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Críticas ordenadas por utilidad
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10
8 de febrero de 2015
8 de febrero de 2015
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres Amigos está considerada como el mejor trabajo de Claude Sautet, y es ciertamente un ícono del más excelente cine europeo, una pieza de colección sin duda. Uno tiene el privilegio de asistir a una verdadera instantánea de la vida misma a través de la magnífica luz, fotografía y dirección de este film, coronado por fantásticas actuaciones y, claro, por un maravilloso Yves Montand alrededor de cuyo personaje, Vincent, gira esa historia que es en realidad la nuestra, la de todos nosotros en el mundo moderno que nos toca vivir. El hombre y sus amigos, hermanados ante la fascinación de la vida -durante los buenos momentos- y ante el desasosiego que inevitablemente deparan sus inesperados giros. Ya en las primeras escenas presenciamos el incendio accidental de un cobertizo durante una de las típicas reuniones en la casa de campo de Paul. No es un evento casual ni de relleno, sino más bien un presagio y un símbolo. Tan precarias como ese cobertizo son las vidas de estos hombres, que también sabrán de cosas que se derrumban: familias, amores, ideales de juventud, trabajo y posición económica, la salud por supuesto... y en finiquito el tiempo de ese sueño frágil y fugaz que es la vida del hombre. Pero también nos deja ver la amistad perdurable, el reacomodamiento ante la adversidad, la necesaria reconstrucción -como ocurre con el cobertizo- la virtud y la fuerza de los nuevos comienzos, y la saludable humildad de todo eso.
Una película memorable, paradójicamente poco recordada pero muy recomendable.
Una película memorable, paradójicamente poco recordada pero muy recomendable.

4,3
726
2
8 de marzo de 2025
8 de marzo de 2025
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada delicioso en lo que viene produciendo en los últimos años este arte en decadencia llamado cine. Faltan ideas, evidentemente. El trabajo presente revela a las claras esa ausencia de energía, de inspiración, ese desapasionamiento en una creación que no es creadora en absoluto, que abreva en fórmulas, en tópicos manidos, que mezcla géneros sin ton ni son, que genera personajes de papel maché incapaces de mover un pelo al espectador, de encender el mínimo ápice de empatía, tan alejados están de la realidad.
La novel directora alemana apunta a la vieja cuestión de la lucha de clases. Desafortunadamente le salió un adefesio que no le puede llegar a los talones al film del coreano (Parasite, 2019), aun no siendo ésta tampoco ninguna obra maestra que digamos. Y si me remonto a trabajos como Cul de Sac (Polanski, 1966), o a The Servant (Losey, 1963) -manteniéndome en la temática, claro- ya me siento como ante los rescoldos agonizantes de lo que alguna vez fuera el gran fuego del cine.
Esta cinta alemana me recuerda mucho al tipo de películas que produce el inane cine argentino, surgidas del tedio mental de directores que, apoltronados en su oscura habitación, intentan exprimir el agotado limón de su imaginación y sólo destilan migajas de nada. Así que creo que la crisis es mundial.
Hablar de Delicious es hablar de un cine escuálido en términos de argumento, falto de originalidad, totalmente plano en términos de facturación, cansino, previsible, más bien soporífero y que, en finiquito, te deja con la exacta sensación que te queda después de consumir una de esas viandas rápidas a las que recurres para no pasar hambre pero que evitarías de otro modo.
Y así he transitado mi primer estreno de 2025: trámite olvidable y, lo que es peor, agorero. No esperaba otra cosa, la verdad sea dicha, porque entiendo que el cine viene mal desde hace mucho, y lo he expresado en otras críticas. Mientras subsista esta crisis de ideas, esta minusvalidez al relacionarse con la realidad, esta ceguera para escudriñar el mundo actual con sus verdaderos y acuciantes problemas, con su rica complejidad que no parecemos ser capaces de apreciar, nada tendremos para decir, y será inútil disponer de una cámara y un set de filmación, de actores que se moverán como marionetas sin entender nada, y de guionistas que sólo pueden tomar ideas prestadas, barajar variantes tan acrobáticas como absurdas y urdir "guiños" y "homenajes" a un cine que de ninguna manera saben honrar.
