Gracias a todas las secuelas que se han venido haciendo desde 1978, el clásico ha envejecido mejor.

Hablar de “Superman, la película” (1978) es hablar de un presupuesto millonario que no fue rentabilizado, de la dureza de la crítica (“el casting mas desaprovechado de la historia del cine“), de Marlon Brando cobrando el minuto en pantalla a precio de oro y de muchas incoherencias en el guión.

Sin embargo seguimos hablando de clásico. ¿Por qué gusta tanto este personaje y más concretamente esta película?

Primero y más importante, Christopher Reeve es Superman. Siempre. Luego está el factor niño.Ver esta película en tu infancia le da un plus. Revisarla en la actualidad y ver que no se deshace, un logro, a pesar del toque cómico del malvado trío dirigido por Lex Luthor (Gene Hackman). A fin de cuentas está pensada para el ámbito familiar.

También tiene la mejor banda sonora orquestada por el incombustible John Williams, que te entretenía tarareando las inolvidables e interminables letras de crédito, introducida por la gran intro en blanco y negro que homenajea a Action Comics, donde se publicó por primera vez el cómic de Superman en 1938. Pero por encima de todo, la relación de Clark y Lois. Puede que sea la relación más noble y pura que exista.

Todos queremos ser como Superman y sin embargo él nunca haría gala de su poder para tomar ventaja con respecto a Lois. Prefiere que se fije en Clark, no hay vanidad. Decía David Carradine en Kill Bill Vol.2: “Superman no se convirtió en Superman, sino que nació como Superman. Cuando se despierta por la mañana es Superman. Su alter ego es Clark Kent (…) un disfraz que se pone para ser uno más de nosotros. Clark Kent es su visión de nosotros y ¿cuales son las características de Clark Kent?. Es débil, no confía en sí mismo, es un cobarde. Superman critica así a toda la raza humana”.

Panchi07
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El escritor Holly Martins (Joseph Cotten) llega a Viena para ver a su amigo Harry Lime (Orson Welles) que le ha ofrecido un trabajo. Corre el año 1947 y la capital austriaca se encuentra dividida entre los territorios de los aliados de la Segunda Guerra Mundial. Al llegar a la estación nadie le recibe y va a casa de su amigo donde recibirá una impactante noticia.

Icono clásico del cine negro, esta producción británica fue escrita primero en formato de novela y adaptado a guión por el propio Graham Greene. El autor siempre prefirió la versión filmada, incluido el final, distinto al original escrito.

Orson Welles tenía problemas con la RKO en EEUU y decidió dar el salto a Europa, donde dirigió y colaboró en varios proyectos. Su presencia en el film ante la cámara es clave, aún en sus largas ausencias. Y su colaboración detrás es evidente. Su química con Joseph Cotten, fundamental. Estos dos gigantes del cine se habían conocido en su juventud en el mundo del teatro, donde crearon en 1937 el Mercury Theatre. Con la ayuda de varios actores de ésta compañía sacaron adelante Ciudadano Kane. El tercer papel de Cotten en el cine fue también en otra película de Orson Welles, El cuarto mandamiento. Después vino El tercer hombre, única colaboración entre ambos no dirigida por Wells, y un último cameo de Cotten en Sed de Mal, (Orson Welles) en 1958. A pesar de no seguir colaborando juntos, Welles y Cotten siempre serían grandes amigos.

La música de Anton Karas, es de lo más recordable y alegre de un film marcado por la depresión de la posguerra. La desesperanza es tal que ya no se cree en los valores del ser humano: ”Holly tu y yo no somos héroes, en el mundo ya no quedan héroes, solo en tus novelas”.

Viajes de película:

La película fue rodada en el London Film Studios (Shepperton, Inglaterra). Los exteriores se rodaron en la capital austriaca con una excelente fotografía en blanco y negro.

Viena, a orillas del Danubio, ha sido el escenario elegido por muchas películas. Desde la esplendorosa época de Mozart en Amadeus (Milos Forman, 1984) hasta la actualidad en Antes del amanecer (Richard Linklater, 1995), pero ninguna la ha hecho tan popular y recordada como El tercer hombre.

Una de las escenas más emblemáticas se desarrolla en el parque del Prater, en la Noria del parque de atracciones. Cerca, en el mismo parque se encuentra el antiguo estadio de fútbol del Prater, ahora Ernst Happel, que nos trae gratos recuerdos a los españoles aficionados al fútbol del verano de 2008.

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Un tornado arrastra a la huérfana Dorothy Gale y a su perro Totó a un mundo de fantasía y de color. Lejos de Kansas contará con la ayuda de un hombre de hojalata, un espantapájaros y un león sin valor para encontrar al mago de Oz y pedirle que le ayude a regresar a casa.

