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Críticas 54
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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9 de diciembre de 2011
40 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre he considerado a Pedro Almodóvar un buen director que hace películas malas. Algunas han llegado a tener cosas buenas, pero ha hecho demasiadas excesivamente malas. Sus películas, más que historias contadas, son escenas ensambladas, en función de lo que el director manchego pretende expresar en cada momento. El mal crónico de sus películas son los guiones, ya que Almodóvar es un pésimo guionista, que estructura, describe y dialoga mal y sólo su (a veces) portentosa imaginación consigue salvar fragmentos de sus películas al margen de su conjunto.

“La piel que habito” riza el rizo de lo absolutamente trivial y aquí no sólo falla la estupidez del guion, sino el Almodóvar director, que, con total impudor, hace arrancar la película con “un film de Almodóvar”. El es el creador y sus otros colaboradores puras comparsas en su obra. El problema es que estamos ante una película artificiosa y aburrida, embrollada, impostada y, sobre todo, torpe. Nunca he visto a Almodóvar rodar de manera tan desangelada, mema y desanimada, con una desgana que, en él, raya la obscenidad. La primera media hora de su película parece rodada por un imbécil, que no haría ascos a un tal Ed Wood.

Almodóvar necesita superarse a sí mismo, reinventarse, en cada film, y su reto es impactar, utilizando lo de hacer cine para conseguirlo; lo importante es introducir elementos en la pantalla, al margen de la calidad fílmica, que llamen la atención del público y sorprenda a esos críticos (algunos de este país, España), que parecen haber perdido la capacidad de análisis cinematográfico, impresionados por esta tosca filmación, donde sólo ven lo que el director pretende decir y en ningún momento lo que en realidad dice; algo que debe ser normal en un país donde triunfa una programa televisivo llamado “Sálvame”, interpretado, día sí y otro también, por los peores actores del país y los guionistas más nauseabundos y enfermos.

“La piel que habito” es una historia imposible, zafia y cansina, mal rodada, mal ambientada, de insípido "atrezzo", pesimamente interpretada, sobre todo por un Banderas impávido y una Marisa Paredes que siempre hace la misma interpretación a pesar del papel que le toque interpretar. La historia es surrealista (en despectivo), perezosamente fotografiada (por mi admirado y venerado José Luis Alcaine), la planificación es de una vulgaridad descarada y se nota que está rodada sin ganas ni pasión. Ni la vital actuación de Elena Anaya, entregada en su papel, ni la maravillosa y apropiada música de Alberto Iglesias podrán impedir que le ponga más de una estrella a este bodrio cinematográfico, obra de un megalómano venido a menos.

Quo Vadis, Almodóvar? Quizás ya no tienes nada que decir y te empeñas en seguir rodando para reinventarte día a día. Almodóvar no necesita crear, necesita ser admirado… y eso es triste en alguien que podría dar tanto de sí.
5 de septiembre de 2013
27 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Afortunadamente hay tanto cinéfilo suelto (junto a algún despistado) que las críticas florecen en todas sus formas y colores. Las hay de buenas y de malas, así como de muy buenas y muy malas, pero hay tantas que cualquier crítica se acaba perdiendo en el ilimitado infinito de la red. Es por ello que haré una crítica (o parecido) bajo un concepto diferente al habitual.

La caza es una película impresionante. Es intensa, profunda, amarga, triste, emocionante, redentora, desafiante… Los actores, sobre todo él y la niña, inmensurables. El guión perfecto, la dirección extraordinaria…

Ahora viene el motivo de la crítica, determinada por esta España que me toca disfrutar/padecer. He contado 15 críticas profesionales, con sus respectivos semáforos. 11 son verdes, 2 son ámbar y los 2 rojos (un 13%), de dos periódicos españoles que representan una visión de la sociedad demasiado alineada con el conservadurismo más rancio; aunque uno de ellos tenga algo de progre, el otro lo define el subjetivismo obsesivo de su “marainístico” director.

Quizás sea el tema, el abuso a menores, lo que desagrada a algunos espíritus de pretendida moral elevada, y les lleva (curiosamente a ambos) a calificar esta película con el despreciativo término de telefilme.