La novel directora alemana apunta a la vieja cuestión de la lucha de clases. Desafortunadamente le salió un adefesio que no le puede llegar a los talones al film del coreano (Parasite, 2019), aun no siendo ésta tampoco ninguna obra maestra que digamos. Y si me remonto a trabajos como Cul de Sac (Polanski, 1966), o a The Servant (Losey, 1963) -manteniéndome en la temática, claro- ya me siento como ante los rescoldos agonizantes de lo que alguna vez fuera el gran fuego del cine.
Esta cinta alemana me recuerda mucho al tipo de películas que produce el inane cine argentino, surgidas del tedio mental de directores que, apoltronados en su oscura habitación, intentan exprimir el agotado limón de su imaginación y sólo destilan migajas de nada. Así que creo que la crisis es mundial.
Hablar de Delicious es hablar de un cine escuálido en términos de argumento, falto de originalidad, totalmente plano en términos de facturación, cansino, previsible, más bien soporífero y que, en finiquito, te deja con la exacta sensación que te queda después de consumir una de esas viandas rápidas a las que recurres para no pasar hambre pero que evitarías de otro modo.
Y así he transitado mi primer estreno de 2025: trámite olvidable y, lo que es peor, agorero. No esperaba otra cosa, la verdad sea dicha, porque entiendo que el cine viene mal desde hace mucho, y lo he expresado en otras críticas. Mientras subsista esta crisis de ideas, esta minusvalidez al relacionarse con la realidad, esta ceguera para escudriñar el mundo actual con sus verdaderos y acuciantes problemas, con su rica complejidad que no parecemos ser capaces de apreciar, nada tendremos para decir, y será inútil disponer de una cámara y un set de filmación, de actores que se moverán como marionetas sin entender nada, y de guionistas que sólo pueden tomar ideas prestadas, barajar variantes tan acrobáticas como absurdas y urdir "guiños" y "homenajes" a un cine que de ninguna manera saben honrar.
7
15 de diciembre de 2019
15 de diciembre de 2019
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Night Moves, también conocida como Secreto Oculto en el Mar, es un curioso y en muchos aspectos cautivante film de Arthur Penn, una verdadera joyita si se quiere, aunque es muy posible que finalmente no satisfaga completamente al espectador. Si bien mejora seguramente en una segunda mirada (que bien la merece y eso ya es decir), no es en definitiva una película redonda. Pese a todo, la cuidada dirección, los detalles significativos y simbólicos, el ambiente singular y la memorable performance de un gran Gene Hackman terminan haciendo de La Noche se Mueve uno de esos films irresistibles para muchos paladares.
Se trata de una historia crepuscular que desarrolla la desorientación existencial de un detective más bien trasnochado y en decadencia, Harry Moseby, a quien comenzamos viendo aceptar el caso de una joven extraviada. Pero muy pronto la vida personal de este hombre gana el centro del relato y asistimos al derrumbe de su matrimonio y al de su propia profesión que es puesta en entredicho. La investigación en la que se ve envuelto se erige más que nada en una forma de evasión con la que Harry Moseby parece querer olvidar la sombra del infortunio que se cierne sobre él. Tal vez por eso es que los hechos de la trama en la que se ve enredado transcurren en una suerte de segundo plano y nos son mayormente invisibilizados -obligándonos el film a intentar adivinarlos en su momento- mientras contemplamos el devenir de las cosas a través de los ojos melancólicos del detective en horas bajas. Nos invade la impresión de que se ha adentrado en territorio equivocado, enzarzado en asuntos con los que nada tiene hacer, de que es manipulado y de que ve "casos" que en realidad no existen, corriendo de aquí para allá para desentrañar quién sabe qué, increpado amargamente por su mujer que lo desaprueba e intenta disuadirlo. Naturalmente, una situación que no puede desembocar en nada bueno.
No es una película fácil ni de cómoda digesta, no se trata de una charada policial hitchconiana, sino que su intención es mostrar el sombrío, lúgubre y muy penoso ocaso de una vida -en los términos de un género que combina el clásico cine negro y los estilos de los setenta. Yo, como unos cuantos, he sucumbido también a su encanto.
