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Críticas 123
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
13 de septiembre de 2024
96 de 111 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película ‘Speak No Evil’ hizo subir el pan hace dos años cuando su estreno en Festivales dividió a una crítica a la que su tremendista tercer acto dejó consternada. Ahora se presenta su remake americano, que es más bien una reimaginación, que viene avalada por Blumhouse Productions, cuya decisión de revisitar el título danés no auguraba nada especialmente estimulante, sin embargo ‘No hables con extraños’ es fantástica contra todo pronóstico.
No es casualidad que el elegido para la operación, firmando también el guion, haya sido James Watkins, cuya ‘Eden Lake’ todavía crea escalofríos al recordar el potencial hostil de los adolescentes británicos. Su mirada a la historia de una familia estadounidense que, tras entablar amistad con una familia británica durante unas vacaciones, es invitada a su finca, recuerda constantemente a su célebre título de 2008, ya que es capaz de convertir el sereno status quo de la original en una verdadera parodia de los tópicos del “welcome to England”.

Además, la escapada idílica se convierte mucho más rápidamente en una angustiosa pesadilla psicológica, que en la primera tardaba más en llegar. Si aquella se centraba en reírse de la excesiva educación danesa y cómo esas convenciones sociales son absurdas, esta toma parte de esa motivación, pero incluye un choque cultural que mete de por medio una cáustica mirada a la diferencia de clases, con una especial atención a las convenciones de la educación de los hijos, un tema constante durante todo el largometraje, que de nuevo, nos lleva a los temas de ‘Eden Lake’.

Ambas películas tienen muchos puntos idénticos, pero esto no quiere decir que tengan la misma cadencia, ya que ‘No hables con extraños’ se mueve a mucha más velocidad, resolviendo problemas de ritmo, mejorando los gags de humor negro, las ironías y tiranteces más pequeñas que, incluso en el desarrollo de los diálogos aprovecha las buenas ideas de partida y las mejora e incluso las refleja, con un divertido juego especular con la película danesa especialmente indicada para los que ya la hayan visto y crean que no les puede sorprender.

Pero no es solo que el guion presente esté mucho mejor escrito, sino que los personajes están también más definidos y permiten que el nuevo reparto se apodere de ellos dando una nueva vida al enfrentamiento silencioso de los dos matrimonios compartiendo un fin de semana. Por supuesto, el más llamativo es James McAvoy, que se ha basado en el misógino Andrew Tate para crear su interpretación, aunque sea la siempre espectacular Mackenzie Davis la que se lleve el MVP del partido, con una irónica reacción a las trampas con el protocolo del primero que representa mejor la reacción del público.

Y es que en la danesa se planteaba la situación de tal manera que las razones para quedarse de la familia invitada eran forzadas y constantemente estiradas hasta el absurdo, de tal manera que, aunque siguiera con la tesis de “las buenas maneras consiguen que hagamos cosas que no queremos”, se hacía imposible de sostener, y quedaba la sensación de que el mensaje que buscaba dar el director era un castigo deliberado, una especie de lección moral para la que valía cualquier cosa, incluso una crueldad extrema en un clímax duro, pero que en el fondo estaba más vacío de lo que el director supone.

También están extraordinarios los niños, Scoot McNairy y Aisling Franciosi, la actriz que este año hemos visto en la tremenda ‘Stop Motion’, cerrando un reparto recogido por la cámara naturalista de Atkins, que no deja que su puesta en escena robe protagonismo al microcosmos de incomodidad creciente que plantea en un “cottage” inglés donde la hospitalidad envenenada va dejando pistas y detalles que van a tener su recompensa en su tramo final, que corona un divertidísmo intercambio entre suspense y perversidad que siempre mira al público de reojo.

