El cierre final a la obra maestra de Telltale. En este juego asistimos al desenlace de la historia de Clementine, esa niñita adorable que vimos crecer y madurar a lo largo de 4 entregas, hasta convertirse en una superviviente con todas las letras. Después de una tercera entrega algo floja, y en un mar de dudas sobre el incierto destino de Telltale Games, los desarrolladores hicieron una labor encomiable, creando lo que parecía imposible, dando la conclusión que los fans deseaban, y homenajeando a la mítica primera entrega con constantes referencias y un "reencuentro" largamente esperado... El último episodio, "Take us back", se titula como el tema de Alela Diane con el que ya despidiéramos la historia de Lee y Clementine 7 años antes, y que vuelve a sonar en los instantes finales del juego.

Esta temporada es la más flexible de toda la saga: esto significa que tendrás más libertad de decisión, y aunque la trama principal probablemente no cambie, hay algunos personajes clave cuyo destino estará condicionado a tus elecciones a lo largo de la partida. En spoilers dejaré una pequeña pista para conseguir un "buen" final para quien quiera consultarlo, pero sin hacer ningún spoiler de la trama.

En "The Final Season", veremos el lado maternal de Clem, haciendo el rol de "hermana mayor" para sacar adelante a AJ, como Lee hiciera con ella 8 años antes. También es donde por fin la vemos interactuar con otros adolescentes de su edad, dando pie a la amistad, pero también, si así lo queremos, al amor (dentro de lo que un apocalipsis zombi permite, claro). Y todo para acabar llegando a un zénit que, si bien no resuelve todos los interrogantes, ni arregla el futuro de un mundo post-apocalíptico, le da una conclusión más que digna a la historia de uno de los personajes más queridos en toda la historia de Telltale, si no el que más.

"I'll miss you, sweet pea".

El anime me pareció entretenido, con momentos más emotivos (los arcos de Tomoko o, especialmente, Urumi), y otros más descafeinados, como los 7-8 episodios de relleno, aunque algunos tienen tramas interesantes y desarrollan más la relación Azusa-Onizuka que los capítulos del manga original en los que se basaron para la serie. La serie no ha envejecido del todo mal, y el estilo de dibujo noventero me gustó bastante. El caso es que el final, inventado porque habían alcanzado al manga (esto es del 99 creo, y el manga se serializó del 97 al 2002), no me dejó muy convencido, y me pasé al manga original.

El manga, aunque bastante irregular (sobra todo el arco de Mayu, o casi todo el arco final), es una obra de arte que a mí me ha llegado a la patata. La relación del protagonista con Urumi, una de sus alumnas, se detalla mucho más en la segunda parte (capítulos 100 a 200), que no fue adaptada al anime, y sólo esa parte ya me parece una obra maestra (ver spoiler del manga abajo del todo), porque el personaje de Urumi Kanzaki, una adolescente superdotada y muy carismática, lo eclipsa absolutamente todo. El manga también revela el auténtico motivo por el que la clase odia a los profesores (los dos últimos capítulos del anime son un final inventado y un poco cringe), y la verdad sobre Miyabi, que para mí tiene el segundo mejor arco tras el de Urumi. Además, en el manga Onizuka es un descojone, infinitamente más que en la serie animada donde los chistes no son muy sutiles y están más dirigidos a un público "juvenil".

El alma de GTO es la capacidad de Onizuka, un inepto en lo que viene a ser la "educación formal", pero un experto en otras facetas de la vida, de conectar con sus estudiantes, sacar su lado humano (de maneras a veces estrambóticas) y dar "lecciones" maestras sobre las relaciones, tratando temas como el bullying, el suicidio, el abuso sexual o las familias disfuncionales. El problema es que las soluciones a las que a veces recurre son bastante absurdas o simplistas (incluso repetitivas), pero aquí hemos venido por las risas. La serie es una comedia dramática, NO es una auténtica crítica social, porque no propone ninguna alternativa realista a los problemas tratados, y, pese a ello, en algunos fragmentos comete el error de tomarse demasiado en serio a sí misma. Algunos preferirán quedarse con eso, y tachar la obra de "infantil". Yo elijo quedarme con las historias de Yoshikawa, Urumi, Miyabi, con la familia que se fue creando en la clase 4 (mucho más disfrutable en el manga), las locuras del profesor, y ante todo, con la emotiva relación de Onizuka y Urumi, aunque ésta no fuera totalmente adaptada al anime.

En definitiva, una buena serie para pasar el rato, entretenida y un poquito descarada, y que mejora exponencialmente si te pasas al manga.

PD: el opening es una maravilla.

Una serie mítica que descubrí de niño, mientras hacía zapping por canal 2 Andalucía en una de esas tardes tontas de verano. Esta serie es para mí un pedacito de mi infancia y, por este motivo, no puedo ser objetivo con ella. Poco sabía yo en aquella época de que acabaría completamente enganchado a las historias de Noa y la segunda sección, que aún tengo grabadas en algún borroso VHS de la época. Incluso varios años después, Patlabor seguía siendo, como es hoy, una referencia que dejó su huella en mi memoria y en mis gustos futuros, y que siempre recuerdo con nostalgia.