Se trata de una historia crepuscular que desarrolla la desorientación existencial de un detective más bien trasnochado y en decadencia, Harry Moseby, a quien comenzamos viendo aceptar el caso de una joven extraviada. Pero muy pronto la vida personal de este hombre gana el centro del relato y asistimos al derrumbe de su matrimonio y al de su propia profesión que es puesta en entredicho. La investigación en la que se ve envuelto se erige más que nada en una forma de evasión con la que Harry Moseby parece querer olvidar la sombra del infortunio que se cierne sobre él. Tal vez por eso es que los hechos de la trama en la que se ve enredado transcurren en una suerte de segundo plano y nos son mayormente invisibilizados -obligándonos el film a intentar adivinarlos en su momento- mientras contemplamos el devenir de las cosas a través de los ojos melancólicos del detective en horas bajas. Nos invade la impresión de que se ha adentrado en territorio equivocado, enzarzado en asuntos con los que nada tiene hacer, de que es manipulado y de que ve "casos" que en realidad no existen, corriendo de aquí para allá para desentrañar quién sabe qué, increpado amargamente por su mujer que lo desaprueba e intenta disuadirlo. Naturalmente, una situación que no puede desembocar en nada bueno.
No es una película fácil ni de cómoda digesta, no se trata de una charada policial hitchconiana, sino que su intención es mostrar el sombrío, lúgubre y muy penoso ocaso de una vida -en los términos de un género que combina el clásico cine negro y los estilos de los setenta. Yo, como unos cuantos, he sucumbido también a su encanto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En el curso de las pesquisas en busca de la joven Delly, Harry se topa con unos cuantos personajes dedicados al contrabando de antigüedades, naturalmente sin saberlo, aunque también sin saberlo interferirá crucialmente en sus asuntos. Habiendo Harry -después de algunas deducciones detectivescas acertadas- encontrado a Delly residiendo con su padrastro Tom y Paula, la pareja de éste, en la costanera, hay un momento en que Paula y Delly, por la noche, van a dar un paseo en bote llevando con ellas a Harry. No es un episodio fortuito, en realidad están alejando a Harry del lugar en el que Tom y el aviador Marv Ellman tenían que encontrarse para desembarcar la reliquia mejicana que ellos se dedicaban a traficar. Así es como el detective está convertido inesperadamente en un molesto convidado de piedra que terminará complicando todo infinitamente, sin enterarse de la realidad que sigilosa y nocturnalmente "se mueve" como a sus espaldas. De la misma manera esa noche, después del descubrimiento del planeador hundido en las aguas, Paula se acerca al cuarto donde Harry descansa, conversa con él y terminan pasando juntos la noche. No es que Paula lo deseara, sino que debía distraerlo mientras Tom intentaba rescatar el tesoro hundido con el aviador. Así es como suceden las cosas con el detective, que se debate en interrogantes vanos y se devana los sesos buscando móviles y asesinos donde sólo hubo accidentes y acaso tragedias precipitadas por él mismo, por su influjo y su intromisión inoportuna.
Muchos detalles simbólicos acompañan y refrendan el drama psicológico de Harry. Así esos cristales circulares a manera de lentes que ofrecen en los ventanales una visión distorsionada, como la suya propia. Tampoco es casual el tema de la partida de ajedrez que obsesiona al detective, en la que las piezas negras tenían jaque mate pero el jugador finalmente pierde la partida por no haberlo visto. Él tampoco ve cómo son las cosas. Sólo al final, demasiado tarde, cuando reconoce al piloto del planeador que acaba de intentar matarlo se da cuenta de que ha desbaratado una banda de contrabandistas que nadie le había encargado investigar, y a un precio altísimo para él mismo, que termina herido y exhausto, solo en medio del mar en un bote sin control girando en círculos.
Si bien la escena final del choque y el hundimiento del avión es espectacular, no resulta creíble que un hombre con un brazo enyesado en escuadra pueda pilotar esa nave mientras dispara una metralleta. Extraña que habiendo puesto tanto cuidado en detalles que pasan en general imperceptibles en una primera mirada el film termine ofreciendo un episodio grueso que no convence y le resta puntos. También resulta una debilidad el hecho de delegar en el público la tarea de anudar los muchos cabos que nos quedan sueltos y que no serán resueltos sin una considerable reflexión, que no está -y no tiene por qué estarlo- en los cálculos del espectador promedio.