Empezó siendo una gran producción infantil, ha sido adaptado con mucho éxito como musical y con el tiempo se ha convertido en un film de culto. Victor Fleming solo rodó la parte a color de la película ya que ese mismo año recibió el encargo de dirigir Lo que el viento se llevó.

El rodaje fue caótico. Dos de los actores del reparto sufrieron percances. Buddy Ebsen era el original hombre de hojalata, pero el polvo de aluminio del maquillaje era tóxico. Ebsen experimentó una reacción alérgica y dejó el film, pero quedó su voz en “vamos a ver al mago de oz”. Margaret Hamilton, (la bruja del Oeste) sufrió quemaduras en una escena con efectos de humo. Los efectos especiales eran por entonces experimentales y peligrosos. Usando la jerga del circo, no crecieron los enanos, pero casi se reproducen (cuenta la leyenda que los actores que interpretaban a los munchkins eran muy desobedientes y desinhibidos).

La búsqueda de un mundo sin problemas de Dorothy consiste en seguir el camino de baldosas amarillas hacia ciudad Esmeralda. Para escapar de los problemas, va hacia el iluminado arcoíris. El argumento de fondo es muy similar al viaje a través del espejo que emprende Alicia en el país de las maravillas. Cuento con moraleja, para niños y mayores. Siempre podemos y debemos aspirar a más, pero al final, en casa como en ningún sitio.

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Ambientada en 1858, la incursión de Tarantino en el género western nos cuenta la historia del esclavo Django (Jamie Foxx). Liberado por el Doctor King Schultz (Christoph Waltz), un cazador de recompensas, aprenderá el oficio de su astuto benefactor para tratar de recuperar a su esposa Broomhilda (Kerry Washington).

Analizar un producto de Quentin Tarantino es un ejercicio complicado. Hay que aislarse de sus efectivos golpes visuales, su pegadiza melodía y sus entretenidas historias. Hay veces que eso es lo que menos te apetece. Y caes en sus redes, te entregas.

No es lo que cuenta, es cómo lo cuenta. Por poner un ejemplo, en la escena de apertura, donde se conocen Django y el doctor Schultz (más y mejor Christoph Waltz). Me la imagino relatada por otros autores de ahora y de siempre y ninguna propuesta me parece tan atractiva. Aunque para eso él se salte algunas (o muchas) reglas. Lo que le hace tan querido y a la vez no le acaba de abrir la puerta de sus detractores. Sabemos que no le importa.

Demasiada sangre. Como ya le pasó en su anterior película, donde reescribía la historia de la Segunda Guerra Mundial en Malditos Bastardos, Tarantino suele desechar hacer una película convencional. Es el Tarantino de los fans, sabe que esperan eso de él, y él se lo da, cada vez mejor presentado. Pero ¿sería renunciar totalmente a su sello hacer algo más “tradicional”?

Segunda entrega de la fantástica saga espacial de La Guerra de las Galaxias en la que se consiguió algo muy complicado: igualar (o incluso superar) el éxito (unánime de crítica y público) de la alabada y novedosa primera entrega.

La saga Star Wars, que comenzó Lucas en 1977 con gran atino y concluyó con una prescindible trilogía a modo de precuela en 2005, ha hecho historia en el mundo del cine.

Frases que permanecen en la memoria colectiva, personajes inolvidables (entre ellos el mejor villano de todos los tiempos; Darth Vader), política Intergaláctica, graves problemas generacionales, Trepidantes batallas con sables láser y una filosofía, la Jedi, que ha alcanzado tintes de religión oficial para sus legiones de seguidores en todo el mundo, son los ingredientes de esta epopeya de dimensiones galácticas.

La primera saga (episodios 4 a 6) demuestra la importancia que tiene ofrecer una historia bien hilvanada, sencilla pero sin fisuras ni rellenos innecesarios frente a unos efectos especiales espectaculares. Un problema muy acusado del cine actual, y más con la entrada del cine en 3D. Recientemente, Disney ha comprado los derechos de la saga y ha anunciado una nueva trilogía (episodios 7 a 9).

Si bien destaco esta segunda parte como la más importante de la saga, las tres podrían ser dignas de mención. Así que recomiendo el visionado cronólogico de Una nueva esperanza, El imperio contraataca y El retorno del Jedi. Los episodios 1 a 3 también se dejan ver, pero siempre después de haber visto las anteriores y bajando mucho el nivel de expectación.

http://manga7ine.wordpress.com/2013/04/13/star-wars-episodio-v-el-imperio-contraataca-1980/