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Críticas ordenadas por utilidad
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7,5
2.248
9
5 de abril de 2011
5 de abril de 2011
36 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vajda y Ferreri, dos directores foráneos que con Bardem, Berlanga y Saura forman para mí parte del mejor cine Español.
Aunque mi opinión sobre Vajda se basa sólo en 3 de sus 12 películas, me atrevo a decir que merece un puesto destacado entre los cineastas de la época. Conozco “Marcelino, pan y vino” (vista hace tiempo aunque conservo buen recuerdo), la soberbia “El Cebo” y esta memorable “Mi Tío Jacinto”.
“Mi tío Jacinto” es una obra maestra, superior a la sobrevalorada - por su papel fundacional del neorrealismo- “El ladrón de bicicletas”. “Mi tío” bebe en su planteamiento de “El ladrón...” (relación adulto-niño y unidad temporal y geográfica de la acción) pero, a veces, la obra inspirada en el original produce mejores resultados que este.
La película tiene una fotografía excepcional en blanco y negro (véase como ejemplo, una de las primera escena de la película que transcurre en una lechería, prodigiosa en la iluminación y nitidez con que se dibujan los perfiles de personajes y los cacharros). Los decorados y localizaciones son excepcionales; están soberbiamente fotografiados el Retiro, la Plaza Mayor y el Rastro madrileño donde transcurre buena parte de la película.
El planteamiento inicial del guión (esa carta a la persona equivocada) es un acierto desarrollándose a partir de ahí la película con un empuje y ritmos soberbios: no hay escena que sobre o que sea larga.
Aunque es un lugar común referirse a los magníficos secundarios de nuestro cine de entonces, esta película es ejemplar al respecto.
Hay un nutridísimo grupo de secundarios, muchos con escasas líneas de dialogo, suficientes para comprobar su elevado nivel interpretativo. ¡Que verosimilitud transmiten el dueño de la tienda de trajes de torero y su distante dependiente! (un joven Tip); que grande en su modestísima intervención el genial Pepe Isbert y su divertido y vano intento de escapar de la policía, a la que finalmente muestra en avergonzada actitud el botín relojero que atesora en su chaqueta; magníficos los dos policías que, en paralelo al interrogatorio, elaboran un informe del estado ruinoso de la Comisaría; el estafador con ese procedimiento ingenioso de estafa telefónica...etc.
Los actores principales están esplendidos, con A. Vico bordando su papel de viejo banderillero, orgulloso y digno en su pobreza, y “Pablito” Calvo -que para mí es “Don.Pablo”- pues su interpretación es de una madurez portentosa: expresa sus emociones sin exageraciones, colaborando al logro de uno de los puntos fuertes de la película, la verosímil, cálida y emotiva relación sobrino- tío, sabiamente alejada de tentación sensiblera. Son soberbias las escenas finales, en las que el sobrino acompaña a la plaza a su tío mirándole con orgullosa admiración en la calle y en el Metro, mientras en segundo plano vemos a la gente comentar o reir burlonamente (sin subrayados) lo estrafalario del viejo banderillero...
Quizá poco conocida, es una joya a descubrir de nuestro cine.
Aunque mi opinión sobre Vajda se basa sólo en 3 de sus 12 películas, me atrevo a decir que merece un puesto destacado entre los cineastas de la época. Conozco “Marcelino, pan y vino” (vista hace tiempo aunque conservo buen recuerdo), la soberbia “El Cebo” y esta memorable “Mi Tío Jacinto”.
“Mi tío Jacinto” es una obra maestra, superior a la sobrevalorada - por su papel fundacional del neorrealismo- “El ladrón de bicicletas”. “Mi tío” bebe en su planteamiento de “El ladrón...” (relación adulto-niño y unidad temporal y geográfica de la acción) pero, a veces, la obra inspirada en el original produce mejores resultados que este.
La película tiene una fotografía excepcional en blanco y negro (véase como ejemplo, una de las primera escena de la película que transcurre en una lechería, prodigiosa en la iluminación y nitidez con que se dibujan los perfiles de personajes y los cacharros). Los decorados y localizaciones son excepcionales; están soberbiamente fotografiados el Retiro, la Plaza Mayor y el Rastro madrileño donde transcurre buena parte de la película.
