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Críticas ordenadas por utilidad
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8,1
90.889
9
20 de agosto de 2009
20 de agosto de 2009
22 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como se hace para explicar el sentimiento que se genera cuando una película lo tiene todo. Cuando durante sus 128 minutos recorre las más representativas emociones humanas con una naturalidad, una frescura y una exactitud que por su veracidad y capacidad de síntesis nos asombra, nos alegra, nos conmueve, nos aterroriza y nos llena de bronca e indignación. Como describir un filme, como el de Campanella, que como una montaña rusa nos sacude, nos zamarrea del presente al pasado, del pasado al presente, de nuestra historia más oscura, de nuestro ayer más tenebroso a nuestro hoy mas inerte, mas vacio e indiferente sin avisarnos, sin anestesia, sin siquiera darnos demasiados indicios más que la mayor o menor barba de Ricardo Darín y sus incipientes arrugas mediante un maquillaje fabuloso. Como se hace para explicitar lo que se siente cuando uno presencia la secuencia fílmica más larga de la historia del cine argentino sin cambios de plano alguno, que compone la maravillosa, solemne entrada al “Palacio Tomas A. Ducó”, el estadio del club Huracán, la avalancha en la tribuna del Racing Club por el gol de la academia (se me pone la piel de gallina por la poderosa representatividad del pasional espíritu argentino que la escena contiene), y la posterior persecución del presunto asesino entre las resquebrajadas paredes del estadio. Como se hace para calificar un reparto fabuloso, compuesto por un Darín que nos transmite todo lo que le sucede en su interior con una sobriedad, una corrección, una calma exterior que nos deja sin palabras (la escena del careo con el abogado Romano es sencillamente sensacional), una Soledad Villamil que con “el secreto de sus ojos” y casi sin emitir palabra nos enamora, y un Guillermo Francella para los anaqueles de la actuación universal con una interpretación tan entrañable como deprimente, tan tierna como alocada, tan solidaria como soberbia. Como se hace para explayar el sello de Campanella, ese tobogán de sensaciones por el que nos traslada en sus cintas (el hijo de la novia, Luna de Avellaneda) que no se esfuma ni se contiene siquiera en un filme tan oscuro y con una historia tan putrefacta de fondo como el que su última producción contiene. Lastima Juan José que como tus características artísticas también lo indican te cueste demasiado el cierre, la conclusión de todo lo sucedido en una vertiente que con la misma armonía con la que se desarrollaron las dos horas anteriores culmine magistralmente tan hermosa obra, pues en su desenlace aparece quizá el punto más flojo (y el único) del filme que demasiado expuesto queda ante tanta precisión contenida en sus anteriores secuencias.
Un detalle que no opaca el brillo de sus ojos, los suyos, si, los del espectador, que al final de la película no podrá creer haber sido testigo de semejante huracán de sensaciones. Pues “El Huracán Campanella” sopló una vez más y su confirmación como el director argentino más grande de la historia ya no merece discusión.
Un detalle que no opaca el brillo de sus ojos, los suyos, si, los del espectador, que al final de la película no podrá creer haber sido testigo de semejante huracán de sensaciones. Pues “El Huracán Campanella” sopló una vez más y su confirmación como el director argentino más grande de la historia ya no merece discusión.

