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7,2
17.595
8
25 de septiembre de 2021
25 de septiembre de 2021
32 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por desgracia ETA es parte de nuestra historia. Bombas lapa, coches bomba, tiros en la nuca estaban continuamente en los medios de comunicación. La frialdad con la que perpetraban los atentados era pasmosa y eso nos quedó marcado a todos los que vivimos esa época. Ahora, la última película de Icíar Bollaín, que compite este año por la Concha de Oro en San Sebastián, nos acerca a la figura de Maixabel Lasa, quien en 2011, en un acto inédito, accedió a encontrarse cara a cara con los terroristas que asesinaron a su marido.
Once años después de perder a su marido, Juan María Jáuregui, tiroteado por ETA, a Maixabel Lasa se le propone la posibilidad de formar parte de unos encuentros con dos de los asesinos de su marido. A pesar de los recelos y dudas que generan a su alrededor, ella está dispuesta a mantener el cara a cara con aquellos que le quitaron la vida a su marido.
Estamos, sobre todo, ante una película muy emotiva. Bollaín con su buen hacer nos toca el alma con la manera sutil de contarnos la historia que rodea al personaje de Maixabel Lasa, el dolor que produce la pérdida y después la humanidad que demuestra al intentar encontrar respuestas. La película, con sutiles pequeños detalles, refleja a la perfección la vida de los familiares de un amenazado por ETA (llamadas que no dejan de sonar).
Tengo que destacar el duelo interpretativo que mantiene Luis Tosar con Blanca Portillo, el gallego regalándonos un complejísimo personaje cargado de matices y la madrileña mutando de una manera delicada y sobrecogedora en la protagonista. Tanto Urko Olazábal como María Cerezuela les secundan de manera maravillosa.
Un filme que aborda un tema doloroso que pone el foco en las distintas partes de la historia y que nos demuestra la grandiosidad de un personaje que está por encima de odios y rencillas. Una película necesaria.
www.sudandocine.com
Once años después de perder a su marido, Juan María Jáuregui, tiroteado por ETA, a Maixabel Lasa se le propone la posibilidad de formar parte de unos encuentros con dos de los asesinos de su marido. A pesar de los recelos y dudas que generan a su alrededor, ella está dispuesta a mantener el cara a cara con aquellos que le quitaron la vida a su marido.
Estamos, sobre todo, ante una película muy emotiva. Bollaín con su buen hacer nos toca el alma con la manera sutil de contarnos la historia que rodea al personaje de Maixabel Lasa, el dolor que produce la pérdida y después la humanidad que demuestra al intentar encontrar respuestas. La película, con sutiles pequeños detalles, refleja a la perfección la vida de los familiares de un amenazado por ETA (llamadas que no dejan de sonar).
Tengo que destacar el duelo interpretativo que mantiene Luis Tosar con Blanca Portillo, el gallego regalándonos un complejísimo personaje cargado de matices y la madrileña mutando de una manera delicada y sobrecogedora en la protagonista. Tanto Urko Olazábal como María Cerezuela les secundan de manera maravillosa.
Un filme que aborda un tema doloroso que pone el foco en las distintas partes de la historia y que nos demuestra la grandiosidad de un personaje que está por encima de odios y rencillas. Una película necesaria.
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7,0
1.608
8
27 de octubre de 2022
27 de octubre de 2022
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las “perlas” que nos deslumbró en el 70 Festival de Cine de San Sebastián fue, sin duda alguna, la nueva película de los hermanos Dardenne, una sencilla película cuyo metraje no llega a los 90 minutos pero que sin embargo supura humanidad por todos sus costados.
Tori y Lokita son un chico y una adolescente, ambos africanos, que tratan de sobrevivir y mantenerse unidos pase lo que pase, ya que se encuentran solos ante la peligrosa situación de exiliados que viven en Belgica.
Los Dardenne ponen ante nuestros ojos a dos jóvenes menores no acompañados sin papeles que lo único que tienen es el uno al otro, demostrando una amistad inquebrantable a pesar de las mafias, de los abusos, la explotación a la que son sometidos... Una amistad que les hace superar todas las trabas con las que se van encontrando.
