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8
18 de enero de 2018
18 de enero de 2018
35 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto la serie ya un par de veces antes de decidirme a escribir. Al principio, como el replicante de Blade Runner 2049, me pareció haber visto un milagro. Después ya le ves algunas cosas que no te cuadran tanto, sus fallitos, su Paco León (sensacional el tío), hablando de metros en 1590, su moralina “progre” y “feminista” inherente a toda serie española de los últimos veinte años (de la que hablo en la zona de spoilers)... Pero siendo un amante de las series históricas, y tras años de envidias de ver lo que los británicos o los yankis pueden hacer con su historia mientras aquí te trataban de colar el “Alatriste” de Telecinco, ver esta serie ha sido, casi, un milagro. La historia es una peripecia detectivesca. Un hombre, Mateo Nuñez, perseguido por la Santa Inquisición, tiene que volver a la Sevilla de la que había huído años antes para cumplir la última voluntad de su amigo Germán Larrea, recientemente fallecido. No voy a entrar en destacar intérpretes ni labores técnicas, ya hay gente que se dedicará a eso con más conocimiento del asunto y mejor prosa. Luego me leeré otras críticas, a ver quién es el primero que ha soltado aquello de que la serie es “un fresco” de la época, del recuerdo de las novelas picarescas y de cierto regusto a Dickens en el personaje de un Fagin sevillano y su corte de niños. No seré yo. Solo decir que si a mí el director ya me tenía encantado desde “La isla mínima” después de ver la serie estoy convencido que le da cien vueltas a cualquier otro director español y al 90 por ciento de los extranjeros. Los actores están impecables, todos. Hay un protagonista, Nuñez (el desconocido para mí Pablo Molinero, que parece salido de un cuadro de Velazquez), pero la serie es coral, con docenas de personajes que se entrecruzan por las calles de una Sevilla espesa. Por allí circulan los Paco Tous, los León, Dechent, Del Estal, Patricia Nuñez... Todos están bien, y algunos muy bien. Todos dan el tipo. Estoy convencido que cualquier actor español trasladado al “Siglo de oro” alcanza un plus de calidad de interpretación, desde el Fernando Rey de “Don Quijote” al Resines de “La Marrana”. Todo parece sacado de un cuadro de la época: las ropas, las casas, las calles, la luz -igual resulta una Sevilla un tanto sombría, pero mejor una taberna en claroscuro que una posada iluminada con doscientas velas, como ocurría en la serie antes citada-. Muy buen trabajo del equipo técnico. Me gustan hasta las ratas. A mí me ha encantado y me parece la mejor serie de trasfondo histórico que se ha hecho en España en muchos años. Tantos que no me alcanza la memoria. Estoy seguro que le gustará hasta a Pérez Reverte. Y por cierto, yo recomendaría verla con auriculares, para apreciar las mil capas de sonido en segundo plano, las voces que corean los discursos, el ulular de las aves que se cuelan en las conversaciones nocturnas, la omnipresente música de Julio de la Rosa , que tanto me ha recordado al fondo sonoro de “La isla mínima”. Repito, una serie estupenda, muy exportable y que hay que ver con atención. Notable alto.
Y ahora en la zona de spoliers un par de palos “pa” quedarme a gusto. Ojo que cuento el final y eso, así que avisado está el que siga adelante:
Y ahora en la zona de spoliers un par de palos “pa” quedarme a gusto. Ojo que cuento el final y eso, así que avisado está el que siga adelante:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
1-Si en las novelas de detectives malas siempre existía el tópico de que el asesino era el mayordomo en toda serie española en la que de cien sospechosos uno sea un cura, y además inquisidor, ya se sabe quién es el asesino: El malvado cura inquisidor. Curioso, cuando el inquisidor, de quién nadie sospecha, es quién encarga la investigación de las muertes que él mismo ha ordenado. ¡Que espabilado el cura, que pone a un tío listo a resolver sus propios delitos!. Si, ya se que no espera que el Sherlock Holmes sevillano descubra tantas cosas, pero se arriesga y pierde.
