Esta singular película sigue los avatares de Tadeúz un soldado polaco, quién perdió su esposa de manos de la Wehrmacht. Luego del alzamiento de Varsovia en 1944, éste busca una campesina masuriana, llamada Róza, a los efectos de entregarle las exequias de su marido, un soldado alemán caído en el frente.
Róza sobrevive en su granja -ubicada ahora Polonia- siendo aún presa de la brutalidad del invasor, en éste caso el Ejercito Rojo y de la indiferencia de los miembros de su comunidad quienes injustamente le niegan cualquier tipo de ayuda.
Tadeúz entabla una relación con Róza, permitiéndose ambos compartir esporádicos momentos de felicidad en un mundo apocalíptico de violencia política y odio racial.
El fuerte del film son las interpretaciones y su lograda fotografía.

De las vicisitudes de la diadema de Constantino el Grande se nutre esta ficción medieval desprendida de rigor histórico.
Se inicia con el fin de una guerra y consecuente pacificación de la imaginaria región, sin embargo el rey triunfante generoso e indulgente, es asesinado inmediatamente por su hermano Sedemondo, quién no muestra piedad con los vencidos.
En estas circunstancias, aparece el séquito que transporta la corona de hierro de Constantinopla a Roma, la cual milagrosamente se resiste a continuar el viaje hasta que el cruel fratricida sea castigado. Éste, de boca de una anciana, escucha la profecía que vaticina la pena: Su hija Elisa, y única heredera, en la vergüenza del incesto se quitará la vida.
Para prevenir tal suceso, destierra a su sobrino Arminio -a quién trataba como hijo- y encierra a la princesa por veinte años; tras los cuales organiza un torneo para seleccionar un cónyuge aspirante al trono.
Obviamente, junto a otros histriónicos postulantes, participará de la justa mortal el desterrado heredero legítimo Arminio, con el apoyo de la facción de los vencidos liderados por la princesa Tundra.
Con las limitaciones de la época puede apreciarse un film épico gratamente aceptable, con un desenlace no tan previsible.

El humor de Jared Hess no es el más popular. Es una mezcla de absurdo y costumbrista, quién no lo entienda -como en la mayoría de los casos- o no le guste, difícilmente se entretenga con esta película.
Solo se ríe de la caricatura aquel que conoce al personaje que exagera; el que no, solo le puede resultar simpática.
Desde un remoto pueblo de EEUU, Benjamín quiere convertirse en un gran escritor de ciencia ficción pese a sus limitaciones económicas y familiares. Asiste a un congreso literario donde conoce a un "meseánico" escrito del género, seguido por sus fans tal George Lucas. Éste, plagea el ensayo escrito por Benjamín, desvirtuando "comercialmente" el héroe de la historia inspirado precisamente en el padre de su autor.
El engaño sale a la luz cuando Benjamin vende su guión a Lonnie Donaho, un productor de películas de paupérrimo presupuesto, quién realiza una película memorable.

El padre Billy, un seminarista de dudosa vocación, afecto al rock y de comportamiento adolescente, relata acontecimientos ridículos a un limitado numero de parroquianos que participan de una absurda discusión a modo de catequesis.
Para replantear su futuro Billy toma unas vacaciones junto a Robbie, su ídolo personal durante la escuela secundaria con un difícil presente. El viaje le revelará a Billy su inmadura personalidad y lo hará participe de una experiencia mística.
La película presenta una idea interesante, sin embargo en su desarrollo se limita severamente por su carencia de recursos y argumentos.

Es cierto que no es una película comercial, de hecho la austeridad de su presupuesto es evidente desde el inicio hasta el final. La cinta discurre en un escenario distópico escuetamente representado, donde la Voz -o al parecer el sonido- se disocio de las palabras, pese a que estas últimas sean lo esencialmente relevante en la comunicación. Los personajes -una familia- trataran de restaurar la Voz que ha sido víctima de un malhechor, propietario de una omnipresente señal de televisión.
Lo que resulta totalmente reprochable es la representación final del dualismo. La señal del mal emerge de una esvástica donde yace una mujer torturada, semi desnuda y sin rostro, mientras que la del bien de una estrella de David en la que hay un niño sin ojos, desvestido y crucificado, el cual implora por su madre....