Los directores no se guardan nada. Con una narración muy dinámica en la que, a medida que avanza, el espectador va empatizando más con los protagonistas, llegando a momentos de gran crudeza que nos hará remover en nuestros asientos. Un punto muy a favor de la historia es no contar con actores profesionales. Destaca la pareja protagonista: tanto el muchacho, Pablo Schils, como la chica, Mbundu Joely, nos dejan con la boca abierta con su conmovedora naturalidad frente a la cámara.
Una áspera película totalmente necesaria que nos hará recapacitar sobre la sociedad en que vivimos, donde cada vez más impera la indiferencia y se da altavoz al cinismo que clama contra problemas como el de los menores no acompañados en Europa.
www.sudandocine.com
Tori y Lokita son un chico y una adolescente, ambos africanos, que tratan de sobrevivir y mantenerse unidos pase lo que pase, ya que se encuentran solos ante la peligrosa situación de exiliados que viven en Belgica.
Los Dardenne ponen ante nuestros ojos a dos jóvenes menores no acompañados sin papeles que lo único que tienen es el uno al otro, demostrando una amistad inquebrantable a pesar de las mafias, de los abusos, la explotación a la que son sometidos... Una amistad que les hace superar todas las trabas con las que se van encontrando.
Los directores no se guardan nada. Con una narración muy dinámica en la que, a medida que avanza, el espectador va empatizando más con los protagonistas, llegando a momentos de gran crudeza que nos hará remover en nuestros asientos. Un punto muy a favor de la historia es no contar con actores profesionales. Destaca la pareja protagonista: tanto el muchacho, Pablo Schils, como la chica, Mbundu Joely, nos dejan con la boca abierta con su conmovedora naturalidad frente a la cámara.
Una áspera película totalmente necesaria que nos hará recapacitar sobre la sociedad en que vivimos, donde cada vez más impera la indiferencia y se da altavoz al cinismo que clama contra problemas como el de los menores no acompañados en Europa.
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6,4
19.746
8
25 de enero de 2024
25 de enero de 2024
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobre el holocausto se han hecho infinidad de películas, muchas de ellas grandísimos trabajos, que casi siempre nos hacen sentir compasión por las víctimas de tan terrible castigo. En esta ocasión, el director británico Jonathan Glazer da un paso más allá y nos abre la puerta de la casa de los verdugos para comprobar que se comportan como gente normal, como podríamos ser nosotros mismos.
El comandante de Auschwitz Rudolf Höss vive una vida idílica con su esposa y sus hijos en una hermosa casa con un espectacular jardín justo al lado del campo de concentración, mientras él va ascendiendo en el escalafón nazi.
A pesar de ir al cine con ciertas nociones de lo que iba a ver, el último trabajo del director de Under the skin (2013), rodado en el mismo Auschwitz, me ha sorprendido, incomodado y retratado a la vez. Adaptación de la novela homónima publicada por Martin Amis en 2014, la película transcurre por dos vías: la visual, en la que uno es testigo de la vida de una familia de nazis, y la sonora, que nos trae los sonidos procedentes del otro lado de la valla. Algo que resulta escalofriante.
Glazer, para hacernos partícipes del día a día de la familia, rueda con un montón de cámaras fijas en distintos puntos de la casa, al estilo de programas tipo Gran Hermano, con fundidos en negro y en rojo, y mucho protagonismo del sonido, que, gracias a todo lo que conocemos sobre el tema, nos hace imaginar las terribles escenas que se están viviendo al otro lado de la tapia.
En estos tiempos de conflictos por distintas partes del mundo, lo más terrible de todo es que la mayoría de nosotros solo nos preocupamos de nuestras posesiones y de las personas que tenemos más cerca, un reflejo actual del comportamiento de la familia de Rudolf Höss.
Una desasosegante película conceptual que no deja indiferente al espectador y que, si se supera el frustrante arranque de la cinta, pese a no haber un ápice de violencia, resulta de lo más desgarradora y terrorífica.
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El comandante de Auschwitz Rudolf Höss vive una vida idílica con su esposa y sus hijos en una hermosa casa con un espectacular jardín justo al lado del campo de concentración, mientras él va ascendiendo en el escalafón nazi.