El planteamiento inicial del guión (esa carta a la persona equivocada) es un acierto desarrollándose a partir de ahí la película con un empuje y ritmos soberbios: no hay escena que sobre o que sea larga.
Aunque es un lugar común referirse a los magníficos secundarios de nuestro cine de entonces, esta película es ejemplar al respecto.
Hay un nutridísimo grupo de secundarios, muchos con escasas líneas de dialogo, suficientes para comprobar su elevado nivel interpretativo. ¡Que verosimilitud transmiten el dueño de la tienda de trajes de torero y su distante dependiente! (un joven Tip); que grande en su modestísima intervención el genial Pepe Isbert y su divertido y vano intento de escapar de la policía, a la que finalmente muestra en avergonzada actitud el botín relojero que atesora en su chaqueta; magníficos los dos policías que, en paralelo al interrogatorio, elaboran un informe del estado ruinoso de la Comisaría; el estafador con ese procedimiento ingenioso de estafa telefónica...etc.
Los actores principales están esplendidos, con A. Vico bordando su papel de viejo banderillero, orgulloso y digno en su pobreza, y “Pablito” Calvo -que para mí es “Don.Pablo”- pues su interpretación es de una madurez portentosa: expresa sus emociones sin exageraciones, colaborando al logro de uno de los puntos fuertes de la película, la verosímil, cálida y emotiva relación sobrino- tío, sabiamente alejada de tentación sensiblera. Son soberbias las escenas finales, en las que el sobrino acompaña a la plaza a su tío mirándole con orgullosa admiración en la calle y en el Metro, mientras en segundo plano vemos a la gente comentar o reir burlonamente (sin subrayados) lo estrafalario del viejo banderillero...
Quizá poco conocida, es una joya a descubrir de nuestro cine.

7,6
17.900
6
11 de mayo de 2009
11 de mayo de 2009
40 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que el motivo casi único para ver esta irregular película es, sin duda, la deslumbrante presencia de Lana Turner. El cine ha dado imágenes de esas que retenemos para siempre, “iconos del cine” que suelen figurar con profusión en portadas de los libros especializados. La maravillosa presentación del personaje de Cora en esta película es una de esas imágenes imborrables, tan brillante como la de Rita Hayworth en “Gilda”, producción del mismo año.
La presentación de Cora “enmarcada” en la puerta, con un short blanco mostrando sus esplendorosas piernas ligeramente cruzadas, agarrando con estudiada displicencia su cajita de polvos de maquillaje es de esos momentos mágicos e inolvidables del cine. El contrapunto de la cara que pone el bueno de J.Garfield también merece reseñarse, pues el espectador se identifica enseguida con la turbación que le proporciona tal súbito aparición
Son maravillosos los primeros planos de la Turner: en ocasiones, la luz se centra en la franja media de su cara, resaltando sus enormes y brillantes ojos. Sus vestidos blancos y su peinado son también elementos reseñable. Por supuesto, una estrella de su altura no puede despeinarse en ningún momento: así que cuando vuelve de sus escapadas nocturnas para bañarse con su amante, la vemos con la misma “escultura capilar” intacta.
Por lo demás, la película es bastante irregular, especialmente en su tercio final, cuando comienza toda la trama policial y judicial. En esta ultima parte la película se precipita aceleradamente por unos caminos que narrativamente son absolutamente confusos, farragosos e increíbles; todo está muy mal explicado, como si el propósito fuese rematar el film con una urgente faena de aliño. En esta parte final la película hace aguas por todas partes: da la sensación de que la hubiese hecho otro director o bien que hubiesen querido meter apresuradamente y desaliñadamente el texto de la novela de J.M Cain.
Tampoco convencen los secundarios, especialmente, el marido de Cora. Puede que Cora tuviera la necesidad de un matrimonio de conveniencia, pero hombre, casarse con un gordito bonachón como ese, parece poco creible. Me creo tanto al personaje como si lo hiciera Henry Travers (el ángel de “Que bello es vivir”).Por cierto, lamentable también las dos canciones con que se despacha este hombre, que en su versión doblada en español son absolutamente insufribles (Me recuerda a la también insufrible versión doblada de las canciones que cantaba Nerón/P.Ustinov en “Quo Vadis?)
