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Críticas ordenadas por utilidad
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10
24 de junio de 2020
24 de junio de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sencillamente, una delicia. Pierfrancesco Diliberto (PIF a partir de ahora) deslumbró a Italia y al resto de Europa (menos a la crítica española, siempre encandilada ante el cadáver del cine de Hollywood) con este su primer trabajo como director, por un detalle impresionante y elemental: la increíble originalidad de su propuesta, basada nada menos que en las fechorías y personajes de la Mafia siciliana durante las décadas más activas del siniestro colectivo, es decir, las de 1980 y 1990... pero dejando los principales papeles a dos criaturas en plena infancia.
Articular una historia atractiva con semejante entramado por delante parecía imposible, habida cuenta de la enorme filmografía que, con mejor o peor acierto, salió de los platós en la meca del cine en forma de espléndidas cintas cuyo listado sería demasiado prolijo.
El segundo sobresaliente de PIF se ubica en el tratamiento de un asunto tan oscuro, complejo y sanguinario, situándolo en Palermo, capital de la isla de Sicilia, narrando con encantadora comicidad una historia de amor entre un niño y una niña en una escuela de la ciudad. Arturo, protagonista masculino del romance, no es correspondido por Flora en los inicios del enamoramiento, mientras la tremenda curiosidad del chaval le va implicando en una divertida trama de situaciones que solo podrían suceder en Palermo.
A pesar de la crudeza de las matanzas de políticos, militares, jueces y miembros de la propia "cosa nostra", que se van entrelazando a medida que los niños crecen, PIF brinda al espectador un cóctel mágico de verosimilitud, ingenio, fantasía, tragicomedia y realismo, en tanto los jovencísimos Romeo y Julieta de la historia se ven separados repentinamente ante las amenazas que recibía el padre de la niña.
El tercer encanto radica en la solidez de esa batalla contra el tiempo, que no quiebra los sentimientos de ambos protagonistas, encarnados obviamente por nuevos actores cuya fisonomía cuida el realizador (que asume el papel de Arturo, ya adulto) con un acierto indiscutible.
El 10 que otorgo a "La Mafia solo mata en verano" radica en todo lo apuntado más los testimonios visuales y reales de aquellos crímenes, de aquellas venganzas y atentados, en los que aparecen los líderes políticos de la Italia de aquellas décadas, aunque ninguna voz les califica.
Otro meritorio detalle es el hecho de que PIF se permita el lujo de colocar a los protagonistas del romance entre aquellas multitudes que asisten a funerales y concentraciones, al utilizar, como Woody Allen en la formidable "Zelig", un cromatismo y calidad exactas a aquellos reportajes. Nunca una serie de TV tuvo una sinopsis tan certera.
Resumiendo y repitiendo: una delicia.
Articular una historia atractiva con semejante entramado por delante parecía imposible, habida cuenta de la enorme filmografía que, con mejor o peor acierto, salió de los platós en la meca del cine en forma de espléndidas cintas cuyo listado sería demasiado prolijo.
El segundo sobresaliente de PIF se ubica en el tratamiento de un asunto tan oscuro, complejo y sanguinario, situándolo en Palermo, capital de la isla de Sicilia, narrando con encantadora comicidad una historia de amor entre un niño y una niña en una escuela de la ciudad. Arturo, protagonista masculino del romance, no es correspondido por Flora en los inicios del enamoramiento, mientras la tremenda curiosidad del chaval le va implicando en una divertida trama de situaciones que solo podrían suceder en Palermo.
A pesar de la crudeza de las matanzas de políticos, militares, jueces y miembros de la propia "cosa nostra", que se van entrelazando a medida que los niños crecen, PIF brinda al espectador un cóctel mágico de verosimilitud, ingenio, fantasía, tragicomedia y realismo, en tanto los jovencísimos Romeo y Julieta de la historia se ven separados repentinamente ante las amenazas que recibía el padre de la niña.
El tercer encanto radica en la solidez de esa batalla contra el tiempo, que no quiebra los sentimientos de ambos protagonistas, encarnados obviamente por nuevos actores cuya fisonomía cuida el realizador (que asume el papel de Arturo, ya adulto) con un acierto indiscutible.
El 10 que otorgo a "La Mafia solo mata en verano" radica en todo lo apuntado más los testimonios visuales y reales de aquellos crímenes, de aquellas venganzas y atentados, en los que aparecen los líderes políticos de la Italia de aquellas décadas, aunque ninguna voz les califica.
Otro meritorio detalle es el hecho de que PIF se permita el lujo de colocar a los protagonistas del romance entre aquellas multitudes que asisten a funerales y concentraciones, al utilizar, como Woody Allen en la formidable "Zelig", un cromatismo y calidad exactas a aquellos reportajes. Nunca una serie de TV tuvo una sinopsis tan certera.
