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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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15 de abril de 2017 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo a este delicioso dúo animado de mi más tierna infancia; eran caricaturas que a pesar de superar mi nacimiento en décadas, me sacaban una risa con cada capítulo, y aún lo siguen haciendo (me refiero a los originales, no a los actuales que no les llegan ni a la suela de los zapatos): pura genialidad animada. Pero entonces llegó Phil Roman para dar rienda suelta a su humor psicópata con nada menos que haciendo "la película" de Tom y Jerry (que no será que hay más de una...).
En el prólogo (la demolición de la casa donde se desarrolla la serie) ya nos presentan la premisa de los que nos espera con esta bazofia: no una de-construcción ni un lavado de cara, sino una destrucción con mayúsculas. No bastaba con romper la regla de oro de Tom y Jerry (no decir una sola palabra, más que un grito por parte de Tom cuando le golpeaba literalmente el karma), sino que además los colaron en un musical con canciones odiosas, y dejando de lado a los queridos personajes secundarios de la serie (el rival de Tom, Butch; Spike, el perro rabioso;el ratoncito Nibbles, y un largo etcétera) para introducirnos a otros olvidables y que parecen plagiados de otras compañías (vamos, la tía Gordis es el calco de la bruja Úrsula, pero sin tentáculos y con un perro obeso en lugar de morenas como mascota).
Phil Roman se las apañó con gusto para mutilar paso por paso a los personajes un clásico que ha sobrevivido por más de una generación hasta desangrarlos de la manera más cruel. Y para ello sólo necesitó de una trama insulsa, personajes planos, canciones estúpidas, humor infantil al nivel Teletubbie, y por último pero no menos importante.... ¡Hacer a Tom y Jerry HABLAR Y CANTAR! Por eso último, Roman, ya te ganaste mi odio eterno.
¿Recomendable?: Sólo para bebés y aquellos que no tienen nada mejor que ver en una tarde de fin de semana.
Puntuación: Un 2, y éso solo por la buena animación y los escasos aunque nostálgicos guiños a la serie original.
10 de octubre de 2017 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En sus primeros años (1998-2000), la animación de la Casa de los Sueños nos trajo una serie de películas inolvidables para quienes crecimos con ellas (y maduramos con ellas también). Desde la fascinante primera entrega del Príncipe de Egipto, pasando por las entrañables gallinas de plastilina en Chicken Run, hasta llegar a la invaloradísima Spirit, el corcel indomable (que aunque no entre cronológicamente en esta época por ser del 2002, por su esencia podría catalogarse en la misma), incluso podríamos adelantarnos hasta la sencilla pero entretenida Simbad, la leyenda de los 7 mares. FUe la edad de la revolución contra el conservacionismo disneyano, de buscar algo diferente y a la vez entretenido: sin princesas que salvar, sin príncipes azules al rescate, sin brujas ni dragones, sin animalitos bailarines o parlantes, y sin números musicales cada quince minutos (algo en lo que no estoy en contra, pero es un cliché muy asentado en la animación hollywodiense). Dreamworks rompió las "reglas" y nos trajo historias con mensajes igual de importantes, pero más maduras e incluso oscuras (como en el caso del Príncipe de Egipto con las plagas, y Chicken Run con la vida de las gallinas esclavizadas y destinadas a morir a manos de los humanos).
Luego, en el año 2001, llegó la también genial pero (a mi gusto) sobrevaloradísima Shrek, que si bien posee el mismo contenido que desafiaba a la moral edulcorada de Disney, no deja de ser una parodia de los cuentos de hadas. A partir de ahí, Dreamworks se estancó en el público fácil, en la comedia desacarada y cada vez más desganada, y en el merchandising (plaga y maldición de toda franquicia que una vez fuese buena). En resumen, la colonización del 3D y del cine comercial se llevó la originalidad y las ideas revolucionarias que caracterizaban a esta compañía (con la excepción de la saga de Cómo entrenar a tu dragón, con buenos personajes, buen mensaje y un humor entretenido). No sé si es que a mí me gusta ir a contracorriente y ver lo bueno de lo que está infravalorado, o es que últimamente la gente se fija demasiado en las críticas ajenas y en ser demasiado exquisitos a la hora de ver una película aunque ésta no pretenda ser una joya del cine. Sea cual sea, yo me mantengo en esa corriente de los comienzos de Dreamworks, y así me mantendré.

