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Críticas 31
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
20 de septiembre de 2006
34 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aún teniendo en alta consideración a Von Trier he de admitir que esta película no me ha dejado tan satisfecho como otras de sus obras. Como apuntan algunas de las críticas anteriores, a Lars se le va la mano "un poco bastante" (el último plano del film tiene mucho delito), y en pos de un salvaje impacto emocional se deja la coherencia y el argumento por el camino. La consecuencia: que a mitad de película ya no estás involucrado.

Es una lástima que tras un comienzo tan brioso y cautivador la desbordante ambición de Von Trier por hacer algo fuera de lo común haga estos destrozos. Si la película no se volviese tan inverosímil y forzada podría haber llegado muy alto, pero los excesos a los que he hecho mención acaban pasando factura y el espectador que encare la película con cierto rigor no lo pasará por alto; claro que por otra parte, aquéllos que sean indulgentes o no lo perciban disfrutarán como enanos, algo que se hace evidente al observar la mayoría de críticas anteriores.

De todas formas he de reconocer que este film supuso un paso adelante en la carrera de Von Trier. Tras el despliegue estético absurdo de "Europa", el danés fue encontrando su camino con este film, que sería el germen que más tarde daría sus mejores frutos con "Los Idiotas", "Bailando en la oscuridad" (en cierto modo similar a esta "Rompiendo las olas" pero mejor en todos los sentidos), y "Dogville" (su obra cumbre).

Así y todo, "Rompiendo las olas" se deja ver (aún lastrando un metraje desmedido) y aunque es prescindible dentro de la filmografía de Von Trier si uno la ve, no pasa nada.

Mención especial para la BSO y los excelentes interludios musicales amenizados por grupos como Jethro Tull con su "Crossed-Eye Marie" y Deep Purple con la celebérrima "Child In Time".
12 de agosto de 2011
28 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escribo esto desde él. Son las 07:15 y me iba a ir ahora mismo a la cama, pero como ayer volví a ver Izo por tercera vez en unos 7 años me dije "a ver que dice la gente de ella". Soplapolleces, claro. A día de hoy la media de esta películla no alcanza el 5.

Qué cansancio, de verdad. Leer algunas cosas extenúa el alma, reblandece los sentidos, abotarga todo atisbo de frescura y originalidad: todo aquello que comporta sentido y lozanía en la existencia. Así son las críticas que he leído de Izo. En líneas generales un sinsentido pagado de sí mismo, un no pararse a ver nada, una superficialidad enquistada y producto del ojo cansado. El ojo que escribe desde el cansancio. Es el ojo que ha visto a todos los grandes autores, que ha bebido de todos los géneros, que ha saboreado todos los palos y que se revuelca en su seca fruición y su malsana y patógena naturaleza erudita. Qué asco. Y yo sólo quiero volver a ver cine como un niño. Como un niño mayor, sí. Como un niño que ha perdido la fe en el cine y quiere recuperarla, pero, al mismo tiempo, es consciente de que es imposible y no sabe cómo hacerlo. Un niño atrapado en la vida. Sólo de pensarlo se me encoge el corazón. ¿Qué hay peor que eso? Frustración, odio, incomprensión, miedo, sinrazón, asco. Eso es Izo.

Sólo un impulso, sólo un acto. Odio feroz, asco imprevisible, venganza irrefrenable. ¿Pero contra quien se venga Izo? Evidentemente contra nadie. O contra todos. Izo no tiene enemigo, su único enemigo es la vida, su único enemigo es él mismo. Sólo mata, no atiende a razones. Él es el odio que no se entiende. La aceleración sin freno. El llanto rábico y desbocado de quien no sabe que no sabe qué hacer.

