Una historia familiar con un trágico pasado, que transcurre en la fría Patagonia, vuelve para remover las ya enterradas cenizas del pasado.

Aunque a priori se trata de una película prometedora y con una narración fuerte, a medida que avanza se vuelve un poco previsible y con cierta falta de convicción (especialmente cuando aparece en escena Salvador). Destacar la actuación de Leonardo Sbaraglia.

Historia más que suficiente para sacarle partido. Ofrece un pobre desarrollo tanto de los protagonistas como de su pasado. Un Ricardo Darín poco aprovechado, aunque su interpetración cargando con la culpa de unos hechos ocurridos varias décadas atrás es más que digna. Abuso excesivo del flashback para explicar ciertas situaciones que acaban en desconcierto para el espectador. La dirección de fotografía de Arnau Valls es uno de los puntos positivos. Visualmente ofrece más que argumentalmente.

En definitiva, no nos brinda todo lo que se espera de un filme de suspense. ¿La recomiendo? Sí. Además, un metraje de apenas hora y media invita a hacerlo.

No sé que tienen las películas ambientadas en África que me atrapan y esta no iba ser menos. Basadas en hechos reales y protagonizada por Chris Evans (Capitán America).

Nos encontramos a principios de los 80 en una Etiopía que atraviesa una guera civil. En medio de este caos, la inteligencia de Israel (Mossad) decide ayudar a los refugiados judíos de origen etíope que se encuentran en el país vecino, Sudán.

El Mossad opta por comprar un hotel-resort en la costa de Sudán para establecer una ruta a través del Mar Rojo y poder llevar a los refugiados hacia territorio israelí durante la noche (a modo de tapadera).

Una vez más, la realidad supera la ficción...