You must be a loged user to know your affinity with Uma
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

2,6
212
1
11 de abril de 2010
11 de abril de 2010
68 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una mala película solo sirve para una cosa: para darte cuenta de lo difícil que es hacer cine. El discípulo ha sido estrenada mundialmente hoy en la Mostra de Cinema Llatinoamericà de Lleida. Estaban presentes en la sala el director, Emilio Ruíz Barrachina, los actores Ruth Gabriel, Juanjo Puigcorbé y Joel West, y una leyenda del cine: Marisa Berenson, la protagonista de la mítica Barry Lindon, que se conserva espléndida, y que se ha desplazado hasta la humilde Lleida. Como los otros actores, no había visto la película montada, ésta venía directamente desde el laboratorio. Con semejante quorum respirando el mismo aire que un servidor, las expectativas eran grandes. Además, el director la ha presentado como la primera versión del cine español de la vida de Jesucristo, ha dejado caer que será polémica, y la ha vendido como una visión científica de la vida de cristo, o sea, nada que ver con los evangelios. Pero a los segundos de haberse apagado las luces, el que suscribe ha tenido el mayor ataque de vergüenza ajena de su vida.
Una película que se precie tiene que partir de una base, tiene que utilizar elementos cinematográficos básicos para fabricar una ficción, y a partir de ahí, contar una historia. Aquí, falla ya esa base. Parece sencillamente hecha por aficionados. La fotografía es mala y cambiante, sin una línea cromàtica, el montaje bochornoso (ejemplos: corta panorámicas a lo bestia, cambia de plano a cuento de nada, hay planos que se esfuman sin dar tiempo a verlos, encadena planos por la cara... ¿quien ha montado esto?!!!), la ambientación produce risa: los interiores parecen decorados del Un, Dos, Tres. Y hay detalles incomprensibles: a media película aparece un rótulo, (así, porque le da la gana a alguien) que dice "Tres días después". ¿Después de qué? ¡Pero si nos hemos estado merendando días y semanas durante toda la película sin aviso de nadie! Ha sido el momento cómico de la representación. Y yo me retorcía en el cine de vergüenza ajena, pensando en la pobre Marisa Berenson.
A la media hora, ya se habían marchado la mitad de los espectadores del anfiteatro. Los de platea han aguantado por penita a la Berenson y compañía.
Una película que se precie tiene que partir de una base, tiene que utilizar elementos cinematográficos básicos para fabricar una ficción, y a partir de ahí, contar una historia. Aquí, falla ya esa base. Parece sencillamente hecha por aficionados. La fotografía es mala y cambiante, sin una línea cromàtica, el montaje bochornoso (ejemplos: corta panorámicas a lo bestia, cambia de plano a cuento de nada, hay planos que se esfuman sin dar tiempo a verlos, encadena planos por la cara... ¿quien ha montado esto?!!!), la ambientación produce risa: los interiores parecen decorados del Un, Dos, Tres. Y hay detalles incomprensibles: a media película aparece un rótulo, (así, porque le da la gana a alguien) que dice "Tres días después". ¿Después de qué? ¡Pero si nos hemos estado merendando días y semanas durante toda la película sin aviso de nadie! Ha sido el momento cómico de la representación. Y yo me retorcía en el cine de vergüenza ajena, pensando en la pobre Marisa Berenson.
A la media hora, ya se habían marchado la mitad de los espectadores del anfiteatro. Los de platea han aguantado por penita a la Berenson y compañía.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los que nos hemos quedado, y gracias a la capacidad de adaptación del ser humano, nos hemos reseteado para poder acceder a la película, partiendo, claro está, de otra base. La cuestión era entonces, verle alguna virtud, ¡por el amor de Dios! ¿Que cara íbamos a poner cuando se abrieran las luces? Me ha costado lo mío: los exteriores rodados en Andalucía, son muy bellos, y de vez en cuando, aparecía un plano bueno. El actor principal, Joel West, está bastante decente en el papel, en cambio la Berenson y Ruth Gabriel, son anecdóticas. El avance de la película se deja ver a ratos, aunque hay que decir que todos nos sabemos cosillas de la biblia, con lo que es difícil perder el hilo del argumento (Barrachina casi lo consigue!). ¿Algo más? No sé, no se me ocurre. No me voy a poner a rebuscar. Cuando terminaba se oía a alguien decir "no era tan mala". Pues sí, no por mala la vamos a salvar. Al final resulta que la vemos con mejores ojos porque es mala. Ni hablar.