Aspectos de la película que no debo desvelar en el spoiler
La presentación de Cora “enmarcada” en la puerta, con un short blanco mostrando sus esplendorosas piernas ligeramente cruzadas, agarrando con estudiada displicencia su cajita de polvos de maquillaje es de esos momentos mágicos e inolvidables del cine. El contrapunto de la cara que pone el bueno de J.Garfield también merece reseñarse, pues el espectador se identifica enseguida con la turbación que le proporciona tal súbito aparición
Son maravillosos los primeros planos de la Turner: en ocasiones, la luz se centra en la franja media de su cara, resaltando sus enormes y brillantes ojos. Sus vestidos blancos y su peinado son también elementos reseñable. Por supuesto, una estrella de su altura no puede despeinarse en ningún momento: así que cuando vuelve de sus escapadas nocturnas para bañarse con su amante, la vemos con la misma “escultura capilar” intacta.
Por lo demás, la película es bastante irregular, especialmente en su tercio final, cuando comienza toda la trama policial y judicial. En esta ultima parte la película se precipita aceleradamente por unos caminos que narrativamente son absolutamente confusos, farragosos e increíbles; todo está muy mal explicado, como si el propósito fuese rematar el film con una urgente faena de aliño. En esta parte final la película hace aguas por todas partes: da la sensación de que la hubiese hecho otro director o bien que hubiesen querido meter apresuradamente y desaliñadamente el texto de la novela de J.M Cain.
Tampoco convencen los secundarios, especialmente, el marido de Cora. Puede que Cora tuviera la necesidad de un matrimonio de conveniencia, pero hombre, casarse con un gordito bonachón como ese, parece poco creible. Me creo tanto al personaje como si lo hiciera Henry Travers (el ángel de “Que bello es vivir”).Por cierto, lamentable también las dos canciones con que se despacha este hombre, que en su versión doblada en español son absolutamente insufribles (Me recuerda a la también insufrible versión doblada de las canciones que cantaba Nerón/P.Ustinov en “Quo Vadis?)
Aspectos de la película que no debo desvelar en el spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No se explica muy bien el “modus operandi” del primer intento de crimen. El se presenta con una bolsita que tienen unas bolas de acero. Se supone que es para atizarle en la cabeza mientras se está duchando (creo recordar que en la versión de Nicholson se explica con mas detalle). Asumiendo que esto sea así resulta de una ingenuidad casi naif pues el marido es bastante orondo como para despacharle de tan singular modo
9
2 de enero de 2013
2 de enero de 2013
33 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera película que veo de Rosi, suficiente para colocarle en mi lista de directores a descubrir, pues la película es excelente.
Se trata de un completo fresco (de terrorífica vigencia 40 años después) de la corrupción política, no solamente en su aspecto más zafio (la corrupción económica ligada a la vivienda) sino en otras manifestaciones como el transfuguismo, el populismo, la dejación de responsabilidades por cálculos electorales, etc...en definitiva todo lo que hace deleznable la política.
La película comienza magistralmente con una secuencia de gran fuerza en la que vemos el derrumbamiento de unas viviendas. La verosimilitud de la secuencia (vease la huida aterrorizada de la gente o la bajada del niño herido por la escala de los bomberos) es de una inmediatez tal que pienso que se trata de un hecho real, perfectamente ensamblada por el director en la película.
Si bien el eje del film es la corrupción urbanística, la película tiene otras ramificaciones, así aborda:
- Las confusión de intereses públicos y privados; aunque en la película se retrata todavía en un estadio muy primitivo de actuación, ya que entre el concejal corrupto (interpretado magníficamente por un antipático Rod Steiger) y su empresa constructora la relación es sencilla directa y de “primer grado”. No hay todavía ese grado de compleja sofisticación y ocultamiento de la corrupción moderna que exija para entenderla el apoyo de complicados esquemas que nos desvelan los intrincados mecanismos de sociedades participadas e interpuestas que acaban indefectiblemente apuntando a un paraíso fiscal.
- La monstruosa burocracia ineficiente y descoordinada. Los distintos departamentos involucrados actúan independientemente negando el uno lo que sí autoriza el otro. Todos señalan al departamento vecino culpable de que no actuaran correctamente en su labor de supervisión en el derrumbe.
- La inutilidad de las Comisiones de investigación parlamentarias y las consabidas letanías de los partidos; el del partido político del gobierno implicado en el asunto de corrupción empeñado en reducir el ámbito de investigación (para no “interferir en la actuación judicial”) y para que no sirva de “causa general de intenciones políticas”contra el gobierno.
