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7
27 de enero de 2010
27 de enero de 2010
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos tenemos problemas, da igual lo estúpidos que puedan parecer a un observador imparcial. No tener ropa adecuada para ponerte, no poder conectarte a Internet, no tener dinero para ir al cine, no poder conquistar a la persona que nos gusta… en ese momento parecen cosas terribles. La gran diferencia entre una persona normal que vive en Tanzania y otra que vive en Francia es que los problemas son de otra índole, que pueden parecer más importantes en el primer caso para un observador externo imparcial, pero que en realidad están sujetos a una subjetividad personal tan fuerte, que los efectos que producen pueden llegar a ser devastadores en el estado de ánimo de quien los sufre.
La realidad es que en Europa tenemos la suerte de poder tener adversidades distintas a las que implican directamente nuestra supervivencia a corto plazo, como por ejemplo, los problemas de salud…
Lo primero que habría que preguntarse es, ¿qué es la sanidad? Muchas personas dirían que es un conjunto de servicios médicos que nos dan una solución a un determinado problema inmediato de salud. Y es que la mayoría de las personas solo suelen pensar en el médico cuando tienen un trastorno como un dolor de cabeza, fiebre, una torcedura de tobillo, vómitos…en definitiva, cuando no se encuentran bien. Pero en realidad este concepto va más allá, y comprende la idea de que, además, hay que prevenir esos problemas. Si estos se producen, las personas deben tener distintos niveles de asistencia, ya sea de atención primaria u hospitalaria, para atender correctamente cada una de esas diversas situaciones. Ahora bien, ¿qué ocurriría si ese servicio, que todo el mundo tiene asumido que está en sus derechos básicos, no existiese? ¿Qué ocurriría si ese servicio solo se diese a las personas con mucho dinero y se le negase, aún existiendo, a las personas que no alcanzan ese presupuesto? El resultado a esas preguntas lo tenemos en el sistema de salud norteamericano.
En Sicko, el director Michael Moore se mete de lleno a describir la sanidad de su país natal, de una forma sencilla, directa y manipuladora a veces, pero simplemente brillante. El recorrido y las descripciones que hace, alternando situaciones personales de americanos con declaraciones de personas directamente implicadas en el mundo de la sanidad, añadiéndole su toque personal de excentricidades y razonamientos sencillos de asimilar para un público no muy exigente, completan un filme muy sencillo de ver, y muy recomendable si eres capaz de abstraerte del mensaje político y observar el problema en conjunto.
En definitiva, un paso más en el recorrido reivindicativo de este hombre, que en teoría busca el bien para sus paisanos destapando los problemas de su país, pero que en realidad hace productos de consumo más del gusto del público europeo. Aún así bien merece la pena echarle un vistazo.
La realidad es que en Europa tenemos la suerte de poder tener adversidades distintas a las que implican directamente nuestra supervivencia a corto plazo, como por ejemplo, los problemas de salud…
Lo primero que habría que preguntarse es, ¿qué es la sanidad? Muchas personas dirían que es un conjunto de servicios médicos que nos dan una solución a un determinado problema inmediato de salud. Y es que la mayoría de las personas solo suelen pensar en el médico cuando tienen un trastorno como un dolor de cabeza, fiebre, una torcedura de tobillo, vómitos…en definitiva, cuando no se encuentran bien. Pero en realidad este concepto va más allá, y comprende la idea de que, además, hay que prevenir esos problemas. Si estos se producen, las personas deben tener distintos niveles de asistencia, ya sea de atención primaria u hospitalaria, para atender correctamente cada una de esas diversas situaciones. Ahora bien, ¿qué ocurriría si ese servicio, que todo el mundo tiene asumido que está en sus derechos básicos, no existiese? ¿Qué ocurriría si ese servicio solo se diese a las personas con mucho dinero y se le negase, aún existiendo, a las personas que no alcanzan ese presupuesto? El resultado a esas preguntas lo tenemos en el sistema de salud norteamericano.
En Sicko, el director Michael Moore se mete de lleno a describir la sanidad de su país natal, de una forma sencilla, directa y manipuladora a veces, pero simplemente brillante. El recorrido y las descripciones que hace, alternando situaciones personales de americanos con declaraciones de personas directamente implicadas en el mundo de la sanidad, añadiéndole su toque personal de excentricidades y razonamientos sencillos de asimilar para un público no muy exigente, completan un filme muy sencillo de ver, y muy recomendable si eres capaz de abstraerte del mensaje político y observar el problema en conjunto.