El mensaje polémico: Jesús no era un santo, lideraba a un grupo de Macabeos armados. No dijo ni la mitad de lo que dicen que dijo. María no era virgen, tenía más hijos. Pilatos (Puigcorbé) se lavó las manos porque las tenía sucias, por nada más. Ah, y fue María quien pagó a Magdalena para que seduciera a Jesus con el fin de apartarle del camino de la perdición. Hoy en día ya nada es polémico, pero si aspira a serlo, el vehículo en que se presenta no preocupará ni a los curas más histéricos: no se alarmen, nadie irá a ver esta película.
Ah, y lo peor de todo. El final, que tiene una cierta belleza visual, está troceado con una conversación de los pesados de los evangelistas que aparecen aquí y allá durante toda la película. El climax de la crucifixión a tomar por el c...
La reflexión final (son los cronistas los que nos contaron una historia que poco se acerca a la realidad), no tiene nada de sorprendente y no puede salvar los muebles.
Barrachina es documentalista (no se si bueno o malo, ni lo quiero saber, la verdad) y la ficción le va grande, grandísima. Esta película solo tiene una utilidad: debería ser obligatoria en las escuelas de cine para que los alumnos aprendan como NO se hace una película.
Mal montaje, mala fotografía, mala ambientación, mal guión (pesado a ratos) y una dirección acelerada, sin pausas, sin ritmo, tan mala, que los planos buenos se hacen ver más. El director ha dicho antes de empezar que puede que la película aun tenga cambios antes de su estreno en las salas el 23 de abril. Lo mejor que puede hacer es desmontarla y montarla de cero otra vez, aunque realmente esto no tiene salvación. Solo un milagro del mismisimo Cristo podría arreglarlo.
Cuando han salido los primeros créditos, antes de que se encendieran las luces del cine, me he esfumano de la sala. No hubiera podido enfrentarme a la señora Berenson
El mensaje polémico: Jesús no era un santo, lideraba a un grupo de Macabeos armados. No dijo ni la mitad de lo que dicen que dijo. María no era virgen, tenía más hijos. Pilatos (Puigcorbé) se lavó las manos porque las tenía sucias, por nada más. Ah, y fue María quien pagó a Magdalena para que seduciera a Jesus con el fin de apartarle del camino de la perdición. Hoy en día ya nada es polémico, pero si aspira a serlo, el vehículo en que se presenta no preocupará ni a los curas más histéricos: no se alarmen, nadie irá a ver esta película.
Ah, y lo peor de todo. El final, que tiene una cierta belleza visual, está troceado con una conversación de los pesados de los evangelistas que aparecen aquí y allá durante toda la película. El climax de la crucifixión a tomar por el c...
La reflexión final (son los cronistas los que nos contaron una historia que poco se acerca a la realidad), no tiene nada de sorprendente y no puede salvar los muebles.
Barrachina es documentalista (no se si bueno o malo, ni lo quiero saber, la verdad) y la ficción le va grande, grandísima. Esta película solo tiene una utilidad: debería ser obligatoria en las escuelas de cine para que los alumnos aprendan como NO se hace una película.
Mal montaje, mala fotografía, mala ambientación, mal guión (pesado a ratos) y una dirección acelerada, sin pausas, sin ritmo, tan mala, que los planos buenos se hacen ver más. El director ha dicho antes de empezar que puede que la película aun tenga cambios antes de su estreno en las salas el 23 de abril. Lo mejor que puede hacer es desmontarla y montarla de cero otra vez, aunque realmente esto no tiene salvación. Solo un milagro del mismisimo Cristo podría arreglarlo.