2-Y que tópico el protagonista, el tío de mente progresista luchando contra el oscurantismo católico -y protestante, de paso-. Esa doctrina tan perniciosa, como cualquier niño de la Logse, o cualquier televidente de la Sexta sabe. Bueno, sea así. Pero hombre, si resuelto el asunto le has dado al pobre Mateo tres puñaladas traperas que matarían a un percherón déjalo morir. No me hagas un Arya Stark. Mateo muerto y el chaval vivo. Pero no, happy end. Mateo vive, la lucha sigue.
3- Y me gusta el personaje de Patricia Pinelo, la viuda de Larrea. Comprendo su lucha por mantener el poder sobre el tinglado fabril de su marido ante un mundo de hombres que la consideran una incapaz por ser mujer. Pero si analizamos el personaje, su actuación con la prostituta no me cuadra. Teresa Pinelo tiene posición y dinero, pertenece a la moderna nobleza de la burguesía, que sustituirá en el tiempo a la nobleza clásica. Todo ello gracias al dinero de su marido. Ya no me encaja que en estas circunstancias mantenga una intensa actividad como pintora, oficio “manual y artesano” tan poco apropiado para una noble, pero su terca misión de redención de la modelo/prostituta random que ha encontrado en la calle y a la que puede dar empleo “liberador” en cualquier puesto de criada, lavandera o lo que sea en su propia casa o en el de cualquiera de sus amistades y a la que se empeña en colocar como “peón” de una fábrica en la que jamás ha entrado una mujer, siendo además joven, guapa y puta probada, provocando el conflicto con sus docenas de trabajadores me parece muy forzado. ¡Que ganas de tirarse piedras sobre su propio tejado!. Démosle a la chica un trabajo en la cocina, que es un poco pronto para “Germinal” y “Los Miserables”. Vale.
2-Y que tópico el protagonista, el tío de mente progresista luchando contra el oscurantismo católico -y protestante, de paso-. Esa doctrina tan perniciosa, como cualquier niño de la Logse, o cualquier televidente de la Sexta sabe. Bueno, sea así. Pero hombre, si resuelto el asunto le has dado al pobre Mateo tres puñaladas traperas que matarían a un percherón déjalo morir. No me hagas un Arya Stark. Mateo muerto y el chaval vivo. Pero no, happy end. Mateo vive, la lucha sigue.
3- Y me gusta el personaje de Patricia Pinelo, la viuda de Larrea. Comprendo su lucha por mantener el poder sobre el tinglado fabril de su marido ante un mundo de hombres que la consideran una incapaz por ser mujer. Pero si analizamos el personaje, su actuación con la prostituta no me cuadra. Teresa Pinelo tiene posición y dinero, pertenece a la moderna nobleza de la burguesía, que sustituirá en el tiempo a la nobleza clásica. Todo ello gracias al dinero de su marido. Ya no me encaja que en estas circunstancias mantenga una intensa actividad como pintora, oficio “manual y artesano” tan poco apropiado para una noble, pero su terca misión de redención de la modelo/prostituta random que ha encontrado en la calle y a la que puede dar empleo “liberador” en cualquier puesto de criada, lavandera o lo que sea en su propia casa o en el de cualquiera de sus amistades y a la que se empeña en colocar como “peón” de una fábrica en la que jamás ha entrado una mujer, siendo además joven, guapa y puta probada, provocando el conflicto con sus docenas de trabajadores me parece muy forzado. ¡Que ganas de tirarse piedras sobre su propio tejado!. Démosle a la chica un trabajo en la cocina, que es un poco pronto para “Germinal” y “Los Miserables”. Vale.

2,6
1.405
2
24 de octubre de 2010
24 de octubre de 2010
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película "10, la mujer perfecta" de Blake Edwars puso tres cosas de moda:
- El Bolero de Ravel
- Bo Derek como símbolo erótico y
- Las trencitas de Bo, para alegría de las peluquerías.
Para aprovechar el tirón del segundo efecto, y conocedor de que el único talento que su señora podía ofrecer al público era un físico privilegiado, John Derek no tuvo reparos en realizar una serie de bodrios pseudoeróticos, cuyo único interés para la chavalería residía en saber cuando y cómo Bo Derek iba a enseñar sus carnes turgentes.