A pesar de ir al cine con ciertas nociones de lo que iba a ver, el último trabajo del director de Under the skin (2013), rodado en el mismo Auschwitz, me ha sorprendido, incomodado y retratado a la vez. Adaptación de la novela homónima publicada por Martin Amis en 2014, la película transcurre por dos vías: la visual, en la que uno es testigo de la vida de una familia de nazis, y la sonora, que nos trae los sonidos procedentes del otro lado de la valla. Algo que resulta escalofriante.
Glazer, para hacernos partícipes del día a día de la familia, rueda con un montón de cámaras fijas en distintos puntos de la casa, al estilo de programas tipo Gran Hermano, con fundidos en negro y en rojo, y mucho protagonismo del sonido, que, gracias a todo lo que conocemos sobre el tema, nos hace imaginar las terribles escenas que se están viviendo al otro lado de la tapia.
En estos tiempos de conflictos por distintas partes del mundo, lo más terrible de todo es que la mayoría de nosotros solo nos preocupamos de nuestras posesiones y de las personas que tenemos más cerca, un reflejo actual del comportamiento de la familia de Rudolf Höss.
Una desasosegante película conceptual que no deja indiferente al espectador y que, si se supera el frustrante arranque de la cinta, pese a no haber un ápice de violencia, resulta de lo más desgarradora y terrorífica.
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6,8
8.407
7
16 de diciembre de 2019
16 de diciembre de 2019
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue en una feria del libro de Huesca, allá por el año 2013, cuando me topé con la primera obra del extremeño Jesús Carrasco, Intemperie, una novela rural que cosechó gran cantidad de premios. Impactó por su descarnado retrato a través de la piel de un niño en un entorno yermo y hostil que hacía sentir la sed y el polvo que lo inundaba todo.
Un niño huye de su capataz y sus secuaces sin motivo aparente por una árida llanura que parece infinita. En un determinado momento se encuentra con un pastor que se convertirá en su última esperanza para seguir con vida.
Benito Zambrano sitúa la historia en la Andalucía del año 1946, en plena posguerra, y rejuvenece la figura del pastor, para seguir al muchacho en su huida desesperada hacia un sitio mejor. Le da también una nota de western crepuscular en el que se confronta el bien y el mal en un terreno inhóspito, destacando el fuerte vínculo de amistad que se establece entre el crío y el cabrero, dos almas solitarias que, a pesar de la diferencia de edad, se dan cuenta de que se necesitan el uno del otro.
Reseñables son las tres interpretaciones principales: el joven actor Jaime López es el que lleva el peso de la historia resultando muy creíble; Luis Tosar, como suele ser costumbre, nos regala un místico e interesante personaje, y por último Luis Callejo lo clava como el malo malísimo que pasa por encima de cualquiera con tal de satisfacer sus necesidades más ocultas. La cuidada fotografía y su gran música suman al conjunto final de la historia.
Una difícil adaptación que, si no crea tanto impacto como lo hizo su lectura, es una interesante película que te hará salir de su visionado con unas ganas terribles de beber agua.
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Un niño huye de su capataz y sus secuaces sin motivo aparente por una árida llanura que parece infinita. En un determinado momento se encuentra con un pastor que se convertirá en su última esperanza para seguir con vida.
Benito Zambrano sitúa la historia en la Andalucía del año 1946, en plena posguerra, y rejuvenece la figura del pastor, para seguir al muchacho en su huida desesperada hacia un sitio mejor. Le da también una nota de western crepuscular en el que se confronta el bien y el mal en un terreno inhóspito, destacando el fuerte vínculo de amistad que se establece entre el crío y el cabrero, dos almas solitarias que, a pesar de la diferencia de edad, se dan cuenta de que se necesitan el uno del otro.
Reseñables son las tres interpretaciones principales: el joven actor Jaime López es el que lleva el peso de la historia resultando muy creíble; Luis Tosar, como suele ser costumbre, nos regala un místico e interesante personaje, y por último Luis Callejo lo clava como el malo malísimo que pasa por encima de cualquiera con tal de satisfacer sus necesidades más ocultas. La cuidada fotografía y su gran música suman al conjunto final de la historia.
Una difícil adaptación que, si no crea tanto impacto como lo hizo su lectura, es una interesante película que te hará salir de su visionado con unas ganas terribles de beber agua.
