La película empieza bien, con una aguda investigación policial que se centra en los peces gordos de la droga. Pero de repente dos andaluces veinteañeros tratan de adentrarse en el mundo del narcotráfico para ganarse unas "pelas" y montarse un chiringuito de lujo en la playa. Esto es lo que quizá le baja el listón a la película.
Digamos que a partir de aquí la trama principal pasan a ser los niños que, como es normal, se ponen a currar de peones. Es entonces cuando empieza el rifirrafe entre el policía que la cagó en una operación y el imán de polis llamado Niño.
Si estás leyendo esto es porque te encanta empezar la casa por el tejado así que te contaré el final. La peli acaba bien, el amigo que estaba retenido en Marruecos consigue volver, el niño cumple la misión de cebo y va a la cárcel, y los polis encuentran la droga en el puerto. Fin.

Esta es la peor parodia de Dragon Ball que he visto en mi vida. Por las siguientes razones:
1º: Goku quiere que su abuelo (que sigue vivo) en vez de enseñarle a luchar le enseñe a ligar. Pero a ver, estamos locos o que?
2º: A Goku le vacila hasta una mosca sin alas y es un auténtico tirillas al que le llueven las collejas
3º: Al abuelo se lo carga Piccolo con una especie de telepatía, a lo Star Wars.
4º: Bulma debería llamarse Lara Croft y a Chi-chi sólo le falta ir en bikini. Vaya tela...
5º: Pero en qué coño se han gastado los 100 millones de dólares, en fumarse 20 kilos de maría y después escribir el guión?

Me gusta especialmente la reflexión del profesor a sus alumnos en el escenario, cuando el fascismo es claramente evidente y el profesor se queda atónito al comprobar de que serían capaces de matar a todos aquellos que no compartan su ideología.
Esta película nos muestra que lo que una vez fue volverá a ser, es sólo cuestión de tiempo.

Inicialmente 11 de 12 consideran al acusado culpable por diferentes motivos, unos por la clara exposición de pruebas aparentemente irrebatibles, otros por sus prejuicios y otros porque simplemente quieren terminar el "trabajo" de una vez por todas.
Poco a poco la oveja negra que iba contracorriente comienza a desmontar las pruebas que lo incriminan y el rebaño se hace cada vez más grande hasta que todas las fichas del dominó terminan cayendo.