Centrándonos ya en la película, La ruta hacia el Dorado es algo más que una historia sobre dos hombres y un caballo que buscan una ciudad de oro. Todo comienza en la España del siglo XVI, era del Renacimiento y de los descubrimientos del Nuevo Mundo, cuando Hernán Cortés (el villano secundario) se dispone a partir en busca de nuevas tierras en las aguas americanas. Miguel y Tulio, dos estafadores de poca monta, se cuelan por accidente en una de las naves de Cortés y son apresados por polizones. Junto al caballo Altivo, los dos escapan y arrivan en una playa inexplorada; a partir de entonces, guiándose a través de un misterioso mapa, buscarán la mítica ciudad de El Dorado, construída por entero con materiales de oro.

Esta primera parte se sucede rápidamente, aproximandamente unos 20 o 30 mintuos de la película; y es a partir de su llegada al Dorado cuando empieza la verdadera historia. Ambos amigos están al principio muy ilusionados por haber encontrado la ciudad, donde son considerados por sus habitantes como los dioses de una antigua profecía, y planean llevarse todo el oro que puedan a España para vivir como reyes el resto de sus vidas. Pero a medida que pasan más tiempo en la ciudad, sus verdaderos objetivos se van revelando: Miguel, que al principio era el sumiso del dúo y parecía ser un soñador con pocas luces, va descubriendo su auténtico yo gracias a la bondad de las gentes de El Dorado, desarrollando un espíritu de liderazgo que insospechaba que tenía, hasta que termina enamorándose de la ciudad y de sus habitantes. Por otra parte, Tulio permenece cegado por su avaricia y por el amor que en él despierta Chel, la nueva amiga y confidente de ambos, y sólo desea volver a España para tener una vida de lujos, olvidándose incluso de su amigo Miguel.

Los dos se van distanciando cada vez más, a la par de descubren los verdaros planes del malvado sacerdote Tzekel-Kan, que busca tener a la ciudad bajo su poder, intentando imponer la voluntad de los supuestos dioses, quienes son más empáticos y humanos de lo que sospechaba.

Es aquí cuando nos damos cuenta del verdadero mensaje de la película: ¿Qué pesa más al final; la lealtad hacia esa persona con la que tantas alegrías y peripecias has vivido, o tus ambiciones personales a pesar de que sigan un camino diferente? Aquí se pone a prueba el valor de la amistad, esa que es sincera y desinteresada. No hace falta que una princesa, un sabio o un animalito parlante de turno nos haga darnos cuenta de la respuesta; es algo que debes comprender dentro de ti, reflexionando sobre todo lo que has compartido con esa amistad y lo que de verdad significa para ti.

Y aquí termina mi crítica. Ahora bien, si amas la exquisitez y eres muy objetivo con las películas que ves (que no es nada malo, cada uno disfruta del cine a su manera), aunque sean de animación y/o entretenimiento y poco más, no te la recomiendo mucho porque es posible que te decepciones y hasta te aburras. Pero si adoras esas películas que hablan sobre aventuras y travesías como las de antes, un viaje que no necesita de una historia de amor, canciones o magia aparte para funcionar, una amistad y valores bien reflejados para cualquier edad y las películas 2D que prácticamente se han extinguido, ésta es tu película.

Diré como colofón a aquella época de oro de Dreamworks que varios compañeros de mi generación y yo, e incluso los de más atrás, la hemos disfrutado: ¡Sigamos esa senda!
23 de julio de 2019
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seré directa: Me ha gustado mucho, incluso en varias escenas llegué a emocionarme como en la de dibujos.
Los cambios son mínimos, la música es casi idéntica y lo mismo ocurre con el 85% del filme. Veo a nucha gente quejándose de que ello, de que apenas hay cambios, pero nunca vi que los trailers prometieran otra cosa. Este remake iba a ser casi un calco de la original, a fin de respetar al Rey León con el que crecimos pero en una versión realista. Y así fue, lo cumplieron. Fue lo que esperaba y a gusto me he quedado.
Ésta no es mejor que la versión de 1994, pero tampoco es un desastre. Se disfruta, despierta la nostalgia de aquellos años en los que nuestra mayor preocupación era no entregar los deberes a tiempo y en los que ir al cine convertía un mal día en un lujo. El remake de Favreau nos recuerda esa época, pero al mismo tiempo nos ofrece una visión distinta. Más realista, muchísimo. Pero yo no lo veo como algo negativo. Obviamente, no vamos a sentir exactamente lo mismo que cuando éramos niños, por una lado porque ya hemos crecido y nos emocionamos de la misma manera, y por otra, para emocionarnos exactamente como con la película original, ¡pues para eso tenemos la orginal!
28 de mayo de 2016 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ellen Page es una de las actrices jóvenes revelación del momento, contando con buenos trabajos en "Hard Candy", "Origen", "Beyond two souls" (videojuego), "Juno", y algunas entregas de X Men, entre otras, con las cuales ha sorprendido a la crítica del séptimo arte. En esta película, sin embargo, su talento ha acabado pasando desapercibido, sin llegar a desarrollarse del todo con el personaje al que representa: la difunta Sylvia Linkens.
Respecto a Catherine Keener, sin embargo, aunque no he tenido el gusto de ver sus demás interpretaciones, ha bordado su papel de manera tan fiel que raya lo escalofriante. Pero mi admiración por este papelón queda algo eclipsada a medida que avanza la trama: el protagonismo casi le queda relegado a ella, hasta tal punto que parece ofrecer un amplio abanico de "justificaciones" de la cruel conducta de su personaje, Gertrude Baniszewski.
Los demás personajes poco sé de ellos o de sus respectivos trabajos, pero de su interpretación prefiero no hablar, porque es bastante pobre e inverosímil.