- La desafección de los ciudadanos frente a la clase política, incluso contra los que por “tradición” pudieran estar más cercanos a la defensa de sus intereses. Es paradigmática (y de plena actualidad una vez mas) el desairado recibimiento con el que los vecinos del barrio derruido reciben la visita (que ellos consideran mas “oportunista” que oportuna) del líder izquierdista. Recuerda episodios recientes en los que algún líder político se han puesto al frente de movimientos espontáneos de defensa de la sociedad (15-M o Stop desahucios) que adivinan los tejemanejes para figurar como meros paisaje de fondo de la foto ansiada por el político oportunista
- El transfuguismo, los pactos postelectorales contra natura en aras del “interés general”. La demora en la toma de decisiones para no perjudicar los resultados electorales, la demagogia, el engaño y la mentira como normas de conducta habituales en la gestión de los asuntos públicos.
La película es en blanco y negro, pero la realidad que describe es negra, negrísima como la de nuestro país en donde hoy sabemos que, al menos, 300 altos cargos políticos están involucrados en casos de corrupción investigados judicialmente.
Una escena tonta y burda me impide darle el 10. Es aquella en la que al Alcalde va repartiendo dinero de un abultado fajo de billete entre los parroquianos, al mismo tiempo que suelta algo así como “este es el modo en que entendemos la democracia en nuestro partido”. Critica un tanto pueril del poder que contrasta con la solidez del resto de la película.
Se trata de un completo fresco (de terrorífica vigencia 40 años después) de la corrupción política, no solamente en su aspecto más zafio (la corrupción económica ligada a la vivienda) sino en otras manifestaciones como el transfuguismo, el populismo, la dejación de responsabilidades por cálculos electorales, etc...en definitiva todo lo que hace deleznable la política.
La película comienza magistralmente con una secuencia de gran fuerza en la que vemos el derrumbamiento de unas viviendas. La verosimilitud de la secuencia (vease la huida aterrorizada de la gente o la bajada del niño herido por la escala de los bomberos) es de una inmediatez tal que pienso que se trata de un hecho real, perfectamente ensamblada por el director en la película.
Si bien el eje del film es la corrupción urbanística, la película tiene otras ramificaciones, así aborda:
- Las confusión de intereses públicos y privados; aunque en la película se retrata todavía en un estadio muy primitivo de actuación, ya que entre el concejal corrupto (interpretado magníficamente por un antipático Rod Steiger) y su empresa constructora la relación es sencilla directa y de “primer grado”. No hay todavía ese grado de compleja sofisticación y ocultamiento de la corrupción moderna que exija para entenderla el apoyo de complicados esquemas que nos desvelan los intrincados mecanismos de sociedades participadas e interpuestas que acaban indefectiblemente apuntando a un paraíso fiscal.
- La monstruosa burocracia ineficiente y descoordinada. Los distintos departamentos involucrados actúan independientemente negando el uno lo que sí autoriza el otro. Todos señalan al departamento vecino culpable de que no actuaran correctamente en su labor de supervisión en el derrumbe.
- La inutilidad de las Comisiones de investigación parlamentarias y las consabidas letanías de los partidos; el del partido político del gobierno implicado en el asunto de corrupción empeñado en reducir el ámbito de investigación (para no “interferir en la actuación judicial”) y para que no sirva de “causa general de intenciones políticas”contra el gobierno.
- La desafección de los ciudadanos frente a la clase política, incluso contra los que por “tradición” pudieran estar más cercanos a la defensa de sus intereses. Es paradigmática (y de plena actualidad una vez mas) el desairado recibimiento con el que los vecinos del barrio derruido reciben la visita (que ellos consideran mas “oportunista” que oportuna) del líder izquierdista. Recuerda episodios recientes en los que algún líder político se han puesto al frente de movimientos espontáneos de defensa de la sociedad (15-M o Stop desahucios) que adivinan los tejemanejes para figurar como meros paisaje de fondo de la foto ansiada por el político oportunista
- El transfuguismo, los pactos postelectorales contra natura en aras del “interés general”. La demora en la toma de decisiones para no perjudicar los resultados electorales, la demagogia, el engaño y la mentira como normas de conducta habituales en la gestión de los asuntos públicos.