Empecé esta crítica para ofrecer una explicación porque Izo es una película demasiado grande e incomprendida como para que me quedase de brazos cruzados ante la sarta imbecilidades precavidas y escaparatistas de quien escribe sabiendo que será leído. Todo eso está muy bien, todo el mundo tiene derecho a expresar su opinión, pero Izo no va de eso. Izo está en las entrañas, es así de simple. Por eso me rio de cualquier juicio presuntamente cinéfilo sobre ella: ¿qué sabra de Izo alguien que me habla de montaje, maquillaje o actuación? ¿Qué sabrá alguien que me habla de metafísica?

[sigue en spoiler]
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No sé cómo de equivocado estoy en mi apreciación de esta película, cada uno puede pensar lo que quiera. Ahora bien, dejemos las cosas claras: quien no entienda una flor en el campo y la importancia de cerrar los ojos y saborear la comida que se dedique a otra cosa. No a hablar de Izo. Izo es para quien ha conocido el odio más irrefrenable, la culpa, el dolor. Está todo ahí, en cada espadazo, en la cruz, en los genitales, en una madre mutilada, en la madre de toda vida asesinada, en los niños muertos, en el insulto a la educación y a toda instancia política, moral o intelectual. Izo es el sufrimento. Pero también es para el que ha conocido el renacer. Está todo ahí, en los planos de recién nacidos al principio y final del film, en la luminosa luz de la entrepierna creadora de la mujer, en el insondable misterio de la vida, en Izo renaciendo como un niño (plano de un bebé naciendo, luego plano de Izo desnudo para los más lentos o escépticos). Izo renace como ése niño, es como una flor. Por eso es una película profundamente bella al mismo tiempo que envenenada con el odio más visceral imaginable.

Izo es ése niño que quiere volver a ver la vida con limpieza, que quiere volver a nacer, y que lo consigue. Es un ser único y distinto. Ya no tiene carga, ya no está cansado. La culpa y el odio se disuelven, ya puede hacer lo que quiera, ya puede ir adonde quiera. Izo es para quien ha conocido esto también.

Ver una flor, ser una flor. Respirar con el viento, cerrar los ojos y ser conscientes de cada bocado de comida que damos. Ser conscientes también de que hemos tenido que matar todo y a todos para llegar a ello. La absoluta condenación, el mal más puro. Todo ello convertido en frescura y originalidad, en sentido, en lozanía. En vida.
1 de julio de 2009
27 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si es éste un principio que se cumple en todas las ocasiones, pero desde luego describe la trayectoria que toma Weeds con acierto. Promete primero, deslumbra después y se desinfla progresiva pero vertiginosamente más tarde.

Promete al principio con su primer capitulo, que constituye un esbozo de las cualidades de la serie halladas aún en potencia y no en acto. Desde la misma música inicial y créditos empieza a prometer, con esé cántico levemente irritante pero cautivador precisamente a causa de ello y esa letra e imágenes que nos sugieren esa sociedad acomodada y vacía, cortada por un mismo patrón que exuda tedio e hipocresía al mismo tiempo. Lo que viene después de la sintonía inicial corrobora esta visión. Tras esa comunidad hipócrita se esconde la gran virtud de Weeds enarbolando la bandera de la sinceridad y la franqueza a través de personajes muy humanos y un humor ácido y esporádico perfectamente combinado con dosis de realismo y drama brutal, serio y seco. Esto aún encima se ve confirmado por una estética y un tratamiento acorde a las virtudes ya citadas. En ese primer capítulo vemos el interesante personaje de la viuda que, golpeada por la vida debido al fallecimiento de su marido, se decide a plantarle cara a la desgracia y salir adelante como sea. Ese como sea la convierte en camello, una camello valiente y determinada pero también sensible, lo suficiente como para ver que su familia se cae a pedazos, que sus hijos pierden el equilibrio emocional y que todo se tambalea bajo sus pies. Por el medio, entremezclado, el hilarante humor racial de la mano de los personajes negros la serie, y luego, antes de terminar el episodio, el expresivo llanto fruto de la frustación y la contención de Nancy.

