La película se tiene que ver, porque su argumento no es lo que puede parecer.
Con un principio demasiado estandar, demasiado en la línea de las películas B del Oeste, hay un momento en que se produce un giro, y eso hace que se recobre el apenas interés que hasta el momento se tenido.
El guión hace que merezca la pena verlo, pero no así sus protagonistas: MacMurray siempre ha sido un secundón sin talento alguno; la Hayes en plan mujer módelica americana, pero sin interés alguno; y el Vaughn en un papel que no se sabe muy bien si se lo llega a creer.
Con otros actores esta película sería mucho más interesante, pero, a pesar de ello, es buena.

El argumento nos va a sonar a lo largo de todo el metraje. Es la misma historia de tantas y tantas películas sobre el periodo medieval ingles... o de cualquier otro punto de Europa. Unos buenos, unos malos, entre ellos uno malo, malísimo, y una bella chica, por la que luchan unos y otros. Nada de especial interés, salvo ... Oliver Reed, que siempre es muy interesante ver sus interpretaciones; o salvo Donald Pleasence, que en su papel secundario, anima la visión. Fuera de ello, ni la clasicona dirección del Sr. Hough, ni la banda sonora, ni la fotografia, va a evitar un repetitivo bostezo. Algo hay en esta película, pero ...¡es tan poco!.

Tras los vascos, han llegado los catalanes, y quien piense que aquello no se podía igualar, es que o tiene demasiada manía al catalanismo, o muy pocas entenderas hacia el humor inteligente. El guión esta tremendamente bien trabajado, y la dirección, perfecta, porque la tropa de los Rovira, Lago, Elejalde, Machi, etc... vuelven a estar como peces en el agua, dando lo mejor de sus interpretaciones para hacer brillar un trabajo sin parangón en nuestro tradicional cine de comedia. Lo siento por los que no le caen los catalanes, pero aquí, como allí (la de los vascos) se saca lo mejor estos pueblos, y Sevilla... pues como siempre, con sabor a los del Río, pescaito frito y cachondeo... y eso si que es lo menos logrado.

Tras varias décadas transcurridas, la película se recuerda como una del Oeste, con bastantes tiros y los consiguientes fiambres en la calle, pero no, no es solo eso: el Wayne y el Mitchum haciendo arte, haciendo de lo difícil, lo sencillamente maravilloso; de lo esperando, lo deseado; de la atención del espectador, el asombro por todo lo que se está viendo. A ellos dos hay que vivirlos, para viviendolos, no dejar ni un solo segundo de seguir pidiendo mas y mas... y el Hawks, batuta en mano, convirtiendo esa interpretación en magia, porque no vale con seguir la historia con la cámara, hay que hacer sentir que se está en aquel pueblo, en aquella oficina del sheriff, como si no estuvieras en otro sitio... y eso solo lo da Hawks, y te lo hacen vivir, Wayne y Mitchum. Sensacional.

No deja indiferente esta película: ni por sus actores, ni por su banda sonora, ni por sus elegantes efectos especiales, ni por todo lo que se puede y se debe ver en ella. Para mi, tal vez la mejor interpretación de un talentoso Keaton (a quien físicamente cuesta reconocer). Una historia que no deja de sorprender, a pesar de lo delirante de sus quiebros y requiebros. Un vibrante son de batería, que aunque al principio puede llegar incluso a molestar, al final termina por ser esencial. Y un director que lleva a historia, interpretes, y demás por los derroteros de un film que va a costar tiempo en olvidar.