La película es en blanco y negro, pero la realidad que describe es negra, negrísima como la de nuestro país en donde hoy sabemos que, al menos, 300 altos cargos políticos están involucrados en casos de corrupción investigados judicialmente.
Una escena tonta y burda me impide darle el 10. Es aquella en la que al Alcalde va repartiendo dinero de un abultado fajo de billete entre los parroquianos, al mismo tiempo que suelta algo así como “este es el modo en que entendemos la democracia en nuestro partido”. Critica un tanto pueril del poder que contrasta con la solidez del resto de la película.

6,1
6.607
2
5 de junio de 2009
5 de junio de 2009
45 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace algunos años, observo que las películas que pertenecen al género “thriller” cobran mayor prestigio en la crítica cuanto más rebuscado y farragoso sea su argumento, y sobre todo, cuando más “giros de guión” - que siempre se tildan de sorprendentes – tengan. No importan los bandazos ilógicos en el comportamiento de los personajes y lo oscuro y complejo que resulte la narración para un espectador medio. En esta categoría de películas alabadas por su complejidad argumental estarían “L.A Confidential”, y “Sospechosos habituales”, por ejemplo, aclamadas por la crítica y al parecer también por gran parte del publico (pienso que en algunos casos acomplejado todavía por una cierta superioridad moral que se concede a la crítica especializada).
A los films citados, hay que añadir ahora “El último golpe”en donde la pretendida genialidad del guión descansa en la oscuridad de la narración, las inexplicables y abundantes traiciones de los personajes y en los mencionados tramposos “giros de guión” que se propinan al espectador.
Los trucos son tan reiterativos que al cabo de poco tiempo, con el enésimo y pretendidamente brillante giro argumental, el espectador (quiero creer que con una mediana capacidad intelectual) ya anda perdido y posiblemente con muy pocas ganas de implicarse en la (i)lógica de una narración cuyos referentes son dinamitados cada dos por tres.
Parece claro que la claridad narrativa, uno de los valores clásicos del cine, se encuentra desprestigiado actualmente midiéndose la calidad de este genero del cine por su capacidad para embarullar y liar al espectador.
Yo siempre digo que si a la pregunta “¿De qué va la película?” un espectador no es capaz de responder en sus líneas fundamentales, la película ha fracasado pues pienso que el cine es ante todo un vehículo para contar cosas siendo la claridad expositiva regla de oro. No creo que esta película resistiese esta sencilla prueba en un espectador con un coeficiente intelectual medio.
Para rematar, hay que referirse a la inadecuada elección de Danny DeVito encarnando a un personaje para el que no da la talla (nunca mejor dicho). No hay que ser purista y se pueden desmontar ciertos tópicos de los personajes estándar del genero, pero elegir a DeVito como matón peligroso es, cuando menos, un error monumental de casting.
A los films citados, hay que añadir ahora “El último golpe”en donde la pretendida genialidad del guión descansa en la oscuridad de la narración, las inexplicables y abundantes traiciones de los personajes y en los mencionados tramposos “giros de guión” que se propinan al espectador.
Los trucos son tan reiterativos que al cabo de poco tiempo, con el enésimo y pretendidamente brillante giro argumental, el espectador (quiero creer que con una mediana capacidad intelectual) ya anda perdido y posiblemente con muy pocas ganas de implicarse en la (i)lógica de una narración cuyos referentes son dinamitados cada dos por tres.
Parece claro que la claridad narrativa, uno de los valores clásicos del cine, se encuentra desprestigiado actualmente midiéndose la calidad de este genero del cine por su capacidad para embarullar y liar al espectador.
Yo siempre digo que si a la pregunta “¿De qué va la película?” un espectador no es capaz de responder en sus líneas fundamentales, la película ha fracasado pues pienso que el cine es ante todo un vehículo para contar cosas siendo la claridad expositiva regla de oro. No creo que esta película resistiese esta sencilla prueba en un espectador con un coeficiente intelectual medio.