Deslumbra cuando todas estas apuntadas virtudes se convierten en realidades: emergen los traumas de los hijos huérfanos, la familia se va desintegrando cada vez más, los peligros de traficar con drogas se vuelven palpables, los persojes, ricos y con matices, pasan por diversas desgracias como enfermedades, infidelidades y demás suscesos que se muestran desde una pespectiva que alterna el humor más negro con la seriedad dramática, todo recubierto con el comportamiento de una sociedad hipócrita, aburguesada y alienada.

[Sigue en "spoiler" por problemas de espacio]
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Se desinfla cuando todo lo anterior se pierde. Soy de hecho capaz de identificar lo que, para mí, es el punto de inflexión de la serie. Ese pequeño detalle en el que piensas "mierda, esta escena es un error" y luego ves que no es una escena aislada fruto del casual desatino, sino un error que se convierte en actitud tónica y por tanto constante en la serie. Ese momento tiene lugar en el último momento del último capítulo de la segunda temporada. Obviando detalles, en una escena desarrollada en una cocina con varias armas de por medio. En ese preciso instante ante un descubrimiento por parte de la protagonista de un funesto hecho dramático la serie opta por resolverlo con humor, pero no nos engañemos, un humor de mierda, facilón y de segunda. Ahí se acaba todo lo bueno que tiene que ofrecer Weeds, posteriormente sólo hay leves coletazos de la calidad pretérita.

A partir de ese instante la serie se descompone, los argumentos son cada vez más forzados y manidos, el humor se estupidiza, la sinceridad de la serie sea cae a pedazos y de pronto ya no se refleja la hipocresía social encubierta. El realismo se va muy lejos para perderse en el olvido. Lo que antes eran situaciones verosímiles de una mujer viuda que trafica para salir adelante se convierte en un híbrido de la escuela de Tarantino con gangsters, armas por doquier y el humor desenfadado que va unido a ello. Antes Nancy follaba empujada por sus emociones convulsionadas, luego se convierte en una vulgar zorra. Al principio se desvivía por sus hijos y se sentía mal cuando les fallaba, más tarde lo hace de forma constante e injustificada, incluso intencional. Ya no hay profundidad emocional, ni humor negro, ni rigor en las situaciones. De pronto estás viendo un capítulo mediada la tercera temporada y te das cuenta de que la sintonía no es la misma, de que sin pretexto el secundario hindú se ha vuelto un personaje plano y previsible en forma de maricona estereotipada e insulsa y recibes el golpe final al comprobar que esos enormes y preciosos ojos negros de Nancy se han quedado vacios, como Weeds. Ahora mismo estoy a la mitad de la 4ª temporada y las cosas han ido a peor. La serie ya está muerta, pero sigo viéndola por amor retrospectivo hacia lo que eran los personajes. Con suerte acabaré de ver esta temporada y lo dejaré ahí porque no quiero ver como la serie se ofende a sí misma cayendo aún más en picado. Si hubiese empezado como lo que es ahora quizás no sería tan duro, pero es que en ese caso Weeds nunca habría sido realmente buena.


¿He mencionado que Agrestic ya ni siquiera aparece al principio de cada capítulo? La desaparición de las "little boxes" habla por sí misma.
25 de agosto de 2006
26 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
A la filosofía de Nietzsche se la suele llamar a veces "del martillo" porque arremetió de forma contundente con todo (o casi todo) lo preestablecido. En esta película Haneke coge el relevo "nietzscheano" y tras mostrarnos un fiel y aséptico reflejo de la realidad que nos rodea actualmente (trabajo, familia, obligaciones, monotonía, deriva existencial), rompe con todo en una explosiva media hora final de una crudeza extrema y un realismo feroz.*

Por muy (necesariamente) monótona que sea la película hasta ese momento (aunque en ningún caso aburrida), sólo el final de la misma merece quitarse el sombrero y hacerle una reverencia al señor Haneke. Otra vez este hombre ha vuelto a demostrar lo que es no sólo ser un cinesta excepcional, sino un hombre digno de admiración. Su compromiso con el material que filma, su integridad y sus conocimientos quedan patentes tanto en la temática que aborda su cine como en el modo en que la aborda.