Cuando han salido los primeros créditos, antes de que se encendieran las luces del cine, me he esfumano de la sala. No hubiera podido enfrentarme a la señora Berenson

5,2
476
6
21 de mayo de 2010
21 de mayo de 2010
50 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Del mismo modo que en las catacumbas de esta web existen críticas brillantes que, desgraciadamente, nadie lee ni leerá jamás, en las catacumbas del cine español hay títulos remarcables que duermen en el olvido. El cine que se hacía en España al principio de los años ochenta llevaba invariablemente la etiqueta de "españolada". Es un periodo oscuro, como el de los Ilergetas, que a penas han dejado huellas de la antigua Iltirda. "Españolada" era un término despectivo, que ha condenado a cientos de películas al ostracismo. Sin embargo, quizás debería rescatarse, visto lo visto. No eran grandes películas (tampoco lo es ésta), pero algunas de ellas, injustamente tratadas, eran películas sinceras y contaban una historia. Aquí se organiza una comedia dramática sustentada por actores estupendos, como Resines, Elias y sobretodo Sacristán. Gran Sacristán, un actor de voz honda, agridulce y precisa, con una capacidad para transmitir con veracidad emociones como pocos. Si bien la peli imita fórmulas que estaban de moda en aquellos años, su factura es auténticamente española. Es una película contenida formalmente, pero con un guión lleno de desparpajo, creíble por su simplicidad y por las buenas actuaciones. Lo que ocurre es siempre importante, no falta ni sobra nada. Y con todo ello, logra su propósito.
Nadie se acuerda de esta película. Hoy viernes la han echado en las catacumbas de la televisión pública (o sea la 2). La he visto yo y unos pocos miles más (siendo generoso). Y después de verla, lo primero que me ha pasado por la cabeza es que las "españoladas" eran películas más buenas o más malas, pero al menos iban a alguna parte, tenían algo de autenticidad. Eso ha desaparecido en el cine español de hoy. Visto en prespectiva, aquel camino que se abrió quizás no era tan malo. Era simple y su creatividad era limitada, pero pertenecía a su tiempo, y era un comienzo. Necesitaba evolucionar de un modo natural. No fue así, no se le dio tiempo. Nos pusimos a imitar lo que hacían otros para ponernos al día. Quizás no fue lo mejor que podíamos hacer. Viendo "Dos mejor que uno", uno echa de menos algo que le fue propio y que ya no existe.
Nadie se acuerda de esta película. Hoy viernes la han echado en las catacumbas de la televisión pública (o sea la 2). La he visto yo y unos pocos miles más (siendo generoso). Y después de verla, lo primero que me ha pasado por la cabeza es que las "españoladas" eran películas más buenas o más malas, pero al menos iban a alguna parte, tenían algo de autenticidad. Eso ha desaparecido en el cine español de hoy. Visto en prespectiva, aquel camino que se abrió quizás no era tan malo. Era simple y su creatividad era limitada, pero pertenecía a su tiempo, y era un comienzo. Necesitaba evolucionar de un modo natural. No fue así, no se le dio tiempo. Nos pusimos a imitar lo que hacían otros para ponernos al día. Quizás no fue lo mejor que podíamos hacer. Viendo "Dos mejor que uno", uno echa de menos algo que le fue propio y que ya no existe.
21 de marzo de 2011
21 de marzo de 2011
44 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué tiempos aquellos, cuando todo estaba todavía por hacer! Esta historia es de aquellas que está allí a la espera para que alguien la coja, y es tan bueno el argumento, que se escribe solo. Debieron ser grandes años aquellos 70 para los cineastas, cuando poco a poco veían que se ampliaban los márgenes y se abría ante ellos un campo enorme de posibilidades, cuando veían que todas las historias estaban allí, esperando para ser contadas.
