Al igual que su predecesora, estamos ante una serie grandiosa cuyo argumento es básicamente el de siempre basado en intrigas políticas y luchas por el poder.

La historia se centra en muchos años antes de lo que ya conocíamos y gira entorno a la casa Targaryen en un momento donde los dragones surcaban los cielos con total naturalidad. En este sentido la serie es un auténtico espectáculo con escenas épicas y efectos especiales muy bien ejecutados. A nivel visual es una serie muy impactante.

Por su parte las interpretaciones tampoco se quedan atrás. Si bien es cierto que algunos personajes me chocaron estéticamente en un principio, acaban funcionando de una forma magistral y cierran trabajos sublimes.

La serie es densa, lenta y con infinitas conversaciones. No es nada que se aleje de su fórmula original y en absoluto algo negativo. Lo que ocurre es que no funciona de la misma manera, ya que en esta ocasión, dicha formula está aplicada sobre un alcance mucho menor dado que se basa en una única familia. Juego de tronos jugaba con la baza de contarnos múltiples historias ejecutándose en muchos sitios de forma simultánea y sobre muchas familias y personajes diferentes. Paralelizaba tantas historias que su lentitud no se hacía tan presente y este es el único defecto que le he encontrado a La Casa del Dragón. Se echa de menos el soplo de aire fresco que suponía saltar de un lugar a otro mucho más alejado del mapa para continuar cada una de sus historias. Pero bueno, lo compensamos con un buen puñado de dragones espectaculares y unos personajes que funcionan a la perfección en cada una de sus facetas.

En resumen, es una serie maravillosa para cualquier amante de las historias fantásticas.