Muchos detalles simbólicos acompañan y refrendan el drama psicológico de Harry. Así esos cristales circulares a manera de lentes que ofrecen en los ventanales una visión distorsionada, como la suya propia. Tampoco es casual el tema de la partida de ajedrez que obsesiona al detective, en la que las piezas negras tenían jaque mate pero el jugador finalmente pierde la partida por no haberlo visto. Él tampoco ve cómo son las cosas. Sólo al final, demasiado tarde, cuando reconoce al piloto del planeador que acaba de intentar matarlo se da cuenta de que ha desbaratado una banda de contrabandistas que nadie le había encargado investigar, y a un precio altísimo para él mismo, que termina herido y exhausto, solo en medio del mar en un bote sin control girando en círculos.
Si bien la escena final del choque y el hundimiento del avión es espectacular, no resulta creíble que un hombre con un brazo enyesado en escuadra pueda pilotar esa nave mientras dispara una metralleta. Extraña que habiendo puesto tanto cuidado en detalles que pasan en general imperceptibles en una primera mirada el film termine ofreciendo un episodio grueso que no convence y le resta puntos. También resulta una debilidad el hecho de delegar en el público la tarea de anudar los muchos cabos que nos quedan sueltos y que no serán resueltos sin una considerable reflexión, que no está -y no tiene por qué estarlo- en los cálculos del espectador promedio.

6,2
5.338
1
19 de enero de 2024
19 de enero de 2024
26 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esa trasnoche en la que no lograba conciliar el sueño me puse a buscar alguna película y di con ésta, por la que me decanté a partir de los nombres de Damián Szifrón y Shailene Woodley -aunque por cierto el anodino título del film, 'To Catch a Killer', me dio cierta cosa de suspicacia. Como sea, Shailene Woodley es una actriz que me gustó en varios de sus trabajos (recuerdo por ejemplo 'Una Señal en la Tormenta') y a Szifrón lo tenía más que nada de Relatos Salvajes. Buenos antecedentes.
Así que en cosa de minutos estaba de vuelta en la cama visionando la película con la que me agenciaría el raro privilegio de haber conocido el policial más ridículo jamás filmado. Ya dije antes muchas veces que los thrillers son casi siempre fatalmente malos por la simple razón de que cuando un director no tiene nada para decir y quiere filmar algo inventa un thriller. Éste lo inventó Damián Szifrón mientras tenía apuros de dinero en Hollywood, con la ayuda de otro guionista que seguramente lo odia. Y hasta le pidió unos pesos a Shailene Woodley para la producción, quien ahora debe estar pensando seriamente en cortarse las venas más allá de la ficción.
Todo muy mal. El triste invento, basado en una fórmula gastadísima aplicada con total torpeza, sólo consiguió obtener lo que debe ser la peor performance de la buena de Shailene y poco más, como no sea terminar de arruinarme la noche.
Comento el film sucintamente porque deseo olvidarlo por completo. Y prevengo que el mismo abunda en muchas más ridiculeces de las que puedo yo detallar en este espacio. El lector curioso o eventualmente interesado deberá asumir a su cuenta y riesgo el visionado del producto.
Resulta que luego de que un tipo con muy mala hostia despacha a tiros a unas veintinueve personas en plena celebración de año nuevo un capo del FBI se presenta a la policía del condado a decirles que él se iba a hacer cargo de todo. Sigo en spoiler.
Así que en cosa de minutos estaba de vuelta en la cama visionando la película con la que me agenciaría el raro privilegio de haber conocido el policial más ridículo jamás filmado. Ya dije antes muchas veces que los thrillers son casi siempre fatalmente malos por la simple razón de que cuando un director no tiene nada para decir y quiere filmar algo inventa un thriller. Éste lo inventó Damián Szifrón mientras tenía apuros de dinero en Hollywood, con la ayuda de otro guionista que seguramente lo odia. Y hasta le pidió unos pesos a Shailene Woodley para la producción, quien ahora debe estar pensando seriamente en cortarse las venas más allá de la ficción.
Todo muy mal. El triste invento, basado en una fórmula gastadísima aplicada con total torpeza, sólo consiguió obtener lo que debe ser la peor performance de la buena de Shailene y poco más, como no sea terminar de arruinarme la noche.