Creo que hay que situarse en el contexto para valorar la película en todas sus dimensiones. Hoy se habla de transexualidad cuando se comenta "Mi querida señorita", pero creo que no pensaban en eso Armiñán y Borau cuando la escribieron, todavía quedaba un poco lejos. Lo que tenían entre manos era una idea muy buena, y un argumento lleno de morbo. Algunas fases de esta película recuerdan el sugerente final de "Viridiana", cuando Buñuel, con sutileza, dejaba entrever ideas tan escandalosas que la censura no acertaba a verlas. La historia que aquí nos ocupa se encuentra entre lo más morbosillo que éste que suscribe ha visto en su vida. Y lo más genial de todo es que parte de una premisa que es de lo más recatada. Seguramente eso debió decidir a la censura a darle el visto bueno, en realidad ninguno de los personajes hace nada punible para el franquismo, son rectos seguidores de la decencia, pero son personajes que, como piezas de ajedrez, se ven empujadas a situaciones que aun hoy, resultan chocantes. Y precisamente ese recato, amplifica el morbo y da mayor potencia a la historia "emocional" que aquí se cuenta.
La gran virtud de esta película, lo que hace que no envejezca, es que Armiñán se centra en sus personajes. Por eso resulta tan morbosa hoy como hace 40 años. Por eso la película funciona tan bien. La secreta atracción entre la señorita y su doncella es sutil en extremo, para el espectador es más producto de su morbosa imaginación que de lo que realmente aparece en pantalla. Debíó ser una película incómoda de ver para muchos, que debieron sentir ganas de correr al confesionario en pleno visionado por pensamientos impuros. Un acierto, un recato del guión, que al final juega a su favor. La relación entre las dos "mujeres" es irreprochable, y con el avance de la historia, pasa a ser una relacion verdaderamente emocionante por lo que tiene de auténtica: esta contención permite desatar los acontecimientos en la segunda parte de la película, y hacerlo con una coherencia que escucha mucho más a las emociones (también el espectador), que a los hechos. Cuando eso ocurre, no hay ninguna duda, estás ante una gran película, estás ante un ejercicio de hipnosis. Eso es el cine en definitiva.
Creo que hay que situarse en el contexto para valorar la película en todas sus dimensiones. Hoy se habla de transexualidad cuando se comenta "Mi querida señorita", pero creo que no pensaban en eso Armiñán y Borau cuando la escribieron, todavía quedaba un poco lejos. Lo que tenían entre manos era una idea muy buena, y un argumento lleno de morbo. Algunas fases de esta película recuerdan el sugerente final de "Viridiana", cuando Buñuel, con sutileza, dejaba entrever ideas tan escandalosas que la censura no acertaba a verlas. La historia que aquí nos ocupa se encuentra entre lo más morbosillo que éste que suscribe ha visto en su vida. Y lo más genial de todo es que parte de una premisa que es de lo más recatada. Seguramente eso debió decidir a la censura a darle el visto bueno, en realidad ninguno de los personajes hace nada punible para el franquismo, son rectos seguidores de la decencia, pero son personajes que, como piezas de ajedrez, se ven empujadas a situaciones que aun hoy, resultan chocantes. Y precisamente ese recato, amplifica el morbo y da mayor potencia a la historia "emocional" que aquí se cuenta.
