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Documental

6,9
1.559
4
8 de junio de 2022
8 de junio de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al contrario de lo que ocurre en In Search of Darkness (que dura más de 4 horas y tiene secuela de semejante duración), este documental, aunque necesario, parece que por alguna razón extraña (ya que iba a ser obviamente para público minoritario), tenía que durar muy poco. Tanto es así que hasta hay momentos del montaje nefastos en los que el nombre de la persona que da su testimonio pasa tan rápido en el grafismo que es imposible leerlo o se cambia de un tema a otro al trote. Está terriblemente mal vertebrado en un sentido narrativo.
Eso mismo provoca que la participación de alguien como Álex de la Iglesia esté absolutamente desaprovechada. Desde casi la mitad al final del metraje, pasa de ser una película fascinante a una charla de bar entre cuatro amiguetes fans del cine "de guerrilla" español que tienen prisa por tomarse la última y a casa.
Una decepción que el gran López Lavigne sea uno de sus principales responsables junto con el dueño de los derechos del 80% de TODO el cine español que se ha rodado y se rueda (el señor Cerezo, lo cual es una ventaja enorme a la hora de poder mostrar cortes de muchísimas películas sin problemas porque él tiene los derechos de explotación, es decir: no dura poco por falta de recursos).
Es llamativo lo TIBIOS y "bienquedas" que son con Pilar Miró: la misma mujer que creó una ley hecha 'ad hoc' para destruir la misma industria del cine que propició las películas de las que hablan en el documental y que los partícipes en el mismo tanto aplauden. Es más, la disculpan y achacan el derrumeb de esa industria a una "evolución del mercado", como si el exploitation no fuese el cine más capaz de adaptarse a lo que le venga por delante en ese aspecto: sean gustos del público, políticas culturales o cambios sociales. Algo me dice que Mariano Ozores ni en broma habría opinado lo mismo sobre la Ley Miró o no lo opinó y prefirieron eliminar ese corte en montaje.
En resumen, un documental extráñamente cobarde, que sólo rasca en la superficie y que deja tan insatisfecho al fan de aquel cine como aleja de él a los más jóvenes que desconocen que ese es el cine por el que Tarantino usa en Jackie Brown una canción de una película de Jess Franco, tiene a La Novia Ensangrentada como referencia en Kill Bill o pone en boca de Al Pacino el nombre del director Romero Marchent en Érase Una Vez en Hollywood.
Pero si hasta hablan de Carne Apaleada como si fuera La Guerra de las Galaxias: asumiendo que es un filme que ha visto todo el mundo:
"No, hija, nooo..."
Eso mismo provoca que la participación de alguien como Álex de la Iglesia esté absolutamente desaprovechada. Desde casi la mitad al final del metraje, pasa de ser una película fascinante a una charla de bar entre cuatro amiguetes fans del cine "de guerrilla" español que tienen prisa por tomarse la última y a casa.
Una decepción que el gran López Lavigne sea uno de sus principales responsables junto con el dueño de los derechos del 80% de TODO el cine español que se ha rodado y se rueda (el señor Cerezo, lo cual es una ventaja enorme a la hora de poder mostrar cortes de muchísimas películas sin problemas porque él tiene los derechos de explotación, es decir: no dura poco por falta de recursos).
Es llamativo lo TIBIOS y "bienquedas" que son con Pilar Miró: la misma mujer que creó una ley hecha 'ad hoc' para destruir la misma industria del cine que propició las películas de las que hablan en el documental y que los partícipes en el mismo tanto aplauden. Es más, la disculpan y achacan el derrumeb de esa industria a una "evolución del mercado", como si el exploitation no fuese el cine más capaz de adaptarse a lo que le venga por delante en ese aspecto: sean gustos del público, políticas culturales o cambios sociales. Algo me dice que Mariano Ozores ni en broma habría opinado lo mismo sobre la Ley Miró o no lo opinó y prefirieron eliminar ese corte en montaje.
En resumen, un documental extráñamente cobarde, que sólo rasca en la superficie y que deja tan insatisfecho al fan de aquel cine como aleja de él a los más jóvenes que desconocen que ese es el cine por el que Tarantino usa en Jackie Brown una canción de una película de Jess Franco, tiene a La Novia Ensangrentada como referencia en Kill Bill o pone en boca de Al Pacino el nombre del director Romero Marchent en Érase Una Vez en Hollywood.