Ya hablando de la trama en sí, hay que reconocer que O'Haver ha tratado de mostrarnos lo más fielmente posible los últimos trágicos meses de vida de la joven Likens, pero el esfuerzo se le acabó quedando por el camino ya a mitad del filme. Además, contamos con un prólogo insulso y narrado por la propia Sylvia, algo que tiene poco sentido si ya sabemos que está muerta.
Los sucesos se suceden a un ritmo demasiado rápido como para asimilar lo que está ocurriendo, cosa que sólo nos ayuda a comprenderlos un poco mejor (si no te has informado previemente del caso real sobre el que se basa la cinta); y el desarrollo de los personajes es tan brusco como poco creíble, salvo algún caso aislado.
Eso sí, las escenas más duras llegan a provocar una sensación de vértigo y acongoje, exponiéndonos el lado más monstruoso que puede albergar la naturaleza humana si se le da rienda suelta. Nos sorprende hasta qué punto pueda caber tanta maldad en una sola persona, y cómo es capaz de transmitirla con tanta facilidad,valiéndose tan sólo de la autoridad o del miedo. Y más aún nos aterrorizamos al contemplar cómo alguien a una edad tan temprana (refiriéndonos en este caso a los hijos de Baniszewski y a los demás jóvenes del barrio) puede disfrutar torturando y humillando a una persona, especialmente cuando se le permite hacerlo. Sin embargo, ésta sería la única parte salvable de toda la película.

En general, "An american crime" es una película que no es tan buena como la pintan, pero que tampoco llega a ser pésima. La recomendaría para aquello interesado en películas (decentes) de serie B, pero no satisfará a los cinéfilos que gusten del morbo más cruento, porque se quedarán con las ganas. Y si sois de los que les interesan, como a mí, las historias de crímenes y que se documentan un poco antes de ver las películas que se han basado en ellas, probablemente os sabrá a poco y hasta os sentiréis decepcionados hacia el trato que le ha dado a la verdadera protagonista de esta tragedia, Sylvia Likens, de lo cual hablaré en los siguientes spoilers.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
O'Haver ha preferido mostrarnos de manera superficial y hasta casi "amable" la vida de Likens dentro de la casa Baniszewski, a excepción del episodio de la botella y de la frase de SOY UNA PROSTITUTA grabada a fuego en la piel de la niña. Pero ha preferido saltarse, o al menos mencionar, otras tantas situaciones que hicieron de este crimen uno de los más horrendos que se recuerda de la historia de Indianápolis.

No mencionaron que Sylvia fue arrojada por las escaleras sótano infinidad de veces por Coy Hubbard (interpretado en la película como un mero "chulo-playa" y que apenas aparece), usándola como saco de arena para practicar judo. No mencionaron que la pobre niña fue enviada a dormir en el sótano cuando, de tantos golpes que Gertrude le propinaba en la entrepierna y en el estómago, acabó perdiendo el control de su vejiga y orinando en su cama.
No mencionaron que la monstruosa cabeza de familia le pegaba muy a menudo con una paleta de casi un centímetro de espesor, tarea que le pasaba a Paula cuando se cansaba. No mencionaron que Sylvia era escaldada viva en la bañera con agua hirviendo, ni cuando se le dejó de dar comida y agua para así obligarla a ingerir sus propios excrementos y su orina.
No mencionaron que los chicos del barrio no sólo se divertían a costa de la maltrecha y debilitada Likens humillándola y pegándola, sino que además la violaban y la mordían sin piedad delante de sus amigos y novias, así como de los niños Baniszewski. Ni que obligaron en alguna ocasión a su propia hermana, Jessie, a abofetearla indiscriminadamente. Ni que en realidad las Likens tenían una hermana mayor (ya casada y con hijos) que a pesar de haberse enterado de la situación de las niñas en aquella casa, no hizo nada para remediarlo.