La gran virtud de esta película, lo que hace que no envejezca, es que Armiñán se centra en sus personajes. Por eso resulta tan morbosa hoy como hace 40 años. Por eso la película funciona tan bien. La secreta atracción entre la señorita y su doncella es sutil en extremo, para el espectador es más producto de su morbosa imaginación que de lo que realmente aparece en pantalla. Debíó ser una película incómoda de ver para muchos, que debieron sentir ganas de correr al confesionario en pleno visionado por pensamientos impuros. Un acierto, un recato del guión, que al final juega a su favor. La relación entre las dos "mujeres" es irreprochable, y con el avance de la historia, pasa a ser una relacion verdaderamente emocionante por lo que tiene de auténtica: esta contención permite desatar los acontecimientos en la segunda parte de la película, y hacerlo con una coherencia que escucha mucho más a las emociones (también el espectador), que a los hechos. Cuando eso ocurre, no hay ninguna duda, estás ante una gran película, estás ante un ejercicio de hipnosis. Eso es el cine en definitiva.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El amor del guión por los personajes opera un milagro propio de las buenas películas, de los buenos hipnotizadores: los detalles "técnicos" de la historia no son importantes, pueden obviarse, pueden pasarse por alto. Con una película así, la verosimilitud alcanza altas cotas de maleabilidad y da un amplio margen a su director. ¿Por qué Adela no sabe que es un hombre? ¿Como llegó a ocurrir semejante equívoco? Uno se lo pregunta en algún momento, pero Armiñán y Borau saben que no les hace falta perder tiempo dando explicaciones, el espectador ama a los personajes y quiere saber qué les ocurre. Lo demás es secundario.
El argumento de "Mi querida señorita" es de una simplicidad asombrosa. No tiene que proponérselo demasiado para hacer una crítica a la sociedad española del momento. Lo que ocurre es de sentido común, no hay malos, no existe un enemigo visible. Éste es algo abstracto que todos comprendemos. La película se limita a hacer, muy hábilmente, un retrato social sin estridencias que, visto hoy, resulta entrañable y creíble. La señorita Adela Castro, solterona, respetada en la comunidad, haciendo el saque de honor en un partido de futbol, lo dice todo. Y lo hace "a lo Pirri". Algunos momentos de guión de esta película están a la altura del mismísimo Billy Wilder.
Lo que más interesa a Armiñán y Borau es cómo redefine su vida el personaje, cómo Adela Castro se convierte en Juan Castro. La película es simétrica en este aspecto. Al fin y al cabo, es una película sobre la identidad, sobre el miedo a ejercerla, sobre la libertad que proporciona. Y por encima de todo, es una película sobre el amor, que aunque latente, resulta apabullante, sano, valiente, reconfortante, ...
Esta historia estaba allí para que alguien la cogiera. Por suerte fue alguien que supo sacarle mucho partido. Que supo organizarla con un grado de economía, en un ejercicio de síntesis, que la hace brillante a veces, aunque, todo hay que decirlo, pobre otras veces (si no fuera tan escueta, parca y de dirección tan bruta a veces, le hubiera puesto un 9). Como aciertos, los actores. Ya lo han dicho muchas críticas. López Vázquez emociona de arriba a abajo. Y por supuesto el guión. La frase final es la que merecen las grandes películas como ésta. Otra vez, a la altura de Billy Wilder.
Todas las buenas películas tienen, sumergidos, grandes temas, grandes reflexiones humanas, grandes mensajes, y a la vez ofrecen enganches en superficie para atrapar al espectador. En este caso, el enganche es uno de los más potentes del mundo: el morbo.
El argumento de "Mi querida señorita" es de una simplicidad asombrosa. No tiene que proponérselo demasiado para hacer una crítica a la sociedad española del momento. Lo que ocurre es de sentido común, no hay malos, no existe un enemigo visible. Éste es algo abstracto que todos comprendemos. La película se limita a hacer, muy hábilmente, un retrato social sin estridencias que, visto hoy, resulta entrañable y creíble. La señorita Adela Castro, solterona, respetada en la comunidad, haciendo el saque de honor en un partido de futbol, lo dice todo. Y lo hace "a lo Pirri". Algunos momentos de guión de esta película están a la altura del mismísimo Billy Wilder.
Lo que más interesa a Armiñán y Borau es cómo redefine su vida el personaje, cómo Adela Castro se convierte en Juan Castro. La película es simétrica en este aspecto. Al fin y al cabo, es una película sobre la identidad, sobre el miedo a ejercerla, sobre la libertad que proporciona. Y por encima de todo, es una película sobre el amor, que aunque latente, resulta apabullante, sano, valiente, reconfortante, ...
