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6,6
31.106
10
25 de junio de 2018
25 de junio de 2018
42 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director Ari Aster desde su “comienzo en miniatura” y un prólogo brillante en forma y fondo, aborda la historia siendo plenamente consciente de que eso es lo único pequeño que vamos a ver durante todo el metraje, haciéndonos testigos del nacimiento de un clásico cinematográfico instantáneo y un refrescante y delicioso trago en el género, donde todo es destacable. Desde su excelente iluminación y su milimetradamente intimista y perturbadora puesta en escena, hasta sus (y digo sus porque hay más de uno) extraordinarios giros de guión que hacen de ella, no sólo una obra maestra del género de terror, sino una experiencia cinematográfica disfrutable a todos los niveles.
Las imágenes de angustia no permiten concesiones, se suceden ante nosotros sin darnos apenas tiempo de articular lo que acabamos de ver y no se limita a una vulgar ducha de sustos en la que se necesita echar mano de un portazo cada treinta segundos para provocar sobresaltos baratos. Este tipo de horror es comparable a un virus que va infectando lentamente cada milímetro de tu cuerpo, provocando una parálisis completa de pies a cabeza mientras asistimos a una experiencia única, imprevisible, bizarra y completamente perturbadora que llega hasta el tuétano golpeándote por dentro y arrastrándote al abismo de forma despiadada para hacer que te sobrecojas justo en el momento en que nuestro director se propone que lo hagas. Me vienen a la memoria películas como “La semilla del diablo” de Polanski o “El Resplandor” de Kubrick, hay aun más referencias a este último. Desde su interpretación subjetiva de lo que vemos y su cámara fija que se acerca lentamente haciendo zoom sobre un punto, hasta su angustiosa banda sonora que funciona como perfecto hilo narrativo aumentando aun más los decibelios. Aunque no estaría bien compararla con ninguna otra película porque esta busca su propio camino para que podamos tomarla como referencia dentro de muchos años.
No puedo olvidarme de mencionar el espléndido trabajo a nivel actoral, donde sus protagonistas dan a sus personajes una profundidad psicológica de una precisión quirúrgica. Pero lo de Toni Collette son palabras mayores. El Pavor que evoca un primer plano suyo, vale más que carreras enteras de otros intérpretes.
Un consejo pues: No te la pierdas. Puede que dentro de muchos años cuentes a tus hijos que fuiste al cine para ser testigo de este clásico de terror del que todo el mundo ya siempre hablará. ¡No has visto nada igual!
Las imágenes de angustia no permiten concesiones, se suceden ante nosotros sin darnos apenas tiempo de articular lo que acabamos de ver y no se limita a una vulgar ducha de sustos en la que se necesita echar mano de un portazo cada treinta segundos para provocar sobresaltos baratos. Este tipo de horror es comparable a un virus que va infectando lentamente cada milímetro de tu cuerpo, provocando una parálisis completa de pies a cabeza mientras asistimos a una experiencia única, imprevisible, bizarra y completamente perturbadora que llega hasta el tuétano golpeándote por dentro y arrastrándote al abismo de forma despiadada para hacer que te sobrecojas justo en el momento en que nuestro director se propone que lo hagas. Me vienen a la memoria películas como “La semilla del diablo” de Polanski o “El Resplandor” de Kubrick, hay aun más referencias a este último. Desde su interpretación subjetiva de lo que vemos y su cámara fija que se acerca lentamente haciendo zoom sobre un punto, hasta su angustiosa banda sonora que funciona como perfecto hilo narrativo aumentando aun más los decibelios. Aunque no estaría bien compararla con ninguna otra película porque esta busca su propio camino para que podamos tomarla como referencia dentro de muchos años.
No puedo olvidarme de mencionar el espléndido trabajo a nivel actoral, donde sus protagonistas dan a sus personajes una profundidad psicológica de una precisión quirúrgica. Pero lo de Toni Collette son palabras mayores. El Pavor que evoca un primer plano suyo, vale más que carreras enteras de otros intérpretes.
Un consejo pues: No te la pierdas. Puede que dentro de muchos años cuentes a tus hijos que fuiste al cine para ser testigo de este clásico de terror del que todo el mundo ya siempre hablará. ¡No has visto nada igual!