En la película que nos ocupa, ambientada en la década de 1920, Bo Derek sale de un estricto internado británico con una meta clara en la vida: perder la virginidad y, de paso, llegar al éxtasis sexual. Como, ya lo decía Rafaella Carrá, para hacer bien el amor hay que venir al sur, Bo se embarca en un viaje que le llevará a Marruecos y a España en busca de un galanzote que cumpla sus deseos. Le acompañarán en sus peripecias una francamente guapa Ana Obregón y una adolescente y muy, pero que muy, perturbadora Olivia D´Abo. También el pobre George Kennedy (hay que ver lo que hay que hacer para ganarse las lentejas) y un insulso Andrea Occhipinti.
Así, en una ambientación bastante cuidada, entre desnudos de las bellas, caballos cartujanos. jeques que se parecen a Rodolfo Valentino, rejoneadores y toros con almohadillas protectoras en el lomo (se lo juro, oiga) la película llegará a uno de los finales más estremecedores de la historia del cine...Spoiler
- El Bolero de Ravel
- Bo Derek como símbolo erótico y
- Las trencitas de Bo, para alegría de las peluquerías.
Para aprovechar el tirón del segundo efecto, y conocedor de que el único talento que su señora podía ofrecer al público era un físico privilegiado, John Derek no tuvo reparos en realizar una serie de bodrios pseudoeróticos, cuyo único interés para la chavalería residía en saber cuando y cómo Bo Derek iba a enseñar sus carnes turgentes.
En la película que nos ocupa, ambientada en la década de 1920, Bo Derek sale de un estricto internado británico con una meta clara en la vida: perder la virginidad y, de paso, llegar al éxtasis sexual. Como, ya lo decía Rafaella Carrá, para hacer bien el amor hay que venir al sur, Bo se embarca en un viaje que le llevará a Marruecos y a España en busca de un galanzote que cumpla sus deseos. Le acompañarán en sus peripecias una francamente guapa Ana Obregón y una adolescente y muy, pero que muy, perturbadora Olivia D´Abo. También el pobre George Kennedy (hay que ver lo que hay que hacer para ganarse las lentejas) y un insulso Andrea Occhipinti.
Así, en una ambientación bastante cuidada, entre desnudos de las bellas, caballos cartujanos. jeques que se parecen a Rodolfo Valentino, rejoneadores y toros con almohadillas protectoras en el lomo (se lo juro, oiga) la película llegará a uno de los finales más estremecedores de la historia del cine...Spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Al final, tras varios intentos fallidos, Bo consigue "rematar la faena" con el rejoneador, Por si no nos diéramos cuenta de que Bo ha alcanzado su objetivo, en plena escena de sexo, sale de detrás de los protagonistas un ¡letrero de neón luminoso! con la palabra "éxtasis". ¡Que grande es el cine!
7
9 de diciembre de 2013
9 de diciembre de 2013
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
“The NBC Mistery Movie”, en España “Misterio”, era una serie de esta cadena de televisión norteamericana que se emitió los domingos entre 1971 y 1977. En realidad el título no era sino una cabecera común que contenía una triada de series emitidas alternadamente cada semana. Las pioneras –y más famosas- fueron “Columbo” (Colombo en España) -doce temporadas-, “McMillan & wife” (McMillan y esposa) -seis temporadas-, y “McCloud” –siete temporadas-. El éxito de esta cabecera principal llevó a la compañía a preparar una segunda “triada” de series para emitir los miércoles bajo la misma cabecera, pero sólo una de las nuevas superó la primera temporada: Banacek.