Pero si hasta hablan de Carne Apaleada como si fuera La Guerra de las Galaxias: asumiendo que es un filme que ha visto todo el mundo:
"No, hija, nooo..."

6,9
21.731
4
28 de abril de 2021
28 de abril de 2021
21 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si la película no se hubiera vendido como "feminista" (hegemónica. No hay que estudiar mucho sobre esto para saber a qué rama del árbol del feminismo intenta venderle el visionado), le habría puesto más nota.
Hace lo mismo que las magníficas 'La violencia en el sexo' ('I spit on your grave', la original; aún no he visto el remake) o Calibre 45 (Ms. 45 de Abel Ferrara) y otras 10 docenas de películas de explotación, pero vendiéndose por el dólar de la justicia social y del feminismo. Cuando lo que han rodado aquí hace que los espectadores (eso incluye en nuestra lengua a las espectadoras, pero parece que hay que dejarlo claro hoy en día) quieran ver una masacre (literal y/o social) sin tener que pedir perdón por sentirse bien por ello.
Los justos de espíritu queríamos una satisfacción y aquí sólo nos encontramos con frustración. Las feministas querían un machete al machote y se hallan en el mismo punto que nosotros. Todo rodado con esa estética de cine independiente de lujo que poseen este tipo de películas hoy en día: pretenciosa, pero no molesta como salirse del estándar. Esta película en su dirección no tiene autoría, podría ser de cualquiera.
Ojalá tanto la directora y guionista hubieran ido un poco más "a los años 70" a los que pertenece con esta cinta y se hubiera saltado dos o tres convenciones que en 5 años harán ver a esta peli como algo obsoleto. Habría sido memorable manteniendo el mismo mensaje.
Hace lo mismo que las magníficas 'La violencia en el sexo' ('I spit on your grave', la original; aún no he visto el remake) o Calibre 45 (Ms. 45 de Abel Ferrara) y otras 10 docenas de películas de explotación, pero vendiéndose por el dólar de la justicia social y del feminismo. Cuando lo que han rodado aquí hace que los espectadores (eso incluye en nuestra lengua a las espectadoras, pero parece que hay que dejarlo claro hoy en día) quieran ver una masacre (literal y/o social) sin tener que pedir perdón por sentirse bien por ello.
Los justos de espíritu queríamos una satisfacción y aquí sólo nos encontramos con frustración. Las feministas querían un machete al machote y se hallan en el mismo punto que nosotros. Todo rodado con esa estética de cine independiente de lujo que poseen este tipo de películas hoy en día: pretenciosa, pero no molesta como salirse del estándar. Esta película en su dirección no tiene autoría, podría ser de cualquiera.
Ojalá tanto la directora y guionista hubieran ido un poco más "a los años 70" a los que pertenece con esta cinta y se hubiera saltado dos o tres convenciones que en 5 años harán ver a esta peli como algo obsoleto. Habría sido memorable manteniendo el mismo mensaje.

6,0
110.298
1
7 de septiembre de 2016
7 de septiembre de 2016
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La peli se podría resumir en: "Como nosotros vivimos aterrorizados por las amenazas reales del Nueva York de los 70, aterroricemos a nuestros vástagos con las amenazas ficticias de la tradición de las brujas de la Edad Media. Pero sin que tengan opción de elegir, no como nosotros".

6,1
13.393
6
20 de septiembre de 2016
20 de septiembre de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vuelta de tuerca al subgénero "estamos rodeados" que nos recuerda que, al final, el perro es el mejor amigo del hombre.
28 de julio de 2023
28 de julio de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Teenage Innocence se puede considerar el germen de una saga que continuó hasta el siglo XXI siendo explotada hasta por el cine español cuando éste era aún una industria muy próspera hasta que Pilar Miró se encargó de destruir con su, así conocida popularmente, Ley Miró (que exigía a productores y salas que pagaran los unos, y exhibieran los otros, películas más "intelectuales" -aún ignoramos en 2023 qué significaba ese epíteto- que aquellas que el público refrendaba con su dinero en la taquilla). Porque el cine español, tanto de autor como de género, era muy interesante hasta entonces en lo cultural y muy fructífero en lo empresarial. Pero poco valen los datos objetivos si eres muy, muy, muuuuy amiga del por entonces presidente del Gobierno al que, para no meternos en líos, nombraremos por el alias que se me acaba de ocurrir de Señor X.