Esta historia estaba allí para que alguien la cogiera. Por suerte fue alguien que supo sacarle mucho partido. Que supo organizarla con un grado de economía, en un ejercicio de síntesis, que la hace brillante a veces, aunque, todo hay que decirlo, pobre otras veces (si no fuera tan escueta, parca y de dirección tan bruta a veces, le hubiera puesto un 9). Como aciertos, los actores. Ya lo han dicho muchas críticas. López Vázquez emociona de arriba a abajo. Y por supuesto el guión. La frase final es la que merecen las grandes películas como ésta. Otra vez, a la altura de Billy Wilder.
Todas las buenas películas tienen, sumergidos, grandes temas, grandes reflexiones humanas, grandes mensajes, y a la vez ofrecen enganches en superficie para atrapar al espectador. En este caso, el enganche es uno de los más potentes del mundo: el morbo.
10
9 de marzo de 2010
9 de marzo de 2010
43 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es única. No creo que se haya abordado antes el tema del amor de un modo tan lúcido y a la vez tan simple. No creo que se haya hecho antes con tanta autenticidad, ni con tanta austeridad. Es un momento de inspiración, lo debió ser cuando fue parida, y lo es para el espectador que conecta con ella. Demuestra que no hace falta más que una cámara para contar algo y proyectar una emoción. Puede que sea precisamente en la simplicidad, en la obligada austeridad con la que el autor tuvo que trabajar para hacerla, donde reside su magia. James Cameron debería ver esta película y comerse con patatas sus millones de Titanic y Avatar, que no le llegan, literalmente, ni a la suela del zapato.
Como en toda buena película, los personajes son fundamentales, y aquí, con un gran trabajo actoral detrás, se nos presentan dos almas de una autenticidad que emociona desde los primeros planos. La empatía con ambos es inmediata. Son tan normales como nosotros, tienen un corazón más o menos bueno, tienen ambos sus pecadillos, sus rincones privados, y están dramáticamente solos. Son tan transparentes que nos llegan al alma. Es un gesto de brillantez por parte del autor el modo en que nos los define. Todos sus actos (por los cuales los conocemos) son intimos y cotidianos, no tienen nada de espectacular. ¿Es que se puede hacer películas con hechos tan cotidianos?, pensaran muchos. Quizás nunca antes se había hecho. Quizás nadie se atreva a hacerlo otra vez. Kieslowki hace la prueba. Quizás solo él tiene el talento para que funcione. La cuestión es que funciona, ¡y como!. Puede que esta sea la gran lección de esta película, lo autentico está, en definitiva, en lo cotidiano, en lo verdaderamente humano, cosas como prepararse un te con prisas, para llegar a tiempo al inicio del mejor momento de un día gris, cosas como dar importancia a la gala de Miss Polonia que ponen en televisión, o los sacrificios del muchacho por estar cerca de su amada: pequeñas cosas, sin batallas, sin enfrentarse a grandes enemigos, sin embargo cosas que se nos antojan gigantescas, y nos muestran la fuerza de sus sentimientos. Y cada uno de esos pequeños gestos cotidianos nos aportan cosas. Los hilos que mueven a los personajes son tan cercanos, que la pelicula se vive como una aventura propia, como si estuvieramos en esas calles polacas, de suburbios soviéticos, donde la belleza parece imposible, como parece imposible en una película tan austera, pero donde brilla quizás mas que nunca. Ese es uno de los mensajes: la belleza no entiende de estética, por paradójico que parezca, está presente en lo más rancio, en lo más rónico, en lo pasado de moda y en lo monótono. Aparece en cualquier parte, y cualquiera, los seres más vulgares, pueden ser protagonistas de la historia más bella jamás contada. Una frase lo resume: "Dices que me amas, entonces, ¿qué es lo que quieres hacer?", dice ella. "No lo se", dice él. No hay filosofía, solo verdad, y por tanto, belleza.