Comento el film sucintamente porque deseo olvidarlo por completo. Y prevengo que el mismo abunda en muchas más ridiculeces de las que puedo yo detallar en este espacio. El lector curioso o eventualmente interesado deberá asumir a su cuenta y riesgo el visionado del producto.
Resulta que luego de que un tipo con muy mala hostia despacha a tiros a unas veintinueve personas en plena celebración de año nuevo un capo del FBI se presenta a la policía del condado a decirles que él se iba a hacer cargo de todo. Sigo en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Enseguida toma contacto con la detective Eleonor (Shailene en lo sucesivo), que se había puesto a grabar con su celular a las gentes que huían despavoridas de un edificio en llamas (claro, porque entre ellos podía estar el asesino, esta chica sí que promete). Entonces el capo del FBI le asigna un puesto especial en la investigación a Shailene, quien a partir de allí se pone infatigablemente a la tarea de romperle las nueces al infeliz diciéndole lo que tiene que hacer (como si fuera la esposa, vamos, pero tampoco porque el tipo era gay, cuernos!)
A todo esto la cámara va y viene por los despachos del departamento de policía, mucho bla, bla, todo rápido y a la vez aburrido, sin suspenso, sin tensión, sin que nada consiga arrancarte el más mínimo interés en lo que ocurre, que de todos modos no tiene ningún sentido. Resulta que el capo del FBI (que al final todo el mundo, no sólo la Shailene, le dice lo que tiene que hacer y después el pobre debe responder por las cagadas cometidas) se da cuenta de que esa chica tiene la misma psicología que el asesino (por sus antecedentes problemáticos, mirá cómo son las casualidades). Entonces eso los iba a conducir a atraparlo. Genial.
Más temprano que tarde, al capo del FBI le dan un puntapié en el trasero (iba a poner una patada en el tuje), y a toda la comitiva investigadora, incluida la Shailene. Esto fue para mí lo único coherente de la película. De hecho podría haber terminado allí.
Pero vamos, la digitada heroína de la historia no se iba a quedar cruzada de brazos, ella es quien da las órdenes, no quien las obedece. Así que estando tirada en la bañera y muy atribulada por todo lo ocurrido ve unas manchas de humedad en el techo y ahí se da cuenta de que uno de los testigos había mentido. Lo va a ver por su cuenta y de allí surge quién es el asesino. Así que lo llama al capo del FBI -que a estas alturas preparaba las valijas para irse de vacaciones- y juntos lo van a buscar al asesino a su casa.
En la casa encuentran a la madre del asesino y se ponen a hablar con ella. Resulta que el tipo era muy buena gente de chico, pero en un descuido en el bosque recibe un perdigón en la cabeza y desde ahí las cosas empezaron a andar mal hasta que se convirtió en un asesino serial (no deja de tener su lógica, ya se sabe que en EEUU todos los caminos de vida desembocan en un asesino serial).
Entonces ocurre lo peor. Shailene se asoma a la ventana y se da cuenta que el asesino les está apuntando con una mira (no me pregunten cómo lo hace, ya sabemos que la chica es muy especial y tiene esa onda reprimida de asesino en serie que la conecta con el villano). Tarde sin embargo, porque el asesino dispara y termina con la vida del capo del FBI. Shailene levanta las manos y se queda quieta porque de otro modo el tipo, que es muy rápido, no le daría oportunidad. El tipo se llega hasta la casa y empieza a hablar con Shailene, quien pronto lo somete a una suerte de psicoanálisis de charcutería basado en la afinidad entre ambos. Justo cuando estaban llegando a un buen acuerdo (quizás incluso con algún desenlace matrimonial por como venía la cosa), aparece la policía con las sirenas a todo volumen, el asesino se pone como loco y al final de un rollo tan aburrido como el resto de la película lo matan.
Para terminar, Shailene habla con los capos del FBI y adivinen: les dice lo que tienen que hacer. Todo: el puesto a asignarle a ella por haber atrapado al asesino, la medalla que debe ser otorgada al policía caído y qué pensión tienen que darle a su pareja gay. Las cosas se hacen desde luego como indica la chica, y a continuación se la ve caminando, pensando en alguna cosa, supongo que en convertirse en presidente de los EEUU como el siguiente paso en su carrera.