Thomas Banacek (George Peppard) es un reputado investigador privado que trabaja para compañías de seguros. Reside en Boston y es de origen polaco. Al contrario del tipo de detective privado habitual en el cine clásico, habitante de oscuras oficinas, Banacek tiene un alto status económico. Vive en una lujosa mansión y posee una limusina, un Cadillac con teléfono y chófer (con uniforme y gorra, claro). También posee un lujoso clásico descapotable, un Packard de 1941. Banacek es un sibarita, con un punto de arrogancia, siempre impecablemente vestido, con especial gusto por los polos de cuello alto, las chaquetas de lana y los puros. El origen de su fortuna es su trabajo. Banacek se dedica a resolver grandes –e inexplicables- robos (obras de arte, joyas, furgones blindados e incluso aviones). El protagonista es contratado por las compañías de seguros, cobra un porcentaje del 10% de lo que la compañía tendría que haber pagado como seguro por lo sustraído, siempre cifras astronómicas. El protagonista es un hombre hecho a sí mismo desde su origen humilde. Orgulloso descendiente de emigrantes polacos, Banacek confiesa en un episodio que nació en una cabaña de madera en Kentucky, estudiando leyes de noche y trabajando de día talando árboles. En otro capítulo, en cambio, confiesa que su padre era un matemático, oriundo de Varsovia, y que él se crió en los barrios humildes de Bostón. En otro capítulo, cuando un personaje comenta que hace mucho que no juega con trenes, Banacek le contesta: “Yo nunca tuve uno”. También sabemos que Banacek sirvió en el cuerpo de Marines de los EEUU, donde adquirió sus conocimientos de artes marciales.
Como personajes fijos de la serie podemos citar a dos: Su chófer, Jay Druri, interpretado por Ralph Lanza, un secundario clásico. Una de las características de Druri es lanzar descabelladas teorías sobre cómo se ha cometido el robo. Teorías que Banacek escucha atentamente para refutarlas en la frase siguiente. Druri, como su intérprete, es de origen italiano y alteró su apellido para “americanizarlo” El otro colaborador fijo de Banacek es Félix Mulholland, interpretado por Murray Matheson, viejo librero y ratón de biblioteca, una enciclopedia andante que colabora con Banacek aportando datos y noticias sobre los casos investigados. En la segunda temporada de la serie aparecerá Carrie Kirkland, interpretada por Cristine Belford, una joven e inexperta investigadora de seguros que competirá con Peppard y coqueteará con él a partes iguales. En realidad es un personaje que aparecía en el capítulo piloto y que no apareció en la primera temporada.
La estructura de cada episodio permaneció inamovible desde el principio. Al inicio siempre se nos muestra el robo –sin mostrar a los autores, esto no es Colombo-, siempre algún objeto valiosísimo que desaparece inexplicablemente, en muchos casos ante numerosos espectadores. Entonces aparece Banacek y se encarga del caso. El final siempre presenta al investigador resolviendo el caso, explicando cómo se llevó a cabo el robo y deteniendo a los culpables.
Curiosidades de la serie: (sigue en spoiler por falta de espacio)
Thomas Banacek (George Peppard) es un reputado investigador privado que trabaja para compañías de seguros. Reside en Boston y es de origen polaco. Al contrario del tipo de detective privado habitual en el cine clásico, habitante de oscuras oficinas, Banacek tiene un alto status económico. Vive en una lujosa mansión y posee una limusina, un Cadillac con teléfono y chófer (con uniforme y gorra, claro). También posee un lujoso clásico descapotable, un Packard de 1941. Banacek es un sibarita, con un punto de arrogancia, siempre impecablemente vestido, con especial gusto por los polos de cuello alto, las chaquetas de lana y los puros. El origen de su fortuna es su trabajo. Banacek se dedica a resolver grandes –e inexplicables- robos (obras de arte, joyas, furgones blindados e incluso aviones). El protagonista es contratado por las compañías de seguros, cobra un porcentaje del 10% de lo que la compañía tendría que haber pagado como seguro por lo sustraído, siempre cifras astronómicas. El protagonista es un hombre hecho a sí mismo desde su origen humilde. Orgulloso descendiente de emigrantes polacos, Banacek confiesa en un episodio que nació en una cabaña de madera en Kentucky, estudiando leyes de noche y trabajando de día talando árboles. En otro capítulo, en cambio, confiesa que su padre era un matemático, oriundo de Varsovia, y que él se crió en los barrios humildes de Bostón. En otro capítulo, cuando un personaje comenta que hace mucho que no juega con trenes, Banacek le contesta: “Yo nunca tuve uno”. También sabemos que Banacek sirvió en el cuerpo de Marines de los EEUU, donde adquirió sus conocimientos de artes marciales.
