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6,4
692
9
24 de mayo de 2011
24 de mayo de 2011
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
A falta de conocer su remake para televisión de Nevada Smith (1966), y a la vista de los resultados de su posterior incursión en el western —Forajidos de Río Bravo (1970)— o en otros géneros —citando las estrenadas en España: F de Flint (1967), Hampa dorada (1967), El detective (1968), La mujer de cemento (1968), Ahora me llaman señor Tibbs (1970), Masacre (1973), ¡Viva Knievel! (1977)—, no resulta arriesgado afirmar que Chuka es la última gran aportación al western de Gordon Douglas y la última gran película de su carrera. Chuka conforma junto con esa obra maestra absoluta que es Río Conchos (1964) —olvidémonos que entre ellas se encuentra Hacia los grandes horizontes (1966), su desafortunada nueva versión de La diligencia (1939)— una suerte de díptico donde hallamos lo mejor del western de Douglas, aderezado además con notables capas de sordidez, violencia y pesimismo.
Si Río Conchos concluía con una devastadora batalla final repleta de fuego y destrucción, Chuka se abre con un memorable prólogo en el Fuerte Clendennon, principal escenario del film, donde ha tenido lugar un combate entre soldados e indios arapahoes. Un nuevo pelotón de soldados ha ocupado el recinto, y el oficial al mando redacta en voz alta un informe de lo ocurrido —en presencia del silencioso jefe arapahoe Hanu (Marco López, aquí acreditado como Marco Antonio), el mismo que dirigió el ataque contra el fuerte logrando acabar con todos sus ocupantes y ahora prisionero del ejército— a partir de los documentos del comandante en jefe de dicha guarnición, el coronel inglés Stuart Valois (John Mills), también fallecido en combate, donde se especifica que en el recinto se hallaban varios civiles, entre ellos un pistolero conocido con el nombre de Chuka (Rod Taylor, también coproductor de la película). Empieza aquí un largo flash-back, que abarca hasta el final del relato pero que a pesar de su carácter aparentemente informativo no pretende ser la reconstrucción de lo ocurrido llevada a cabo por aquel oficial, sino la exposición de lo vivido realmente, es decir, va más allá de la fría investigación burocrática que lo motiva y se interna en las ocultas dimensiones humanas de los hechos. Ese tono introspectivo que impregna todo el relato resulta evidente no sólo porque, a medida que avanza la narración, iremos descubriendo aspectos sobre la psicología de los personajes que el oficial que lleva a cabo aquella investigación es imposible que conozca, sino sobre todo porque la puesta en escena de Gordon Douglas mantiene en todo momento un carácter cerrado, casi claustrofóbico, por medio de una severa planificación que unifica interiores y exteriores convirtiéndolos, por así decirlo, en espacios para la intimidad y la confidencia, algo absolutamente coherente en el contexto de un film lleno de secretos de índole personal.
Si Río Conchos concluía con una devastadora batalla final repleta de fuego y destrucción, Chuka se abre con un memorable prólogo en el Fuerte Clendennon, principal escenario del film, donde ha tenido lugar un combate entre soldados e indios arapahoes. Un nuevo pelotón de soldados ha ocupado el recinto, y el oficial al mando redacta en voz alta un informe de lo ocurrido —en presencia del silencioso jefe arapahoe Hanu (Marco López, aquí acreditado como Marco Antonio), el mismo que dirigió el ataque contra el fuerte logrando acabar con todos sus ocupantes y ahora prisionero del ejército— a partir de los documentos del comandante en jefe de dicha guarnición, el coronel inglés Stuart Valois (John Mills), también fallecido en combate, donde se especifica que en el recinto se hallaban varios civiles, entre ellos un pistolero conocido con el nombre de Chuka (Rod Taylor, también coproductor de la película). Empieza aquí un largo flash-back, que abarca hasta el final del relato pero que a pesar de su carácter aparentemente informativo no pretende ser la reconstrucción de lo ocurrido llevada a cabo por aquel oficial, sino la exposición de lo vivido realmente, es decir, va más allá de la fría investigación burocrática que lo motiva y se interna en las ocultas dimensiones humanas de los hechos. Ese tono introspectivo que impregna todo el relato resulta evidente no sólo porque, a medida que avanza la narración, iremos descubriendo aspectos sobre la psicología de los personajes que el oficial que lleva a cabo aquella investigación es imposible que conozca, sino sobre todo porque la puesta en escena de Gordon Douglas mantiene en todo momento un carácter cerrado, casi claustrofóbico, por medio de una severa planificación que unifica interiores y exteriores convirtiéndolos, por así decirlo, en espacios para la intimidad y la confidencia, algo absolutamente coherente en el contexto de un film lleno de secretos de índole personal.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ya desde el principio, los hechos narrados en ese largo y complejo flash back tienen un carácter ominoso. Chuka se interna a caballo en territorio arapahoe, un terreno frío y nevado, y en un claro del bosque descubre a un grupo de indios, entre ellos el jefe Hanu, llevando a cabo un funeral; el protagonista mira un momento laceremonia funeraria y, antes de marcharse, entrega un trozo de carne seca a los pieles rojas; sin palabras, tan sólo en virtud de las miradas y gestos de los personajes, sabemos que los arapahoes se está muriendo de hambre. Más tarde, en medio de una ventisca de arena (incluso la naturaleza tiene aquí carácter hostil), Chuka se detiene para ayudar a una diligencia que ha perdido una rueda, y allí ocurren dos cosas muy importantes: primero, en la misma viajan dos damas mejicanas, Verónica Kleitz (Luciana Paluzzi), una mujer a la que Chuka conoció tiempo atrás y que viaja acompañada de la más joven Helena Chávez (Victoria Vetri); y segundo, aparece un grupo de guerreros arapahoes que lidera Hanu, que no les atacan porque (nuevo cruce de miradas) el jefe piel roja ve a Chuka y reconoce al hombre que les brindó su caridad: el pasado del protagonista (Verónica, que fue su callado amor de juventud) y su futuro (su inminente lucha contra los arapahoes) se combinan, y tienen idéntico peso específico, en el contexto de un relato cuyos personajes están, asimismo, atrapados entre un pasado que preferirían olvidar y un futuro en el que tan sólo les espera la muerte. Ello queda muy claro en la reveladora secuencia de la cena ofrecida por el coronel Valois y a la que Chuka también asiste: el amargado oficial británico, de quien se dice que sirvió en la India y que ha acabado destinado al peor destacamento del ejército norteamericano por culpa de sus excesos con la bebida, da rienda suelta a su resentimiento, envalentonado con el alcohol, para echar en cara a los comensales su hipocresía (a un teniente, su cobardía; a un médico, su negligencia; a Chuka, su oficio de pistolero). Pero las revelaciones no terminarán ahí: más adelante sabremos, por boca del fiel ayudante del coronel Valois, el sargento Otto Hahnsbach (Ernest Borgnine), que su superior le salvó la vida a costa de ser sometido a una brutal tortura (que incluso culminó, se insinúa, con su castración). Tan sólo Chuka, enamorado de Verónica desde que trabajara como mozo en el rancho de los padres de aquélla, logrará rendir cuentas con ese pasado que le atormenta haciendo el amor, entre lágrimas, con su amada...

