You must be a loged user to know your affinity with VENIMOS LOS JODIMOS Y NOS FUIM
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred
10
1 de septiembre de 2012
1 de septiembre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Camelia (Stella Inda) es una más de las prostitutas que ofrecen sus servicios en “La mancha de sangre”, un antro de mala muerte el cual es regenteado por el proxeneta y narcotraficante alemán Gastón. (H.G. Batenberg) Entre esporádicos amantes, el humo de cigarro, copas de vino y el disipado modo de vida nocturna del lugar, la sensual mujer y sus compañeras de trabajo ven transcurrir una existencia despreocupada y sin mayores sobresaltos hasta el día en que Camelia conoce a Guillermo (José Casal) un muchacho más joven que ella, desempleado y recién llegado de provincia, del cual se enamora y de quién decide hacerse cargo sentimental y económicamente; no obstante, Gastón tiene sus propios planes para el inexperto chaval, quién al no hallar un trabajo estable, comienza a sentirse seducido por el poder y el “glamour” alrededor del mundo de la mafia, lo que lo lleva a comenzar a involucrarse en los turbios negocios de Gastón, un suceso que Camelia esta dispuesta a impedir a cualquier precio. Este segundo y último trabajo como director del pintor y teórico de Cine Adolfo Best Maugard es considerado como el filme maldito por excelencia del cine mexicano. La cinta (perdida por más de cincuenta años) se trata de una sórdida y verosímil mirada a los entretelónes de la vida de cabaret y la delincuencia organizada en el México de los años treinta. Ajena a los convencionalismos e idealizaciones propios del cine de la época, la película de Maugard nos muestra el burdel-cabaret-centro de la mafia donde trabaja Camelia; por un lado, como un microcosmos donde convergen de un modo inquietantemente cotidiano y realista los parroquianos que frecuentan el lugar, integrantes de diversos sectores de la sociedad (miembros de la clase obrera, principalmente) todos ellos envueltos la (de a ratos sórdida y convincente al extremo) atmósfera propia de un cabaret cualquiera de los barrios populares del Centro Histórico de la Ciudad de México; por el otro lado, las “sexoservidoras” que allí laboran. Lejos de la sufrida e hipocritamente moralina visión manejada por otras cintas del género ,en las cuales se presenta el destino de las mujeres que ejercen la prostitución como un castigo (el cual casi siempre termina con la muerte) que estas deben sufrir estoicamente para expiar sus culpas, (por haber perdido la virginidad fuera del matrimonio) en el film de Maugard, por el contrario, estas aparecen, simplemente, ejerciendo una profesión para ganarse la vida sin mayores tapujos y sin tener necesariamente que sufrir por ello, dándose no solamente el lujo de divertirse y enamorarse, sino sentirse orgullosas de ello: un ejemplo evidente es Camelia, la protagonista; opuesta a los sufridos personajes femeninos de Santa (de la película homónima) o a la Rosario de La mujer del puerto, Camelia es una mujer inteligente y friamente calculadora, quién no esta dispuesta a quedarse con los brazos cruzados y no duda en emplear el sexo, su astucia y la violencia para conseguir sus objetivos. Es también en este sentido que La Mancha de sangre resulta una experiencia transgresora (y muy disfrutable) debido a sus elevadas dosis de un erotismo poco disimulado, como los sorprendentemente fascinantes desnudos durante la orgía organizada por Gastón para sus amigos, o aquella otra escena en que se aprecia a Stella Inda bailando y barriendo su departamento entallada en un semi transparente negligee mientras espera la visita de su joven amante Guillermo. Seguramente por todas estas razones (contrarias a su ideología), el régimen cardenista no vio con buenos ojos al film, por lo que se ordenó su confiscación sin obtener la autorización para ser exhibido (con mutilaciones previas de por medio) hasta el año de 1943, en una sola sala de cine y con poco éxito de taquilla, despúes de lo cual desapareció casi por completo, quedando al nivel de leyenda urbana. En 1993, la Filmoteca de la UNAM recibió un depósito de materiales de nitrato de celulosa que se encontraban en una bóveda olvidada. En la lista de los materiales, se encontraba una maltrecha copia de La mancha de sangre, gracias a lo cual se inicio un meticuloso proceso de restauración. Le faltaba el rollo 6 de sonido, y el 9 y último, de imagen (con el climax del film), los cuales hasta el momento no han podido ser encontrados, algo que logra darle a la cinta un final involuntariamente abierto y sujeto de diversas interpretaciones, pero que ,sin duda, contribuye al aura de misterio y fascinación que sigue despertando esta cinta a 75 años de su realización.