Como personajes fijos de la serie podemos citar a dos: Su chófer, Jay Druri, interpretado por Ralph Lanza, un secundario clásico. Una de las características de Druri es lanzar descabelladas teorías sobre cómo se ha cometido el robo. Teorías que Banacek escucha atentamente para refutarlas en la frase siguiente. Druri, como su intérprete, es de origen italiano y alteró su apellido para “americanizarlo” El otro colaborador fijo de Banacek es Félix Mulholland, interpretado por Murray Matheson, viejo librero y ratón de biblioteca, una enciclopedia andante que colabora con Banacek aportando datos y noticias sobre los casos investigados. En la segunda temporada de la serie aparecerá Carrie Kirkland, interpretada por Cristine Belford, una joven e inexperta investigadora de seguros que competirá con Peppard y coqueteará con él a partes iguales. En realidad es un personaje que aparecía en el capítulo piloto y que no apareció en la primera temporada.
La estructura de cada episodio permaneció inamovible desde el principio. Al inicio siempre se nos muestra el robo –sin mostrar a los autores, esto no es Colombo-, siempre algún objeto valiosísimo que desaparece inexplicablemente, en muchos casos ante numerosos espectadores. Entonces aparece Banacek y se encarga del caso. El final siempre presenta al investigador resolviendo el caso, explicando cómo se llevó a cabo el robo y deteniendo a los culpables.
Curiosidades de la serie: (sigue en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
- Banacek fuma puros, una afición personal de Peppard trasvasada a la serie y que repetiría en el personaje de Hannibal Smith del “Equipo A” (“Los Magníficos” en Hispanoamérica). George Peppard falleció de las complicaciones causadas por un cáncer de pulmón provocado por su hábito.
- El apellido Banacek es a menudo pronunciado de forma incorrecta, a veces voluntariamente por sus contrincantes.
- Banacek recita uno o dos refranes polacos cada episodio. Refranes incomprensibles que necesitan ser explicados a sus interlocutores. Refranes tales como:
Puedes leerte todos los libros de la biblioteca pero el queso seguirá oliendo a los cuatro días.
Que la gata tenga a sus gatitos en el horno no los convierte en galletas.
- Al igual que su personaje el actor George Peppard también sirvió en el cuerpo de Marines de los EEUU
- La serie era, con mucho, la más espectacular de la parrilla de “The NBC Mistery Movie”. Los robos que investiga Banacek son siempre desapariciones asombrosas e inexplicables, ocurridos, en muchos casos, a plena vista de todos. Para ello se utilizan los medios más sofisticados y llamativos (sofisticados en los 70´s, claro). En un episodio un mago se hace desaparecer a sí mismo. También desaparecen aviones, caballos, joyas e incluso un jugador de futbol americano en medio de un partido. Una serie muy “cinematográfica”, aunque muchas explicaciones de cómo se cometieron los hechos no resisten una segunda revisión y pecan de ingenuas a los ojos de hoy. Ya en la época los propios guionistas se excusaban diciendo: “Si pudiéramos idear ocho robos perfectos cada año no estaríamos escribiendo guiones, sino cometiendo los robos”.
- Mujeres, claro. Banacek, es un seductor nato y en cada episodio entablará relaciones sentimentales con alguno de los personajes femeninos que aparezcan. Siempre mujeres hermosas, naturalmente. Su oponente en la segunda temporada -Carrie Kirkland- también caerá en sus brazos (según las malas lenguas la actriz que la interpretaba siguió el mismo camino). Linda Evans, Victoria Principal, Stefanie Powers o Stella Stevens formaran parte de este grupo. Tal vez el “machismo” de la serie sea lo que más ha envejecido, el playboy de los setenta ya no se lleva.
- Fue una serie relativamente exitosa, sin embargo sólo se emitió durante dos temporadas (1972-1974), con un total de 17 episodios (un piloto y dos temporadas de ocho episodios cada una). El motivo no fue otro que el problemático divorcio de George Peppard y su segunda esposa, la también actriz Elizabeth Ashley. Ashley consiguió un fuerte porcentaje de los ingresos que iba a obtener Peppard por la tercera temporada de la serie. Peppard abandonó la serie justo antes de empezar la temporada para no pagarle.