6,7
8.462
7
21 de marzo de 2009
21 de marzo de 2009
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Descomunal superproducción de la mitad del siglo XX (que no podía ser de otra manera esta protagonizada por Charlton Heston), "El Cid" constituye la representación filmográfica de la mítica, imborrable vida de Rodrigo Díaz de Vivar, la legendaria figura caballeresca que a partir del respeto hacia sus rivales, como sucedió con los estigmatizados enemigos musulmanes considerados malignos e irracionales que debían ser ejecutados sin ningún replanteamiento ni juicio, a quienes en ocasiones les brindó una oportunidad de resarcimiento (así ganó la amistad y devoción del rey taifa de Zaragoza, Al-Muqtadir) y gracias a su evidente consideración del honor como única posesión real de los seres humanos, transformó el pensamiento de todo el reino de Castilla y hasta su propio destino el cual parecía condenado a una existencia en el olvido y en muchas ocasiones también a una muerte deshonrosa a causa de los incomprendidos pero no menos nobles códigos que proclamó en su vida los cuales lo llevaron en circunstancias a sufrir la oposición misma del reinado que el mismo debía proteger y defender desde su condición de caballero. Aunque en muchos lapsos el filme falsea la historia conocida, exagera en sus interpretaciones hollywodescas a los personajes de tan célebre historia, que en su momento han sido personas, y pierde fuerza en circunstancias claves de la cronología (la batalla final ante los moros de Ben Yussuf, la inédita conquista de Valencia y su destierro de Castilla por orden del recién proclamado Rey Alfonso VI ), destacable y admirable son su infinito reparto (5.000 hombres para la batalla final!!), su secuencia que pese al paso de los años sigue emocionando y erizando nuestros pelillos de los brazos en la que se enfrenta a muerte frente al campeón del Rey Ramiro de Aragón, y el archiconocido (y nunca sucedido en realidad) desenlace, perfectamente representado por un como nunca notable Heston, en el que su nombre queda grabado a fuego por su original y heroica presencia en el campo de batalla y hacen de la obra de Anthony Mann una notable alternativa para contar una biografía tan magnifica y rica como la de Rodrigo Diaz de Vivar y los acontecimientos que rodearon su vida.
Poco importa que se aleje de los libros, que nos transporte a escenas nunca sucedidas y que Sofia Loren deje tanto que desear en su papel de la amada Jimena, cuando un director de la talla de Mann logra insólita, inéditamente graficarnos una vida histórica y medieval como un western atrapante, dramático y en el que lejos de la filosofía de este genero sus héroes no son tan bondadosamente ideales y sus personalidades caen presa de la ambición, el miedo y como no, la misma muerte.
Poco importa que se aleje de los libros, que nos transporte a escenas nunca sucedidas y que Sofia Loren deje tanto que desear en su papel de la amada Jimena, cuando un director de la talla de Mann logra insólita, inéditamente graficarnos una vida histórica y medieval como un western atrapante, dramático y en el que lejos de la filosofía de este genero sus héroes no son tan bondadosamente ideales y sus personalidades caen presa de la ambición, el miedo y como no, la misma muerte.

7,4
814
10
13 de julio de 2021
13 de julio de 2021
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me he pasado la vida buscando el porque de una fascinación sin nombre. La edad media me conmueve. Por idiota, por brutal, por arrojada, por ignota, por hermosa sin pretenderlo. El cenagoso centro de algo que hasta hoy supura. Solo basta escuchar un laúd, un choque de espadas, ese simbólico estruendo seco y sordo del metal sobre la tierra. Madera ardiendo que anuncia una larga vigilia a la espera de las hordas bárbaras o de la justicia santa. Una belleza tan diferente a la de nuestros días. Empiojada, sudorosa, febril, obscena, entre virginal y pulsional, pero nunca pornográfica. Intuyo que allí lo pasivo del ojo voyerista contemporáneo era sinónimo de invisibilidad. El sortilegio de la historia. En cambio el movimiento, lejos de la inercia turística o de la histeria consumista, era el camino a la muerte. O a la vida, que no es lo mismo pero es igual.
Es por eso que lo que mas me gusta de "Marketa Lazarova" no es su capacidad (que no la tiene ni la quiere por eso no se la demando) histórica, sino su irracionalidad poética desde nuestra perspectiva. Su caos sensorial en una narración no lineal surgida de los cantares acuñados sobre madera. Como si entre su narración en lengua arcaica y nuestra concepción actual no pudieran evitarse los baches de una traducción imposible. El caos que la omnipotencia académica no puede teleologizar.
"Marketa Lazarova". Un poco de poema, otro tanto de delirio, un jirón de descabellada crónica medieval, un lanzazo intolerante a nuestras expectativas morales, un enloquecedor salto a la belleza perpetua de cuerpos, fluidos, ociosidades, un antropomorfismo insoportable, una manada de lobos y de monjas, un castillo, una iglesia, un feudo, pertrechos de un legado que pueden enloquecerte si estas dispuesto a recorrerlos con la concentración de un antropólogo.
