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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
20 de julio de 2008
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra épica de gran presupuesto (el más caro hasta la fecha para una película de producción exclusivamente china), que trascurre en la Guerra Civil que siguió a la Segunda Guerra Mundial.
Con 130 minutos de duración, comienza en 1948 durante la campaña militar de Huaihai, al norte de China, y está dividida en dos partes claramente diferenciadas. La primera mitad es una espectacular película bélica que derrocha escenas de acción y efectos especiales; una cinta desgarradora y sangrienta que resulta un prodigio de fotografía, montaje y puesta en escena a pie de batalla, con el impresionante paisaje de invierno de la China profunda como telón de fondo, que hará las delicias de los amantes del género.
Sin embargo, en el ecuador de la película se produce un punto de inflexión para dar un giro de 180 grados al derroche verista bélico que hasta ese momento ha sido un sin cesar de secuencias a cual más bellamente elaborada. A partir de aquí, finalizada la Guerra Civil, nos situamos en 1956, la guerra ha terminado y el protagonista se adentra en una lucha personal contra la burocracia del Ejército Rojo para restaurar el honor de sus compañeros fallecidos en combate y, al tiempo, encontrar su propia redención.
Si bien las trazas de esta película no tienen nada que envidiar a superproducciones como “Salvar al soldado Ryan” o la coreana “Lazos de guerra”, reproduciendo de manera fidedigna los terribles avatares de la guerra, una ambientación brutal e interpretaciones más que correctas, la película quiere ser un homenaje a los caídos en la Guerra Civil China y adopta unos tintes entre lo humanista y lo oficialista reveladores de la actual política gubernamental china, que en unos años ha pasado del estricto centralismo democrático al humanismo individualista tan característico de la cara B de una filosofía que, desde los aparatos de Estado, se potencia en las economías de mercado occidentales.
A pesar de ello, la película no deja de ser interesante. Los amantes del cine de acción, bélico e histórico podrán deleitarse con una primera parte muy lograda y cuidada que reproduce y transporta al espectador a caóticas y descorazonadoras batallas de modo muy realista. La segunda parte, mucho más contextualizada y propagandista, tiene como objetivo un mensaje antibelicista que muestra las siempre negativas consecuencias de la guerra pero que, al tiempo, no sólo no cuestiona sino que enaltece el protagonismo y el papel del ejército en China.
En definitiva, una perfecta vuelta de tortilla con mensaje de la que debería aprender más de un director occidental oficialista. Porque esto es propaganda gubernamental bien hecha, señores: humanismo antibélico y patriótico con patrocinio del Oficial Bank of Beijing.
La zona de Tarkovsky
Documental
España2007
6,0
34
Documental
6
14 de septiembre de 2008
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se nota que Shang se esfuerza en transmitir al espectador la profundidad filosófica a la que parece sucumbir el cine de Tarkovsky, mostrándonos un hombre empeñado en dejar patente en cada fotograma su particular visión del mundo, cuyas películas son el resultado de un conjunto de elencos y vivencias personales que desembocan en una obra tan profunda y compleja que, como lógica consecuencia, su análisis requeriría de cierto esfuerzo intelectual al alcance de mentes cultivadas. Afortunadamente, no lo logra (y digo afortunadamente porque la visión es tan oscura como temeraria). La película “Solaris”, más allá de que haya sido tildada como el equivalente ruso de “2001: una odisea en el espacio”, su parte de ciencia ficción no puede ser entendida en términos de efectos visuales que mecánicamente desembocan en aspectos filosófico-intelectuales abruptos y complejos. El ritmo, la atmósfera, los diálogos, las pausas, las sensaciones que produce su claustrofóbico mundo son ingredientes importantes que logran su inusual belleza y su gran poder expresivo. Detenerse en ellos hubiese sido un buen ejercicio para poner de manifiesto no sólo los rasgos distintivos de su estética, sino también los de su ética.

