You must be a loged user to know your affinity with Alberto Fijo
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred
5
7 de abril de 2009
7 de abril de 2009
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
300 lleva al cine el cómic book homónimo de Frank Miller (Maryland, EE.UU., 1957). Lo publicó en 1998 el sello norteamericano Dark Horse, en cinco entregas. "Cuando vi El León de Esparta (The 300 Spartans, Rudolph Maté, 1962), lo que vi, más allá de ser un niño que veía todas esas capas rojas y esos chulísimos cascos corintios, fue mi primer contacto con una historia donde se planteaba la noción del sacrificio heroico. Hasta aquel momento -ha declarado Miller- para mí los héroes siempre habían sido gente que hacía lo que había que hacer y que recibía una medalla y una ovación. Nunca había visto una historia en la que alguien hiciera lo que había que hacer y le costara la vida. [...] Siempre he encontrado fascinante cómo las sociedades libres dependen de sus dictaduras internas para protegerse. Es decir, cuando estamos en peligro no enviamos al Congreso de los Estados Unidos, enviamos a los marines, que están entrenados y jerarquizados como los habitantes de un estado totalitario. Pero son nuestra línea de defensa, los necesitamos. Es uno de los aspectos paradójicos de esta historia que me encanta, que los menos democráticos de los griegos estuvieran defendiendo la democracia".
Estas reflexiones de Miller sobre su trabajo son muy útiles para acercarse a la película que, exceptuando los pasajes eróticos protagonizados por la mujer de Leonidas que Zack Snyder ha decido incluir, es muy fiel al original. Miller diseñó un cómic parco en palabras con un relato visual muy poderoso, por el dinamismo del dibujo, por la hábil secuencia narrativa y por el expresionista uso del color. En su empeño de fidelidad, la película de Snyder (Amanecer de los muertos) se resiente de la baja calidad de los textos de Miller, de sus extralimitaciones maniqueas, de unos personajes con poquísimo recorrido y de un discurso elemental, con una épica de camiseta negra y barba de dos días y medio.
El que no conozca el cómic acusará los saltos en la narración, las altisonancias, el retrato ridículo de los persas y esa violencia coreografiada a cámara lenta según los cánones de Peckinpah. Mientras Snyder (Wisconsin, 1966) pasea Wathmen por las salas de cine, yo me quedo con la impresión de que 300 es una película pesadita.
Estas reflexiones de Miller sobre su trabajo son muy útiles para acercarse a la película que, exceptuando los pasajes eróticos protagonizados por la mujer de Leonidas que Zack Snyder ha decido incluir, es muy fiel al original. Miller diseñó un cómic parco en palabras con un relato visual muy poderoso, por el dinamismo del dibujo, por la hábil secuencia narrativa y por el expresionista uso del color. En su empeño de fidelidad, la película de Snyder (Amanecer de los muertos) se resiente de la baja calidad de los textos de Miller, de sus extralimitaciones maniqueas, de unos personajes con poquísimo recorrido y de un discurso elemental, con una épica de camiseta negra y barba de dos días y medio.
El que no conozca el cómic acusará los saltos en la narración, las altisonancias, el retrato ridículo de los persas y esa violencia coreografiada a cámara lenta según los cánones de Peckinpah. Mientras Snyder (Wisconsin, 1966) pasea Wathmen por las salas de cine, yo me quedo con la impresión de que 300 es una película pesadita.

6,6
24.669
6
16 de abril de 2009
16 de abril de 2009
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estrenada en la sección oficial de Cannes en mayo de 2007, la novena película del director chino llega a España con un retraso verdaderamente difícil de entender. Kar-Wai ha rodado en Estados Unidos con un brillante reparto de aquel país y la colaboración en el guión de Lawrence Block, un anciano escritor norteamericano, autor de novelas de crímenes. La historia sigue los pasos de una joven que ha sufrido un revés afectivo y va tropezando con otros damnificados: el dueño de un bar, un policía alcohólico y una jugadora de cartas.
My Blueberry Nights es una cinta con evidentes problemas narrativos. Kar-Wai no se lo ha debido poner fácil a su estrecho colaborador William Chang, que no logra acercarse a los resultados excepcionales logrados en el genial montaje (en buena medida a base de tijeretazos) y el fascinante diseño de producción de In the Mood for Love.
La película tiene todas las constantes del cine previo de Kar-Wai, un director tremendamente situacional, capaz de lograr momentos inspiradísimos, pero muy poco dotado para hacer progresar una historia y administrar sus resortes dramáticos.
Verdaderamente hay mucho sabor en el especioso cine de Kar-Wai, muy bien iluminado y con una planificación de un intenso magnetismo melancólico, que se refuerza con una música evocadora y desleída, que resbala por la relojería de los corazones rotos, al tiempo ralentizado de los sentimientos defraudados y las pasiones que se apagan.