En definitiva, un paso más en el recorrido reivindicativo de este hombre, que en teoría busca el bien para sus paisanos destapando los problemas de su país, pero que en realidad hace productos de consumo más del gusto del público europeo. Aún así bien merece la pena echarle un vistazo.
6
3 de agosto de 2009
3 de agosto de 2009
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos ante un documental del año 1969, en blanco y negro, y sin ninguna voz en off que nos guíe por el camino que marca el realizador. Algo muy atípico en la actualidad, donde lo normal es que los directores, como Michael Moore, aderezen las imagenes recortadas y dispuestas de forma específica con unas palabras críticas que nos inclinen a pensar lo que se pretende que pensemos. Sin embargo Wiseman no necesita narrar nada para mostrar una crítica feroz a la educación estadounidense de finales de los sesenta.
El cine norteamericano está lleno de películas que repiten una y otra vez los tópicos adolescentes, y en este documental descubrimos que muchos de ellos están basados en la cruda realidad. Wiseman nos muestra una sucesión de imágenes, con unas aburridas clases sin ningún tipo de interés didáctico, y donde se humilla a los estudiantes. Las escenas tediosas, donde podemos sentir la misma sensación de frustración que los alumnos en sus pupitres, alternadas con otras más duras, donde podemos ver la rigidez y el despotismo de los educadores, son contínuas, y no dejan de sucederse hasta el final, cuando una profesora, algo emocionada, lee una carta de un graduado en la escuela que está en Vietnam.
En definiva, nos encontramos con un documental interesante y curioso, que en algunos momentos llega a resultar algo aburrido, pero que consigue que el espectador vea las cosas positivas y las miserias de la educación estadounidense de los sesenta. Muy recomendable.
El cine norteamericano está lleno de películas que repiten una y otra vez los tópicos adolescentes, y en este documental descubrimos que muchos de ellos están basados en la cruda realidad. Wiseman nos muestra una sucesión de imágenes, con unas aburridas clases sin ningún tipo de interés didáctico, y donde se humilla a los estudiantes. Las escenas tediosas, donde podemos sentir la misma sensación de frustración que los alumnos en sus pupitres, alternadas con otras más duras, donde podemos ver la rigidez y el despotismo de los educadores, son contínuas, y no dejan de sucederse hasta el final, cuando una profesora, algo emocionada, lee una carta de un graduado en la escuela que está en Vietnam.
En definiva, nos encontramos con un documental interesante y curioso, que en algunos momentos llega a resultar algo aburrido, pero que consigue que el espectador vea las cosas positivas y las miserias de la educación estadounidense de los sesenta. Muy recomendable.

6,6
21.551
6
28 de diciembre de 2009
28 de diciembre de 2009
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las ambiciones y las ilusiones de la infancia desaparecen en nosotros cuando nos convertimos en miembros adultos de la sociedad. Hasta que nos indicaron el camino más correcto, el mundo era muy simple y lo veíamos con sinceridad. Un pequeño universo propio, donde nuestras ilusiones eran lo más importante, tan amplio e inmenso como lo quisiésemos construir. No ganamos nada con el cambio a la realidad, al contrario, perdimos. Debemos volvernos a sentir como esos niños, y superar la barrera de la mediocridad impuesta por nuestro entorno. Pasar la frontera de lo que los demás ven correcto en cada una de las etapas de la existencia, y forjar un futuro propio, con tus objetivos, sin pensar en el dinero, en lo que es adecuado, en el futuro acomodado. Todos somos estudiantes o trabajadores de lo que es correcto, miembros útiles de la sociedad. Nos hemos adaptado a un mundo que nunca fue nuestro. Tenemos que abrirnos paso en este lugar, y volver a encontrar el borde de nuestro antiguo universo. Aquel donde éramos puros y sinceros. Aquel donde no escogíamos profesión a causa del futuro que tuviese o los años que hubiese que dedicarle. Aquel donde tener o no pareja no condicionaba nuestras ganas y lo que realmente pedía nuestra alma. Aquel donde fuimos, durante un tiempo muy escaso, verdaderamente sinceros y libres.