Es decir, la nueva película lima el nihilismo de la original, pese a quien le pese, para ofrecer una película mucho más disfrutable, juguetona, que cambia Haneke por Hitchcock y basa su terror en una clase maestra de tensión y comedia negra que no da puntada sin hilo, que utiliza el absurdo de la situación a su favor y dispara con dardos tóxicos a convenciones sociales y de estatus, con intercambios de líneas ágiles que analizan desde la condescendencia urbanita a la responsabilidad climática de las opciones de alimentación y cómo estas se relacionan con el privilegio.

Todo se corona con un fantástico y violento tercer acto sembrado de ideas, toma y daca que parece más un remake del de ‘Eden Lake’ con un toque de ‘Perros de paja’ y sabe explorar su geografía, recovecos, espejos y expectativas a un ritmo que no da tregua. Puede verse como una visión más tópica de la propuesta original, pero es muy consciente de ello, y no pretende reescribir aquella sino ofrecer otra experiencia muy distinta porque repetirla no tendría sentido, con lo que nos queda un “elige tu propia aventura” en la que puedes optar por una versión más lúdica y retorcida, por qué no, y otra más turbia y sin asideros morales.

De cualquier forma, Atkins sigue explorando aquí el conflicto entre perfiles laborales de élite o de clase obrera, dibujando de nuevo con poca amabilidad a la segunda, pero sin la idea de plantear un comentario definitivo, sino entablar una conversación con la diferencia económica y lo que supone también en cómo se transmiten determinados estereotipos de la vulgaridad en la propia concepción de la mirada. De cualquier forma, esta ‘No hables con extraños’ es la mejor película de Blumhouse desde ‘Black Phone’, tras un año especialmente calamitoso con títulos como ‘La piscina’ o ‘Imaginarium’.

Puntuación: 8 sobre 10
22 de diciembre de 2023
86 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apenas han pasado 10 años desde el estreno de 'El hombre de acero' y ya toca despedirse para siempre del DCEU. Este universo de superhéroes estuvo muy marcado por la figura de Zack Snyder, pero a la hora de la verdad sus mejores películas están firmadas por otros directores. Por mi parte, tengo bastante claro que 'Aquaman' es una de sus aventuras más conseguidas, por lo que siempre quedaba la esperanza de que fuese a suceder lo mismo en el caso de 'Aquaman y el reino perdido'.

No obstante, la película dirigida por James Wan tenía mucho en su contra. Desde los rumores de múltiples cambios por al vaivén creativo de DC hasta los rumores de que Warner no quería contar con Amber Heard pero no le quedó otra que seguir contando con ella. Todo eso sin olvidarnos de que hace tiempo quedó claro que era el último clavo en el ataúd de este universo cinematográfico. Eso seguro que ha hecho mella en el interés del público, y seguro que tampoco ayuda el hecho de que sea claramente inferior a su predecesora. Eso sí, ofrece unos mínimos de entretenimiento y diversión por los que tampoco conviene defenestrarla.

Guste más o menos, lo que está muy claro sobre 'Aquaman' es que se trataba de un pasatiempo enloquecido en el que muchísimas cosas podrían haber salido mal. Hay espectadores que la catalogan como poco menos que un desastre, pero para mí esa falta absoluto de miedo al ridículo acaba jugando a su favor y te lo puede pasar en grande siempre que te dejes llevar por el cóctel imposible que propone. Pues bien, 'Aquaman y el reino perdido' es un desbarajuste aún mayor, con la pega de que solamente llega a funcionar a ratos.

Una cosa que sí tiene clara Wan en 'Aquaman y el reino perdido' es que se trata de una película cuyo principal foco está en explorar esa tumultuosa relación entre hermanos por parte de Jason Momoa y Patrick Wilson. Un poco al estilo de lo que ya hizo Marvel con Thor y Loki en 'Thor: El mundo oscuro', la película juega con una alianza improbable que en otras manos podría haber llevado a una sobrecarga dramática. Aquí lo que sucede es que se convierte en la base para los momentos más divertidos de la función.