6,2
31.438
9
23 de mayo de 2016
23 de mayo de 2016
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de esas películas que aparecen cada bastante tiempo y logran sorprenderte en todo su esplendor y originalidad. Una pequeña joya, obra de un director debutante “Robert Eggers” al que sin duda habrá que seguir muy de cerca. Se puede vislumbrar un futuro muy prometedor, pero ahora toca destacar su primer trabajo detrás de las cámaras.
Basada en historias populares de Nueva Inglaterra, “La bruja” es una película tan hermosa como perturbadora, que cuenta la historia de cómo una familia de colonos cristianos se va a vivir muy cerca de un bosque supuestamente maldito y habitado por brujas.
Rodada con una elegancia y una sutileza exquisitas en cada plano, y con un delicado cuidado de la atmósfera, en versión original gana muchísimo, este film no precisa de trucos baratos ni recurrir a golpes de efecto redundantes para provocar en nosotros una sensación de malestar tan desagradablemente incómoda que creeremos tener la necesidad de apartar la vista de la pantalla en cualquier momento, pero que con la misma fuerza y firmeza no lo haremos porque nos atrapa desde el principio. No nos produce tanto pavor lo que vemos, como la manera tan descabelladamente sutil en la que su director juega con nosotros haciéndonos creer que vamos a ver algo que no deberíamos, dejándonos petrificados con una catarata de imágenes que nos sorprenderá y hará temblar de principio a fin. Pero no se detiene ahí, “La bruja” nos plantea todo tipo de dilemas morales y religiosos tan terroríficos que el estremecimiento que nos produce la idea de un bosque habitado por el mal no será mayor que el que sentiremos con la familia que habita fuera de él.
Un reparto en estado de gracia donde todos están espléndidos, con unas interpretaciones llevadas a cabo por una intensísima perfección, hacen de esta película algo tan sublime como inesperado.
Brillante debut de un autor que rebosa originalidad, paciencia y buen pulso para contar historias y filmar escenas para el recuerdo tan originales como oníricas.
Aviso a navegantes: intentad contener la respiración los primeros cinco minutos de película ¡Monstruosamente inquietantes!
Basada en historias populares de Nueva Inglaterra, “La bruja” es una película tan hermosa como perturbadora, que cuenta la historia de cómo una familia de colonos cristianos se va a vivir muy cerca de un bosque supuestamente maldito y habitado por brujas.
Rodada con una elegancia y una sutileza exquisitas en cada plano, y con un delicado cuidado de la atmósfera, en versión original gana muchísimo, este film no precisa de trucos baratos ni recurrir a golpes de efecto redundantes para provocar en nosotros una sensación de malestar tan desagradablemente incómoda que creeremos tener la necesidad de apartar la vista de la pantalla en cualquier momento, pero que con la misma fuerza y firmeza no lo haremos porque nos atrapa desde el principio. No nos produce tanto pavor lo que vemos, como la manera tan descabelladamente sutil en la que su director juega con nosotros haciéndonos creer que vamos a ver algo que no deberíamos, dejándonos petrificados con una catarata de imágenes que nos sorprenderá y hará temblar de principio a fin. Pero no se detiene ahí, “La bruja” nos plantea todo tipo de dilemas morales y religiosos tan terroríficos que el estremecimiento que nos produce la idea de un bosque habitado por el mal no será mayor que el que sentiremos con la familia que habita fuera de él.
Un reparto en estado de gracia donde todos están espléndidos, con unas interpretaciones llevadas a cabo por una intensísima perfección, hacen de esta película algo tan sublime como inesperado.
Brillante debut de un autor que rebosa originalidad, paciencia y buen pulso para contar historias y filmar escenas para el recuerdo tan originales como oníricas.
Aviso a navegantes: intentad contener la respiración los primeros cinco minutos de película ¡Monstruosamente inquietantes!