Perdido en esta búsqueda se encuentra un hombre adulto, para el cual la vida carece de la importancia suficiente como para valorar en su justa medida el precio de su propia existencia. Al ser un peligro, no para los demás, si no para si mismo, decide adentrarse en el único sitio donde le pueden proteger contra su mortal enemigo; un centro psiquiátrico. En este lugar, cuando la vereda parece más angosta y oscura al estar rodeada de maleza, súbitamente se abre a un hermoso valle, el cual despierta una parte de sus recuerdos que creía olvidados y que pertenece a un pasado tan difuso como las siluetas que se entreven en un paseo por la niebla un hermoso día de primavera. Su ilusión es ayudar a los demás, su ilusión es hacer a las personas felices asistiéndoles en sus peores momentos, su verdadera ilusión es ser médico.
Perdido en esta búsqueda se encuentra un hombre adulto, para el cual la vida carece de la importancia suficiente como para valorar en su justa medida el precio de su propia existencia. Al ser un peligro, no para los demás, si no para si mismo, decide adentrarse en el único sitio donde le pueden proteger contra su mortal enemigo; un centro psiquiátrico. En este lugar, cuando la vereda parece más angosta y oscura al estar rodeada de maleza, súbitamente se abre a un hermoso valle, el cual despierta una parte de sus recuerdos que creía olvidados y que pertenece a un pasado tan difuso como las siluetas que se entreven en un paseo por la niebla un hermoso día de primavera. Su ilusión es ayudar a los demás, su ilusión es hacer a las personas felices asistiéndoles en sus peores momentos, su verdadera ilusión es ser médico.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El camino no es sencillo. A pesar de su inteligencia y su admirable capacidad de memorización, no tarda en darse cuenda de que la cualidad más importante, que le llevó a emprender la vereda de este noble trabajo, es la única que no se tiene en cuenta para la formación de dichos profesionales. Y es la capacidad de empatía y de ayuda al paciente en uno de los peores momentos de su vida, que es cuando está enfermo o cuando uno de sus seres queridos lo está. Los profesores se dedican a enseñar conceptos técnicos en las clases magistrales, y el contacto con los internos del hospital es totalmente nulo. Lo cual lleva al protagonista de esta historia a embarcarse en una cruzada donde consigue a base de humor, esfuerzo y cariño, demostrar a todos los demás que el hecho de ser médico está mucho más allá de tener los conocimientos necesarios para conocer todas las patologías. Lo importante es hacer que las personas se sientan bien y mejorarles su vida gracias a tu ayuda.
Sin duda, estamos ante película totalmente recomendable, no solo porque esté basada en la historia real de un médico que aún hoy ayuda a las personas como puede, si no porque muestra la profesión de la medicina desde un punto de vista que no suele ser plasmado en la ingente cantidad de series y filmes relacionados con esa profesión.
Sin duda, estamos ante película totalmente recomendable, no solo porque esté basada en la historia real de un médico que aún hoy ayuda a las personas como puede, si no porque muestra la profesión de la medicina desde un punto de vista que no suele ser plasmado en la ingente cantidad de series y filmes relacionados con esa profesión.
2
30 de mayo de 2010
30 de mayo de 2010
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se ven los defectos de un filme se tiende a considerar el entretenimiento personal que le ha proporcionado de forma individual. Hay grandes películas como Braveheart que hay personas que la pueden considerar aburrida, a pesar de su excelente factura. Hay películas menores, como muchas de las comedias del mismo Eddie Murphy, que, a pesar de ser discretas, hacen pasar un buen rato y logran su cometido de forma excelente. Por desgracia también hay películas como esta, que producen, además de un montón de sensaciones negativas, una vergüenza ajena tremenda. Lo qué lleva a un director como Wes Craven a filmar un título como este es un misterio, pero el resultado es el que es, y no hay más vuelta de hoja.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Un vampiro encarnado por Eddie Murphy se infiltra en un barco con la intención de localizar a la hija de otro vampiro, que dejó embarazada a una mortal que huyó a Nueva York. El objetivo de su búsqueda es hacerla caer en el vampirismo, con la difusa intención de no pasar a solas la eternidad.
La historia en si ya es bastante floja, pero su falta de coherencia la acaban de destrozar por completo. ¿Por qué un vampiro tan poderoso no somete a la amada (Angela Bassett) de una forma mucho más directa? ¿Por qué elige como sirviente al humano más inútil e incapaz de la película? ¿La gente en Nueva York es lenta o que situaciones como un perro volando por los aires espontáneamente se considera normal? La lista de despropósitos es tan sumamente innumerable que podrían llenarse cien críticas solo con ellas.