Como en toda buena película, los personajes son fundamentales, y aquí, con un gran trabajo actoral detrás, se nos presentan dos almas de una autenticidad que emociona desde los primeros planos. La empatía con ambos es inmediata. Son tan normales como nosotros, tienen un corazón más o menos bueno, tienen ambos sus pecadillos, sus rincones privados, y están dramáticamente solos. Son tan transparentes que nos llegan al alma. Es un gesto de brillantez por parte del autor el modo en que nos los define. Todos sus actos (por los cuales los conocemos) son intimos y cotidianos, no tienen nada de espectacular. ¿Es que se puede hacer películas con hechos tan cotidianos?, pensaran muchos. Quizás nunca antes se había hecho. Quizás nadie se atreva a hacerlo otra vez. Kieslowki hace la prueba. Quizás solo él tiene el talento para que funcione. La cuestión es que funciona, ¡y como!. Puede que esta sea la gran lección de esta película, lo autentico está, en definitiva, en lo cotidiano, en lo verdaderamente humano, cosas como prepararse un te con prisas, para llegar a tiempo al inicio del mejor momento de un día gris, cosas como dar importancia a la gala de Miss Polonia que ponen en televisión, o los sacrificios del muchacho por estar cerca de su amada: pequeñas cosas, sin batallas, sin enfrentarse a grandes enemigos, sin embargo cosas que se nos antojan gigantescas, y nos muestran la fuerza de sus sentimientos. Y cada uno de esos pequeños gestos cotidianos nos aportan cosas. Los hilos que mueven a los personajes son tan cercanos, que la pelicula se vive como una aventura propia, como si estuvieramos en esas calles polacas, de suburbios soviéticos, donde la belleza parece imposible, como parece imposible en una película tan austera, pero donde brilla quizás mas que nunca. Ese es uno de los mensajes: la belleza no entiende de estética, por paradójico que parezca, está presente en lo más rancio, en lo más rónico, en lo pasado de moda y en lo monótono. Aparece en cualquier parte, y cualquiera, los seres más vulgares, pueden ser protagonistas de la historia más bella jamás contada. Una frase lo resume: "Dices que me amas, entonces, ¿qué es lo que quieres hacer?", dice ella. "No lo se", dice él. No hay filosofía, solo verdad, y por tanto, belleza.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No por austero, Kiesloswski deja de trabajar los planos. Las ideas de composición son en ocasiones sobrecogedoras. La emociones traspasan la pantalla con la misma fuerza con que nos conducen los personajes. Ese diálogo al que me he referido hace un momento, transcurre en un pasillo cochambroso, en la escalera de un edificio igualmente cochambroso. El fondo sobre el que hablan los personajes está compuesto de cristales rojos como rubies. La secuencia tendrá una puesta en escena bien simple, pero no por ello menos intensa, no por ello menos incendiaria. Sucede a esa conversación un plano que, fuera de contexto, sin duda podría resultar de los más extraños que existen en la historia del cine. Sin embargo, la inercia de las emociones, lo convierten en un plano emocionante. Supone la representación visual de un joven al límite de sus fuerzas, cargado con tanta intensidad, que desconoce qué es lo que debe hacer pero que lucha por averiguarlo. Es la representación más atípica jamás vista de un amor puro e incorrupto. No hay otro plano como éste en el cine, ninguno tan radical, por lo que representa, por el contexto en el que se encuentra, por el tipo de película al que pertenece...
El amor es el gran tema de "No amarás". El amor no entiende más que de seres humanos, y los seres humanos lo viven con intensidad, esa emoción les maneja, les tortura, les atrapa, y son víctimas de ello. A la vez, es esa emoción lo único por lo que vale la pena estar vivo, lo único por lo que se convierten en legítimos los actos más censurables, lo único por lo que un ser humano, obtiene la fuerza suficiente para cambiar. Esta película te recuerda que en tanto que ser humano, eres propietario de una pequeña parcela de mundo, con tanta riqueza como tu quieras darle, un pedazo que nada tiene que envidiar al de qualquier otro, pues, en tanto que ser humano, eres libre para sentir.