- Es evidente que, cuarenta años después de su rodaje, la serie ha envejecido estéticamente –¡aquellas modas imposibles de los setenta-¡, pero sus casos resisten sorprendentemente el paso del tiempo y bien merecería un “remake” actualizado a los tiempos y tecnología modernos. Una buena serie y un personaje interesante este Banacek.
- El apellido Banacek es a menudo pronunciado de forma incorrecta, a veces voluntariamente por sus contrincantes.
- Banacek recita uno o dos refranes polacos cada episodio. Refranes incomprensibles que necesitan ser explicados a sus interlocutores. Refranes tales como:
Puedes leerte todos los libros de la biblioteca pero el queso seguirá oliendo a los cuatro días.
Que la gata tenga a sus gatitos en el horno no los convierte en galletas.
- Al igual que su personaje el actor George Peppard también sirvió en el cuerpo de Marines de los EEUU
- La serie era, con mucho, la más espectacular de la parrilla de “The NBC Mistery Movie”. Los robos que investiga Banacek son siempre desapariciones asombrosas e inexplicables, ocurridos, en muchos casos, a plena vista de todos. Para ello se utilizan los medios más sofisticados y llamativos (sofisticados en los 70´s, claro). En un episodio un mago se hace desaparecer a sí mismo. También desaparecen aviones, caballos, joyas e incluso un jugador de futbol americano en medio de un partido. Una serie muy “cinematográfica”, aunque muchas explicaciones de cómo se cometieron los hechos no resisten una segunda revisión y pecan de ingenuas a los ojos de hoy. Ya en la época los propios guionistas se excusaban diciendo: “Si pudiéramos idear ocho robos perfectos cada año no estaríamos escribiendo guiones, sino cometiendo los robos”.
- Mujeres, claro. Banacek, es un seductor nato y en cada episodio entablará relaciones sentimentales con alguno de los personajes femeninos que aparezcan. Siempre mujeres hermosas, naturalmente. Su oponente en la segunda temporada -Carrie Kirkland- también caerá en sus brazos (según las malas lenguas la actriz que la interpretaba siguió el mismo camino). Linda Evans, Victoria Principal, Stefanie Powers o Stella Stevens formaran parte de este grupo. Tal vez el “machismo” de la serie sea lo que más ha envejecido, el playboy de los setenta ya no se lleva.
- Fue una serie relativamente exitosa, sin embargo sólo se emitió durante dos temporadas (1972-1974), con un total de 17 episodios (un piloto y dos temporadas de ocho episodios cada una). El motivo no fue otro que el problemático divorcio de George Peppard y su segunda esposa, la también actriz Elizabeth Ashley. Ashley consiguió un fuerte porcentaje de los ingresos que iba a obtener Peppard por la tercera temporada de la serie. Peppard abandonó la serie justo antes de empezar la temporada para no pagarle.
- Es evidente que, cuarenta años después de su rodaje, la serie ha envejecido estéticamente –¡aquellas modas imposibles de los setenta-¡, pero sus casos resisten sorprendentemente el paso del tiempo y bien merecería un “remake” actualizado a los tiempos y tecnología modernos. Una buena serie y un personaje interesante este Banacek.
4
11 de agosto de 2013
11 de agosto de 2013
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un juez y su esposa llegan al nuevo destino del marido, una pequeña y rutinaria ciudad de provincias (perdón a los de Logroño, que no es ninguna de las dos cosas). La esposa se aburre mortalmente hasta que encuentra entretenimiento: un jovencito de diecisiete años con quien inicia una muy inverosímil relación amorosa...Película para el lucimiento físico, que no artístico, de la popular vedette. Película "con destape" -que no específicamente "de destape"-realizada por un director habituado al género y que resultó un éxito de taquilla que ya quisieran otras. Es cierto que todo es bastante previsible, sin embargo no cae en lo grotesco, envuelve la trama amorosa en una historia seria, realiza un retrato curioso de la vida de las "fuerzas vivas" provincianas e incorpora un toque de "thriller" que cambia un tanto el guión esperado y aporta un casi interesante final. La presencia además de actores tan sólidos como el sobrio Manuel Tejada y un buen Héctor Alterio, el mejor de largo, consiguen que la película se vea sin mayores sobresaltos.