5,1
239
6
25 de marzo de 2011
25 de marzo de 2011
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quién diría que, tras la sensual, tensa y helada perfección de Accident, sobrevendría el derrame. Boom! es la incongruencia impúdica como método riguroso de descubrimiento. Boom! es el asesinato a sangre fría cometido contra cualquier vestigio de decoro actoral. Impura e impune incontinencia ‘camp’ al interior de una producción de 10 millones de dólares. Parodia general degenerada y regeneradora, que reta al espectador a no tomarse ni medio fotograma en serio, demuestra con creces que fracasar así no es fracasar, sino una manera sublime e irrepetible de triunfar más allá del desastre. Es como si cometieras un error tan grande, que ya ganaste, porque eres otro y ya comprendes mundos nuevos… Con razón John Waters adora esta película. La exageración histérica, a la vez que su saludable parodia como autoconsciencia, sería el programa creativo de este director. En cuanto a Losey, la incomprensión no se hizo esperar (moraleja: no todos los chistes dan risa igual de rápido).

5,8
507
9
26 de agosto de 2008
26 de agosto de 2008
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Heston vuelve a Hawaii en este interesante film bien secundado por Geraldine Chaplin, John Philip Law, Tina Chen, etc. Sensacional banda sonora de Henry Mancini, estupenda fotografía. A veces se hace un pelín larga pero no te defraudará.

6,0
440
6
25 de diciembre de 2008
25 de diciembre de 2008
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueva versión realízada en 1956 por Jean Delannoy. Cuenta con una exuberante Gina Lollobrigida y una interesante composición de Anthony Quinn en el papel de Quasimodo, que no logra hacer olvidar las inmortales composiciones de Lon Chaney en 1923 y Charles Laughton en 1939. Como curiosidad también destacar que en esta versión Quasimodo esta menos feo que en otras versiones de la novela.

6,7
1.102
8
25 de diciembre de 2008
25 de diciembre de 2008
17 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los primeros films de Connery cuando alternaba con los films de James Bond. Como curiosidad aqui hace el papel de malo a la caza de la herencia de su tio. Destacar la presencia de Gina Lollobrigida, que al principio se muestra comedida pasando a ser una mujer seductora y fascinante. ¡¡Y final sorpresa!!
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