Coja usted una coctelera, meta un cuarto de The Exorcist (cura descreido que va a asistir a una chica supuestamente endemoniada), mitad de The Blair Witch Project (falso documental cámara en mano con todo el movimiento posible para castigar al espectador), un chorretón de Rosemary's Baby (spoiler), aderécelo con un ambiente sureño americano cocodrilo incluido, marée toda la mezcla... y ya tenemos la enésima película de exorcismos. Decir en su favor que al menos hay trama, que el personaje de Cotton Marcus (pasable), a medio camino entre el Padre Karras y el telepredicador evangelista, está bien construido y se hace creíble; y que la niña a exorcisar (desasosegante Ashely Bell) hace una progresión decente desde la pueblerina inocente a la contorsionista posesa sin necesidad de maquillajes o FX 3D chirriantes que ya sólo son caricaturas del clásico de William Friedkin; y que la trama consigue mantener la atención aunque todo da la sensación de ya visto y de predecible. Sin embargo, como gran parte de los filmes de terror de los últimos años, el desenlace da la sensación de precipitado, de que "hay que terminar la película como sea", dejando una sensación de jarro de agua fría. No es una película redonda, aunque se deja ver.

Cuando era crío devoré toneladas de comics de la Marvel, y entre ellos CAPITÁN AMÉRICA. Y era una adaptación que me producía muchísima desazón por ver si había conseguido recoger el espíritu original del personaje (quizá en algunas tramas pelín facha, pero los tiempos eran los que eran). Y decir que, a pesar de las lógicas licencias que se toma la película a la hora de pasar la iconografía del papel a la imagen en movimiento, el resultado es más que aceptable. La historia del "skinny" chavalito patriota que quiere servir a su país a pesar de sus taras físicas y que entra a formar parte del experimento del Ejercito de un suero del Supersoldado para convertirse en el heroe de las barras y estrellas y el escudo circular de Vibranium no sólo está narrado con eficiencia, sino incluso con brillantez. Quizá la película flojea a la mitad, con el Capi convertido en ridículo reclamo para bonos y una floja 'love story' que carece de química, pero emerge de nuevo una vez retomada la amenaza inicial del maloso habitual con ínfulas de dictador, alcanzando el apoteósico climax final con explosiones, peleas y todo lo que se espera de una producción así. Chris Evans está mucho más creible cono Steve Rogers que en su absurda encarnación marveliana de Johnny Storm, Hugo Weaving borda su megalomaniaco Craneo Rojo, Haley Atwell sale y ya está, y secundarios de lujo como Tommy Lee Jones y Stanley Tucci dan peso y credibilidad a sus roles, componiendo lo que es: un cómic de aventuras y un paso en el desarrollo del proyecto de La Casa de las Ideas cinematográfica que concluirá en THE AVENGERS. Música correcta, ambientación de los 40's soberbia, buenos efectos especiales... Entretenida

LA JOVEN DEL AGUA es un cuento. Y como tal hay que tomarlo. Si nos tragamos pestiños infumables como HANSEL Y GRETEL - CAZADORES DE BRUJAS o BLANCANIEVES Y LA LEYENDA DEL CAZADOR, por qué no tomarnos en serio una actualización de los miedos que acompañaban a esas historias nocturnas contadas antes de dormir, con todos sus componentes de magia pero trasladados a la época actual. Paul Giamatti compone de manera soberbia un personaje diario, un conserje de un edificio de apartamentos al que de repente lo imposible lo visita en forma de ninfa (quizá rechina un poco la facilidad con la que asume el protagonista la condición feerica de la visitante, pero no olvidemos que los cuentos tienen sus propias reglas). A partir de ahí, personajes pertenecientes al día a día más normal se van convirtiendo en la cohorte legendaria (el propio Shyamalan convertido en uno de ellos) que conseguirá devolver a su lugar a las fuerzas del bien en contra de las fuerzas del mal. Hipnótica Bryce Dallas Howard en su acuático papel, acompañada por una galería de secundarios delirantes con frases exquisitas, propios de las películas del director. Quizá la resolución, por previsible, se queda floja en un intento de apoteosis que no se llega a consumar. Soberbia la música de James Newton Howard, casi el 50% de la magia de la película. Interesante.-

No conocía INFECTADOS, pero siempre me gusta ver trabajos de directores españoles que se enfrentan al reto de rodar allende nuestras fronteras. El primer trabajo de los hermanos Pastor se aparta de las películas (convencionales y recientes) de infecciones y se acerca más a las intenciones de una road movie donde la pandemia que está asolando America (y supuestamente el mundo) es la excusa para presentar a unos personajes sobre cuatro ruedas; aquí nada se explica y es una de sus cualidades positivas: la triste probabilidad verista de que ante una infección descontrolada el género humano se vaya extinguiendo silenciosamente, como una emisora de radio que se apaga en la lejanía. No se recrea en los detalles gore y sí en una excelente fotografía. Y ahí termina todo: los cuatro protagonistas están desdibujados, faltos de personalidad (a excepción de Chris Pine, que aparte de componer un rol bastante odioso pasa de una incongruencia a otra hasta el punto de desear su muerte de una vez). El interés decae, y finalmente el filme queda como un ejercicio de poética desesperanza, de una película sin héroes ni hechos gloriosos ni apocalípticos, en un quiero y no puedo, en un metraje cuyos últimos minutos se ven con desgana y en un aprobado raspado por el elegante conjunto pero flojo de contenido.-

He vuelto a ver THE SHINING en VO. Para quien sólo conozca esta película en su horrorosa (con permiso de Carlos Saura) versión doblada, recomiendo encarecidamente su visionado en lenguaje original (yo no veo cine de otra forma). Una auténtica maravilla

Yo sí he leído la novela original de Stephen King (otro dios en mi olimpo particular) y aunque la película hace una adaptación muy libre (salvajemente libre) de la mitad y final de la novela, Stanley Kubrick borda la caída de Jack Torrance a los infiernos en su aparentemente fácil empleo de cuidar un imponente hotel durante los meses de invierno (el Overlook Hotel, con sus alfombras geométricas, sus ángulos simétricos y sus perspectivas caballeras, convertido en un personaje más de la película; es más, en EL PERSONAJE). Es cierto que desde la primera escena en la entrevista de trabajo, el arqueo habitual de cejas de Jack Niholson hubiera hecho dudar sobre su contratación a cualquier entrevistador. Pero salvando que Barry Nelson (un clásico de Hollywood en su breve papel de director del hotel) necesitaba meter antes de irse de vacatas a cualquier pardillo como vigilante en un establecimiento donde un pirado se había cargado a su mujer e hijas, la progresión de la posesión/locura del padre de familia venido a asesino psicópata está tremendamente conseguida. Aquí no dominan los sustos y los escenarios oscuros, sino el terror psicológico y la presencia de 'algo' en los abandonados pasillos del hotel que va haciéndose palpable minuto a minuto, despertado por 'El Resplandor' que posee Danny Torrance

Kubrick en estado puro; hasta me he reconciliado con Shelley Duvall. Y que decir del niño Danny Lloyd. Y de Scatman Crothers. Y de Jack Nicholson, que es dios (su cara asomando en la puerta astillada es de antología). Y la fotografía. Y la música. Y... ufff. Hay que verla. Imprescindible.-