Resumiendo y repitiendo: una delicia.

7,1
9.067
6
14 de abril de 2019
14 de abril de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Hollywood, la Meca del Cine, se suele utilizar la expresión "Mafia gay", “Velvet Mafia” "Mafia de terciopelo" o "Lavande Mafia”, al colectivo profesional que domina buena parte de la industria del séptimo arte, bajo la pátina de la normalidad laboral y la ausencia de exclusiones, desde un supuesto mundo de tolerancia que no soporta a los que no aceptan esa “orgullosa dictadura”.
Parece algo duro, pero cuando los medios descubren a aquellos realizadores, productores, guionistas o simplemente personas influyentes en aquel emporio de sueños y millones, que han perpetrado decenas o tal vez cientos de abusos sexuales sobre actrices o actores, guionistas o asesoras, acostumbran a relegar los abusos relacionados con profesionales que se han declarado abiertamente homosexuales.
Hoy es poco menos que mentar al Diablo cuando se habla de este problema, y no me refiero a la opción sexual del ser humano, sino a la muralla de silencios que se han levantado en torno a aquella comunidad, por algo que se llama de forma rimbombante "discriminación positiva".
Largo preámbulo para aplaudir este filme repleto de ingenio, ritmo adecuado, escenarios reales e interpretaciones de primer orden. La vida del protagonista, devenido en "viejo verde" en voz de una camarera celosa, enamorada del jardinero que mima los parterres de la mansión donde habita la figura central de la película, se muestra de manera sincera y descarnada, para ceñirse en un hecho irremediable. Hasta en la tercera edad uno puede enamorarse de un Adonis y llorar sabiendo que la muerte anda muy cerca.
En este siglo XXI, desde RTVE a Democracy Now, las revelaciones de abusos sexuales cometidos fuera y dentro de Hollywood, forman parte de la homofobia o la paranoia. Para esas plataformas resulta una suerte de equivalente moral del antisemitismo.
¿Podría exhibirse, con idéntico grado de emotividad y compasión, la vida de un realizador que hubiera mantenido relaciones, consentidas o pagadas, impuestas por chantaje, a algunas de las muchas estrellas del firmamento fílmico estadounidense?
Esa es la enorme diferencia de trato hacia una fechoría, en la que las mujeres somos todavía víctimas. Pero la objetividad llama a no confundir pasiòn con agresión, cuando lograr un favor sexual ha sido la protagonista.
Parece algo duro, pero cuando los medios descubren a aquellos realizadores, productores, guionistas o simplemente personas influyentes en aquel emporio de sueños y millones, que han perpetrado decenas o tal vez cientos de abusos sexuales sobre actrices o actores, guionistas o asesoras, acostumbran a relegar los abusos relacionados con profesionales que se han declarado abiertamente homosexuales.
Hoy es poco menos que mentar al Diablo cuando se habla de este problema, y no me refiero a la opción sexual del ser humano, sino a la muralla de silencios que se han levantado en torno a aquella comunidad, por algo que se llama de forma rimbombante "discriminación positiva".
Largo preámbulo para aplaudir este filme repleto de ingenio, ritmo adecuado, escenarios reales e interpretaciones de primer orden. La vida del protagonista, devenido en "viejo verde" en voz de una camarera celosa, enamorada del jardinero que mima los parterres de la mansión donde habita la figura central de la película, se muestra de manera sincera y descarnada, para ceñirse en un hecho irremediable. Hasta en la tercera edad uno puede enamorarse de un Adonis y llorar sabiendo que la muerte anda muy cerca.
En este siglo XXI, desde RTVE a Democracy Now, las revelaciones de abusos sexuales cometidos fuera y dentro de Hollywood, forman parte de la homofobia o la paranoia. Para esas plataformas resulta una suerte de equivalente moral del antisemitismo.
¿Podría exhibirse, con idéntico grado de emotividad y compasión, la vida de un realizador que hubiera mantenido relaciones, consentidas o pagadas, impuestas por chantaje, a algunas de las muchas estrellas del firmamento fílmico estadounidense?
Esa es la enorme diferencia de trato hacia una fechoría, en la que las mujeres somos todavía víctimas. Pero la objetividad llama a no confundir pasiòn con agresión, cuando lograr un favor sexual ha sido la protagonista.

6,7
1.200
8
3 de febrero de 2018
3 de febrero de 2018
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sabido es que Graham Greene trabajó algunos años para el Servicio Secreto de su Majestad la Reina de la Gran Bretaña, solo que no era James Bond, sino un fiel colaborador de las agencias de espionaje britànicas, sin armas espectaculares ni señoras estupendas.