Continua en el spoiler (falta de espacio)
My Blueberry Nights es una cinta con evidentes problemas narrativos. Kar-Wai no se lo ha debido poner fácil a su estrecho colaborador William Chang, que no logra acercarse a los resultados excepcionales logrados en el genial montaje (en buena medida a base de tijeretazos) y el fascinante diseño de producción de In the Mood for Love.
La película tiene todas las constantes del cine previo de Kar-Wai, un director tremendamente situacional, capaz de lograr momentos inspiradísimos, pero muy poco dotado para hacer progresar una historia y administrar sus resortes dramáticos.
Verdaderamente hay mucho sabor en el especioso cine de Kar-Wai, muy bien iluminado y con una planificación de un intenso magnetismo melancólico, que se refuerza con una música evocadora y desleída, que resbala por la relojería de los corazones rotos, al tiempo ralentizado de los sentimientos defraudados y las pasiones que se apagan.
Continua en el spoiler (falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Pero en esta película el encanto va y viene, no se crea una atmósfera sostenida. No hay esa fascinación de la puesta en escena y el vestuario, de la danza de cuerpos y almas, que existían en In the Mood for Love. Es como si las precisas herramientas orientales que usa Kar-Wai para armar thrillers amorosos no fueran las adecuadas para montar esta historia de soledades según los patrones del American way of (sad) life.
En el reparto brilla la contundencia de una estrafalaria Natalie Portman y sorprende la elección de la cantante Norah Jones, que debuta como actriz en un papel protagonista que, a mi juicio, le viene grande. Lo de Jude Law tampoco tiene mucha lógica, con un personaje mal desarrollado, mal administrado y muy discretamente interpretado.
Hay un segmento verdaderamente flojo. Lo protagonizan un muy poco creíble David Strathairn y una seductora Rachel Weisz, que deja a alelados -vaya si se nota- a Kar-Wai y a su director de fotografía Darius Khondji. En general, hay severas arritmias, con unos rótulos que intentan remediar lo irremediable.
Por otra parte, no parece razonable rodar en siete ciudades una película tan hermética, con unos exteriores tasados y de bajo rendimiento, en beneficio de innumerables secuencias en cafeterías, filmadas con unas estrechuras que bordean el manierismo y tienen más de inercia que de justificación argumental. La música ha perdido precisión y suena más enlatada y decorativa, menos esencial.
Kar-Wai se confiesa más escritor que director y no le falta razón. My Blueberry Nights no es una mala película y no tengo ninguna duda en animarles a que la vean, pero a Kar-Wai se le puede pedir más que momentos sublimes (hay un par de ellos) y detalles (las tartas que no gustan, las llaves olvidadas, las cartas devueltas, la factura impagada) de esos que tanto entusiasman a sus valedores.
Será interesante ver cómo se reinventa Kar Wai en su próxima película, La dama de Shanghai, que hará en su ciudad natal, una historia de amor y espionaje que se desarrolla en los años 30 del siglo pasado.
En el reparto brilla la contundencia de una estrafalaria Natalie Portman y sorprende la elección de la cantante Norah Jones, que debuta como actriz en un papel protagonista que, a mi juicio, le viene grande. Lo de Jude Law tampoco tiene mucha lógica, con un personaje mal desarrollado, mal administrado y muy discretamente interpretado.
Hay un segmento verdaderamente flojo. Lo protagonizan un muy poco creíble David Strathairn y una seductora Rachel Weisz, que deja a alelados -vaya si se nota- a Kar-Wai y a su director de fotografía Darius Khondji. En general, hay severas arritmias, con unos rótulos que intentan remediar lo irremediable.
Por otra parte, no parece razonable rodar en siete ciudades una película tan hermética, con unos exteriores tasados y de bajo rendimiento, en beneficio de innumerables secuencias en cafeterías, filmadas con unas estrechuras que bordean el manierismo y tienen más de inercia que de justificación argumental. La música ha perdido precisión y suena más enlatada y decorativa, menos esencial.
Kar-Wai se confiesa más escritor que director y no le falta razón. My Blueberry Nights no es una mala película y no tengo ninguna duda en animarles a que la vean, pero a Kar-Wai se le puede pedir más que momentos sublimes (hay un par de ellos) y detalles (las tartas que no gustan, las llaves olvidadas, las cartas devueltas, la factura impagada) de esos que tanto entusiasman a sus valedores.
Será interesante ver cómo se reinventa Kar Wai en su próxima película, La dama de Shanghai, que hará en su ciudad natal, una historia de amor y espionaje que se desarrolla en los años 30 del siglo pasado.
Más sobre Alberto Fijo
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here