Afortunadamente, agradezco intensamente que tanto ellos como yo podamos expresarnos libremente. Pocas cosas son tan sanas como poder decir lo que se quiere decir.
5 de octubre de 2010
25 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mejores maneras de mostrar el fascismo es, en vez de hablar de él, expresarlo en imágenes que vayan perfilando todo el horror que concentra.
“El conformista” nos habla de un cobarde, un personaje de mentalidad errante que, quizás por su origen y por lo vivido en su niñez, acaba escogiendo el totalitarismo como entorno natural en que moverse. Bertolucci comienza su película mostrándonos al personaje (un perfecto y maravilloso Trintignant) junto al que vamos a recorrer, de una manera sutil, todo el espanto en que desemboca la unión de los hombres para crear dictaduras en contra de otros hombres.

Tantos elementos que convergen en el fascismo (burguesía, faraónicos despachos, personajes grotescos y ridículos, interés, intolerancia, intelectualidad, violencia, crueldad, brutalidad, cinismo, sexo, cobardía…) se van tejiendo a través del comportamiento y la actitud de los protagonistas a medida que avanzan en el discurrir de su existencia.

Todo el film está narrado como una parábola metafórica, a través de, unas veces, suntuosa planificación, y otras de un tenue intimismo, hasta desencadenar en la conclusión de qué fue y qué puede volver a ser el fascismo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Para cerrar esta sutil y preciosa película, queda ese plano fijo final, donde el antiguo fascista, envuelto en degradación, ya inmerso y atrapado en su miseria, sostiene su mirada hacia otro desdichado, en lo que no deja de ser el reflejo de la mezquindad moral de todos aquellos que contribuyeron a que ese fascismo pudiera llegar a existir.
20 de noviembre de 2011
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Partiendo de una premisa tan elemental como tópica “Ahora o nunca” (excesiva obviedad del título español para “The bucket list”) tiene un arranque amable e incluso agradable, no exento de fatalidad, cuando presenta a los dos antagonistas, con los que asistiremos a todas esas vicisitudes que van a compartir. Estamos ante una película bienintencionada y no dudo que honesta, pero acaba resultando demasiado blanda y tópica, sin omitir ramalazos de artificiosidad y momentos cursis.

Nicholson compone una vez más uno de sus eternos papeles (y no precisamente de los más trascendentes en su firmamento fílmico) de huraño, hostil, irritado… pero con su puntito de humanidad y tolerancia. Es fácil sentar las bases de una futura historia cuando los antagonistas con los que vamos a compartir parte de su precario futuro son, por una parte, el blanco, gruñón y rico y, por la otra, el negro, comprensivo y pobre, ya que a partir de ese momento todas las anécdotas, tanto las divertidas como las dramáticas, girarán en torno a ambas personalidades.

La película se desliza por derroteros amables, tratando de que el espectador conecte con ese drama que habrá de contemplar, aunque no evita ciertas dosis de incómoda trascendencia en su planificación (excesivamente televisiva) que, no sólo molesta, sino que empaña ese deseo de mostrar de la forma más natural posible esa íntima tragedia a la que asistimos. Cuando algún personaje habla, pretendiendo decir algo importante, o que suene a importante, la cámara se le acerca lentamente hasta encuadrar su rostro e imponer ese plano al espectador, junto a lo que dice… o sea, subraya con la imagen lo que subraya la palabra… acompañado por el subrayado de la música. Resumiendo, abuso de “ternurismo”

“Ahora o nunca” pretende provocar la lágrima fácil a través de esa emociones humanas y trágicas pero expuestas con un cierto desapego, lo que distancia la identificación crucial del espectador con lo que ve. Lo que aparece en pantalla no deja de ser una mezcla de tragicomedia, expuesta con tanta pulcritud, que aleja todo impacto de esa tragedia real que viven sus protagonistas.

Todo cuanto acontece en esta agradable, pero blanda, película es tan previsible como amable. Desde sus disquisiciones metafísicas o religiosas, hasta sus reflexiones místicas cargadas de moralina. Es una lástima que su comienzo más o menos atrevido (dentro de los parámetros en que la película se mueve) desfallezca en un posterior desarrollo, lleno de tópicos, algo de empalago y esa dicotomía entre sensibilidad y sensiblería que en ningún momento abandona el film. No negaré que en esta película, aparte de la sonrisa que puede provocar, persiste la honestidad de un deseo que nos habla sobre unas vidas capaces de superar los estrechos límites de la intolerancia y la desidia en que vivían.
9 de noviembre de 2011
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Infumable subproducto para adolescentes en proceso de evolución degenerativa, con todas las muecas y tics más execrables que se puedan proponer en una aparente comedia de intragable ingestión e imposible digestión. Un bodrio mayúsculo para vergüenza de quienes se han atrevido a agrandar la pantalla de TV para hacer parecer que esta solemne tontería pueda aparentar ser cine.
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