Para mostrarnos el aburrimiento de una pareja acomodada, no es necesario que nos aburra a nosotros. Este tipo de cine no me seduce, no me dice absolutamente nada. Una escena de El apartamento, es más valiosa que toda esta película.

Creo que ésta película no me ha gustado por estar durante todo el metraje, bastante despistado con los movimientos de brazos, de forma casi compulsiva, de Meryl Streep en su afán de sobreactuar más que nadie en el mundo mundial. La actriz más nominada es una de las que menos aprecio en su trabajo. Imagino en éste papel a Susan Sarandon y quizá mi modesta puntuación hubiera subido un poco más.

La película puede ser más o menos correcta y más o menos entretenida pero me chirría mucho muchísimo ese afán de algunos actores por llamar la atención como si estuvieran haciendo algo histórico cuando interpretan. Steve McQueen no me gusta nada en ésta película, parece que está poseído por el duende loco del Actors Studio y actúa por arrebatos y con movimientos antinaturales. Para mí es mucho más difícil la sobriedad y el saber esquivar a la cámara que hacer muecas y movimientos bruscos para resultar diferente.

Hay que estar muy atento para asimilar la cantidad de chascarrillos que hay en esta película. Y hace poco volví a disfrutar de ellos por séptima o novena vez, no sé. Casi todas las películas tienen defectos, ya lo sabemos, pero éste señor me ha hecho pasar tantos buenos ratos que no puedo escatimarle ningún punto. Irma la Dulce, Primera Plana (aunque sea la tercera o cuarta versión), y sobre todo El Apartamento, han puesto el listón tan alto, que es prácticamente imposible hacer algo mejor. De ésta que nos ocupa, mención especial para James Cagney, que en mi modesta opinión, encuentra aquí el papel de su vida. Los tres taconazos del ordenanza, a la orden de MacNamara, son antológicos.

En ésta película no hay lugar para las gesticulaciones inútiles del Actors Studio. Mención especial para Emma Thompson que en mi opinión está soberbia.