Paula fue presentada en la película como una chica resentida que decidió pagar sus desgracias con Sylvia, pero que se fue de las manos y cuando trató de arreglarlo, ya era demasiado tarde. Nada más lejos e la realidad. Paula era de las que más disfrutaba maltratando a la niña, no sólo la golpeaba y ayuda a sus hermanos a quemarla en la bañera o con los cigarrillos, sino que además fue la que le puso punto y final a la tortura, echándole sal en las heridas un día antes de que Likens muriera. En fin, una persona que si te topas de casualidad por la calle, te faltarían un par de segundos para darle un par de hostias aun sabiendo que te quedarías corto (aún vive, así que oportunidad tenéis).
Y Ricky Hobbs.... Uf, O'Haver, no sé qué te llevó a pensar que podrías presentar a semejante aberración humana (obviamente, tampoco se mostró las inimaginables palizas que propinaba todos los días a Sylvia mientras la tenía atada la viga del sótano) como un chaval desorientado y arrepentido. Especialmente esa escena en el final, para mí no tuvo nombre.
Y así llegamos al final: el deseo que murmuraba Likens en sus últimos suspiros (según testigos del caso): escapar y volver con sus padres, un sueño que por O'Haver fue tan mal representado como incoherente en su forma de utilizarlo para revelarnos algo que ya sabíamos desde el principio, que Sylvia no había salido jamás del sótano y que había fallecido de la manera más dura posible. Bueno, en esta película al menos (nótese el sarcasmo) murió bien vestida, con un vestido bonito y con un cutis bien cuidado, no con un pijama echo trizas, el pobre cuerpo magullado y famélico y una expresión triste (no es broma, si buscáis por Google imágenes sobre el caso de Sylvia Likens, aparece una fotografía forense de su cuerpo tal y como se encontró en el sótano; avisado estáis, NO ES AGRADABLE DE VER).

En fin, O'Haver, te deseo mejor suerte la próxima vez que intentes retratar una historia biográfica sobre crímenes.
11 de abril de 2016 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película está basada en la novela "Mi amiga Flicka" de Mary O'Hara, que ya tuvo una adaptación cinematográfica en 1943 (la cual se hizo bastante popular en su época), que si la comparamos con es moderna versión, sin dudas decidiremos quedarnos con la "antigua", mucho más fiel al libro y con trabajo que se nota que se tomaron más en serio.

Pero hablando ya objetivamente, esta película pudo haber sido más agradable de ver de no ser, por una parte, a que la trama es un cliché en sí (chica soñadora con un padre severo, al cual le intentará demostrar que puede vencer cualquier adversidad por alcanzar sus metas), sino también por otro tipo de clichés más que sabidos por cualquier espectador de las películas de animales: insistencia por domesticar al futuro amigo equino salvaje (no sin antes capturarlo sin motivo aparente), siempre con paciencia y "amor" hasta que el pobre caballo se deja montar, una vez que se da cuenta que la protagonista no la dejará marchar hasta que lo haga.

Para más colmo, se nota el intento de "adaptación feminista" con respecto a la historia original, en la cual el protagonista era un niño. Esta cambio haber quedado muy bien de no ser por el pésimo desarrollo de la trama, y el mensaje hipócrita de su epílogo (para ésto último, ir a "spoilers").

Por el lado bueno, tiene ambientes preciosos de la América rural, caballos hermosos cabalgando en libertad en alguna escena y música agradable al oído.

-Recomendada para adultos que deseen pasar el rato con los niños (si no hay nada mejor que hacer), para caballistas a los que no les importe pasar el tiempo con una pelicula de calidad regular.
-No recomendada EN ABSOLUTO para espectadores contrarios al especismo o, por lo menos, al "típico final feliz" de las películas de amistad animalitos-humanos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Quisiera saber dónde está el mensaje de amistad y lealtad entre la yegua y la protagonista, cuando ésta no sólo le arrebata la libertad por la fuerza y capricho, sino que además no vuelve a dejarla libre. Ella cumple su sueño de ser escritora y de haber domado un caballo salvaje; Flicka, a cambio, será una esclava (pero feliz) por toda su vida.
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