A la ciencia exacta del cine digital, la tormenta tras la puerta. El invierno de una historia que ya no se puede contar.
Es por eso que lo que mas me gusta de "Marketa Lazarova" no es su capacidad (que no la tiene ni la quiere por eso no se la demando) histórica, sino su irracionalidad poética desde nuestra perspectiva. Su caos sensorial en una narración no lineal surgida de los cantares acuñados sobre madera. Como si entre su narración en lengua arcaica y nuestra concepción actual no pudieran evitarse los baches de una traducción imposible. El caos que la omnipotencia académica no puede teleologizar.
"Marketa Lazarova". Un poco de poema, otro tanto de delirio, un jirón de descabellada crónica medieval, un lanzazo intolerante a nuestras expectativas morales, un enloquecedor salto a la belleza perpetua de cuerpos, fluidos, ociosidades, un antropomorfismo insoportable, una manada de lobos y de monjas, un castillo, una iglesia, un feudo, pertrechos de un legado que pueden enloquecerte si estas dispuesto a recorrerlos con la concentración de un antropólogo.
A la ciencia exacta del cine digital, la tormenta tras la puerta. El invierno de una historia que ya no se puede contar.

7,5
52.321
8
16 de enero de 2012
16 de enero de 2012
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ok, ok...estamos de acuerdo que la obra de Tate Taylor está llena de tópicos, que los malos son muy malos y los buenos mucho muy buenos, que no puede faltar un "esposo negro golpeador" y que la música melocotona acompaña como un algodón de ázucar a una garrapiñada en un puesto ambulante de dulces, pero joder mis amigos! si hace falta aguantar estos defectitos para vibrar con una historia como esta, extraordinariamente contada, con un pulso y un ritmo que te hacen olvidarte del reloj durante sus 143 minutos, con una ambientación de la puta madre (la transpiración, mis amigos, en un momento llegue a sentir yo el calor agobiante de la Mississippi ardiente), una fotografía sublime y un reparto tan atinado y soberbiamente interpretado en su conjunto como no veía desde la inolvidable “The Magnificent Ambersons” de Orson Welles (que no se confunda eh! no estoy hablando del film, estoy comparando la interpretación de todos sus actores), pues bienvenido sea y que sigan existiendo por año estos topicazos tan fantásticos y llenos de cine.
Con respecto a lo blando de la historia, no estoy tan de acuerdo con las apreciaciones generales. La película sabe muy bien lo que quiere contar y va decidida a por ello. No le interesan las intrigas policiales racistas, ni la explicitación de linchamientos ni torturas contra los hombres y mujeres de color, no es su intención el hacer excesiva mella del asesinato de Luther King, ni siquiera ese esposo golpeador antes mencionado aparece ante nosotros en su regodeo de violencia de género, no, no. El filme se mete con una temática que puede sonar mucho más superficial que cualquiera de las anteriores, pero allí está la magia de su desarrollo. Pues, es esa temática la que logra conmovernos, identificarnos con el martirio y la lucha por los derechos de las personas de color en un Estados Unidos al borde del colapso en materia racial, al igual que lo hubiese hecho mostrando todo aquello que obvia, y es por eso que se transforma en una obra poderosa. Porque desde la sumisión que parece adoptar de sus protagonistas a quienes no les hace falta insultar, golpear ni dar sermones de voz alta y aplausos populares para decir aquello que tienen para decir, nos da una verdadera lección de cine.
Con la mirada entregacha, con el temblor del cuerpo, con el miedo sobre sus hombros, con la transpiración nerviosa cayendo sobre su frente, pero con la convicción inquebrantable, “The Help” nos toma de un brazo, nos sacude y nos recuerda que mucho puede decirse sin aparentemente decir nada....
