Me cae muy bien Jordi Sánchez, pues me ha hecho disfrutar muchísimo con sus personajes en series de TV, tanto en papeles humorísticos como dramáticos. Es un buen actor. Pero como director, al menos en esta película, parece que no lo es tanto.

El invento que nos ocupa pretende emular el estilo de humor negro que tan bien maneja Alex de la Iglesia, en obras como El dia de la Bestia o La comunidad, pero que en "Alimañas" no funciona. Le ha quedado más bien un engendro a medio camino entre "La que se avecina" y lo peor de "La pantera rosa", con decorados mezcla de "Torrente, el brazo tonto de la ley" y "REC".

El resultado es nefasto, porque una comedia, como mínimo, ha de hacer reir, mientras que ésta más bien provoca vergüenza ajena. Hay personajes y subtramas superfluas o mal llevadas (la pareja de okupas embarazados, que no se entiende qué pintan ahí, o la delirante peripecia de Silvia "Quasimodo" Abril, muy-muy patética). El conjunto resulta inconexo, de casi nula gracia (logré sonreir apenas dos o tres veces en hora y media), y echa mano de gags mil veces vistos.

Prescindible.

Pese a estar en puertas de los 50, continúo teniendo bien cuidadito a mi niño interior, no vaya a esfumarse cualquier día. Y esta película, en muchas de sus situaciones, me logra emocionar hasta la lagrimita. Me sobra quizá el personaje de la grúa, que se me hace insufriblemente tonto (mi niño interior nunca tragó a Goofy, por ejemplo), pero los demás están muy bien llevados. Tópicos, sí, pero ¿qué queréis?, es una película para niños, caray!!! Aunque peinen canas, como yo.