6
28 de octubre de 2016
28 de octubre de 2016
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La crítica está atizando de lo lindo al gigante, hablan de un Steven Spielberg soso y repetitivo y puedo entender que, como a mí, la gente esté un pelín harta de tanta sensiblería por su parte, porque si has visto alguna de sus películas desde que entramos en el último siglo, ya sabes cómo va a acabar antes de sentarte a verla. Echo mucho de menos al creador de películas como “El diablo sobre ruedas” o “Encuentros en la tercera fase”, que aunque el final de esta última está envuelto por un lazo algo sentimentaloide, no deja de ser una poderosa obra de un autor como pocos, o como ninguno, una película que aun hoy sigue siendo de las mejores en su género, o en su subgénero. Echo de menos al artesano mayúsculo que hila fino en “La lista de Schindler” y “Salvar al soldado Ryan” y no al empalagoso que naufraga en su ausencia de originalidad como en “Always” y “War Horse”, el de finales realmente crudos como “Munich” y no al que busca la lágrima fácil en un final poco realista en el que se reencuentran un padre y un hijo al que se le creía muerto en “La guerra de los mundos”. Pero sé que solo es cuestión de tiempo que Spielberg vuelva a sorprendernos con trabajos más auténticos y de mirada mucho más íntima con su personal sello de lo que realmente es “Un genio”. Aunque en ocasiones, como en “Inteligencia artificial”, también se le acusa injustamente de querer provocar en el espectador ese afectivismo barato, de repetirse en un final blando en vez de dotarlo de más crudeza. Sinceramente creo que gran parte de la crítica no lo entendió o no quisieron entenderlo, porque realmente es uno de los finales más crueles, terroríficos y desoladores que se hayan filmado jamás, el de un niño que espera durante cientos o quizá miles de años inmerso en el fondo del mar, pidiéndole a un hada que no existe, que le conceda el deseo de volver a ver a su madre para sólo poder reunirse con ella una noche más.
“Mi amigo el gigante” también se baña en la piscina de sensiblería de Spielberg, pero hay que verla como lo que es, a veces es mejor dejarse camelar por una trama que simplemente entretenga sin más y que, aunque sigue tropezándose con muchos tópicos, está claro que nuestro director sabe embaucar, y al igual que hizo en su momento con “Hook”, es un trabajo dirigido con mucho cariño y con una bellísima estética a un público en concreto, una superproducción para toda la familia que no engaña, que da justamente lo que propone, ni más ni menos. Una aventura a un mundo de fantasía que está claro que no va a ser la película del año, pero tampoco lo intenta, solo quiere reunir a padres con hijos alrededor del televisor y hacerles disfrutar de la magia que sale de la pantalla y que nadie sabe trasmitir tan bien como Steven Spielberg.
“Mi amigo el gigante” también se baña en la piscina de sensiblería de Spielberg, pero hay que verla como lo que es, a veces es mejor dejarse camelar por una trama que simplemente entretenga sin más y que, aunque sigue tropezándose con muchos tópicos, está claro que nuestro director sabe embaucar, y al igual que hizo en su momento con “Hook”, es un trabajo dirigido con mucho cariño y con una bellísima estética a un público en concreto, una superproducción para toda la familia que no engaña, que da justamente lo que propone, ni más ni menos. Una aventura a un mundo de fantasía que está claro que no va a ser la película del año, pero tampoco lo intenta, solo quiere reunir a padres con hijos alrededor del televisor y hacerles disfrutar de la magia que sale de la pantalla y que nadie sabe trasmitir tan bien como Steven Spielberg.

7,2
57.012
8
9 de marzo de 2017
9 de marzo de 2017
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de “Ghost Rider” y demás bazofia y antes de cubrirse de tantas capas de botox, había un gran actor que nos dejó esta joya para que sus detractores más amnésicos pudieran deleitarse con una interpretación apoteósica, en la que cualquiera que sea el adjetivo que prefiera utilizarse para describirla, será indecible.
Mike Figgis nos maravilla en el que posiblemente sea el mejor trabajo de su carrera, con una historia de amor tan atípica y hermosa, como cruel y descarnada. Una historia en la que su dúo protagonista consigue elevarla a un nivel superior.
Inmortalizado el pobre diablo Ben Sanderson (Nicolas Cage) en su descenso a los infiernos. “No recuerdo si empecé a beber porque me dejó mi mujer, o si mi mujer me dejó porque empecé a beber”. “En Los Ángeles solía quedarme sin alcohol porque como no miraba el reloj me cerraban la tienda”.
Ahora muchos años después de verla por primera vez, no recuerdo si me gustaba tanto Nicolas Cage porque salía en esta película, o esta película me gustaba tanto porque salía Nicolas Cage. ¡Actorazo!
“Leaving Las Vegas”. ¡Hasta el título es perfecto!
Mike Figgis nos maravilla en el que posiblemente sea el mejor trabajo de su carrera, con una historia de amor tan atípica y hermosa, como cruel y descarnada. Una historia en la que su dúo protagonista consigue elevarla a un nivel superior.
Inmortalizado el pobre diablo Ben Sanderson (Nicolas Cage) en su descenso a los infiernos. “No recuerdo si empecé a beber porque me dejó mi mujer, o si mi mujer me dejó porque empecé a beber”. “En Los Ángeles solía quedarme sin alcohol porque como no miraba el reloj me cerraban la tienda”.
