No recuerdo haber salido nunca de una sala de cine hasta soportar la primera hora de esta película. Insufrible historia ñoña e irrelevante en la que se ha invertido enormemente en vestuario y decorados. Insoportable. Descubrí sin embargo, por querer extraer un aprendizaje, que las salidas de emergencia de algunas salas están deficientemente señalizadas e iluminadas. Ojo a los propietarios. Es un peligro.

Leí críticas que hablaban de una historia de amor bellísima aunque triste. A mí no me ha parecido que el amor sea lo que da valor a esta película. Yo tengo entre mis mejores recuerdos a Hero de Zhang Yimou y en ella destacaba esta actriz tan elegante que en Deseando amar nos invade, ofreciendo con sus mil vestidos de cuello alto un ejemplo de estética bellísima que contagia a todo el contenido de la escena.
El mero hecho de la presencia impecable de los dos actores convierte un escenario cutre y despintado en algo sublime. Hasta el tabaco sin boquilla que fuman desprende un humo que aromatiza las escenas, que se disfrutan por el mero hecho de observarlas, independientemente de un guion que a mí me pasa desapercibido e irrelevante. He disfrutado verla como si hubiese visitado el Reina Sofía. La recomiendo, claro.