Una experiencia que le dejó, al parecer, un mal sabor de boca, dado el sarcasmo que encierra la historia de James, Jim, Wormold, representante de Phastkleaners en Cuba, vendedor de aspiradoras, abandonado por su esposa, que sólo desea tener una vida tranquila con su hija, una caprichosa jovencita de la que se enamora un capitán de la policía de Batista, que está convencido de que Jim es un espia autèntico.
Una historia rodada con un fino sentido del humor, en la que el servicio de inteligencia británico queda mal parado, pero que deja patente la bestialidad del régimen dictatorial de don Fulgencio Batista.
Al comienzo de la película, la productora y el director lo advierten: "Este filme se rodó pocos meses antes del triunfo de la Revolución".
Una experiencia que le dejó, al parecer, un mal sabor de boca, dado el sarcasmo que encierra la historia de James, Jim, Wormold, representante de Phastkleaners en Cuba, vendedor de aspiradoras, abandonado por su esposa, que sólo desea tener una vida tranquila con su hija, una caprichosa jovencita de la que se enamora un capitán de la policía de Batista, que está convencido de que Jim es un espia autèntico.
Una historia rodada con un fino sentido del humor, en la que el servicio de inteligencia británico queda mal parado, pero que deja patente la bestialidad del régimen dictatorial de don Fulgencio Batista.
Al comienzo de la película, la productora y el director lo advierten: "Este filme se rodó pocos meses antes del triunfo de la Revolución".
30 de mayo de 2021
30 de mayo de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sencillamente, uno de los contados filmes que se atrevieron a denunciar el crimen que constituye la pedofilia reinante en el mundo "democrático", donde sacerdotes, curas, obispos, vejestorios millonarios, profesores, cardenales, estrellas del cine, poderosos productores y managers del imperio del cine, violaban y abusaban sexualmemte de niñas y niños, ante la pasividad sospechosa de las autoridades politicas, poiiciales y estatales.
Junto a la formidable obra de Ladislao Vajda que en español se tituló "El Cebo" (1958), esta británica "NeverTakes Sweets from a Stranger" (registrada en1954 aunque se estrenó en1960), representa una de las cintas más veraces y valientes del pasado siglo.
Al comienzo del filme se advierte: "Esta historia podría haber sucedido en cualquier parte", aunque el escenario es Canadá, donde curiosamente estos días sale a la luz un descubrimiento espantoso: "Los restos de 215 niños de origen amerindio fueron hallados enterrados en un antiguo internado de la Columbia Británica, construido hace más de un siglo para integrar a los indígenas en la sociedad dominante".
Esta película resulta una de las escasas realizaciones que dejan al libre albedrío del espectador/a la verosimilitud de unos hechos que, por desgracia, siguen aflorando en los medios periodisticos sin que los gobiernos del mundo implementen programas de defensa de la infancia, víctima propicia de alineados y psicópatas que cuando pertenecen a la alta burguesía, empresariado, judicatura, ejército, industria cinematográfica, etc,, suelen ser protegidos por aquellos organismos que deberían ser los primeros en denunciar tales crímenes.
Rodada en un sobrio pero pertinente blanco y negro, con actrices y actores de impecable profesionalidad, lejanos al divismo convencional, la película estuvo censurada desde aquel 1954 a 1960 por temor a las reacciones del gobierno ya que la historia contada generó duras discusiones entre la productora y los directores Ciryl Frankel y su colega Robert Hamer, también nacido y formado en el Reino Unido.
Resumiento, una notable aportación cinematográfica sobre una realidad tan estremecedora como verídica.
Junto a la formidable obra de Ladislao Vajda que en español se tituló "El Cebo" (1958), esta británica "NeverTakes Sweets from a Stranger" (registrada en1954 aunque se estrenó en1960), representa una de las cintas más veraces y valientes del pasado siglo.
Al comienzo del filme se advierte: "Esta historia podría haber sucedido en cualquier parte", aunque el escenario es Canadá, donde curiosamente estos días sale a la luz un descubrimiento espantoso: "Los restos de 215 niños de origen amerindio fueron hallados enterrados en un antiguo internado de la Columbia Británica, construido hace más de un siglo para integrar a los indígenas en la sociedad dominante".
Esta película resulta una de las escasas realizaciones que dejan al libre albedrío del espectador/a la verosimilitud de unos hechos que, por desgracia, siguen aflorando en los medios periodisticos sin que los gobiernos del mundo implementen programas de defensa de la infancia, víctima propicia de alineados y psicópatas que cuando pertenecen a la alta burguesía, empresariado, judicatura, ejército, industria cinematográfica, etc,, suelen ser protegidos por aquellos organismos que deberían ser los primeros en denunciar tales crímenes.