Ahora muchos años después de verla por primera vez, no recuerdo si me gustaba tanto Nicolas Cage porque salía en esta película, o esta película me gustaba tanto porque salía Nicolas Cage. ¡Actorazo!
“Leaving Las Vegas”. ¡Hasta el título es perfecto!

6,4
17.039
8
15 de abril de 2016
15 de abril de 2016
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vi por primera vez en el cine hace diez años, y recuerdo que me sentí decepcionado porque me había parecido aburridísima y que alargaban sin ningún tipo de razón cada escena y cada diálogo. Cada momento de la película era un sinsentido y lo único que me había parecido fabuloso era él papel de Matt Damon. Recuerdo sentirme aletargado y malhumorado en todo momento. Pensaba que con la cantidad de buenos actores que trabajaban en esta obra, y que dicha obra iba a ser dirigida por mi actor favorito y del que ya había visto el que fue su debut como director en la acertadísima “Una historia del Bronx”, y puesto que el tema que había elegido para su segunda película detrás de las cámaras era un proyecto muy ambicioso e interesantísimo, sabía que Bob no me iba a defraudar. Pero no fue así, se convirtió en una de las películas más soporíferas y tediosas que había visto en mi vida.
Hoy la he vuelto a ver y me he llevado una sorpresa enorme. No comprendo que fue lo que en su momento me resultó tan inapetente, tan cansino. Es cierto que aportan muchos datos y que puede que tengamos que verla más de una vez para poder entender mejor ciertos momentos de la historia. Pero lo que en su día me había hastiado tanto, ahora me encantaba, rodada con una delicadeza y una elegancia exquisita, cada plano que veía me entusiasmaba y tenía la sensación de que la película había sido dirigida por alguien mucho más curtido en el mundo de la dirección y no por aquel que solo tiene dos películas como director en su curriculum, pero es que los genios hacen bien todo lo que se proponen. Esta mirada aterradora, fría y renovada al mundo de los espías es maravillosa. Con una imagen cuidada con mucho mimo, llena de silencios que matan y de celosas y oscuras miradas perpetradas por un impasible Matt Damon, sublime en el papel de jefe y fundador de la CIA que no se fía ni de su propia sombra, contenido con una precisión quirúrgica en todo momento, nos regala una majestuosa interpretación que debería de ser recordada por todos aquellos que dicen ser amantes del cine.
Formidable como siempre John Turturro, actor más acostumbrado a un rol de secundario pero no por ello menos importante, es sin duda una garantía, es sin duda ¡uno de los grandes!
Volveré a querer verla dentro de un tiempo seguramente, pero de momento me quedo con esta segunda reposición de una magistral película con sabor a clásico.
¡Desgarradora! ¡Bella! ¡Cruel! ¡Brillante!
Hoy la he vuelto a ver y me he llevado una sorpresa enorme. No comprendo que fue lo que en su momento me resultó tan inapetente, tan cansino. Es cierto que aportan muchos datos y que puede que tengamos que verla más de una vez para poder entender mejor ciertos momentos de la historia. Pero lo que en su día me había hastiado tanto, ahora me encantaba, rodada con una delicadeza y una elegancia exquisita, cada plano que veía me entusiasmaba y tenía la sensación de que la película había sido dirigida por alguien mucho más curtido en el mundo de la dirección y no por aquel que solo tiene dos películas como director en su curriculum, pero es que los genios hacen bien todo lo que se proponen. Esta mirada aterradora, fría y renovada al mundo de los espías es maravillosa. Con una imagen cuidada con mucho mimo, llena de silencios que matan y de celosas y oscuras miradas perpetradas por un impasible Matt Damon, sublime en el papel de jefe y fundador de la CIA que no se fía ni de su propia sombra, contenido con una precisión quirúrgica en todo momento, nos regala una majestuosa interpretación que debería de ser recordada por todos aquellos que dicen ser amantes del cine.
Formidable como siempre John Turturro, actor más acostumbrado a un rol de secundario pero no por ello menos importante, es sin duda una garantía, es sin duda ¡uno de los grandes!
Volveré a querer verla dentro de un tiempo seguramente, pero de momento me quedo con esta segunda reposición de una magistral película con sabor a clásico.
¡Desgarradora! ¡Bella! ¡Cruel! ¡Brillante!
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