Desde la escena de la fuga hasta esos cinco minutos en los que 'Aquaman y el reino perdido' se convierte de repente en una monster movie, la química entre Momoa y Wilson, mucho mayor a la que el primero mostró con Heard, impulsa la película hacia delante y nos deja varios momentos divertidos que encajan muy bien con lo que ya propuso la primera entrega. Habrá quien diga que es imposible tomárselo en serio, pero es que Wan apuesta en todo momento por un disparate relativamente controlado, incluyendo ese arranque un tanto ridículo que muestra las dificultades como padre del protagonista y reduce a la mínima expresión la presencia de Mera, que incluso llega a dar la sensación de ser más la compañera de piso de Arthur que su mujer.

Ahí es verdad que nunca sabremos con exactitud lo que sucedió con Heard, pero lo que sí es evidente es que su peso en 'Aquaman y el reino perdido' se ha reducido a poco más que la mínima expresión. Y digo poco más pese a que apenas tendrá una decena de líneas de diálogo porque es aún más llamativo el pobre uso que se hace de Nicole Kidman. No sé si es que salía muy caro contar más días con ella, pero lo cierto es que a la hora de la verdad el tercer personaje con más peso en la trama es el de Randall Park, que no deja de ser el colaborador arrepentido del villano principal de la función.

Todo ello aliñado con esa esquizofrenia digital de la que ya hacía gala su predecesora, con algunos momentos que realmente logran ser impresionantes, pero también otros en los que canta a la legua que estamos viendo simplemente un muñeco generado de forma regulinchi por ordenador. La cuestión es que Wan apuesta por la desfachatez a todos los niveles, y eso es que algo que depende completamente de que el espectador lo compre o quiera arrancarse los ojos.

Sin embargo, hay un factor clave que la distancia de 'Aquaman', y es que aquella también eran muchas cosas diferentes unidas de forma dejémoslo en curiosa, pero aquí el desparrame es absoluto e incluso en los momentos más inspirados, brilla con menos intensidad. Sí se nota que detrás de las cámaras hay alguien con talento para darle un mayor ímpetu a lo que sucede en pantalla, pero el guion se siente como un pegote en el que ir metiendo cosas sin parar porque parece que molan. Y a veces sucede, pero el factor de éxito es inferior al deseable.

Por último, 'Aquaman y el reino perdido' ignora por completo que es la película final del DCEU. Esto podría ser perfectamente la aventura de un superhéroe que no conoce a ningún otro personaje de esas características. No sé hasta qué punto eso fue una decisión meditada desde el principio, pues era algo que ya se podía decir de la primera entrega, pero deja una sensación extraña como cierre del mismo. Porque además lo último que vais a ver del mismo es una broma en forma de escena post-créditos. Que Marvel pueda acabar con uno es algo que me encaja, pero con DC queda raro, porque además la película en ningún momento se siente como un final.

Al final lo mejor que puede ofrecer 'Aquaman y el reino perdido' es una aventura más o menos divertida en la que eleva el nivel de caos, algo que también se nota en una gran batalla final que se siente un tanto acelerada (y donde además se desaprovecha una oportunidad para incluir un chiste que tenían a huevo). ¿Es una buena película? Para nada, pero sí puede llegar a ser lo suficientemente entretenida como para que uno no se arrepienta de haberle dedicado dos horas de su tiempo.

Puntuación: 5 sobre 10
21 de junio de 2024
79 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Del revés 2', la mejor película de Pixar hasta ahora tiene una secuela muy divertida pero que no deja huella.

Pixar apuesta demasiado sobre seguro en esta esperada segunda entrega de uno de sus grandes éxitos.

Desde Pixar dejaron caer hace poco que a partir de ahora van a dejar de lado los proyectos más personales de sus creadores para intentar volver a conseguir un apoyo masivo del público con películas más generalistas. Seguro que no fui el único que pensaba que eso quería decir que van a apostar por proyectos más genéricos para así intentar salir de la enorme crisis que sufre actualmente el estudio.

