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Críticas 31
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
7 de marzo de 2011
22 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos ante un western decididamente atípico, rodado en una época en la que el género había entrado en crisis y no tenía muy claro qué dirección tomar.

Lo más llamativo es que casi la totalidad de la acción se desarrolla en un escenario único y cerrado, un fuerte aislado y asediado cuya guarnición está compuesta por la escoria del ejército, y en la que incluso los oficiales que la mandan están destinados en ese lugar como castigo; a ellos se suman los pasajeros de una diligencia que se refugia allí de los indios. La interacción y las tensiones entre los diferentes personajes, todos ellos, civiles y militares, un hatajo de perdedores en una u otra forma, y la espera del ataque inminente del que nadie espera salir con vida, conforman el argumento.

Curioso el papel protagonista de Rod Taylor como pistolero (fue un actor competente que encajaba bien en papeles muy diversos, aunque nunca me lo había imaginado protagonizando un western), pero los que se llevan de calle la función son John Mills en el rol del amargado comandante y, sobre todo, el siempre formidable Ernest Borgnine haciendo de sargento duro pero en el fondo buen tipo.

Gordon Douglas es un profesional eficiente, pero la falta de presupuesto canta mucho, pues el fuerte se nota demasiado que es un simple decorado en un estudio cerrado (aunque eso contribuye a reforzar la sensación de claustrofobia de la historia) y el lienzo de muralla que se muestra y desde el que disparan los soldados es siempre el mismo (como si los indios sólo atacaran por un lado) y apenas mide unos pocos metros; en esos pocos metros es donde se muere todo el mundo. Los exteriores (algo casi esencial en un western) son casi inexistentes, y el fuerte nunca aparece visto desde fuera; al parecer tampoco había presupuesto para levantar un pequeño decorado en el desierto.

Se pueden hacer muy buenas películas con cuatro perras si se cuenta con la imaginación y el talento necesarios. CHUKA podía haberlo sido, pues el guión es bastante sólido, con una dirección que hubiese sido capaz de darle más brío a la historia, más fuerza a las escenas, más garra a los diálogos y a los personajes y, también, con unos decorados más imaginativos.

En todo caso, una película curiosa que se deja ver bastante bien.
16 de abril de 2011
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que el luego llamado "cine negro" nació en 1941 con el estreno de EL HALCÓN MALTES, algo con lo que no todo el mundo está de acuerdo, ya el cine de gangsters estaba en boga desde al menos una década atrás. Supongo que todo es cuestión de matices, de aclarar qué es lo que entendemos por cine negro. Sin duda, la célebre película de JOHN HUSTON marcó un antes y un después en el género policiaco, y sentó unas bases, temáticas y, sobre todo, estilísticas, que diferencian dicha película y las que la siguieron hasta bien entrados los años cincuenta del cine de gangsters propiamente dicho. Este último nació durante los estertores del cine mudo y se desarrolló en los años siguientes, siendo HAMPA DORADA uno de sus títulos emblemáticos, que supondría el asentamiento definitivo del género y que habría de influir muy poderosamente en las películas posteriores.

La película cuenta el ascenso, apogeo y caída de un hampón de poca monta al que su tenacidad, su gatillo fácil y su total falta de escrúpulos le lleva en una carrera fulgurante a la cima del crimen organizado y, más fulgurantemente aún, al arroyo del que salió y a la muerte.

Guión repleto de diálogos breves y enérgicos y bastante acción, rodada admirablemente por el debutante Mervin LeRoy (uno de tantos excelentes y polifacéticos artesanos de Hollywood, que te hacían igual de bien un thriller que un drama, una comedia que una de romanos, o lo que tocara), con una brillante escenografía y fotografía llena de claroscuros y notables influencias expresionistas, basada en la novela "Little Caesar" de W. R. Burnett, brillante especialista del género autor también, entre otras, de "La jungla de asfalto", magníficamente adaptada, dos décadas después, por el gran John Huston.
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spoiler:
Vista hoy, la película, que causó cierta conmoción en su momento por la violencia que contenía, resulta bastante "light", pues apenas se ven más que tres o cuatro asesinatos. De hecho, te sorprende cómo, en su ascenso a la cumbre, el malvado Cesar Rico se limita a intimidar y quitar el puesto a jefes y rivales, en vez de pegarles un tiro o darles con un bate de beisbol en la cabeza. Claro que el género daba entonces sus primeros pasos; en los años y décadas siguientes, los tiroteos, disparos a bocajarro y a sangre fría, los actos de sadismo y la sangre a espuertas inundarían paulatinamente las pantallas.

