir los huesos de sus esclavos. Ha nacido para sodomizar a sus siervos y cumple esta tarea como una misión casi divina. Él es el encargado de cargar las armas y enterrar a los niños. Ya vendrán los señores de las corbatas a fijar nuevas guerras.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El recluta patoso ya no se ríe como un bobo. La expresión de su inocencia se ha transformado en odio y locura. No queda nada en su rostro que recuerde a la compasión. La vírgen de la piedad ya no baila en sus mejillas; violada y humillada se ha refugiado en los vertederos del alma. Al fin aprendió a mirar cómo un asesino sin escrúpulos que está fuera de control, por encima de mandos y generales. No hay miedo en sus ojos, sólo un inmenso asco hacia su mundo de excrementos. Pero no renuncia a la dignidad humana; el parricidio militar será su carta de despedida en el infierno. Después, el suicidio y sesos reblandecidos deslizándose en silencio sobre el frío blanco de los azulejos. Será cuestión de tirar de la cadena.


Empieza la fiesta. Los soldados bailan en el campo de batalla alegres canciones imaginarias entre hogueras y rojos atardeceres. El perfume de la muerte los sumerge en un baño de metralla. Las ruinas evocan un mundo onírico de pesadilla, en el que los hombres entregan su vida sin preguntar por qué. Ellos saben que han sido engañados, pero se han dado cuenta demasiado tarde. Son las putas de la guerra y tienen que entregar sus cuerpos a aquellos que les pagan. No hay lugar para la metafísica y el espíritu cuando lo único que importa es seguir vivo. La vida a veces es así de perra.


El fraticidio salvaje se cuela por las pantallas en nuestros hogares y nos convertimos en voyeurs de un espectáculo de sangre. El confort familiar-televisivo debe ser sacudido de vez en cuando para que la vida no resulte demasiado aburrida. Stanley Kubrick lo sabía perfectamente y se encargó de ello mientras pudo. Sin duda, echaremos de menos su cine agresivo y directo. En cualquier caso, tal vez pueda saber ahora si "a Dios se le pone dura con los marines".
6 de mayo de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En El buscavidas no hay héroes, solo hay un hombre que busca la muerte. Su sombra se aferra al fracaso, fabricándose una frustración propia para poder compadecerse de ella. ¡Qué sórdido placer es sentir compasión de uno mismo! "El chico del billar" se sumerge en un proceso autodestructivo a cambio del mayor motivo de complacencia en este mundo: mirar fijamente a los corrosivos ojos del éxito, para después escupir sobre su trono impoluto. El rechazo del triunfo es el mejor orgasmo que puede alcanzar un hombre. ¡Qué mayor triunfo que tener la victoria ya en nuestras manos y arrojarla de nosotros con desprecio!

Pero la autocompasión no es más que un signo de debilidad y mediocridad que puede desembocar en el "fracaso supremo": el suicidio. Esto es lo que ocurre con el personaje que interpreta Piper Laurie; harta de ser apaleada por la vida no es capaz de enfrentarse a ella y tratar de escapar del espeso lodo en que se encuentra inmersa; al contrario, decide optar por el frívolo suicidio en un arrebato de rabioso despecho. Esta muerte servirá a Eddie Felson - Paul Newman - para realizarse y vencer su fragilidad inicial; fortalece su carácter y abandona su mirada cargada de derrota, para tratar cara a cara sus problemas y superar los obstáculos con que tropieza en el camino. Ya no hay lugar en el personaje para la autocompasión; se ha desecho de su trágica expresión de hombre sin suerte, para "golpear" a la vida con la misma dureza con que golpea las bolas de billar.

El buscavidas es una atmósfera muerta. Colores ásperos y aromas grises inundan la pantalla; no hay canciones, ni risas, ni agua. El aire es un hombre ahogado por la monotonía y su tumba el triste cuarto donde Eddie Felson y su amante lloran la vida. El alcohol es un bálsamo de piedra donde ocultan su rendición. Solo una máquina de escribir vomita la verdad que no quiere oírse. En el exterior, se respira el aire puro que sale de los tubos de escape. La violencia en la ciudad no es más que un gracioso lunar en el paraíso. ¡Nada es comparable a los llantos de una habitación muerta!

En el celuloide se oyen los aullidos de la noche herida; los marginados, los desgraciados, aquellos que ni siquiera han podido gozar de la vigilia del "sueño americano", son retratados en su amarga pesadilla. Entre el incansable humo y los cigarrillos pisoteados se escuchan los alaridos de los enfermos. Una inquietud desolada escapa entre las botellas de whisky y las copas olvidadas. El acero invade la pantalla, la cubre de eterna tristeza. Puede que Robert Rossen tampoco encontrara la forma de olvidar que diez años antes había delatado a sus antiguos compañeros del Partido Comunista. Tal vez sea El buscavidas la magistral obra póstuma de un ex-boxeador muerto.
14 de febrero de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Malas tierras" supuso el debut tras las cámaras del personal cineasta Terrence Malick. Plagada de imágenes de gran belleza, nos narra la historia de dos jóvenes enamorados que se convierten en asesinos en serie. La historia no es muy original, pero si la forma en que está filmada, con metáforas visuales muy interesantes y personajes opacos, que ven el asesinato como un juego. Cine de autor con mayúsculas que ha dado lugar a infinitas películas con el mismo argumento pero de una calidad muy inferior. Muy recomendable.
14 de febrero de 2010 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El jinete pálido" es con "Sin perdón" los mejores westerns de Clint Eastwood. Sirvieron además para sacar de la UVI a un género que estaba ingresado con un diagnóstico de enfermedad terminal. Puede ser previsible, pero en este caso esto es más una virtud que un defecto, que lo conecta con innumerables clásicos del western.
La historia se refiere a la lucha por las tierras entre sus propietarios, unos buscadores de oro sin dinero, que son amenazados por el rico del pueblo y sus matones. La gran industrafia frente al trabajo artesanal. La explotación y el abuso de los poderosos sobre los humildes. Los buenos frente a los malos. La historia que se repite una y mil veces. Nada nuevo bajo el sol, pero qué sol.
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