Es muy irónico que hoy día se pueda ver su filme (de Miró, no del Señor X) El Crimen de Cuenca como una cinta 'exploitation torture-gore' en toda regla en la que, con la excusa de la denuncia político-social, se muestran las más graves torturas en primerísimo primer plano para solaz de cualquier hipotético espectador de los cines de la neoyorkina calle 42 del Manhattan de la época (magistralmente reflejada esa zona en la injustamente infravaloradísima serie The Deuce) si la peli hubiera llegado hasta allí.
Quizá esta sea, junto con la española, una de las mejores cintas de la tetralogía 'oficial' de esta saga, dado que es la que está rodada con una mayor carga de una cierta ingenuidad; aunque no demasiada, pues es un producto autoconsciente de la disfrutona y desprejuiciada calaña a la que iba dirigida en su época.
Le seguirían: Death Game (AKA Las Sádicas, 1977. Con una Sondra Locke pre "Clint Eastwood fue el toro que mató a Manolete", y una bellísima y turgente Colleen Camp a quien su mejor momento, tampoco para tirar cohetes, aún le esperaba a la vuelta de la esquina); le seguirían Viciosas Al Desnudo (1980), remake no oficial español (esto es: plagio descarado) que fusilaba para bien la original con unas excelentes Adriana Vega y Silvia Solar: una película quizá más disfrutable que la demasiado 'camp' a la que vampirizó; y, finalmente, Toc Toc, remake de bajo presupuesto, pero alto nivel de producción dirigida por un falto de inspiración (como de costumbre) Eli Roth con Keanu Reeves como víctima de la lascivia como medio de saciar el sadismo de Lorenza Izzo y Ana de Armas. Poca broma para un Reeves que, como de costumbre, está creíble en su mustia interpretación ante dos actrices florero que, lo siento por De Armas, siguen siendo eso mismo hoy día. ¿O alguien recuerda aún Blonde de De Armas cuando aún no han pasado ni dos años desde su estreno? ¿Alguien en la sala que la haya visto más de una vez? Ya decía yo.
Mi consejo: no se pierdan esta peli ni su (per)versión española. Se pueden ahorrar las otras dos.
Es muy irónico que hoy día se pueda ver su filme (de Miró, no del Señor X) El Crimen de Cuenca como una cinta 'exploitation torture-gore' en toda regla en la que, con la excusa de la denuncia político-social, se muestran las más graves torturas en primerísimo primer plano para solaz de cualquier hipotético espectador de los cines de la neoyorkina calle 42 del Manhattan de la época (magistralmente reflejada esa zona en la injustamente infravaloradísima serie The Deuce) si la peli hubiera llegado hasta allí.
Quizá esta sea, junto con la española, una de las mejores cintas de la tetralogía 'oficial' de esta saga, dado que es la que está rodada con una mayor carga de una cierta ingenuidad; aunque no demasiada, pues es un producto autoconsciente de la disfrutona y desprejuiciada calaña a la que iba dirigida en su época.
Le seguirían: Death Game (AKA Las Sádicas, 1977. Con una Sondra Locke pre "Clint Eastwood fue el toro que mató a Manolete", y una bellísima y turgente Colleen Camp a quien su mejor momento, tampoco para tirar cohetes, aún le esperaba a la vuelta de la esquina); le seguirían Viciosas Al Desnudo (1980), remake no oficial español (esto es: plagio descarado) que fusilaba para bien la original con unas excelentes Adriana Vega y Silvia Solar: una película quizá más disfrutable que la demasiado 'camp' a la que vampirizó; y, finalmente, Toc Toc, remake de bajo presupuesto, pero alto nivel de producción dirigida por un falto de inspiración (como de costumbre) Eli Roth con Keanu Reeves como víctima de la lascivia como medio de saciar el sadismo de Lorenza Izzo y Ana de Armas. Poca broma para un Reeves que, como de costumbre, está creíble en su mustia interpretación ante dos actrices florero que, lo siento por De Armas, siguen siendo eso mismo hoy día. ¿O alguien recuerda aún Blonde de De Armas cuando aún no han pasado ni dos años desde su estreno? ¿Alguien en la sala que la haya visto más de una vez? Ya decía yo.
Mi consejo: no se pierdan esta peli ni su (per)versión española. Se pueden ahorrar las otras dos.
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