Apagué el TV antes de los créditos finales, por miedo a que todavía sucediese algo más.
Una cosa buena ocurrió después de todo, y es que conseguí dormirme, seguramente para olvidar lo cabreado que estaba.
A todo esto la cámara va y viene por los despachos del departamento de policía, mucho bla, bla, todo rápido y a la vez aburrido, sin suspenso, sin tensión, sin que nada consiga arrancarte el más mínimo interés en lo que ocurre, que de todos modos no tiene ningún sentido. Resulta que el capo del FBI (que al final todo el mundo, no sólo la Shailene, le dice lo que tiene que hacer y después el pobre debe responder por las cagadas cometidas) se da cuenta de que esa chica tiene la misma psicología que el asesino (por sus antecedentes problemáticos, mirá cómo son las casualidades). Entonces eso los iba a conducir a atraparlo. Genial.
Más temprano que tarde, al capo del FBI le dan un puntapié en el trasero (iba a poner una patada en el tuje), y a toda la comitiva investigadora, incluida la Shailene. Esto fue para mí lo único coherente de la película. De hecho podría haber terminado allí.
Pero vamos, la digitada heroína de la historia no se iba a quedar cruzada de brazos, ella es quien da las órdenes, no quien las obedece. Así que estando tirada en la bañera y muy atribulada por todo lo ocurrido ve unas manchas de humedad en el techo y ahí se da cuenta de que uno de los testigos había mentido. Lo va a ver por su cuenta y de allí surge quién es el asesino. Así que lo llama al capo del FBI -que a estas alturas preparaba las valijas para irse de vacaciones- y juntos lo van a buscar al asesino a su casa.
En la casa encuentran a la madre del asesino y se ponen a hablar con ella. Resulta que el tipo era muy buena gente de chico, pero en un descuido en el bosque recibe un perdigón en la cabeza y desde ahí las cosas empezaron a andar mal hasta que se convirtió en un asesino serial (no deja de tener su lógica, ya se sabe que en EEUU todos los caminos de vida desembocan en un asesino serial).
Entonces ocurre lo peor. Shailene se asoma a la ventana y se da cuenta que el asesino les está apuntando con una mira (no me pregunten cómo lo hace, ya sabemos que la chica es muy especial y tiene esa onda reprimida de asesino en serie que la conecta con el villano). Tarde sin embargo, porque el asesino dispara y termina con la vida del capo del FBI. Shailene levanta las manos y se queda quieta porque de otro modo el tipo, que es muy rápido, no le daría oportunidad. El tipo se llega hasta la casa y empieza a hablar con Shailene, quien pronto lo somete a una suerte de psicoanálisis de charcutería basado en la afinidad entre ambos. Justo cuando estaban llegando a un buen acuerdo (quizás incluso con algún desenlace matrimonial por como venía la cosa), aparece la policía con las sirenas a todo volumen, el asesino se pone como loco y al final de un rollo tan aburrido como el resto de la película lo matan.
Para terminar, Shailene habla con los capos del FBI y adivinen: les dice lo que tienen que hacer. Todo: el puesto a asignarle a ella por haber atrapado al asesino, la medalla que debe ser otorgada al policía caído y qué pensión tienen que darle a su pareja gay. Las cosas se hacen desde luego como indica la chica, y a continuación se la ve caminando, pensando en alguna cosa, supongo que en convertirse en presidente de los EEUU como el siguiente paso en su carrera.
Apagué el TV antes de los créditos finales, por miedo a que todavía sucediese algo más.
Una cosa buena ocurrió después de todo, y es que conseguí dormirme, seguramente para olvidar lo cabreado que estaba.

6,0
17.726
1
25 de agosto de 2022
25 de agosto de 2022
44 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
Digo que esta película sirve para revalorizar el cine porque, después de verla, cualquier otra película que se recuerde, por pésima que nos haya resultado, por penosa que hubiera sido su experiencia, por malhumorados que nos haya dejado, de pronto parecerá un poco mejor. Vamos, todo un hito puede aspirar a ser Nope: la película más mala de todos los tiempos. Y a prestarle un poco de atención a Jordan Peele, porque lo que fuma le está haciendo muy mal.
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