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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
2 de diciembre de 2021
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me frustra que esto sea un mero producto de la inmanente federación, cimentado sobre un lenguaje estrictamente televisivo. Una pena. Una pena que haya disfrutado como un niño viendo este documental solo desde mi arraigada afición al fútbol, y no desde mi condición de cinéfilo.

“La fuerza del grupo” está abarrotada de imágenes casi idénticas a las que forman parte de nuestro imaginario, esas que vemos en los medios. Hay una gran ausencia de imágenes nuevas, de imágenes desconocidas, imágenes fuera del fútbol, imágenes que interesan a los que no les interesa el fútbol. Por poner un ejemplo, me hubiese cautivado ver una película contada únicamente a través de los momentos donde los jugadores se cortan el pelo.

Asimismo, el documental está constantemente en el tono de la épica, a través de su agitado montaje y su esplendorosa música. Pero como amante de la selección, compro por completo esta experiencia sensacionalista. Aunque me encantaría imaginar esta “película” con un cineasta detrás, con un autor que mire. Si fantaseo, pensaría obviamente en Wiseman, Jem Cohen o el mismísimo Herzog. Pero situando los pies en la tierra hablaría del americano Pacho Velez o del patrio Óscar Pérez.

En definitiva, considero esto como una gran oportunidad desperdiciada. Principalmente por el contexto pandémico. Tendría que haber sido algo mucho más humano y mucho menos futbolístico.

A pesar de todo, recomiendo su visionado por tres motivos. El primero, por la estructura narrativa apasionante que vivió España en la Eurocopa real. El segundo, por la capacidad comunicativa de Luis Enrique, uno podría permanecer horas prestándole atención gracias a su distinguida dialéctica. Y por último, por los valores deportivos (y sobre todo colectivos) que se transmiten de forma, diría yo, muy honesta, por parte del equipo.
9 de octubre de 2022
15 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
No, no estoy loco, me ha gustado esta película.

Entré en la sala con pocas expectativas y es que los trabajos de Oriol Paulo nunca han sido de mi devoción, más bien todo lo contrario. Por eso, no podía esperarme salir de la proyección con tan buen sabor de boca. Y es que me he encontrado aquí con mucho más cine del que esperaba ver.

Hace tres días Javier Zurro escribía: “El año histórico para el cine español a nivel de premios y proyección internacional se cierra de la mejor forma posible. Los Presupuestos Generales del Estado para el curso 2023 presentados por el Gobierno de coalición muestran un empujón hasta ahora desconocido.”

Y dentro de este contexto de nuestro cine, no cabe más que celebrar la existencia de dos propuestas como ésta y Modelo 77, que ofrecen un entretenimiento de gran calidad y una factura propia de Hollywood (inimaginable hace unos años). Dos factores que no son prioridad para mí, pero si lo son para los espectadores que llenan las salas. El gran público al que necesitamos, el cine español necesita buenos títulos de puro género. Y es una alegría como puedan convivir (con éxito) en nuestro cine Oriol Paulo, Rodrigo Sorogoyen, Carla Simón y Jonás Trueba; por citar a varios cineastas que componen un amplio, diverso y rico abanico nacional.

Dejando esta divagación, vuelvo a los renglones.

La cinta de Paulo me ha hecho cuestionarme el porqué de estar en contra del las películas que son “parques de atracciones”, si a mí un buen parque de atracciones me gusta. Y es que esta película me ha llegado a cautivar más (y parecer mejor) que Shutter Island. -Del maestro promotor del término de los parques. Teniendo además un presupuesto diez veces menor.-

El cine se vive en el cine y el film de Paulo es una increíble montaña rusa. ¿Efectista? A montones. ¿Presuntuosa? También ¿Todo sucede en la superficie? Definitivamente . Sin embargo alcanza unas cuotas de acierto e ingenio en muchos de los pasos que da, que permite dejarse llevar por completo y disfrutar.

Hay muchos elementos que funcionan a la perfección. Desde la esencial figuración y reparto hasta el brillante sonido del magnífico Aitor Berenguer.

No obstante el mayor cimiento de “Los Renglones Torcidos De Dios” se llama Bárbara Lennie. Absolutamente impecable. Tajante merecedora del Goya. Arrasa con todo.

Por último, decir que, la película podría haber sido aún mejor si no se hubiese pasado de frenada al final, si hubiera abandonado su regodeo pirotécnico. Aun así, notable largometraje.

(No he mencionado nada de la adaptación puesto que no he leído la novela.)
15 de mayo de 2020 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mí la maestría en el cine pasa por esto. Por una película llena de imperfecciones técnicas, justificadas por su condición de inevitables. Puestas al servicio pleno de lo que se cuenta, sin hacerle ni un mínimo de sombra, pero reluciéndolo a su vez.

He tenido que esperar desde 2018 para volver a ver “Si vamos 28, volvemos 28”, una pieza que narra el viaje fin de Bachillerato por Andalucía (mi tierra natal) de una clase madrileña. En ese primer visionado, yo cursaba Bachillerato, y es ahora dos años después, cuando valoro más esta obra, echando una vista atrás más consciente y llena de nostalgia, de un momento tan particular como irrepetible.