Una película trascendental, una lección de cine, de vida, de humildad, de lenguaje cinematográfico. Nos dice en sesenta minutos, lo que el 99'9% de los directores de cine no saben, o no recuerdan, o no entienden: en el cine hay que contar historias, y las personas son necesariamente sus protagonistas, con todo lo que eso conlleva. Todo lo demás, solo es el decorado.
El amor es el gran tema de "No amarás". El amor no entiende más que de seres humanos, y los seres humanos lo viven con intensidad, esa emoción les maneja, les tortura, les atrapa, y son víctimas de ello. A la vez, es esa emoción lo único por lo que vale la pena estar vivo, lo único por lo que se convierten en legítimos los actos más censurables, lo único por lo que un ser humano, obtiene la fuerza suficiente para cambiar. Esta película te recuerda que en tanto que ser humano, eres propietario de una pequeña parcela de mundo, con tanta riqueza como tu quieras darle, un pedazo que nada tiene que envidiar al de qualquier otro, pues, en tanto que ser humano, eres libre para sentir.
Una película trascendental, una lección de cine, de vida, de humildad, de lenguaje cinematográfico. Nos dice en sesenta minutos, lo que el 99'9% de los directores de cine no saben, o no recuerdan, o no entienden: en el cine hay que contar historias, y las personas son necesariamente sus protagonistas, con todo lo que eso conlleva. Todo lo demás, solo es el decorado.
5
7 de noviembre de 2022
7 de noviembre de 2022
74 de 109 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde un punto de vista dramático, la serie me parece bastante floja. Hay muchas cosas que contribuyen a esa percepción: no hay subtramas; en un mundo de siete reinos, solo hay conflictos internos en uno de ellos, al parecer el mundo vive en paz y armonía; no hay pasiones amorosas, un motor emocional de cualquier ficción, lo poco que hay en este sentido es confuso y no se comunica con potencia; todos los hechos que sucesivamente desencadenan el avance de la acción, son futilidades, errores absurdos, malentendidos, el resultado de tropezones impropios de los personajes: no hay épica cuando las motivaciones tienen tan poco fundamento; toda la historia se circunscribe a darle vueltas y más vueltas a una cuestión genética, no hay nada más; grandes personajes, como Daemon, quedan increíblemente maniatados, nunca arrancan, una lástima; el cambio de actores a media temporada produce una desconexión, es inevitable, es un frenazo que la serie no puede permitirse, un error; las elipsis son otro error, congelan todas las emociones y pasiones, ¿qué fuerza puede desencadenar una acción dramática cuando lleva 10 o 6 años dormida?
Ciertamente, hay secuencias muy trabajadas, diálogos ingeniosos y cargados de subtexto, en la línea que nos acostumbró Juego de Tronos. Hay efectos visuales impresionantes, y consigue una atmosfera que facilita la inmersión del espectador, si bien en muchos momentos es una serie excesivamente oscura. Lo triste es que todo eso se pone al servicio de un drama muy corto, de unos conflictos exiguos, de unos personajes imprecisos, y se agota en tres episodios; y para hacerlo se usan herramientas buenas y malas a partes iguales.
Ciertamente, hay secuencias muy trabajadas, diálogos ingeniosos y cargados de subtexto, en la línea que nos acostumbró Juego de Tronos. Hay efectos visuales impresionantes, y consigue una atmosfera que facilita la inmersión del espectador, si bien en muchos momentos es una serie excesivamente oscura. Lo triste es que todo eso se pone al servicio de un drama muy corto, de unos conflictos exiguos, de unos personajes imprecisos, y se agota en tres episodios; y para hacerlo se usan herramientas buenas y malas a partes iguales.
Más sobre Uma
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here