Lo peor la musiquilla, similar a todas las musiquillas de películas eróticas de la época y que se clava atrozmente en la cabeza.
Para erotómanos de la Duval y gente que no tenga otra cosa que hacer.
Lo peor la musiquilla, similar a todas las musiquillas de películas eróticas de la época y que se clava atrozmente en la cabeza.
Para erotómanos de la Duval y gente que no tenga otra cosa que hacer.
Serie

6,4
2.823
6
14 de febrero de 2017
14 de febrero de 2017
18 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
-SPOILERS DE LOS OCHO PRIMEROS MINUTOS DE LA SERIE- OCHO y ni uno más
En una Cataluña virtual donde no se habla catalán ni hay esteladas, un tipo amnésico que no recuerda nada de nada, con traje -pero sin documentación- aparece herido en una carretera. Original ¿no?. En el hospital aparece su esposa, que se imaginaran preocupadísima por su marido, antes desaparecido y ahora herido. Pues NO. La esposa es una soviética Blanca Portillo que observa fríamente a su marido a una distancia de tres metros:
¿Eres mi mujer?
Si
Lo siento... no...
¿Estás bien, aparte de la memoria?
Así de soviética, como la cara de la Portillo, ni cariño como estás ni abrazos ni mariconadas, tal vez porque la Portillo, aparte de esposa soviética es juez. Bueno pues resulta que el buen señor, que es nada menos que catedrático de la universidad y se llama Juan Elías, ha tenido un accidente en su coche y ha desaparecido su sobrina Ana -o Anna- que viajaba con él y con la que se llevaba de puturrú de fua. Inmediatamente le acusan del ASESINATO de su sobrina (el guionista sabrá por qué, yo aún lo intentó comprender). Pero tranquis que le acusan de asesinato pero lo dejan libre, igual porque su esposa es la juez soviética y el trato de favor y eso..
Luego hay un bufete de jóvenes abogados enrollados. Aida Folch va en bici -no por el carril bici sino por donde le peta, en plan Verano Azul- y da muuuuy buen rollo aunque siempre lleve la misma camisa, con su abuela de anuncio de Tarradellas y tal. Los jóvenes abogados trabajan en un mega loft de unos mil metros cuadrados en el centro de Barcelona (como cualquier joven abogado) que incluye un picadero donde el de Victor Ros se tira a Eva Santolaria, que interpreta a una fiscal imposible y que sale en sujetador en la primera escena, tal vez para recordarnos aquellas camisetas ajustadísimas de “Compañeros” y para mostrarnos que la Santolaria sigue estando turgente. Bueno, pues este bufete es contratado por el padre de la asesinado-desaparecida, rector de la Universidad (aquí hay todo un mundo de la alta burguesía catalana), que odia a muerte a su cuñao-asesino y que en lugar de contratar a un abogado prestigiosísimo del bufete Pedrol Rius Bofarull i Santescases (es un suponer)se decide por los jóvenes abogados enrollados para que lleven la acusación y los recibe en su casa, porque parece que estos no reciben a los clientes en su despacho, como todos los abogados, sino que van a domicilio, lo que me hace preguntarme para que quieren esa nave inmensa donde trabajan-fornican. Fin de mis desvaríos y de los spoilers.
Bueno, pues la serie, a pesar de que empieza así y sigue de la misma forma es entretenida. Tal vez porque está muy correctamente filmada y muy correctamente interpretada, con excepciones que sería largo de relatar. Digamos que los mayores están mejor que los jóvenes, como casi siempre, aunque yo pongo a Aida Folch en el grupo de los buenos. Así que esperaremos ese, oh sorpresa, giro final -o doble o triple giro- que a buen seguro tendremos; y el inevitable culpable que es inocente y el inocente que es el culpable, que no creo que sea el señalado porque es un tipo progre, enrollado y follarín (si, si, el Elías y no digo con quién) y un par de revelaciones sorprendentes e inesperadas, que llevamos esperando desde el minuto uno y el inevitable enredo de la trama según avancen los capítulos, donde aparecerá gente y más gente que llevará la trama para aquí y para allá, para desenredarse todo en los dos ultimos capítulos, entre carreras y persecuciones policiales y... colorín colorado.
