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6,6
6.260
5
24 de marzo de 2015
24 de marzo de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cheap Thrills intenta ofrecer una mordaz crítica a la sociedad actual del morbo, la comunicación y el dinero mediante una historia retorcida e intensa en muchos momentos, con una gran dosis de humor que funciona la mayoría de veces. Pese a todo ello, en general la película resulta insustancial. Su única forma de avanzar en el relato es a través de una escena macabra tras otra que podría recordar a la saga Saw pero sin el aire de misterio y terror que caracteriza a esta última. Todo es violento y muy gratuito. El drama familiar y los problemas personales de fondo que intentan justificar los actos del protagonista no funcionan nada ya que realmente importan más bien poco. El desarrollo de los acontecimientos se torna totalmente previsible y falto de un giro final importante que haga cambiar las cosas radicalmente.
Digamos que si se la enmarca dentro de la corriente independiente americana la película no es desastrosa, y como debut para E.l. Katz no está nada mal. Es bastante entretenida y no baja el ritmo en ningún momento. Tiene unas buenas interpretaciones de David Koechner y Pat Haley con un punto de sobreactuación que se requiere en algunos momentos. Incluso se puede encontrar cierto mérito al reducir toda la acción a un lugar tan pequeño como la casa del millonario y alguna que otra secuencia hilarante. Pero tras la continua repetición del esquema “ofrezco dinero - rechazo - pelea - acepto” se le acaba pidiendo algo más. Esa visión oscura de la condición humana que sólo busca el dinero sin importar el cómo pierde toda su fuerza. Y escenas tan ridículas como la del sexo en el salón la rebajan mucho. No ayuda que el personaje de Sara paxton sea tan simple por mucho que sea esto lo que pretenda.
Funcionará para los amantes del gore (sin ser tampoco excesivo), la violencia sádica y la comedia negra pero nada más. Y habiendo un gran número de películas mejores en este tipo de géneros es bastante olvidable, del montón. El intento de enseñanza moral queda en nada.
Digamos que si se la enmarca dentro de la corriente independiente americana la película no es desastrosa, y como debut para E.l. Katz no está nada mal. Es bastante entretenida y no baja el ritmo en ningún momento. Tiene unas buenas interpretaciones de David Koechner y Pat Haley con un punto de sobreactuación que se requiere en algunos momentos. Incluso se puede encontrar cierto mérito al reducir toda la acción a un lugar tan pequeño como la casa del millonario y alguna que otra secuencia hilarante. Pero tras la continua repetición del esquema “ofrezco dinero - rechazo - pelea - acepto” se le acaba pidiendo algo más. Esa visión oscura de la condición humana que sólo busca el dinero sin importar el cómo pierde toda su fuerza. Y escenas tan ridículas como la del sexo en el salón la rebajan mucho. No ayuda que el personaje de Sara paxton sea tan simple por mucho que sea esto lo que pretenda.
Funcionará para los amantes del gore (sin ser tampoco excesivo), la violencia sádica y la comedia negra pero nada más. Y habiendo un gran número de películas mejores en este tipo de géneros es bastante olvidable, del montón. El intento de enseñanza moral queda en nada.
7
3 de marzo de 2015
3 de marzo de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchos podrían pensar eso. La mayoría creería que asistirían a un documental sobre un hombre que vive con los osos. Pero lo que hace Herzog aquí es analizar y diseccionar al ser humano. Intentar encontrar las razones que llevaron a Timothy Treadwell a querer desligarse de su humanidad, a alejarse de lo civilizado. Y falla. No encuentra esa simbiosis que Timothy dice tener. Sólo hay deseo de supervivencia en el oso. Es ajeno a cualquier otra cosa. Es imposible que una mente racional pueda llegar a comprender lo que pasa por la cabeza de un loco, un demente.
Aun así, el director alemán aporta los suficientes elementos para que el espectador saque sus propias conclusiones. De hecho, en el documental accede sobre todo a la parte oculta de Timothy, sus confesiones más íntimas. Incluso se puede decir que hay dos niveles narrativos en la misma película, dos historias distintas que se compaginan. El propio trabajo de documentalista que hizo Timothy, con más de 100 horas de grabaciones, del que realmente vemos poco y la historia, mucho más cinematográfica por otro lado, de su muerte. El director recompone la historia a su gusto y hace que el espectador empatice, se enganche y por último sienta su muerte, abordándolo con este tema 4 o 5 veces a lo largo de la película, concienciándolo. No faltan tampoco los elementos y testimonios más truculentos.
Lo que sí transmite perfectamente la película, es que el mismo Timothy parece interpretar un personaje en sí mismo. Algo necesario par establecer una membrana separatoria en su intento de escapar de un pasado problemático. De una sociedad que lo excluye y no lo entiende. El ser humano iba a acabar con él y por lo tanto busca refugio en la naturaleza. Se sacan a relucir los conflictos internos. Otro elemento obligatorio de cualquier guión cinematográfico.