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7,3
8.013
8
12 de enero de 2024
12 de enero de 2024
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Año nuevo, y vuelta al cine. Hemos aprovechado la celebración del festival más madrugador del año, el Actual de Logroño, para colarnos en el abarrotado teatro Bretón de la capital riojana para disfrutar de la última película del director danés Nikolaj Arcel. Una interesante propuesta que no podremos ver en las pantallas comerciales hasta febrero y que pudimos disfrutar a pesar de las continuas toses con las que el público acompañaba la proyección. Tanto el cine como el teatro son lugares donde se nota la alta incidencia de casos de gripe.
Corre el año 1755, el capitán Ludwig Kahlen, después de estar combatiendo durante 25 años en tierras germanas, se propone trabajar las duras tierras de los inhóspitos páramos daneses con la intención de crear una colonia en nombre del rey. A cambio se le otorgará un título nobiliario. Sin embargo, se topará con un escollo que no esperaba, Frederik de Schinkel, el desalmado y sádico gobernante que se cree en poder de esas tierras y que le hará la vida imposible al bueno del capitán.
Arcel vuelve a retratar el siglo XVIII, como ya hiciera en su exitosa “Un asunto real”. Esta vez tenemos a un empobrecido capitán que hace lo que no está en los escritos para llevar a cabo una misión que de primeras se entorna prácticamente imposible, al estilo de “Solo ante el peligro”, pues, además de lidiar con la mala tierra del páramo, tiene que hacer frente al psicópata del terrateniente del lugar. El director plasma perfectamente la aspereza del lugar, con los silencios como protagonistas, salpicando con alguna escena con altas dosis de violencia, que intentan hacer mella en el protagonista, reflejando los pocos escrúpulos del poder de la época.
Una cinta que nos habla de un proyecto, de las diferencias de clases, del amor, del odio, de las supersticiones, de la familia, de la supervivencia. El director elige al gran Mads Mikkelsen, con su inconfundible rostro pétreo como capitán, y lo enfrenta a Simon Bennebjerg, como malvado señor, odioso hasta la muerte. Con unos muy solventes secundarios daneses, un guion que nos mantiene en vilo hasta el final y una excelente fotografía, estamos ante una buena muestra del interesante cine danés actual.
Una película para disfrutar en pantalla grande y que es una buena muestra de cómo se las ingeniaban los pobladores en Jutlandia allá por el siglo XVIII.
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Corre el año 1755, el capitán Ludwig Kahlen, después de estar combatiendo durante 25 años en tierras germanas, se propone trabajar las duras tierras de los inhóspitos páramos daneses con la intención de crear una colonia en nombre del rey. A cambio se le otorgará un título nobiliario. Sin embargo, se topará con un escollo que no esperaba, Frederik de Schinkel, el desalmado y sádico gobernante que se cree en poder de esas tierras y que le hará la vida imposible al bueno del capitán.
Arcel vuelve a retratar el siglo XVIII, como ya hiciera en su exitosa “Un asunto real”. Esta vez tenemos a un empobrecido capitán que hace lo que no está en los escritos para llevar a cabo una misión que de primeras se entorna prácticamente imposible, al estilo de “Solo ante el peligro”, pues, además de lidiar con la mala tierra del páramo, tiene que hacer frente al psicópata del terrateniente del lugar. El director plasma perfectamente la aspereza del lugar, con los silencios como protagonistas, salpicando con alguna escena con altas dosis de violencia, que intentan hacer mella en el protagonista, reflejando los pocos escrúpulos del poder de la época.
Una cinta que nos habla de un proyecto, de las diferencias de clases, del amor, del odio, de las supersticiones, de la familia, de la supervivencia. El director elige al gran Mads Mikkelsen, con su inconfundible rostro pétreo como capitán, y lo enfrenta a Simon Bennebjerg, como malvado señor, odioso hasta la muerte. Con unos muy solventes secundarios daneses, un guion que nos mantiene en vilo hasta el final y una excelente fotografía, estamos ante una buena muestra del interesante cine danés actual.
Una película para disfrutar en pantalla grande y que es una buena muestra de cómo se las ingeniaban los pobladores en Jutlandia allá por el siglo XVIII.
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