Para rematar, hay que referirse a la inadecuada elección de Danny DeVito encarnando a un personaje para el que no da la talla (nunca mejor dicho). No hay que ser purista y se pueden desmontar ciertos tópicos de los personajes estándar del genero, pero elegir a DeVito como matón peligroso es, cuando menos, un error monumental de casting.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Inaudita también la pericia de la banda de delincuentes, verdaderos genios en electrónica, aeronáutica, ferretería y todo tipo de trabajos manuales que se les ponga por delante, que abordan con una profesionalidad intachable. En la secuencia en la que detienen un avión, uno de los delincuentes -como si lo hubiese hecho toda la vida-, abre una escotilla, enchufa un artefacto que por lo vista consigue interceptar las comunicaciones y al mismo tiempo hablar con la cabina de mando. Hackman entra en el avión y cual Pedro por su casa, ya sabe automáticamente a que botón darle para abrir las distintas compuertas, cómo organizar el tinglado de arneses para bajar las cajas robadas, en fin...increíble

7,6
5.245
2
17 de agosto de 2009
17 de agosto de 2009
58 de 94 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al parecer a esta película se la clasificó por algunos críticos como Obra Maestra del Tedio.
En la literatura, en la música, en la pintura y también en el cine, cada cierto tiempo surgen fenómenos de ruptura con lo que se había hecho hasta entonces.
Este fenómeno es, por supuesto, natural, necesario y positivo, lo cual no quiere decir que esas obras que viene a “romper los esquemas del pasado” una vez producido su efecto rupturista, sigan manteniendo su vigencia y sobre todo que, vistas mucho tiempo después, conserven algún interés fuera de su propósito meramente provocador o revolucionario.
Y vista hoy “la Aventura”, al igual que el dodecafonismo de Webern y Berg, o la Rayuela de Cortázar o el Ulises de Joyce (por poner ejemplos similares en sus respectivos campos) es un ladrillo de “tomo y lomo”.
La película se divide en dos partes netamente diferenciadas, una primera transcurre en una especie de islote mas pelao que el de Perejil, donde varios personajes andan buscando a una señora que ha desaparecido no se sabe porque causa. En esta primera parte hay algún bonito plano (Mónica Vitti de espaldas mirando al mar por la ventana en la caseta del espectador). Nada más
En la segunda parte el tedio toma fuerza de crucero. Hay una fiesta donde pasan cosas raritas (todo el episodio del pintor y la modelo es bochornosa), y algunos episodios de mucha vergüenza ajena (la canción de Mónica Vitti haciéndose la graciosa y sus muecas en el espejo).
Como he dicho antes, hoy, 50 años después, como ocurre con frecuencia con lo intencionadamente rupturista el paso del tiempo sienta fatal a este tipo de obras, convirtiéndose exclusivamente en productos ajados para el estudioso del cine o para el que quiera pasar por intelectual con frases rimbombantes con el que distinguir su cinefília del resto de los mortales.
Para verla hay que apretar mucho las cejas.
En la literatura, en la música, en la pintura y también en el cine, cada cierto tiempo surgen fenómenos de ruptura con lo que se había hecho hasta entonces.
Este fenómeno es, por supuesto, natural, necesario y positivo, lo cual no quiere decir que esas obras que viene a “romper los esquemas del pasado” una vez producido su efecto rupturista, sigan manteniendo su vigencia y sobre todo que, vistas mucho tiempo después, conserven algún interés fuera de su propósito meramente provocador o revolucionario.
Y vista hoy “la Aventura”, al igual que el dodecafonismo de Webern y Berg, o la Rayuela de Cortázar o el Ulises de Joyce (por poner ejemplos similares en sus respectivos campos) es un ladrillo de “tomo y lomo”.
La película se divide en dos partes netamente diferenciadas, una primera transcurre en una especie de islote mas pelao que el de Perejil, donde varios personajes andan buscando a una señora que ha desaparecido no se sabe porque causa. En esta primera parte hay algún bonito plano (Mónica Vitti de espaldas mirando al mar por la ventana en la caseta del espectador). Nada más
En la segunda parte el tedio toma fuerza de crucero. Hay una fiesta donde pasan cosas raritas (todo el episodio del pintor y la modelo es bochornosa), y algunos episodios de mucha vergüenza ajena (la canción de Mónica Vitti haciéndose la graciosa y sus muecas en el espejo).
Como he dicho antes, hoy, 50 años después, como ocurre con frecuencia con lo intencionadamente rupturista el paso del tiempo sienta fatal a este tipo de obras, convirtiéndose exclusivamente en productos ajados para el estudioso del cine o para el que quiera pasar por intelectual con frases rimbombantes con el que distinguir su cinefília del resto de los mortales.
Para verla hay que apretar mucho las cejas.
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