Solventes actuaciones, elegante y sobria puesta en escena, dólares a raudales desfilando por la pantalla... Todo bien, todo correcto aunque en general deja la sensación de que falta algo, la sensación familiar de haberla visto ya. Y es que quizás el problema está en ese manido "basado en hechos reales" y su aura de trascendencia, su en ocasiones impostado empaque. Aún así, si te van películas USA secas y realistas del estilo Uno de los nuestros o El Padrino, no te va decepcionar. Buen cine.

La película comienza potente y sin delicadezas. Puro realismo crudo, seco y descarnado. Sin embargo, conforme se desarrolla la cinta, algo muy sutil, no sé exactamente qué, parece hacerla fallar; porque lo que al principio es un planteamiento serio y adulto, termina por convertirse en afectación exagerada. Diría que el problema está en el personaje del padre, que no resulta demasiado creíble por delirante. Pero mejor que cada uno juzgue por sí mismo, ya que el film tiene suficientes puntos de interés como para darle, al menos, una oportunidad.

No hay nada memorable en esta puesta al día del Justiciero de la ciudad, ni siquiera técnicamente a pesar de algún que otro amago, y sin embargo se deja ver. La premisa argumental es clara como el agua y los drogadictos tan malos -malvados- y repulsivos como es de esperar, sorprendiendo únicamente quizá la escena donde Mr Brown se las ve sentado en la mesa negociando con ellos para agenciarse un arma y sus correspondientes balas, ¡hay que impartir justicia! ¡el nihilismo no es sólo cosa de jóvenes! ¡a tomar viento con la Poli! Otro apunte: no me gusta nada, pero nada, el deje de bondad que hay en cierta escena con cierto donativo desinteresado, es un detalle que lejos de sumar resta en un género como éste -de venganza casi obsesiva, irracional, se entiende-. Pero, glics, en líneas generales y teniendo en cuenta que al fin y al cabo Michael Caine siempre mola, los casi 100 minutos que dura no son una pérdida total de tiempo. Tú mism@.

La película arranca a la perfección, muy realista y descarnada, pero pierde fuelle de forma progresiva. Los dos primeros tercios son aceptables en conjunto y uno espera que la guinda esté a la altura, porque sí, aún con sus defectos, es genial ver cómo era Frisco en los setenta y la fauna nocturna que en el se movía. Absoluto demodé. Pero, vaya por Dios, de repente el argumento se torna ridículo y toda una apología contra lo no heterosexual y normativo. Me doy cuenta de que en su momento estos temas sólo se trataban desde la perspectiva del degenerado, del perturbado mental, del arquetipo de Norman Bates. Qué fácil. Pero, hoy, con virus o sin él, resulta muy anticuado y claramente ofensivo. Es por ello que la película queda a medio gas, igual que la musiquilla del Equipo A que le ponen a Bruce Dern en un par de secuencias. Terminaré señalando que Walter Matthau está de nota y que la factura técnica del film aprueba sin esfuerzo.

A pesar de no tener un argumento excepcional, quiero decir original, el film se disfruta por su tono clasicista y el buen elenco con el que cuenta. Matt Dillon, el teniente Dan, pero sobre todo Faye Dunaway -qué bien le sientan los años- lo bordan. Puede que sea una tontuna mía, pero tiene algo de Reservoir Dogs, incluso de la seminal Cayo Largo en su planteamiento cuasi teatral: gangsters de poca monta encerrados en un habitáculo obligados a entenderse y a contener sus emociones, a.k.a. explosiones de violencia, así que ya te puedes imaginar como acaba el asunto. Se me enamora el alma.