Rodada en un sobrio pero pertinente blanco y negro, con actrices y actores de impecable profesionalidad, lejanos al divismo convencional, la película estuvo censurada desde aquel 1954 a 1960 por temor a las reacciones del gobierno ya que la historia contada generó duras discusiones entre la productora y los directores Ciryl Frankel y su colega Robert Hamer, también nacido y formado en el Reino Unido.
Resumiento, una notable aportación cinematográfica sobre una realidad tan estremecedora como verídica.
Documental

6,6
93
Documental
8
22 de septiembre de 2019
22 de septiembre de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni he nacido en los EEUU de Norteamérica ni me hubiera gustado, aunque reconozco que millones de personas iletradas pueden considerar a ese país como "ejemplo de democracia". Allá cada cual con su ignorancia.
Marginalmente a que en la escasa carrera cinematográfica de Aaron Russo no existan filmes que brillen por su éxito de público o premios como el llamado Oscar, este documental está engarzado de forma brillante, como si de un proceso judicial se tratara.
Y es que, en definitiva, el realizador plantea una denuncia contra el estado, basada en un principio tan legítimo como exigir que el gobierno, el senado o la cámara de representantes, aclare a la ciudadanía estadounidense el porqué se le exige a cada trabajador que pague el impuesto sobre la renta, además de las decenas de tributos directos que ha de abonar al estado, sin que hasta la fecha ninguno de esos poderes haya informado sobre cómo se ha utilizado el dinero que se recauda y que abona cada ciudadano/a, aunque hay 60 millones de ellos que se niegan a abonar ese gravamen que genera sendos procesos judiciales.
Lo chusco es que no se ha encontrado un magistrado/a que haya exhibido pública o privadamente LA LEY QUE OBLIGA a pagar ese impuesto.
Marginalmente a que en la escasa carrera cinematográfica de Aaron Russo no existan filmes que brillen por su éxito de público o premios como el llamado Oscar, este documental está engarzado de forma brillante, como si de un proceso judicial se tratara.
Y es que, en definitiva, el realizador plantea una denuncia contra el estado, basada en un principio tan legítimo como exigir que el gobierno, el senado o la cámara de representantes, aclare a la ciudadanía estadounidense el porqué se le exige a cada trabajador que pague el impuesto sobre la renta, además de las decenas de tributos directos que ha de abonar al estado, sin que hasta la fecha ninguno de esos poderes haya informado sobre cómo se ha utilizado el dinero que se recauda y que abona cada ciudadano/a, aunque hay 60 millones de ellos que se niegan a abonar ese gravamen que genera sendos procesos judiciales.
Lo chusco es que no se ha encontrado un magistrado/a que haya exhibido pública o privadamente LA LEY QUE OBLIGA a pagar ese impuesto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Las numerosas entrevistas que se recogen en el documental y las declaraciones de funcionarios y otras personalidades expertas en el tema, dan una sólida credibilidad a la tesis planteada por el ya fallecido Aaron Russo, acerca de la ILEGITIMIDAD con la que el gobierno de los EEUU actúa desde 1913, en que comenzó a exigirse al pueblo el pago de innumerables impuestos.
Merece especial atención la sentencia de un funcionario de la Hacienda Pública: "El dinero que pagan los ciudadanos es utilizado por la Reserva Federal para ayudar a la banca privada".
Una de las respuestas más claras y contundentes que avalan el título del documental recuerda las palabras de Benito Mussolini cuando definió el fascismo como "la perfecta unión entre el poder político y las corporaciones (empresas) privadas, que además controlan los medios de comunicación más poderosos.
Un excelente trabajo que costó a su autor toda clase de censuras, ostracismos y prohibiciones, por haber exigido al gobierno de los EEUU que mostrara al pueblo las leyes que le obligan a pagar el impuesto sobre la renta. Nunca obtuvo respuesta.
Merece especial atención la sentencia de un funcionario de la Hacienda Pública: "El dinero que pagan los ciudadanos es utilizado por la Reserva Federal para ayudar a la banca privada".
Una de las respuestas más claras y contundentes que avalan el título del documental recuerda las palabras de Benito Mussolini cuando definió el fascismo como "la perfecta unión entre el poder político y las corporaciones (empresas) privadas, que además controlan los medios de comunicación más poderosos.
Un excelente trabajo que costó a su autor toda clase de censuras, ostracismos y prohibiciones, por haber exigido al gobierno de los EEUU que mostrara al pueblo las leyes que le obligan a pagar el impuesto sobre la renta. Nunca obtuvo respuesta.
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