6,0
77
7
1 de septiembre de 2012
1 de septiembre de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este recuento de las tragicas vivencias de Santa, la joven prostituta de Chimalistac, ha sido una de las historias más retomadas por parte del cine mexicano, con 5 versiones del asunto hasta el momento: la película muda de 1918, la versión de Norman Foster protagonizada por Esther Fernandez de 1942 (sin duda, la más lograda), otra protagonizada por Julissa en 1969, y la más reciente, Latino bar de 1991. (La cuál, por cierto, resultó un severo fracaso tanto por parte de la crítica como en la taquilla, lo que marcó el retiro por más de una década del director Paul Leduc.) Si bien es cierto que ya con anterioridad se habían llevado a cabo en nuestro país logrados experimentos sonoros (como la reproducción simultanea de discos conteniendo la banda sonora y algunos parlamentos durante la proyección del film), entre sus otras virtudes, (pocas, pero las tiene) el principal interés de la cinta de Antonio Moreno radica en que ésta segunda adaptación de la "poeticamente" tremendista (y misógina) novela de Federico Gamboa, esta considerada la primer película totalmente sonorizada (mediante la grabación directa de música, ruidos ambientales y diálogos sobre la cinta) del cine mexicano. Estrictamente hablando, no se trata de ninguna gran película. Cualquier espectador puede notar a leguas la poca pericia de Moreno en la dirección de actores, (en lugar de conmover, Carlos Orellana provoca risas con su encarnación del ciego Hipolito) y aunque la concepción misma de Santa fué la de servir como una respuesta al nefasto "cine hispano parlante" hollywoodense, la gran paradoja es que se ve aquejada por los mismos "detalles" molestos de aquel (la delirante mezcla de acentos argentinos, cubanos, mexicanos, españoles, étc), lo que le da al "tragico" asunto un aire de chunga involuntaria). A pesar de sus errores, no se le puede negar al film la importancia de haber significado el inicio del establecimiento definitivo de la industria filmica del país, ni de ser el punto de arranque de uno de los géneros mas socorridos (y exitosos) del cine mexicano de la época. (la obra maestra de esta corriente vendría apenas dos años después con La Mujer del Puerto, de Arcady Boytler.) De aplausos, la obscura y decadente belleza de algunas de las imágenes debidas a la lente de Alex Phillips (las escenas en el interior del burdel son de un verismo impresionante) así como la presencia de Lupita Tovar.

5,1
1.907
10
5 de septiembre de 2012
5 de septiembre de 2012
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un extraordinario debut del director E. Elias Merhige. (Posteriormente reconocido en circuitos más amplios gracias a su segundo largometraje La Sombra del Vampiro (2000.)) A medio camino entre los mundos oníricos del cine de Maya Deren y la truculencia splatter de The Texas Chainsaw Massacre, el film nos muestra una extraña anécdota en la que abundan los simbolismos y las referencias diversas sobre mitos paganos y cristianos, para lo cual, Merhige echa mano de recursos narrativos poco convencionales (total ausencia de diálogos y de una banda sonora, así como un diseño visual con una fotografía en blanco y negro altamente contrastante). Con todo y sus virtudes, esta cinta es sin lugar a dudas una experiencia desconcertante y no apta para todos los gustos, debido a la continua sucesión de escenas de alto contenido gore/sexual, y por su marcada tendencia a la escatología más extrema, algo que puede resultar demasiado bizarro (o francamente repugnante) para algunos espectadores.
Más sobre VENIMOS LOS JODIMOS Y NOS FUIM
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here