Por otra parte, tratando de hacer patente la complejidad tarkovskiana, el documental resulta ser bastante aséptico (contradictorio, pero es el mal de los eruditos), ya que la utilización de las entrevistas al fotógrafo, la actriz o el director artístico de “Solaris” están trabajadas muchas veces desde el terreno del recuerdo de la vaga anécdota, dando como resultado un producto que en ocasiones se parece más a un “cómo se rodó” que a un intento de profundización en el cine del director. El retrato del perfil personal, psicológico y artístico, si bien está suficientemente documentado, no deja de ser un mero análisis biográfico pseudocrítico, en un intento de trazar a grandes rasgos algo parecido a un croquis de la visión que tenía de la vida y el cine Tarkovsky. Y, por otro lado, la intención de abordar la obra y la figura del ruso al margen de su compromiso social desfigura necesariamente la misma esencia del espíritu de su cine: Tarkovsky no sólo es la plasmación de la naturaleza y sus elementos, su arte, su filosofía, o un curioso perfil psicológico,… también es compromiso sobre la sociedad en la que le tocó vivir, posicionamiento sobre la guerra y la violencia (la infancia de Ivan, Andrei Rubliov, El Espejo, Sacrificio..), sobre la fé (Nostalgia, sacrificio..), y sobre su insobornable discurso, que nunca se plegó ni a la maquinaria del cine oficialista soviético ni a las ofertas del otro lado del gran charco, tanto en el aspecto temático como en los meros requerimientos formales o técnicos. (Puerta de Babel)
29 de marzo de 2009
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película, a pesar de las situaciones que describe, está narrada con grandes dosis de realismo, a la vez que es deliberadamente lenta, y relata la vida en las dunas a través de innumerables sutilezas con las que el espectador conforma su idea de la cotidianidad de los protagonistas. La fotografía (Hiroshi Segawa) subraya constantemente el clima de desasosiego que vive el hombre hasta que, casi al final, termina por aceptar la situación. Entonces Teshigahara recurre a otros elementos para desatar la tensión: La escena del foso de arena convertido en escenario de violencia sexual mientras los aldeanos les rodean con sus tambores y máscaras practicando antiguos rituales; o esa otra en la que ruega le devuelvan a la casa, atrapado entre las arenas movedizas; o la escalofriante escena de la huida, cuyo mezquino objetivo resulta ser ver el mar, son una buena muestra de la inquietante tensión que, sobre esta fábula, sabe crear el cineasta.

En ningún momento queda claro si la mujer está en el agujero por voluntad propia o fueron los lugareños quienes la obligaron a estar ahí. Lo que es evidente es que ambos están cautivos, al margen de que uno lo acepte como natural y otro intente huir constantemente de su destino. Comparten el trabajo y no pueden escapar de él. Tampoco deben, porque de su trabajo depende, además, la comunidad. Y, tal como le relata la mujer una noche mientras cenan, por extensión, dependería de ello el resto del mundo. Consuelo ciertamente poco tangible, pero dadas las circunstancias, el único posible. Más vale tener ese que ninguno para tratar de mantener la cordura, porque sus vidas, al igual que ocurre con la arena, seguirán su propio proceso, el establecido como natural, en el que podrán variar los términos pero no el acuerdo ya que, como sucede con la naturaleza (simbolizada por la arena), la vida termina desarrollándose al margen de la voluntad de quienes traten de abrir caminos para cambiarla. (Puerta de Babel)
13 de julio de 2009
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
V.O.S. es el remake cinematográfico de la obra de teatro homónima que en 2005 presentaba en el Teatre Lliure de Barcelona la autora catalana Carol López. Propone un juego entre cuatro personajes, dos hombres, dos mujeres, y sus miradas distintas a una misma realidad. La diferente forma en que cada uno vive sus relaciones personales, el amor y la amistad son la trama de esta historia. Una historia contada mil veces en el teatro y también en el cine, quizás por eso Cesc Gay le da la vuelta completamente a cualquier cosa que el espectador espere ver y juega, de modo más que arriesgado, a que su relato tenga la menor credibilidad posible.