Estamos frente a una peripecia cinematográfica desmerecidamente desapercibida. Porque su éxito artístico podría considerarse algo casi milagroso. Puesto que lo genuino que encierran sus escasos 80 minutos de metraje es totalmente extraordinario.

Empezando por su concepción, producir un adentramiento en el universo adolescente con la intención de obtener un retrato altamente veraz, es algo que, antes de ver esto, consideraba imposible. Pero claro, es Jonás Trueba. Y es su mirada sensible y concreta la que consigue propiciar ese clima y consecuentemente armar el relato. Logrando ocultar la existencia de la cámara tanto a ellos como a nosotros.

Un relato que, como es habitual en el director, se compone de situaciones llenas de vida y repletas de detalles, que pueden funcionar perfectamente individualmente. Porque una trama o argumento clásico es algo que no interesa aquí.

Son los juegos nocturnos, las tímidas desobediencias, las conversaciones no superficiales (y las que sí), las frases mal rapeadas, las miradas, las risas, los besos, las lágrimas, las fiestas, los auriculares compartidos o unas manos entrelazadas; lo que de verdad interesa.

Y todo esto emerge de la cocreación. De que Jonás confíe y delegue una amplia zona del proceso creativo a los protagonistas. Y ahí es cuando las personas superan al personaje. Los actores se muestran transparentes y consiguen que el espectador sienta que los conoce de toda la vida. Cada uno de ellos con formas de ser y roles de grupo muy marcados como es usual a esas edades.

La única pega que le pondría a este largometraje son sus últimos 10 minutos, dónde reniega de tener una identidad de ficción y se convierte en un híbrido. Creo que le resta magia y que no conjuga del todo con el resto.


Por último decir que espero que mucha gente pueda disfrutar de esto y estoy seguro de que yo lo haré cada vez más con el paso del tiempo.
10 de octubre de 2022 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué propuesta tan fallida y desaprovechada. Ojalá Olivia hubiese apostado por la sencillez de su anterior película. Creo firmemente que si a esto le quitas tanto el insufrible diseño sonoro como el montaje enajenado, se quedaría algo bien interesante. Alejándolo de tanta paranoia y centrándose en lo tangible. Al fin y al cabo Florence está impresionante y el universo estético es formidable. Además la peli expone (siempre a medias) muchos conceptos y situaciones muy sugerentes. Una pena que no se pueda sostener por ningún lado. No obstante me ha resultado bastante potable aunque parecía que ya la había visto antes de verla.
7 de mayo de 2019 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los últimos años he tenido en muchos momentos el deseo de adentrarme en el cine de los años 80. Hoy ha pasado de ser un deseo a una realidad. Una década rebosante de incontables genios. Tornatore, Leone, De Palma, Kubrick, Scott, Scorsese, Lynch, Bergman… Pero, como es habitual en mí, mi foco de interés en el cine siempre tiende a lo nacional. Los 80 de Cuerda, Fernán Gómez, Erice, Camus..

Mario Camus, director cántabro, nos regala una película que sin duda alguna se encuentra entre las diez mejores de la historia de nuestro país. Debido a la desgraciada opinión negativamente estereotipada que se tiene y se propaga en España sobre nuestra cultura audiovisual, encontrar maravillas cinematográficas como esta sorprende aún más.

Los santos inocentes, una cinta de 1984 que me reafirma en mi idea de que el cine ejerce de huella, de espejo, de recordatorio. Para saber por donde pisamos y hacía donde ir (o más bien hacia donde no hacerlo), para saber donde mirarnos; para reflexionar sobre lo que fuimos y lo que somos. Para pedir perdón y dar las gracias. Me reafirma en esa idea de cine “necesario”.

Hasta ahora pensaba que el cine español que retrata realidades y momentos sociales desde un punto de vista hiperrealista, alejado del melodrama y de las estructuras del cine comercial, era algo relativamente reciente. Uno de los subgéneros que más me apasiona. Dónde entré de la mano de cineastas como Aranoa y Mañas o con los (más) actuales Lacuesta y Etxebarría. Y del que ahora entiendo a Camus como pionero y gran influyente en los films de esta índole posteriores a él.

Los santos inocentes, un largometraje sobresaliente en todos sus aspectos. Un reparto tan magnífico como su dirección. Una banda sonora indispensable en la narrativa. Sin olvidarnos de su impecable ambientación. Y unos Buurman y Biurrún que con su fotografía y montaje respectivamente culminan la película.

Una película sobre personas, tan humana como los títulos de sus diferentes capítulos.

Una película que se atraganta por su crudeza. Unas imágenes que ejercen de cuerda ejerciendo presión en el cuello durante más de cien minutos de metraje.

Quizá lo más doloroso no son las condiciones indecorosas de vida de los protagonistas o sus desigualdades frente a sus caciques, (que también) sino ese sentimiento de resignación y habituación que llevan interiorizado.

La humilde familia está enjaulada, sin capacidad de volar. Probablemente les dispararon hace mucho tiempo, como a las perdices, arrebatandoles la vida. Un individuo que antes de persona es cazador.

Sus vidas son una lesión que no se puede curar con escayola, una lesión en el alma.

Un largometraje donde las dos personas con discapacidad gritan. Una de ellas en busca de auxilio, de una sociedad inaceptable; y la otra en forma de canto a la naturaleza, la única que le escucha, la única que le responde.
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