Ya veremos cómo afecta eso realmente a Pixar, pero el primer toque de atención al respecto llega con 'Del Revés 2', secuela de la que a mi juicio es la mejor película del estudio hasta ahora. En ella encontraréis una aventura muy divertida y que se pasa volando, pero también una que apuesta demasiado sobre seguro y va a dejar muchísimo menos huella que su predecesora.

Teniendo en cuenta lo mucho que me gusta comer, una de las primeras reflexiones que me surgió alrededor de 'Del revés 2' es que Pixar suele ofrecernos con sus películas el equivalente a la mejor hamburguesa gourmet posible y que aquí ha preferido apostar por hacer una de esas hamburguesas de edición limitada del McDonalds. Se nota que hay un mayor esfuerzo detrás y normalmente podrías disfrutar mucho con ella, pero la cosa se complica cuando te has acostumbrado a ese otro nivel claramente superior.

La cuestión está en que 'Del revés' era una película hecha con mucho mimo que equilibraba de maravilla un impecable sentido de la diversión con un excelente empaque emocional. Todo encajaba y brillaba, mientras que aquí se potencia mucho el entretenimiento y el resto de elementos oscilan entre repetir ideas ya expuestas en 'Del revés' y el no atreverse a ir más allá de apuntes o reflexiones algo superficiales.

Quizá más que nunca en Pixar, 'Del revés 2' parece prestar más atención a la creación de gags muy efectivos que a hilar una historia en la que todo esté conectado de tal forma que cree un conjunto perfecto. De hecho, la propia base argumental se siente más como un momento de transición para Riley que como algo que realmente vaya a definirla como persona.

Es verdad que todo está encaminado a ver quién es realmente ella, pero casi da la sensación de que exista cierto desinterés por parte de los guionistas en que no resulte demasiado obvio el camino que plantean. Ojo, todos sabíamos ya cómo iban a acabar la práctica totalidad de películas de Pixar hasta antes de empezar a verlas, pero aquí hay una obviedad que puede llegar a resultar molesta, sobre todo cuando hacemos las inevitables comparaciones con la primera parte.

De hecho, una cosa evidente a lo largo de 'Del revés 2' es que se busca que todo sea más digerible, desde el hecho de que la Ansiedad no sea presenta como algo terriblemente negativo desde el primer momento hasta el hecho de eliminar otras emociones que iban a introducir porque no eran lo suficientemente entretenidas.

Por supuesto que la película intenta tocar la fibra sensible del espectador, pero lo hace de forma más medida, sin el atrevimiento suficiente para poder romperle el corazón. Luego uno se acuerda de todo lo referente a Bing Bong en la primera entrega y la comparación es especialmente dolorosa. Aquí hay otros personajes que, a su manera, cumplen una función similar en lo narrativo, pero todos ellos tienen un enfoque puramente cómico.

Sin embargo, creo que me estoy centrando demasiado en algo que no es tanto necesariamente negativo como fruto de una decisión clara por hacer 'Del revés 2' un pasatiempo para todos los públicos por encima de cualquier otra cosa. Y ahí tiene un ritmo envidiable que llevó a que casi ni me diera cuenta y ya estaban apareciendo los títulos de crédito finales, por no hablar también de que tienen infinidad de momentos que provocan como mínimo una sonrisa.

Además, yo no tengo esa sensación que ha dejado en algunos espectadores de que sea simplemente más de lo mismo. Lo que sí le falta es una mayor osadía, pues visualmente es impecable -no esperamos menos de Pixar- y divierte muchísimo, pero deja un sabor de boca ligeramente extraño. Como si ahí hubiese una película mucho mejor que se ha higienizado al máximo para intentar no molestar a nadie.