A destacar el debut del pequeño pero inmenso Edgard G. Robinson y la composición del carismático personaje de gangster brutal y despiadado (pero con un punto flaco frente a su antiguo compañero Douglas Fairbank JR al que, a la hora de la verdad, no es capaz de liquidar pese a que esa flaqueza le lleva finalmente a la perdición) que luego repetiría y desarrollaría (alternando con una larga galería de entrañables y no menos formidables personajes al lado "bueno" de la ley) en muchas otras películas, culminando en su célebre creación del pérfido y brutal Joe Rocco, la mismísima encarnación del Mal absoluto, en CAYO LARGO.
8 de diciembre de 2017
41 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué queréis que os diga. Leí algunas críticas, me pareció llamativa la propuesta, y me decidí a ver el primer episodio, con la esperanza de ver algo fresco y diferente. Bueno, el caso es que convencí a mi mujer y a mi hija para darle una oportunidad. 25 minutos después, poco faltó para que me pegaran, por haber puesto ésto en la tele. El planteamiento es atractivo, los actores más que solventes, la dirección correcta, los personajes son mediocres y patéticos, o sea españolitos medios como casi todos nosotros. Pero la historia, si es que es tal historia, no se sostiene, las situaciones se suceden sin progresión lógica, todo está forzado más allá del límite, no te crees nada de lo que vas viendo, y, lo que es peor, ni te entretiene, ni te hace reflexionar, ni te emociona ni, desde luego, te divierte. No creo que le vaya a dar una segunda oportunidad viendo, ya en solitario, más episodios: el tiempo es oro para perderlo con mediocridades como ésta. Visto ésto, sólo puedo explicarme la oleada de críticas favorables una de dos, por un intento de autoconvencimiento de algunos críticos de que en España somos capaces de hacer algo bueno, o bien porque los amiguetes y parientes de los creadores de esta cosa se han volcado en hacer proselitismo de la misma. O eso, o tengo yo el gusto en el culo, que no lo creo, porque he visto a lo largo de mi vida mucho cine, clásico y moderno, mucha televisión de calidad y mucha comedia, y creo tener suficiente cultura y suficiente criterio para ver, saber apreciar, analizar y juzgar lo que veo. Hay muy pocas series españolas de televisión que pasen la prueba del algodón, muy pocas. Ésta, lo siento, y mira que su planteamiento era prometedor, pero no es una de ellas.
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El tramo final de este primer episodio, con la visita de los padres/suegros y los calzoncillos es patético, no tanto por los protagonistas como por su absurdo y estúpido desarrollo.
28 de mayo de 2011
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película me resulta un tanto atípica, en el sentido de que es otra evocación por parte de Cecil B. DeMille del exotismo y la sensualidad de la Antigüedad, pero sin la coartada cristiano-bíblica de sus obras más célebres (EL SIGNO DE LA CRUZ, SANSÓN Y DALILA, LOS DIEZ MANDAMIENTOS...); eso sí, no pudo evitar la tentación de meter en una escena, en plan cross-over, al rey Herodes pasando por alli.

Ni que decir tiene que la historia (con mayúsculas y con minúsculas) es lo de menos. Todo es una excusa para un desfile de decorados barrocos y grandiosos, vestuarios exóticos y fantasiosos y coreografías fastuosas, con un derroche de fantasía visual inspirado en la iconografía de lo que se conocía en aquella época sobre el mundo antiguo y que en nada desmerece a los de otras obras de DeMille.

Claudette Colbert está aquí soberbia, como siempre, pues llena la pantalla con sólo que aparezca, aunque no me acaba de convencer para este papel (como tampoco me acababa de encajar del todo en su papel de Popea en EL SIGNO DE LA CRUZ). Actriz magnífica y con interpretaciones llenas de matices, me sigue convenciendo mucho más en sus clásicos papeles de chica voluntariosa en sus clásicas comedias de enredo de los años treinta y de abnegada madre de familia en sus no menos clásicos dramas de los años cuarenta. Y es que era demasiado angelical y le faltaba esa pizca de mala uva que necesitaba para estos otros papeles de mujeres de armas tomar del mundo antiguo.