Se trata precisamente de que nada parezca real, de mentirnos constantemente, de que aquello que nos parezca verosímil quede sutilmente desmontado en la escena siguiente. Asistimos como espectadores al rodaje de la creación de un novelista que escribe la obra que estamos viendo. Los personajes son ellos mismos, cuatro amigos que rompen sus parejas, una traición por amor, el miedo al compromiso. Cesc Gay manipula al espectador. Su ficción en directo logra descolocarnos de tal modo que no sabemos cuando estamos asistiendo a lo que escribe el protagonista o a la realidad de sus relaciones personales. Puesta en escena con carpintería a la vista, como si del plató del rodaje de una película se tratase, donde los personajes se mueven entre bambalinas a sabiendas que todo es mentira mientras nos hacen creer su historia simulando con la realidad. Los cuatro actores, Vicenta Ngondo, Ágata Roca, Paul Berrondo y Andrés Herrera son los mismos que protagonizaron la obra de teatro, y aunque partían de un guión que la adptaba al cine, han participado en la transformación del resultado con su aportación, basada en el conocimiento de la obra, y con sus improvisaciones. El resultado es un film tremendamente original, repleto de excelentes diálogos llenos de inteligente ironía, juegos elípticos sobre lo cotidiano y humor, mucho humor, por momentos cruel, otras veces ácidamente romántico, que hacen que su encanto resida en cómo se cuenta más que en lo que propiamente pretende narrarnos.

Tal vez V.O.S. no es un film perfecto, siquiera de los mejores de Cesc Gay; lo que no se puede negar es que, además de arriesgado, por su puesta en escena y por su intencionada falta de credibilidad, estamos ante uno de los cineastas más interesantes e imaginativos con los que cuenta en la actualidad nuestra cantera cinematográfica. Mereció la pena verla, cuesta levantarse de la butaca cuando la escena del principio vuelve a aparecer en la pantalla presagiando el final inmediato. Sólo 86 minutos, que además pasaron volando.
19 de enero de 2009
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Este y el Oeste, Ucrania y Austria, dos destinos, dos direcciones opuestas. La película comienza con imágenes del frio y gris invierno ucraniano. Algunas escenas más tarde, también nieva y la gente se congela en Austria, como en Ucrania. Dos mundos diferentes que cada vez tienden a parecerse más. El Este se parece más y más al mundo occidental; el Oeste, a la Europa Oriental. Guste o no, es la actual transformación de Europa: Olga (Ekateryna Rak) viaja desde Ucrania a Austria para encontrar trabajo y una vida quizás mejor; Paul (Paul Hofman) traslada su negocio desde Austria hasta Estonia o Ucrania huyendo del paro y las deudas. Inquebrantable retrato de la nueva Europa, radiografía vil y deprimente de nuestra sociedad que, al tiempo que disuelve sus fronteras económicas uniformiza su realidad social aumentando sus injustas desigualdades en vez de encaminarse a resolverlas; una película pegada al terreno como pocas, descorazonadora, pesimista a pesar de los momentos de humor, escasos. El austriaco Ulrich Seidl mueve su desarrollo entre la ficción, la comedia de humor negro, por momentos una road movie y por otros el puro estilo documental, para seguir el viaje de dos personas que cruzan sus fronteras con el único objetivo de la búsqueda de medios para vivir.

La película no tiene como fin gratificar al espectador, sino mostrar sin artificios y de modo bastante honesto una realidad sin cosmética sentimental, sin moraleja de ninguna clase. Y la verdad es que, hasta ahora, nadie había mostrado en el cine tan claramente las diferencias/semejanzas entre el Este y el Oeste de Europa a pie de calle, la alineación, la indefensión y la precariedad en el trabajo, que tiende a ser la misma tanto en Viena como en Kiev. Un film que interroga la vida política, las fronteras sociales y las fuerzas económicas que moldean hoy la vida en Europa, pero cuyo objetivo es sólo mostrar esa realidad, sin entrar a juzgarla. Import/Export puede parecer una película excesivamente dramática y sombría sobre nuestro presente, pero no es así. La razón por la que tiene tanta fuerza es porque describe esa realidad sin obviar su lado humano, pero también sin adornos que la entretengan o distorsionen, limitándose sólo a contar lo que es verdad. Necesariamente, el tono ha de ser documental, porque a ningún guionista se le ocurriría escribir una historia así, un drama, a la vez que una tragedia y un melodrama con historias humanas descorazonadoras, pero también un relato magnífico de la vida en Europa muy revelador de hacia dónde nos dirigimos… por si se diera el caso de no haber caído en la cuenta de que estamos asistiendo al inicio del fin de aquello que llamaron sociedad del bienestar. Sin duda, completamente recomendable.
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