Puntuación: 6 sobre 10.
7 de octubre de 2022
89 de 113 usuarios han encontrado esta crítica útil
Juan Diego Botto ha dado el salto a la dirección cinematográfica con un ejercicio de realismo social al estilo Ken Loach. Sin embargo, a pesar de lo peliagudo del tema central de esta película, los desahucios, En los márgenes no tiene el tono de algunas películas de Loach y evita toda tentación de ideologizar su película para centrarse fundamentalmente en aquello que le da sentido a la película: sus personajes.
Unos personajes que no responden a una creación de unos guionistas como instrumentos para contar una historia, sino a una traducción en pantalla de personas de carne y hueso que cada día viven, precisamente, en los márgenes de una sociedad de consumo y deshumanizada que algunos, quizá para acallar su conciencia, llaman del bienestar.

Y de eso, de sacudir conciencias, se encarga Juan Diego Botto, primero escribiendo el guion y después con la cámara. El guión, construido como una especie de vidas cruzadas, va presentando a una serie de personajes en lo que inicialmente podría parecer una película coral para que, a medida que avanza la película, ocuparse fundamentalmente de tres personajes a los que dan vida tres actores que hacen auténtica magia con sus interpretaciones. Si extraordinaria está Adelfa Calvo, lo de Penélope Cruz Luis Tosar es de otro nivel. Ambos juegan en otra liga.

No puedo hablar demasiado del argumento, baste decir que Penélope Cruz es una madre de familia trabajadora en un supermercado a la que están a punto de desahuciar por no poder afrontar la hipoteca; que Luis Tosar es un abogado dedicado a trabajar en asuntos sociales, uno de esos hombres que pretende que los días duren más de 24 horas, llegar a todas partes y cada noche descubre con amargura que solo tienen 24 y que todo se le ha quedado a medias y que Adelfa Calvo es una viuda a la que también amenaza un desahucio.

Si acaso, podría hablarse de un cuarto personaje trascendental, el de Raúl (Christian Checa), hijo de la pareja de Luis Tosar, que quizá sea el único que se escape del naturalismo general y obedezca a un fin dramático concebido en el guión, el de manejar la sacudida de conciencia que la película pretende en su naturaleza.

Puede parecer que Juan Diego Botto esté tremendista, pero no creo que nadie que alguna vez haya pisado un comedor social lo acuse de eso, tampoco quienes hayan presenciado el desahucio de una familia o quienes conozcan de primera mano las necesidades de la gente que vive en barrios humildes.

Desde el inicio de la película, en el que puede verse la filmación más naturalista de una secuencia con una niña que recuerdo, que incluso parece que no está actuando, hasta el emocionante final, toda la película transcurre sin caídas de ritmo ni tiempos muertos, algo que, sin duda, obedece, a un acertadísimo montaje que intercala cada una de las historias con buen tino y acertado sentido en la narración de la misma.

El guión dosifica la emoción hasta llevarla a los momentos culminantes de las tres historias que terminan con sutileza para cerrar una película honesta y poniendo en mayúsculas las interpretaciones de sus intérpretes, en particular de Penélope Cruz y Luis Tosar.

Puntuación: 7 sobre 10
27 de septiembre de 2024
69 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabábamos de entrar en el siglo XXI, pero la sociedad aún no estaba preparada para escuchar sobre los habituales abusos sexuales (y, todo sea dicho, no tan sexuales) en puestos de poder. Era marzo de 2001, y Nevenka Fernández había denunciado a Ismael Álvarez, alcalde de Ponferrada, por acoso. Hoy por hoy el mundo se habría volcado para apoyarla, sería trending topic, sería respetada por la mayoría de las tertulias.