En serio, se puede ver y es entretenida dentro de su inverosimilitud. Pero vamos, me da a mí que el Elías no ha sido. A mí me da más miedo la soviética.
En una Cataluña virtual donde no se habla catalán ni hay esteladas, un tipo amnésico que no recuerda nada de nada, con traje -pero sin documentación- aparece herido en una carretera. Original ¿no?. En el hospital aparece su esposa, que se imaginaran preocupadísima por su marido, antes desaparecido y ahora herido. Pues NO. La esposa es una soviética Blanca Portillo que observa fríamente a su marido a una distancia de tres metros:
¿Eres mi mujer?
Si
Lo siento... no...
¿Estás bien, aparte de la memoria?
Así de soviética, como la cara de la Portillo, ni cariño como estás ni abrazos ni mariconadas, tal vez porque la Portillo, aparte de esposa soviética es juez. Bueno pues resulta que el buen señor, que es nada menos que catedrático de la universidad y se llama Juan Elías, ha tenido un accidente en su coche y ha desaparecido su sobrina Ana -o Anna- que viajaba con él y con la que se llevaba de puturrú de fua. Inmediatamente le acusan del ASESINATO de su sobrina (el guionista sabrá por qué, yo aún lo intentó comprender). Pero tranquis que le acusan de asesinato pero lo dejan libre, igual porque su esposa es la juez soviética y el trato de favor y eso..
Luego hay un bufete de jóvenes abogados enrollados. Aida Folch va en bici -no por el carril bici sino por donde le peta, en plan Verano Azul- y da muuuuy buen rollo aunque siempre lleve la misma camisa, con su abuela de anuncio de Tarradellas y tal. Los jóvenes abogados trabajan en un mega loft de unos mil metros cuadrados en el centro de Barcelona (como cualquier joven abogado) que incluye un picadero donde el de Victor Ros se tira a Eva Santolaria, que interpreta a una fiscal imposible y que sale en sujetador en la primera escena, tal vez para recordarnos aquellas camisetas ajustadísimas de “Compañeros” y para mostrarnos que la Santolaria sigue estando turgente. Bueno, pues este bufete es contratado por el padre de la asesinado-desaparecida, rector de la Universidad (aquí hay todo un mundo de la alta burguesía catalana), que odia a muerte a su cuñao-asesino y que en lugar de contratar a un abogado prestigiosísimo del bufete Pedrol Rius Bofarull i Santescases (es un suponer)se decide por los jóvenes abogados enrollados para que lleven la acusación y los recibe en su casa, porque parece que estos no reciben a los clientes en su despacho, como todos los abogados, sino que van a domicilio, lo que me hace preguntarme para que quieren esa nave inmensa donde trabajan-fornican. Fin de mis desvaríos y de los spoilers.
Bueno, pues la serie, a pesar de que empieza así y sigue de la misma forma es entretenida. Tal vez porque está muy correctamente filmada y muy correctamente interpretada, con excepciones que sería largo de relatar. Digamos que los mayores están mejor que los jóvenes, como casi siempre, aunque yo pongo a Aida Folch en el grupo de los buenos. Así que esperaremos ese, oh sorpresa, giro final -o doble o triple giro- que a buen seguro tendremos; y el inevitable culpable que es inocente y el inocente que es el culpable, que no creo que sea el señalado porque es un tipo progre, enrollado y follarín (si, si, el Elías y no digo con quién) y un par de revelaciones sorprendentes e inesperadas, que llevamos esperando desde el minuto uno y el inevitable enredo de la trama según avancen los capítulos, donde aparecerá gente y más gente que llevará la trama para aquí y para allá, para desenredarse todo en los dos ultimos capítulos, entre carreras y persecuciones policiales y... colorín colorado.
En serio, se puede ver y es entretenida dentro de su inverosimilitud. Pero vamos, me da a mí que el Elías no ha sido. A mí me da más miedo la soviética.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¡Qué mayor está Álvaro de Luna!
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