Naturalmente sus partenaires de aquí se convierten, a su lado, en meros secundarios, pues la Colbert lo eclipsa todo y a todos. Muy bien Warren William, perfecto para el calculador y seguro de sí mismo Julio Cesar, y Henry Wilcoxon también convincente como el varonil, chulesco y al final vulnerable Marco Antonio.

Por lo demás, si bien no se hace aburrida en ningún momento, pues DeMille era un excelente aunque poco sutil narrador, la película tiene algunos altibajos de ritmo en su desarrollo. Lo dicho, aquí la Historia (con mayúscula) no es más que un recurso de DeMille para montar su espectáculo, que emplea no con suaves pinceladas, sino con toscos brochazos (a fin de cuentas sus películas no iban dirigidas a un público culto y refinado, sino a la plebe iletrada y hambrienta que sufría los efectos de la Depresión y que buscaba en el cine evadirse de sus problemas de subsistencia), como soporte de una historia (con minúscula) que sólo en algunos de sus rasgos más generales recuerdan a la verdadera historia de César, Marco Antonio y Cleopatra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Todas las escenas (o debía decir números, ya que la película tiene casi más de función circense que de narración) son visualmente fastuosas y a menudo delirantes, pero destacan las de un altivo y cachas Marco Antonio colándose en la fiesta de los patricios con casco y coraza, como si estuviera en un desfile, y llevando por delante a unos mastines negros grandes como caballos; las del espectáculo en la galera real, que uno se pregunta qué calado y que ancho tiene que tener para que quepa a bordo tanta gente, además de la pista de baile; las de la batalla naval, con esa rebujina de barcos entrechocándose, haciéndose trizas y estallando en llamas; y la del final, con la muerte de Cleopatra en lo alto de su trono, donde la encuentran los vencedores romanos.

En fin, un espectáculo apreciable aunque menos divertido que otras peliculas del amigo Cecil. También interesante como ejemplo de lo que no es cine histórico. Ideal para que lo vean aquellos que ponen a parir la serie de televisión ROMA sencillamente porque la trama no se ajusta al 100% a la Historia. Si ROMA no les gustó por eso, a ver qué dicen de ésta.
30 de abril de 2011
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Olvidada o simplemente ignorada película que las ediciones baratas de dvds de éstos que regalan con los periódicos de los domingos nos permite recuperar. Esta es la segunda vez, tras DESFILE DE CANDILEJAS, en la que vemos al duro de duros James Cagney, el enemigo público número 1 de la gran pantalla, cantando, bailando y dando rienda suelta a sus dotes de comediante. Lo que, dicho de paso, lo hace fantásticamente bien, no en vano fueron esas sus credenciales cuando llegó a Hollywood con los primeros balbuceos del cine sonoro. Y lo volvería a hacer muchas veces más, a saltos entre su larga galería de interpretaciones de tipos enérgicos, duros, broncos e indómitos, heróicos o criminales, pero siempre carismáticos e inolvidables, entre los que sobresaldría, por méritos propios, el magnífico y enloquecido Cody Jarret, criminal de criminales, de AL ROJO VIVO. Conseguiría precisamente el Oscar al mejor actor en la década siguiente con el fastuoso y patriótico musical YANQUI DANDY, y se despediría del cine en olor de multitud con la fabulosa, enloquecida y divertidísima UNO, DOS, TRES.

Aquí lo tenemos en una película del montón, haciendo el papel de un cantante de New York que es contratado como actor en Hollywood, papel que le viene al dedillo porque es prácticamente su propia historia. Sin ser nada del otro jueves, la pelicula se deja ver bastante bien, es entretenida, tiene unas cuantas buenas canciones, algunas escenas divertidas (como la del criado japonés que "hace" de criado japonés, o la del rodaje de la pelea que acaba saliéndose de madre), tiene el aliciente de ver cómo se veía Hollywood a sí mismo en aquellos gloriosos años 30, y, sobre todo, tenemos a Cagney en toda su salsa sacando adelante la función. ¿Qué más se puede pedir?

Lo malo son las condiciones en las que tenemos que ver la película, con una copia bastante deteriorada en la que los rostros de los actores se difuminan y en la que en las escenas nocturnas o con fuertes contrastes luminosos las sombras oscurecen la pantalla y diluyen la imagen; por no hablar de un doblaje de "todo a cien", que sin ser malo del todo está realizado apresuradamente, sin brío y sin matices, con lo que una película a la que perfectamente le podría poner un 6 se queda en un 5 pelado y eso porque está James Cagney en ella.
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