La falta de interés y carisma que destila "The Spirit" seguramente esté derivada de la hipermadurez del cómic, creado por el mítico Eisner ¡en 1940! Si ya es complicado que un personaje tan arcano mantenga su antiguo carisma, el hecho de que alguien que, como se ha dicho, NO puede ser director se ponga tras la cámara tira por tierra las posibilidades de sacar algo bueno de este menjunje.

Central City. El nombre ya lo dice. Con un nivel de personalidad comparable a la de Capital City en Los Simpson, bien podría haberla inventado un niño de la guardería en un taller de cuentos. No tiene absolutamente ningún elemento que sea realmente suyo... salvo uno de los personajes de cómic más trascendentales de la historia. El problema es que una vaga descripción suya, a estas alturas, puede corresponderse con al menos veinte personajes distintos. Es, más que un personaje, un arquetipo encarnado.

Si a esto se le suma la orgía de fotogramas que es el montaje (produce una sensación comparable a la escena de Mr. Increíble siendo bombardeado por cañones que acaban de pillarle saboteando un ordenador), unos diálogos dignos de las primeras series televisivas de Spiderman y una estética que parece disimuladamente reciclada de la reciente "300" (y calcada totalmente de "Sin City"), la cosa se queda con pocas posibilidades de sobresalir realmente entre el poblado catálogo de recientes adaptaciones de cómics, que si bien no son en general obras maestras, al menos se hicieron a tiempo para que los personajes conservaran algo de interés.

Tras cosas como la -de forma no oficial- saga de filmes con nombres acabados en "Movie", "Casi 300" o "Jackass", el viejo estilo humorístico del cacaculopedopisismo con tacos y referencias sexuales insertadas es el punto de mira de muchos cinéfilos cabreados. Aunque sea algo más que obvio, yo sigo confiando en los viejos "maestros" -por llamarlos de alguna forma- del género como J. Carrey, M. Lawrence o el presente R. Schneider para blanquear mi cerebro y pasar un rato agradable con una sucesión de chistes absurdos y estupideces constantes.

Y eso es exactamente lo que aguarda en este producto. Dispuesto a torturar a los lógicos, entretener a los conformistas -entre los que me incluyo- y descojonar a los autistas, Mr. Schneider presenta una historia más trillada que la melodía de Tiburón, una serie de gags estúpidos y sin sentido, y una buena dosis de tacos y chistes escatológicos.

Si no me ha decepcionado, es porque no me esperaba nada.

La tarde del domingo. Ese famoso momento en la rutina de los cinéfilos, usualmente empleado en el visionado de filmes cuya calidad suele ir desde la de productos poco agraciados a la de engendros mal paridos cuyo fin habitualmente reside en causar el deleite de adolescentes salidos.
Este momento, gracias al cual he descubierto sagas como Viernes 13, Pesadilla en Elm Street y Alien, pasando por otras creaciones menos míticas como La Maldición, The Ring y la que me ocupa, Saw, que aparentemente está próxima a unirse al primer grupo.
La mayoría de las series de este tipo son ajustadas en presupuesto y calidad de realización, pero suelen poseer un extraño encanto que me insta a seguirlas.

Saw lo tuvo. Por el mero gusto de ver cómo un tipo tortura a víctimas inocentes con métodos que van de lo inquietante a lo verdaderamente escabroso, he pagado por ver (y adquirir en DVD) toda esta saga, y en las tres primeras entregas, he disfrutado como un enano.
La cuarta ya hizo evidente que los nuevos métodos de tortura de Jigsaw y las historias alrededor de él se estaban convirtiendo en puro relleno.
No puedo evitar echar la vista atrás y rememorar las "entregas malditas" de las sagas antes mencionadas: Jason X, Freddie vs. Jason, Alien 3, El Grito 2, The Ring 2 y ahora... Saw 5.

Para empezar, NO, NO, NO, NO, NO y NO se atan cabos sueltos. Se enredan, se enredan y se hacen un gurruño hasta que se rompen y pasan al catálogo de anécdotas de la saga, no precisamente desierto.
Luego, aunque a alguien esto le pueda parecer una afirmación denotadora de puro sadismo, el gore está suavizado de una forma que creo que hace que el filme pierda mucha de la estética de los anteriores (dónde quedarán lindezas como las cadenas de la tercera), y el final de las torturas resulta más previsible que la victoria de Obama.
Y el final me ha impactado, pero me ha parecido tan descaradamente abierto a secuelas (...) que he decidido intentar creer que la saga se queda sólo en tres partes.

El sentido de la tarde de domingo va perdiéndose. Y el género que anteriormente glorificó este momento está, definitivamente, convirtiéndose en la Izquierda Unida de la industria cinematográfica.

La que me ocupa no es una película muy reseñable que digamos, al menos para quienes hayan leído su sinopsis. La historia que presenta, si bien posee una generosa dosis de tópicos, podría parecer medianamente interesante, pero es extremadamente sencilla y bastante pesada.
Una gran parte del metraje de la que se podría sacar bastante partido se pierde con planos inútiles, momentos que a mí personalmente me dejaron con cara de cuestión, momentos que todos hemos visto al menos una vez (en películas como por ejemplo Batman Begins; ¿adivinan quién es el malo del centro del cartel?) y, en resumen, elementos que no aportan prácticamente nada. Todo esto, unido a lo difícil que resulta comprender la historia, y a su gran capacidad para aburrir a cualquiera, terminan por lastrarla casi completamente.

Aunque ligeramente por encima de producciones similares (ligeramente, repito), no es ni mucho menos una película que, como digo, merezca la pena ni para una tarde de domingo.