¿Es que para tratar de impresionar no hay más ocurrencia que confundir amontonando tramas, épocas y personajes inverosímilmente transformados por el paso del tiempo, insípidos y cuyas pedestres cuitas a nadie importan? ¿Es que va a ser tan larga la sombra de "El secreto de tus ojos"? ¿Para cuándo un thriller que gire en torno a personajes que comiencen atrapándonos, dejándose querer, comprender?

Por fin una Película de Terror elaborado no con la receta delirante y facilona de lo sobrenatural, con el manido discurso salvífico y trascendental, sino con los ingredientes naturales de la realidad, con el contundente y austero relato de lo inmanente. Con personajes vivos, de carne y hueso, grotescos como tu jefe y tus compañeros de trabajo, como tus vecinos, tus políticos y periodistas, es decir, tipos más feos que Picio, travestidos, balbuceantes, retrasados, coprófilos, gente chiflada que atrapa a sus mascotas, las esclaviza y las cosifica. Frente a ellos, almas en pena que vagan por el mundo cobardeando, refugiándose en fantasías consolatorias, relamiéndose las heridas, cerrando los ojos.

Historia simple y clara, narración palpitante, tensión creciente y sorpresas que no dejan lugar ni a la más leve distracción. Tan solo se echa en falta una dosis más generosa de explicitud, que seguramente se perdió por el sumidero de la censura y de la caja.

Qué pena que solo se haga una tan potente cada diez o doce años.

Entretenida trama que no decae en ningún momento, pero fría e insípida: pretende contener ideas lapidarias, pero cada escena concluye con una frase que no pasa de anodina, rutinaria, pedestre. Es decir, buena historia pero diálogos muy pobres. Lo mejor: la audacia a la hora de sugerir insistentemente que casi toda la población alemana era nazi y se valió del movimiento para dar rienda suelta a sus más bajas pasiones, so pretexto de obediencia jerárquica.

Grata sorpresa la que nos deparó esta joyita prácticamente casera, rodada en los pisos de los propios actores pero con un resultado que no tiene nada que envidiar a las previsibles producciones de Hollywood.

Al igual que en "Thanatomorphose" (Éric Falardeau, 2012), la joven y guapa protagonista se encuentra con su tragedia inesperadamente, sin conocer la causa (sobra el intento de explicación del comienzo, con la escena de necrofilia en la morgue, dado que no hace más que aplazar el problema). Nosotros participamos de su sorpresa, ignorancia y desesperación: primer acierto. A pesar de que Samantha se muestra huera, superficial y cruel (como todo quisque), entramos de lleno en su drama, bizarro y acelerado pero verosímil, creíble, real... entre otras razones, gracias a la impecable interpretación de Najarra Townsend y a la convincente labor de maquillaje. El ojo enrojecido, el diente caduco, la alopecia, los gusanos alojados en su vagina, los vómitos, las canas que van convirtiéndola en un ser repulsivo nos proporcionan el otro punto de vista, el de la muerta viviente, que no es lo que desde el punto de vista de los sanos y buenos siempre había parecido. El monstruo tiene su lógica. Cuando la maciza termina siendo la que mendiga y recibe calabazas, se hace justicia poética, pero ella a su vez contraataca y se venga, regalándonos el espectáculo gore que muchos (los que creyeron equivocadamente que se trataba de otra peli de zombis) aguardaban. No lo es: el terror no surge de la antropofagia ni de los sustos facilones ni las subidas de volumen ni los cuartos oscuros, sino de la propia mecánica imperante en la Naturaleza, de la impotencia ante la sentencia hostil dictada por la flecha unidireccional del tiempo, surge de la absoluta falta de control, de la alienación física y mental, del miedo a lo desconocido, a lo gratuito de la vida, la belleza y la muerte.

Bravo por Eric England. Una pena que se negara a realizar la secuela, porque a mi juicio acertó en casi todo.

¿De verdad se escribió una novela con este argumento, con esta "trama"? ¿Este es el nivel?

Pretenderá ahondar en no sé qué asuntos vitales con inteligencia y simpatía, pero lo cierto es que se queda en una laaarga y tediosa road movie cuya claudicante moraleja es muy americana y comercial: "Bueno, sí, nuestras vidas en pareja son patéticas farsas, pero mejor acompañados que solos, y si no, un traguito siempre lo arregla todo, ¿no? Je je jeee".

No tiene ni pizca de gracia, no conmueve, no reflexiona, no cuestiona. Es una especie de "Up in the Air", pero con actores más feos.