La serie habla de "mechas", o robots gigantes, si bien esto es sólo un "contexto" para poder contar el día a día de la segunda sección, y las relaciones entre sus miembros. Arranca presentándonos a Noa y su llegada a la segunda sección de labors policiales (patrulla labor = patlabor), y a partir de ahí los capítulos son en su mayoría historias independientes, aunque hay tramas subyacentes que se irán desarrollando con el paso del tiempo, y varios episodios dobles. Hay momentos de comedia (el capitán Goto destaca en este apartado, todo en él es cómico), de intensidad (la trama del Griffon, el enemigo principal, es eléctrica de principio a fin), de emotividad (la despedida de Kanuka)...

Por otra parte, el "casting" es perfecto, empezando por Noa, la prota, una chica risueña y alegre que trata a su "labor", Alphonse, como a una mascota (Alphonse es el nombre de un gato y un perro que tuvo de niña), y que está doblada al castellano por Nuria Trifol. Asuma es su compañero de patrulla, un chico tranquilo e inteligente, y heredero de Industrias Shinohara, el principal fabricante de labors a nivel mundial, aunque no quiere saber nada de su familia. Luego tenemos a Ota (el bruto), Kanuka (la americana impasible y perfecta), Shinsi (el hombre casado), Yamazaki (el gigante tímido y bonachón), Kumagami (la elegancia y perfección encarnadas), Shige (el gracioso y simpático mecánico), el jefe Sakaki (el viejo gruñón y cascarrabias que en el fondo tiene buen corazón), Shinobu (la recta y formal capitana de la primera sección) y Goto (el pasota por excelencia, capitán de la segunda sección). Todos se complementan a las mil maravillas, y reúnen todos los ingredientes para las variopintas historietas que se van sucediendo. Creo que, por muchos reboots que se hagan, el carisma de estos personajes será imposible de recuperar. Por eso, en mi opinión, las películas no son lo mismo y carecen del tono cómico e íntimo de la serie (si, bien la primera está considerada una obra de culto en Japón).

Noa y Asuma parecen tener una evolución en su relación a lo largo de la historia, y es indudable la química entre ellos más allá de lo profesional, aunque nunca llegue a concretarse. Goto y Shinobu también tienen en la OVA "nuestro Karuizawa", un episodio íntegro dedicado a ellos.

Algo que me hace gracia viéndolo en retrospectiva es el aire feminista que tiene la obra, al menos para el Japón de la época (se estrenó en el año 89)...y casi que también para el actual. Los personajes más válidos y capaces son todos mujeres (Noa, Kanuka, Kumagami, Shinobu), con la excepción quizá del excéntrico capitán Goto, mucho más competente de lo que deja entrever, y del villano principal, el Sr. Utsumi (que tuvo una relación con la bella Kumagami años atrás).

Dicho esto, no recomendaría la serie a todos los públicos, pues pese a tener visos de madurez a ratos, no deja de ser una serie dirigida a niños y adolescentes. Algunos capítulos no encajan con esta definición, como la OVA "Snow Rondo", que rompe con el tono habitual de la serie para ponerle una nota de misterio y nostalgia, o "Goma, la que vino un día de lluvia", una entrañable historia sobre una gatita. O también comedias como "Las 3 estrellas negras" y "Versus". La banda sonora tampoco está nada mal, con grandes temas como "Paradise no Kakuritsu" para los endings, o una música ambiental hecha a medida por el compositor Kenji Kawai, con piezas memorables como "In the rain" o "Knock on the tomorrow II".

Personalmente, Patlabor fue para mí la prueba de que los dibujos no eran solamente historias fantásticas (como dice la coletilla final de cada episodio, quién sabe qué puede pasar dentro de 10 años), a veces pueden contar otro tipo de relatos, y explorar las relaciones humanas desde lo real y cotidiano. Patlabor me metió el gusanillo para ver otros animes también "realistas" como GTO, Usagi Drop, o NANA. Como ya he dicho, es un trocito de mi infancia al que le tengo bastante cariño, y que siempre me trae buenos recuerdos. Este es mi pequeño homenaje a los personajes que tantos buenos ratos me dieron, hace ya unos cuantos años.

Al principio pinta bastante bien pero se diluye como un azucarillo, la corrección política roza la náusea de lo forzada que resulta, y lo que podía haber sido una gran obra distópica se queda en un intento aleccionador barato y populista.

Sus defensores claman que en el fondo es una parodia de la sociedad actual, a mí desde luego no me lo parece, y si la obra está hecha con ese propósito, fracasa estrepitosamente, los creadores se toman a sí mismos demasiado en serio y hay momentos en los que claramente buscan aleccionar al espectador, como en el discurso final de la abuela (que es para preguntarle si se ha tomado el Xanax).

Me explico mejor en el spoiler.

Los juicios son totalmente surrealistas, los personajes a ratos parecen caricaturas, algunas tramas pecan de incoherentes...me sorprende que esta serie fuera popular en su tiempo, porque coincide con los años dorados de la pequeña pantalla, y el nivel está a años luz de otras obras contemporáneas. Es entretenida, pero poco más, y toma al espectador por tonto una, y otra, y otra vez. Lo de las mujeres babeando con Alan Shore es directamente cómico, y el otro abogado que siempre va repitiendo su nombre es un chiste en sí mismo.


PF: aguanté hasta el capítulo donde el juez les da la victoria en un caso donde el cliente, un director de colegio, quería incluir temario creacionista en el currículo escolar. La argumentación de la abogada, "la ciencia por sí sola no puede explicar el origen de la vida", me parece de bomberos por muy de letras que sea, a día de hoy se sabe con bastante certeza que es precisamente al revés. Y en 2004 también se sabía, pero para eso hay que informarse y currarse los guiones.