Maravillosa
Con respecto a lo blando de la historia, no estoy tan de acuerdo con las apreciaciones generales. La película sabe muy bien lo que quiere contar y va decidida a por ello. No le interesan las intrigas policiales racistas, ni la explicitación de linchamientos ni torturas contra los hombres y mujeres de color, no es su intención el hacer excesiva mella del asesinato de Luther King, ni siquiera ese esposo golpeador antes mencionado aparece ante nosotros en su regodeo de violencia de género, no, no. El filme se mete con una temática que puede sonar mucho más superficial que cualquiera de las anteriores, pero allí está la magia de su desarrollo. Pues, es esa temática la que logra conmovernos, identificarnos con el martirio y la lucha por los derechos de las personas de color en un Estados Unidos al borde del colapso en materia racial, al igual que lo hubiese hecho mostrando todo aquello que obvia, y es por eso que se transforma en una obra poderosa. Porque desde la sumisión que parece adoptar de sus protagonistas a quienes no les hace falta insultar, golpear ni dar sermones de voz alta y aplausos populares para decir aquello que tienen para decir, nos da una verdadera lección de cine.
Con la mirada entregacha, con el temblor del cuerpo, con el miedo sobre sus hombros, con la transpiración nerviosa cayendo sobre su frente, pero con la convicción inquebrantable, “The Help” nos toma de un brazo, nos sacude y nos recuerda que mucho puede decirse sin aparentemente decir nada....
Maravillosa

7,8
159.010
9
10 de septiembre de 2009
10 de septiembre de 2009
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aquel que comprenda que “Bastardos sin Gloria” no es una película seria(en el sentido de la rigidez expresiva), dramática, profunda, que inspire reflexión y busque tocarnos en lo más profundo de nuestro ser, sino más bien una sátira, una pura comedia negra, una sencilla caricatura sobre la puja de poderes que libraron el nazismo ante el imperialismo económico norteamericano, con los masacrados judíos de por medio, entonces disfrutará, se regodeará a pleno con la última cinta del maestro Tarantino. Pues si bien es cierto que se encuentra varios escalones por debajo de otras producciones del transgresor director, como Kill Bill, Reservoir Dogs o Pulp Ficition, el punto de comparación de estas con “Bastardos sin Gloria” es difuso, difícil de definir debido a que ambas residen en géneros distintos (o multi géneros a decir verdad). Pues las grandes obras de Tarantino antes mencionadas hiper premiadas y que le brindaron gran parte de su reconocimiento actual, navegan por las aguas de la acción violenta, el cine oscuro y sombrío, coqueteando con el dramatismo telenovelesco y con pequeñas dosis, de ese humor negro infaltable la esencia de sus guiones, mientras que el filme protagonizado por un destacable Brad Pitt (en el papel del burdo e ignorante Aldo Raine) es una constante sátira, un maremoto de circunstancias ridículas, inusitadas, de diálogos, personajes y escenas claramente inspirados en celebres representaciones de antaño que también recrearon cómicamente enfrentamientos bélicos como “El Show de Benny Hill”, “Top Secret” y “Hot Shots”, con una alta dosis de violencia y sangre, es verdad, pero no apuntada a pleno desde ese costado dramático y oscuro que en sus otras cintas si se confirma. Con largas escenas de diálogos, que para nada aburren, sino que por el contrario se convierten en lo mejor de la película (el primer capítulo es simplemente sublime), que entremezclan la cotidianeidad con la filosofía-sociología humana y el comportamiento de las diferentes razas según la visión nazi, y una actuación sencillamente descollante y sorprendente de Christoph Waltz, en la piel del abobinable y a la vez entrañable Hans Landa, coronel de la SS, Tarantino nos ofrece una producción distinta en su carrera, tocando un tema que pocos podíamos imaginar que en su estilo Quentin podía llegar a abordar, con una soltura y una frescura que la manipulación de los acontecimientos con el fin de colorear esta absurda fabula no solo será perdonada sino agradecida en los años venideros.
Dibuje maestro, a su pincel todo se le permite.
Dibuje maestro, a su pincel todo se le permite.
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