No le pongo un 1 por el respeto que me inspira Eddie Murphy. Pero desde luego que esta debe ser la peor película de su carrera con mucha diferencia.
La historia en si ya es bastante floja, pero su falta de coherencia la acaban de destrozar por completo. ¿Por qué un vampiro tan poderoso no somete a la amada (Angela Bassett) de una forma mucho más directa? ¿Por qué elige como sirviente al humano más inútil e incapaz de la película? ¿La gente en Nueva York es lenta o que situaciones como un perro volando por los aires espontáneamente se considera normal? La lista de despropósitos es tan sumamente innumerable que podrían llenarse cien críticas solo con ellas.
No le pongo un 1 por el respeto que me inspira Eddie Murphy. Pero desde luego que esta debe ser la peor película de su carrera con mucha diferencia.
5
24 de marzo de 2012
24 de marzo de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La religión católica suele dar pie a muchos debates sobre su pasado, presente y futuro. Por desgracia, la mayoría de estos debates se ven empañados por el fanatismo de las posturas que suelen adoptar los interlocutores de los mismos, normalmente escudados en su fe y sus creencias. Esto también suele ocurrir con las producciones que reflejan estos temas tan sumamente delicados. Como dice el dicho, nunca llueve a gusto de todos, y si un filme es crítico con la iglesia, sus defensores se lo tomarán mal, y si la ensalza, los detractores harán lo propio. Pero, ¿qué ocurre cuando se realiza una película como Dogma? Pues que es poco probable que nadie salga contento.
Otro punto para tener en cuenta antes de enfrentarnos a Dogma es que nos encontramos ante una película dirigida por Kevin Smith, el cual ya había demostrado en sus tres producciones anteriores (Clerks, Mallrats y Persiguiendo a Amy) que tiene un estilo de humor extravagante, que a veces cuesta diferenciar si es tremendamente brillante o escandalosamente zafio. Sin embargo gracias al guión de una película como Clerks, bien merece la pena darle la oportunidad a cualquier proyecto encabezado por este hombre. Aunque, desde luego, el nivel de la película baje bastante y sea tremendamente incomparable con el de su obra novel.
Otro punto para tener en cuenta antes de enfrentarnos a Dogma es que nos encontramos ante una película dirigida por Kevin Smith, el cual ya había demostrado en sus tres producciones anteriores (Clerks, Mallrats y Persiguiendo a Amy) que tiene un estilo de humor extravagante, que a veces cuesta diferenciar si es tremendamente brillante o escandalosamente zafio. Sin embargo gracias al guión de una película como Clerks, bien merece la pena darle la oportunidad a cualquier proyecto encabezado por este hombre. Aunque, desde luego, el nivel de la película baje bastante y sea tremendamente incomparable con el de su obra novel.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En este filme, dos ángeles expulsados del cielo ven la oportunidad de que se les perdonen los pecados gracias a una nueva campaña de la iglesia que concede la indulgencia plenaria. El hecho de que puedan revocar una decisión de Dios traería como consecuencia el final de toda existencia, ya que demostraría que Dios es falible. Por lo tanto, el cielo decide mandar al último descendiente de Jesucristo junto con un grupo variopinto de profetas y apóstoles para que detengan a los ángeles, y así evitar la destrucción total de la creación.
El argumento de esta película es muy simple, y el hecho de que tenga que abusar del recurso de Jay y Bob el Silencioso para provocar la carcajada, no dice mucho para bien de la misma. Además, si pretende mostrar una crítica velada, aderezada con toques de humor, contra la iglesia católica, el intento queda en un estrepitoso fracaso. Dejando descontentos tanto a defensores de la misma, como a detractores. Por lo tanto, salvo momentos brillantes del guión de la mano de Kevin Smith, película bastante entretenida para pasar el rato, pero poco más.
El argumento de esta película es muy simple, y el hecho de que tenga que abusar del recurso de Jay y Bob el Silencioso para provocar la carcajada, no dice mucho para bien de la misma. Además, si pretende mostrar una crítica velada, aderezada con toques de humor, contra la iglesia católica, el intento queda en un estrepitoso fracaso. Dejando descontentos tanto a defensores de la misma, como a detractores. Por lo tanto, salvo momentos brillantes del guión de la mano de Kevin Smith, película bastante entretenida para pasar el rato, pero poco más.
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