Sin embargo, por aquel entonces llegó a haber manifestaciones para defender a Álvarez, con la infame frase "a mí no me acosan si yo no quiero" por bandera. La de 'Soy Nevenka' es una historia escalofriante que mira fijamente a nuestro presente, devolviéndonos la mirada desde el pasado y respondiéndonos que debe ser narrada una y mil veces para no olvidar de dónde venimos. Por eso la película de Icíar Bollaín tiene sentido aún teniendo tan reciente el fabuloso documental 'Nevenka' de Netflix: ambas comparten cierto público, pero se dirigen a gente distinta.

Mientras que el documental de Netflix ponía el foco en la propia Nevenka y su calvario personal, con increíbles imágenes de archivo impensables hoy en día, Bollaín se centra en la pregunta que tanta gente se hace después de un caso como este: ¿Cómo llegó a pasar algo así? Para ello, centra todos sus esfuerzos en mostrar a Ismael Álvarez no solo como un monstruo, sino también como un hombre que de cara a la galería es carismático, atento, familiar y cercano, de esos en los que uno puede confiar. Un animal político que, según repite una y otra vez, no tiene necesidad de estar ahí y lo hace por ayudar a los habitantes de Ponferrada. Pero, como la película nos muestra constantemente, todos sabemos que la droga más dura, esa de la que nadie puede desengancharse, es el poder.

Sería muy fácil victimizar a Nevenka y mostrar solo una parte de la historia, pero el guion de la película es lo suficientemente inteligente como para no negar (de hecho, casi me atrevería a decir que en ocasiones lo enfatiza) el gran motivo del caso que hizo que en su momento no se entendiera correctamente: la relación consensuada que ambos tuvieron durante meses y que, al terminar, dio paso al atosigamiento continuo. Porque, al final, 'Soy Nevenka' es una película sobre el consentimiento, el placer y el acoso, sí, pero, sobre todo, habla de las dinámicas de poder, de esas personas que se creen tan eminentemente intocables que sienten que pueden salirse siempre con la suya.

Es cierto que por el camino, tiene varios resbalones en el tono que la asemejan -perdón por la referencia, pero es más acertada de lo que parece- con aquella película televisiva que montaban en el capítulo de 'Los Simpson' 'Homer, hombre malo' y en la que la actriz decía "No, Señor Simpson, eso es acoso sexual. ¡Si sigue así, gritaré tan fuerte que todo el país lo oirá!". Es decir: un guion que subraya y remarca una y otra vez su tesis para que no podamos perderla de vista. No es mala cosa en tiempos de la distracción continua, pero en ocasiones lo hace hasta el exceso. Pierde sutileza para contentar a un público que necesita que le expliquen el texto, y es una pena.

Por suerte, durante la mayor parte del tiempo 'Soy Nevenka' es un acertado retrato de una mujer fuerte descompuesta poco a poco, martillazo a martillazo, socavón a socavón, hasta que de ella solo queda un pequeño amasijo de lágrimas y nervios que no puede confiar ni siquiera en los suyos. Pero consigue driblar sabiamente la leccioncita o la bronca tuitera. En su lugar, lo sustituye por la empatía: es difícil no verse reflejado en el asedio a Nevenka, en su ansiedad, en sus ansias de desaparecer. Porque, en el fondo, ¿quién no habría defendido entonces (y quizá no solo entonces) a un alcalde del que dependía tanto tu negocio como tu supervivencia en la ciudad?

'Soy Nevenka' plantea preguntas incómodas y les da respuestas inconformes, poniendo un espejo delante de nosotros y mostrando que, aunque gran parte de la sociedad haya evolucionado, otra sigue anclada en frases que hemos leído en Internet y se han susurrado por lo bajinis una y mil veces, como "Si no quería, ¿por qué entró al baño con él?", "A mí no me acosan si yo no quiero" y "Cállate, no te metas en líos, ¿qué tienes que ganar?". En el fondo, lo más terrorífico del biopic de Nevenka no es su presente, sino el reflejo en el nuestro. Y eso va a ser difícil que cambie.

Puntuación: 6 sobre 10.
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