Maravillosa y sorprendente película. Bien hilvanada, con ritmo y una magistral manera de contar una historia. Brad Pitt insuperable, acertado y convincente. Cate Blanchett, en uno de las interpetaciones más brillantes. Toda la película rezuma sentimientos a raudales, pero muy bien encauzados: el tiempo es el hilo conductor, y los personajes los que se ven obligados a resistir a pesar de conocer su final, trágico final. Asumen con fuerza de ánimo el fatal destino, pero lo afrontan como sólo las perdonas maduras saben hacerlo: con confianza en que, aunque llegue la muerte, siempre habrá un recuerdo de amor latente en los corazones de las personas que han querido y amado tanto. Sólo eso, que no es poco, puede hacer llevadera una vida de absoluta nostalgia ante lo eminente. La muerte, esa dama de negro cadavérica de afilada guadaña, liberadora del dolor de la ausencia se convierte en un aliento de libertad cuando Benjamin cierra sus ojos, pero con la absoluta creencia de su amante envejecida de que, en ese instante, una luz de consciencia en los ojos de Benjamin le hizo recordar todas las vidas vividas, y todo el amor que atesoraba hacia ella. "Buenas noches, Benjamin", fue las últimas palabras de ella en el lecho de muerte, frase henchida de doloroso amor, pero también de liberación. El recuerdo de las personas a las que se ha querido tanto siempre queda, incluso más allá de la muerte, que es el tiempo finalizado, hilo conductor del film. Aún así el reloj sigue funcionando. El tiempo acaba, pero sigue en otras vidas con su tic-tac eterno. Siempre el tiempo. Maravillosa película.

Hay personas que son madres
Hay personas que saben de botones,
hay personas que les gusta Shakespeare
Hay personas que nunca serán como antes después de ver esta magistral película. ¡ Buenas noches, Benjamin !