Conforme avanza, el relato va cobrando un tono más oscuro y retorcido puesto que comprendemos mejor el mundo de Timothy, su verdad. Tras su intento fallido de ser actor y la espiral de autodestrucción en la que entró creó su propia realidad . Para haber creado un personaje dentro de su mundo y dotar a los osos y demás animales de nombre e incluso personalidad, Treadwell necesitaba ser a su vez un cineasta. Había creado una ficción propia que le permitía escapar de todo.
Aun así, el director alemán aporta los suficientes elementos para que el espectador saque sus propias conclusiones. De hecho, en el documental accede sobre todo a la parte oculta de Timothy, sus confesiones más íntimas. Incluso se puede decir que hay dos niveles narrativos en la misma película, dos historias distintas que se compaginan. El propio trabajo de documentalista que hizo Timothy, con más de 100 horas de grabaciones, del que realmente vemos poco y la historia, mucho más cinematográfica por otro lado, de su muerte. El director recompone la historia a su gusto y hace que el espectador empatice, se enganche y por último sienta su muerte, abordándolo con este tema 4 o 5 veces a lo largo de la película, concienciándolo. No faltan tampoco los elementos y testimonios más truculentos.
Lo que sí transmite perfectamente la película, es que el mismo Timothy parece interpretar un personaje en sí mismo. Algo necesario par establecer una membrana separatoria en su intento de escapar de un pasado problemático. De una sociedad que lo excluye y no lo entiende. El ser humano iba a acabar con él y por lo tanto busca refugio en la naturaleza. Se sacan a relucir los conflictos internos. Otro elemento obligatorio de cualquier guión cinematográfico.
Conforme avanza, el relato va cobrando un tono más oscuro y retorcido puesto que comprendemos mejor el mundo de Timothy, su verdad. Tras su intento fallido de ser actor y la espiral de autodestrucción en la que entró creó su propia realidad . Para haber creado un personaje dentro de su mundo y dotar a los osos y demás animales de nombre e incluso personalidad, Treadwell necesitaba ser a su vez un cineasta. Había creado una ficción propia que le permitía escapar de todo.
10 de marzo de 2015
10 de marzo de 2015
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que se experimenta al enfrentarnos a la obra de Kaurismäki es repulsión. Una repulsión ante una sociedad deshumanizada, falta de vida, inexpresiva que lucha por abrirse paso en un mundo que le es hostil, que la entierra. Donde lo cotidiano se vuelve una tortura. Tanto como puede llegar convertirse la película si no entras en su juego. Su lentitud y falta de coherencia interna junto con lo ridículo que resultan algunas escenas hacen que el espectador salga por completo de esa realidad ya de por sí alterada y del hilo conductor principal del film.
El director finlandés nos presenta a Henri Boulanger, interpretado por Jean-Pierre Léaud, actor clave de la Nouvelle Vague, un hombre cansado de su vida y del trabajo que se quiere suicidar. Hasta aquí todo bien. Se esboza una premisa que puede dar juego. Incluso sirve para hacer gala en ciertos momentos de ese humor escandinavo tan particular que tan bien representa lo absurdo en lo cotidiano. En este caso se retrata a un mundo obrero, industrializado, carente de esperanza. Todo en él resulta antiestético, marginal y deprimente. Pero ni por esas se consigue establecer cierta empatía con lo que se ve en pantalla. Aunque los personajes de Kaurismäki suelen tener ese comportamiento un tanto frío y seco, el actor francés parece perdido actuando en un idioma extranjero y no transmite absolutamente nada.
Continúa...
El director finlandés nos presenta a Henri Boulanger, interpretado por Jean-Pierre Léaud, actor clave de la Nouvelle Vague, un hombre cansado de su vida y del trabajo que se quiere suicidar. Hasta aquí todo bien. Se esboza una premisa que puede dar juego. Incluso sirve para hacer gala en ciertos momentos de ese humor escandinavo tan particular que tan bien representa lo absurdo en lo cotidiano. En este caso se retrata a un mundo obrero, industrializado, carente de esperanza. Todo en él resulta antiestético, marginal y deprimente. Pero ni por esas se consigue establecer cierta empatía con lo que se ve en pantalla. Aunque los personajes de Kaurismäki suelen tener ese comportamiento un tanto frío y seco, el actor francés parece perdido actuando en un idioma extranjero y no transmite absolutamente nada.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La historia continúa y aparecen una mujer, mafiosos y obviamente el asesino a sueldo junto con otros elementos característicos del cine negro que importan más bien poco una vez alcanzado este punto. El personaje atraviesa una serie de catastróficas desdichas para que al final nada cambie y acabe (no sé si felizmente) friendo hamburguesas. Bueno sí, quizás su aprecio por la vida pero eso es algo que solo saben él y el director. Lo único memorable es la presencia de Joe Strummer cantando en un bar de mala muerte. Ni él sabe como acabó ahí.
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