Sin ser tan catastróficamente decepcionante como la cuarta, esta entrega es, sin duda, de las mejores de la saga. Es cierto que alguien no lector de los maravillosos libros puede salir del cine preguntándose qué narices es lo que acaba de ver, pero solo hay que ver el grosor del libro para darse cuenta de que era imposible conseguir un film capaz de satisfacer plenamente a los más fans y mucho menos a aquellos que piensan que solo viendo las películas conseguirán enterarse de la compleja y fascinante trama que ideó Rowlin.
A medida que avanza la película se va notando el refrescante (y muy necesitado) aire que corre por los pasillos de Hogwarts, ya sea en forma de diálogos, capacidades interpretativas o rapidez de las escenas.
Por fin vemos como los chicos despiertan y se dan cuenta de que ya va siendo hora de crear una verdadera resistencia aunque esté formada por los más incompetentes de la escuela, quienes al final conseguirán sorprender a más de uno.
Las hormonas también se multiplican como posesas pero sin duda estuvieron bien controladas, al contrario que en la siguiente entrega donde los espectadores se preguntaban si aquello era una película de un colegio de magia o el salto a la gran pantalla de la serie Física o Química.
También es de agradecer la aparición de la odiosa Dolores Umbridge, a quien odias desde el primer segundo.
Quitando el hecho de que se echa mucho de menos algunas partes del libro demasiado importantes para haberlas olvidado, es una película aceptable que solo defraudará un poquito a los que se han leído el libro y mucho a los que no lo hayan hecho.