Michael Haneke no ha venido a darte la monserga ni lecciones morales, no te dice qué debes pensar, no pone música, no filma planos tendenciosos; sólo retrata la realidad del modo más objetivo posible, pone su cámara ahí y te deja ver lo que pasa. A veces no pasa nada, y otras veces todo; incluso en ocasiones suceden ambas cosas a la vez. Sus planos estáticos, sus silencios, su forma de contarlo todo no contando nada, deja una impronta de una exquisitez tal que lo único que puedes hacer es abalanzarte ferozmente sobre alguna de sus otras obras y agradecer que a día de hoy (donde la degeneración en el cine ha llegado a extremos inauditos) existan autores como él.

Magistral.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
* Sin una gota de sangre, sin una palabra más que alta que otra, la familia protagonista, pertrechada con diversos útiles de destrucción, destroza por completo su casa y con ella a sí mismos y a toda una sociedad y una realidad que no pueden soportar más.

[Esta parte, que originalmente iba tras el primer punto y aparte, ha sido reconducida a este apartado para no desvelar partes de la trama]
24 de abril de 2009
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El fragmento de diálogo arriba citado resume perfectamente lo que es la esencia de este magnífico film. Apología preciosa de la importancia de aquello que es consustancial al ser humano y lo define: su capacidad para sentir. Ya sea amor, odio, la felicidad más exaltada o el sufrimiento mas profundo; ésto es lo irrenunciable e inherente a la naturaleza humana, ésto es lo que distingue a alguien vivo de un simple cadáver (o de un cuerpo robado). He de resaltar que me parece especialmente impactante (y magistral) que se mencione que es mejor morir a experimentar un mundo sin dolor. De hecho sólo esta palabra suelta en medio del guión hace que se eleve a cumbres que otros films siquiera vislumbran. No hay mayor forma de homenajear la emoción que anteponer la sensación más aversiva que un ser humano puede experimentar al mero hecho de no sentir. Cualquiera preferiría morir a vivir en un mundo sin amor o sin belleza, pero pocos veneran tanto los sentimientos como para descubrir que incluso el sufrimiento es preferible a la ausencia de los mismos.

Por otra parte, mencionar que en el primer visionado no percibí ni por asomo nada vinculado a la caza de brujas, y, de hecho, por muy justificado que esté este punto de vista, me parece un error inducir esta idea y erigirla como definitoria del film; como si realmente este clásico lo fuese en la medida en que es metafórico de la situación política estadounidense de la época. Esta película es maravillosa porque evoca lo eterno (la emocionalidad del ser humano, como dije anteriormente) y lo hace de una forma pavorosamente coherente, a través del magnífico punto de partida formulado con el "mi madre no es mi madre" o "mi tio no es mi tio" según el caso, y el enorme miedo que esto suscita en sus allegados. El terror indescriptible de quien nota que sus seres queridos carecen de aquello que los define y que lo perciben inequívocamente aún a falta de pruebas exteriores que lo respalden, quedando profundamente perturbados a causa de ello.

De la misma manera que yo, al ver el film por segunda vez, he descubierto que, en efecto, existen comentarios y situaciones que fácilmente se pueden interpretar como claros mensajes de contenido político, tengo que decir que me parecería atroz que nadie, una vez haya visto este u otros comentarios alusivos a la naturaleza emocional del film, niegue su central presencia y su vinculación directa y necesaria con la trama. En cualquier caso, e independientemente de lo que vea cada uno, todos podemos ser perfectamente felices asumiendo que dentro de este magnífico ejercicio artístico se simultanean varios niveles de lectura y temática que no tienen porqué excluirse entre sí y que sólo enriquecen aún más el conjunto, evidenciando que estamos sin duda alguna ante un clásico entre clásicos y un verdadero film de ciencia ficción, terror o como quiera llamársele; tan distinto a los sucedáneos de hoy en día como maravilloso y profundamente conmovedor.
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